Crónica: Vozmediano

Conste que «alguien» (que no soy yo…) debe una crónica y de ahí, este parón en el blog… Así que, Ejem….sigo esperando…

Hoy el día amanece gris y al salir a la calle noto el fresco típico de esta época, aunque a poco que empiezo a pedalear me doy cuenta que no hace tanto frío como otros dias y ademas… no sopla viento!!.

Llego al parque y como es tradición espero varios minutos a que lleguen mis compinches.

Es una manía como otra cualquiera, pero disfruto de ese rato a solas, tranquilo y con todo hecho, sin mas obligación que saborear el silencio en el parque y de ahí que cada domingo llego un cuarto de hora antes al punto de encuentro.

Por cierto, como casi siempre, el que escribe soy yo, Iñaki.

El primero en aparecer es Chelu al que sigue Roberto.

Al poco aparecen los Tudelanos: Ines, Patxi, Diego, Cesar, Antonio y  Samuel que se les ha unido en la calle mayor.

Aparece seguidamente Antonio Nonin y Guillermo cerrando los asistentes a la ruta.

Debatimos la ruta entre todos y en un par de minutos estamos pedaleando hacia el cementerio con la mente puesta en tierras mas altas.

Atravesamos la carretera de la balsa  y  un par de campos y acequias para llegar a un camino que nos deja en la carretera Cascante-Fitero.

De este punto continuamos hacia Monte alto, para girar en la muga con Aragón y poner rumbo a Tarazona.

Delante nos precede un grupo de Cirboneros al que alcanzamos y compartimos varios kilometros juntos (hasta las inmediaciones del embalse de Santa Ana).

Nuestros caminos se separan y el nuestro nos lleva hacia Torrellas y posteriormente a Los Fayos.

No me canso de admirar la chopera por la que llegamos a esta última población.

Independientemente de la época del año en la que pasemos, tiene un atractivo especial. Es un lugar sencillo, sin grandes paisajes pero que transmite paz y la belleza de los lugares especiales con un atractivo único.

Dejamos atrás el embalse y recorremos el camino paralelo al Queiles hasta que transcurridos algo mas de dos kilómetros tomamos un desvío a la derecha y empieza la cuesta de verdad.

Aquí cada uno sube a su ritmo…o como buenamente puede…

El terreno es muy suelto y se pierde tracción con facilidad, lo cual unido a una inclinación de cierto nivel, hace que se marquen ritmos diferentes.

El camino serpentea , lo que hace que la cuesta sea menos «psicológica».Esto, unido a que cada vuelta permite ver el barranco que se forma en el valle excavado por el río, nos distrae del esfuerzo.

Arriba esperamos. En poco rato aparece el personal y recomponemos el grupo.

Proseguimos por el camino que discurre por la cresta y al poco, dirigiendo la mirada a la derecha, muy abajo, allá al fondo, se ve el pantano del Val.

Seguimos dando pedales de tobogán en tobogán, y tras algún conato de deserción y vuelta (sofocado a costa de jugarme el postre…) llegamos a la carretera que une Agreda y Vozmediano.

Rodamos dirección a este último pueblo sin llegar porque poco antes nos desviamos a un camino de bajada.
Algunos tienen prisa por llegar a compromisos familiares, mientras que un par se despiden porque van a seguir por Moncayo.

Disfrutamos de la bajada, donde al poco de empezar veo a Samuel a mi lado comandando el descenso.

Detrás y sin perder ojo Diego, Cesar y Antonio «Tudelano-Cabanillero»  cierran el grupo de los «derrapadores de la saeta».

En cada curva y como si de una procesión sevillana se tratase, se escucha el derrape y la consiguiente saeta:

-«Aiiiiiiiiiiaiaiaiaiaiaiiiiiiiiii’
-«Uffff»

El camino esta con mucha gravilla y la verdad es que nos da algún sustillo aunque… Para que decir otra cosa: disfrutamos con la adrenalina generada.

Poco antes de llegar a Los Fayos, reunimos al personal y tomamos un desvío que lleva a un puentecico de madera tras el que parece haber un sendero de bajada…así que lo investigamos.

Resulta denominarse «Sendero Botánico» y la verdad es que en cosa de un kilómetro disfrutamos de un paisaje precioso.

Acabamos en asfalto y bajamos al pueblo para atravesar lo y salir por la misma chopera, que nos dió la bienvenida, horas antes.

Como parece que hay prisa y alguno ha tenido ya suficiente ruta por hoy, decidimos bajar a Tarazona por carretera. Son dos o tres kilómetros, pero no me siento seguro pensando en los posibles «estalentaos» con licencia de conducir…

Llegamos al Tarazonica y rodamos a velocidad constante. A buen ritmo pero sin forzar y a relevos, lo que nos permite llegar a casa bastante frescos y en hora.

Ha sido una ruta muy disfrutada de unos 80 kilómetros que se hacen cortos.

P.D: hoy ni repaso el texto así que erratas y faltas (mas de las habituales) espero sean perdonadas. 🙂

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