Crónica: A Sancho Abarca: de pinchazo en pinchazo, y vuelta a pinchar, porque toca.( 29-11-2015)

En Tudela esperamos Inés, yo (Patxi) más dos amigos, Vicente y Oscar.

Nos sumamos al grupo de Murchante. Chelu, Iñaki, Guillermo, José, Roberto, Antonio Nonin y Unai, rodando un total de 12 madrugadores.

Cruzamos el puente dirección a la Negra con destino al Santuario de Sancho Abarca. Avanzamos jugueteando como críos por los toboganes junto a la carretera de Ejea para finalizar en esa cuestecilla corta pero empinada que a veces se sube sobre la bici, y otras no.

Nos desviamos en el km 12 hacía Portillolobo para encarar la subida de otra pendiente, ésta más larga y desafiante que nos dejará directamente sobre la Negra (paraje natural, no señora hiperpigmentada).

Aunque empezamos a subirla como buenos amigos y compañeros, al final la cabra tira al monte y veo por delante Iñaki, Unai, Roberto y manoletes que se van haciendo más pequeñitos con la distancia, ellos contarán en que acabó la cosa, yo solo puedo describir lo bonito del paisaje que bla,bla,bla (vaya, que no me apetecía ni podía forzar mucho la maquinaría).

Describo la anécdota de un individuo/persona humana con casco que bajaba en bici cuesta abajo, pero los ruedines traseros no debían caberle por la pista y mira que es ancha: aún se atrevió a amonestarnos por no echarnos al lado que quería él, recibió alguna contestación merecida que no pudo discutir porque para ello hubiera tenido que volver a subir, y no se le veía ni muy en forma ni muy educado. (además los esféricos centrales le debían pesar mogollón, es lo único que justifica que uno que baja descansado no tenga la cortesía de dejar paso a los que suben jadeando)

Agrupamos y llaneamos por buena pista por la que a ratos alguno tira que da gusto para el que pueda seguir ritmo. (Roberto, Iñaki…) y llegamos a la última pendiente en Sancho Abarca que algunos la suben al modo tradicional y otros optamos por el alternativo, escaleras arriba, que poderse se puede, haciendo el cabra loca. Resulta divertido y lo mejor es que se llega antes que por la pista.

En el bar tomamos alguna bebida al sol mientras esperamos al resto del grupo que no acaba de llegar. Luego nos enteramos de que Chelu ha tenido pinchazo y ha utilizado la espuma/nata para arreglarlo.

Llegamos a las cabañas de Farrique para descender por la Hoyaza. Me quedo él último (siempre quedará la duda de si por cortesía o capacidad) y encuentro a José y Carlos junto a la bici malherida de Chelu: sigue teniendo fuga de aire en la rueda trasera pese a la espuma. El equipo de sabios decidimos cambiar la cámara. La puñetera cubierta se resiste a destalonarse pero Sierra hace gala de la furia murchantina y la goma salta de la llanta sin rechistar. Chelu y José hacen el guarrete quitando con un calcetín viejo la espuma de la cubierta. Saco la cámara con liquido antipinchazos, intentan hincharla con una bombona de gas pero el obús se queda insertado en el adaptador y la válvula se queda sin él. Afortunadamente llevamos un obús de repuesto aunque Carlos intenta desenroscarlo con los dientes y se casca una paleta. Nosotros risas, Carlo no, el dentista si. Por fin, conseguimos montar la rueda y alcanzamos al grupo.

Encaramos hacía Fustiñana por carretera para acortar la vuelta a casa. Hace aire y el regreso de Sancho Abarca suele pasar factura con los kilómetros y el aire en contra. Oscar, Vicente, Roberto, Antonio y Nonin vuelven junto al canal a mayor velocidad. Mientras el pelotón carrikiri culebrea por el arcen de la carretera hasta que…otro pinchazo. La rueda trasera de Guillermo no ha soportado la velocidad ni su peso y  se ha deshinchado. La arreglamos y mal que bien conseguimos llegar a Tudela donde nos despedimos.

Dicen las malas lenguas que Guillermo aún pinchó otra vez, y que hay una foto en la que porta la bici en un hombro y la rueda en una mano, y suena una música triste mientras «una voz en off» pide donaciones para pagarle la vuelta a Murchante en taxi o burra, lo que sea, pero bici…no.

Crónica: Visitamos Ágreda

Habrá a quien parezca que la Javierada está lejos pero, si nos descuidamos un poco, nos veremos en Carcastillo con el almuerzo en la mano.

Es por ello que hace ya alguna semana, que viendo que los habituales están en forma, hemos ideo proponiendo rutas acordes y atractivas. A ver si el resto del grupo se anima (si hace falta empezamos de cero, claro que sí, pero necesitamos saber que queréis salir…).

Este fin de semana estábamos decididos a realizar ruta nueva.

Salimos de Murchante: Guillermo, Bauti, Diego, Patxi, Jarauta (con flamante  y preciosa bici), Sierra y yo (Iñaki).

Como tenemos que estar en Tarazona a cierta hora, subimos por el vial del Tarazonica y encaramos «el puerto de Tarazona» hasta el cementerio.

Durante la subida Diego arrea, mientras Bauti y un servidor apretamos dientes para no perder rueda…arrrg. Arriba, llegamos con las pulsaciones a tope… menudo arreón!!!

Allí se encuentra Marta que trae a probar a Goin.

Bajamos hacia la chopera sita bajo Torrellas y que nos deja en Los Fayos.

Puedes pasar durante todo el año y esos dos kilómetros de chopos, siempre sorprenden con colores nuevos. Es una zona preciosa en la que me sorprendió no ver a nadie paseando como es habitual.

En Los Fayos, ascendemos a la presa y de allí bordeando el pantano, plantarnos en su cola.

Nos dirigimos hacia la catarata del pozo de las truchas, ruta que en el último año hemos realizado varias veces pero que no aburre dado su precioso paisaje.

Continuamos mientras el camino se torna en sendero y finalmente, tras atravesar el río, varias veces, por las pasarelas, llegamos a las cataratas.

Nos detenemos a comer algo, mientras algunos que aun no habían tenido oportunidad pululan de un lado a otro disfrutando de la magnificencia de este paraje.

Continuamos con la bici a cuestas, por unas escaleras, que pese a no ser muy largas, se hacen eternas dado el alto de cada escalón.

Al llegar arriba, comprobamos que el suelo (la tierra) está congelada y a nuestro paso cruje como si de hielo se tratase.

Bajamos y volvemos a subir, para bajar nuevamente y encontrarnos  con el río al que el sendero bordea.

Disfruto como un enano mientras detrás Bauti, que viene por aquí por primera vez, va gritando algo así como:

«Que pasadaaaa, esto es acojonante.. que chulo oye…»

Toca segundo tramos de escaleras y volvemos a ascenderlas.

Arriba, un estrecho sendero balizado nos lleva en unos kilómetros a una subida ya en camino de terreno roto.

Ascendemos la cuesta y esperamos para reunir al grupo mientras aviso que allí se acaban mis conocimientos de la ruta y dependemos del GPS de Bauti. Por suerte (no es que desconfíe…o si…) Diego nos explica que un día estuvo y sabe como se llega a Ágreda (según el solo dos kilómetros en llano…). Bauti dice que el track también va por donde Diego indica así que perfecto.

Empieza «el llano» y curiosamente pregunto a Diego si soy yo o a él también le suben las pulsaciones.

Sobre el termino «llano»:

-«Hasta que porcentaje de inclinación manejas ese vocablo,Diego?»

Kilómetro y algo más adelante por fin el llano se hace presente y esperamos al grupo mientras el tudelano confiesa que él lo hizo en sentido contrario…

Parece que hemos llegado. A pocos metros de nosotros se ven las primeras casas de Ágreda. se ven un poco por encima nuestro pero vamos, nada insuperable.

Nos acercamos y de repente una cuesta abajo, nos deja ver como las casas ascienden a nuestros ojos.

Una cuesta tras otra nos deja en la zona más alta de Ágreda, y si bien no era necesario llegar hasta allí, el GPS indicaba eso así que… arreando que es gerundio.

Patxi pregunta a una mujercica como se llamaba la monja de poderes místicos (bilocación) y a la que, el rey visitaba.

La buena mujer le responde  algo así como…:

LaSatisimaMadreMariaJesusDeAgreda« (sin pausa alguna).

Una vez ilustrados sobre las personalidades del renacimiento «Agredano», llegamos al «parque de la dehesa» (si hombre, donde está esa famosa fuente de la que mana agua con olor a huevo podrido…).

Comemos algo rápidamente para que no se nos haga tarde y vemos que tal va la gente.

En manos del «hombre de los Jonderes», salimos de Ágreda, pasando bajo un puente de la autovía que nos lleva a una pista.

Al poco de rodar por ella, Diego se da cuenta. Estamos en lo que era la antigua vía del tren, ahora camino en muy buen estado y que nos lleva cuesta abajo (salvo dos pequeñas rampas ascendentes) a un pueblico, del que ninguno habíamos oído hablar: Valverde de Agreda.

Continuamos adelante y varios kilómetros más adelante, entramos en la carreterilla que anuncia la «Estación de la Nava», aunque al poco nos desviamos por un camino en dirección a «Monte Alto».

Continuamos estando a casi 900 metros de desnivel sobre el mar, lo que dice que vamos manteniendo la altura.

Goin va sufriendo pero no cede y como buen campeón continua sin quejarse.

Sierra y Jarauta miran el reloj y piensan que no sabemos donde estamos (¿nos dará la noche aquí me medio de ninguna parte?).

Aunque el GPs es cosa de Bauti, creo conocer el camino y comento a Marta y Guillermo que CREO que bajaremos por una pista por la que ya bajamos una vez y que nos dejará en Tarazona.

Nada más empezar el descenso, les digo si reconocen la cuesta a lo que ambos me miran como un gato al que preguntas la tabla del tres.

Ya casi en Tarazona, Guillermo cae en la cuenta de una ruta que hicimos hace varios años y que discurría por allí (con Fernando Campo y mi padre).

La verdad es que Bauti, ha diseñado una ruta de vuelta evitando subidas (por más que alguno «grandote» me dijera que no hacíamos más que subir también de vuelta…jijiji) y muy bonita.

Nos detenemos junto a la fábrica de caramelos de Tarazona, donde Marta y Goin, se despiden y vuelven al coche, mientras nosotros callejeamos hacia la parte baja de la cuidad.

Al pasar por la plaza del Ayuntamiento, el olor a carne asada impregna el ambiente y nosotros con hambre cabeceamos de lado a lado para ver de donde sale semejante aroma.

Finalmente terminamos de bajar y encaramos al Tarazonica, donde bajamos a paso tranquilo.

Nos despedimos de los tudelanos en la antigua estación de tren de Murchante, tras 90 kilómetros de ruta preciosa y que a buen seguro repetiremos.

Desde aquí, los Karrikiris os deseamos lo mejor para el 2014.

Crónica: Bardena, fría Bardena…

Tras una fallida campaña «whatsapera» llamando a filas a muchos Karrikisirs frioleros (es una subespecie muy extendida), en el parque aparece Guillermo, Roberto, Marta (que si, de verdad…creedme…), Dani  yo (Iñaki), a ver sino como te lo estoy contando…

Bajamos hacia Tudela con un pasmo del quince.

Marta dice que al salir de casa marcaba 3 bajo cero, pero tras salir del pueblo, creo que hacía aun algo más de frío porque DOLÍA (y no es ningún tipo de expresión figurada).

Si el fin de semana anterior, con la niebla, el frío era como una torta, esta vez no se si es igual o peor…

Antes de que den las 8:45 estamos en el puente del Ebro, donde Diego, Cesar y Patxi (que ya empieza a ser un fijo en el pelotón), nos esperan.

Empezamos a rodar junto al Ebro y minutos después estamos en la recta de Arguedas, desde donde alcanzamos una pista, paralela a la carretera.

A mitad de pista nos vemos inmersos en la niebla (para no perder costumbre). La falta de referencias,  el frío y la longitud de la recta hacen de este tramo, una zona que queremos pasar cuanto antes, en busca del ansiado sol.

Por fin, llegamos a Arguedas punto donde comienza la ascensión a la ermita de la Virgen del Yugo.

Empezamos a ascender tranquilamente y sin forzar, pero cuando llevamos cosa de un kilómetro ascendido, a Cesar se le calienta la mollera y nos pone  mas firmes que una vela, apretando dientes y resoplando cual Miuras en San Fermín…

Ya en el Yugo, reunimos el grupo y proseguimos, ahora en sentido descendente, hacia el plano.

Poco más de dos kilómetros después de bajar del Yugo, llegamos al cruce donde que marca «hacia el embalse del Ferial».

Por animales racionales que digan que somos (al menos algunos…), los instintos primarios fluyen a sus anchas cuando anuncias que a menos de 7 kilómetros toca bocadillo.

El que no podía, de repente anima el ritmo y encima sonríe. El que podía se pòne en cabeza y compruebo con una sonrisa, cómo el marcador desvela un ritmo superior…

Nada más llegar al restaurante del Ferial, dos niños en la tele, se desgañitan la garganta. Ha salido «el gordo» de la lotería.

Vamos, Otro año de salud…

Al poco, el regente del local, saca unos bocadillos que a primera vista parecían la pértiga de Serguéi Bubka   pero
nos esforzamos y damos buena cuenta del elemento, y de un café… y porque alguien dijo de levantarse de allí…

Atravesamos la presa y entramos en el plano, con la vista puesta en el horizonte, donde una fila de árboles indica donde termina y el terreno cae hacia el Vedado de Eguaras.

No pasa mucho tiempo, cunado estamos bajo el Castillo de Peñaflor, en el fondo del Vedado, haciéndonos fotos.

Arrancamos de nuevo y tras una pequeña senda entramos en una pista que nos conduce hacia Castildetierra.

Casi al llegar, hay que atravesar el barranco (con agua). Normalmente, bordeamos el «río» hasta un punto donde se cruza con cierta facilidad pero observamos que una ladera se ha desplomado cortando el sendero, por lo que nos la jugamos atravesándolo por otro punto.

Con el barranco a nuestras espaldas, continuamos hasta la pista que rodea el polígono de tiro y que lleva a la mítica formación bardenera (Castildetierrra).

Son casi las 12 del medio día y en los charcos, que están al sol,  hay bloques de hielo del tamaño de cajas de zapatos… (menos mal que no nos hemos caído al cruzar el barranco!!!!!!).

Atravesamos la carretera del polígono,  y continuamos hacia «los Aguilares», para tomar un pedregoso camino que… han arreglado (ya era hora, la verdad). 

Desde la recta de Arguedas, volvemos a meternos a la pista que nos lleva, junto al Ebro, a Tudela.

En el puente del Ebro, algunos de nuestros compañeros se despiden, mientras el resto de la manada, atravesamos Tudela por el Muro y la plaza de los fueros (somos unos cotillas, la verdad), mientras Marta sufre de no poder salir en la procesión y tocar las campanas (vamos, salir en bici y estar en una terraza, «cuchufleteando» con la amiga «Poppins»).

Unos minutos después estamos en Murchante, tras 85 kilómetros de bonita y fría ruta.

El fin de semana que viene, toca ruta, nueva y que promete… (QUE GANAS TENGO!!!)

P.D: Feliz Navidad y Gracias a tod@s los que nos seguís semana a semana en este blog Karrikiri

Crónica: Bikers en la niebla (Sin Sigourney Weaver)

El sábado, nos ofrecía una mañana espectacular.

Ni un atisbo de viento, sol, temperatura medianamente agradable para las fechas en las que nos encontramos…

Y llegó el domingo:

Al mirar por la ventana…no se veía nada (al menos desde mi casa. He dicho que soy Iñaki?).

Y no se veía porque apenas había amanecido, pero minutos después, cuando se suponía que ya había amanecido, el campo visual era prácticamente el mismo. Una densa capa de niebla me anunciaba que sería una ruta, fría y húmeda.

Nada más salir de casa, coincido con Carlos (Sierra) y subimos juntos temblando, calle mayor, arriba…

Llegamos los primeros al parque, si bien, no tardando mucho, aparecen Guillermo, Jose (Valenciano incombustible), Chelu.

Suena un teléfono, pero entre los guantes y otros aparatajes, no deja de sonar antes de que su dueño, lo descuelgue.

Seguido suena el mío (va a ser alguno al grito de: «ESPERENMEEE!!!»).

El otro telefonista ya a accedido a su móvil así que en beneficio de unas manos calientes, dejo que suene hasta que deja de hacerlo y entonces Chelu consigue hablar con el telefonista:

-Sancho Abarca

– Bien, te esperamos.

– Vale, vamos hacia allí. No no subas que bajamos nosotros…

Cuelga.

-«Toño Manolete» que viene.

Cruzamos el pueblo y después de esperarlo unos minutos, aparece y emprendemos la marcha hacia Tudela.

Bajamos la cuesta de la cooperativa y cruzamos el canal.

Si la sensación de frío ya era intensa, este punto la acrecienta.

Por suerte no corre ni una brizna de viento pero la temperatura es muy baja y por primera vez en años, me duelen los dedos con los guantes gordos de invierno.

Llegamos al puente del Ebro, con los oídos «pintándonos».

El que provoca semejante sensación, es Cesar que está «gruñendo», junto a Diego y Patxi.

-«Estos se retrasan, no vienen… aquí nos pasmamos, yo me voy ehhh!!!»

Continuamos junto a la carretera de Ejea, a través del sendero y toboganes y con el divertimento se nos olvida un poco el frío reinante.

Cruzamos el cauce de un río seco, y se oye:

-«Quita moñas!!»

Y acto seguido vemos a un biker «triparriba». jijiji (no recuerdo quien era… y ahora que lo pienso tampoco sé quien era «el moñas»)

Cruzamos la carretera y acto seguido nos detenemos para comer algo.

Al poco continuamos y avanzamos hacia la plana de la negra.

La subida es dura y nos la tomamos con tranquilidad.

Por fin, arriba, vemos el sol. Bajo nuestros pies, un manto de nubes que se extiende hasta el horizonte en cualquiera dirección a la que miremos.

Una vez reunido el grupo,  emprendemos a pedalear otra vez.

Pasan los kilómetros y hay a quien le empieza a marcar reserva «la gasolina».

Reducimos el paso con el punto de mira en los molinos de viento que se ven al fondo, sabedores de que cerca de estos sirven café caliente en el hotel/santuario de Sancho Abarca).

Unos minutos después, estamos disfrutando del calor que desprende la infusión.

Discutimos por donde volver, para no alargarlo en exceso (más aun viendo que hay alguno que lo va a pasar mal…) pero intentando hacer la ruta atractiva.

Diego, lo tiene claro: Bajaremos por «la ollaza».

Hace un par de años que no transitamos ese camino (desde que subimos por allí con nuestros amigos de Buñuel) peor recuerdo que la bajada tenía bastante pendiente y estaba rota, lo que unido a la poca visibilidad, nos hace extremar la precaución.

Cuando empieza la cuesta, miro arriba, consciente de que no vamos a volver a ver el sol, en el resto de ruta (otra vez a las tinieblas…).

Bajo tras Cesar, sin atreverme a adelantarlo, mientras en las gafas se acumulan las minúsculas gotas de agua de la niebla. Un par de minutos después, no vemos un carajo.

La bajada cada vez se torna más inclinada y cunado menos nos lo esperábamos…

DOS LUCES ROJAS

Arrrrggggg, Alarm, alarm!!!

Ancla al suelo, frenos, paracaídas…y conseguimos frenar…uf uf uff.

Cesar, dice que es el todo terreno del Guarda.

No nos atrevemos a adelantarlo,pero poco después, se detiene.

Cuando paso junto a la ventanilla, la bajan:

-«Escuchábamos voces pero no os veíamos  (pues estábamos a escasos dos metros del parachoques trasero…), creíamos que era algún cazador que no se aguantaba y por eso hemos parado, a ver si escuchábamos mejor…»

-«De momento no llevamos escopetas :-)»

Continuamos hacia el punto con más pendiente de la cuesta y bajamos como podemos.

Cuando ya casi llegamos abajo, Cesar, tras de mi, la emprende a cantar a lo Camarón:

-«Ahiiiiiiii, ahi ahi ahiiiiii yayayaiiiiaiiyiaiyiaaaaa»

Acabo la curva y miro atrás con una sonrisa, mientras lo veo luchando para no salirse del camino, entre gravilla húmeda, grietas y una curva que le pone a prueba,

Abajo, esperamos al resto y con el grupo reunido de nuevo, proseguimos.

En cuanto arrancamos, alguien echa el alto. Hay un compañero que va cargado de gemelos y cuádriceps. Pobre hombre, no le queda nada!!!

Estamos a algo menos de 45 kilómetros de casa, en una zona que es difícil de explicar para que vengan a por nadie en coche, en una mañana con niebla espesa y un compañero rueda sin gasolina en los músculos (cóctel explosivo).

La parte buena: que es un campeón. No se rinde y empieza una carrera de aprovisionamiento de glucógeno que no parará hasta casa.

Intentando que no se pase para evitar un pico insulínico, le vamos animando a que coma, barritas, plátano y glucosa, mientras dejamos atrás un kilómetro tras otro.

Llegamos a la carretera que va de Fustiñana a Tauste y Toño pregunta donde estamos.

Le explico y me mira con cara de: «Me has dejado como estaba» peor unos minutos después dice que sabe exactamente donde y que nos faltan unos 8 kilómetros hasta Fustiñana.

Progresamos a ritmo suave y al menos así, aguanta todo el grupo unido, hasta que llegamos a la citada población.

Queremos evitar carretera a toda costa ( sin visibilidad, no te puedes fiar de los coches) y optamos por ir hacia Ribaforada, y de allí al Vocal.

La mínima cuesta, rampa pendiente o charco, hace que nuestro compañero ponga cara de sufrimiento pero avanzamos y conseguimos dejar atrás el Vocal y llegar a Fontellas, desde donde emprendemos ruta hacia la rotonda de Eroski.

Los Tudelanos, se van  y nosotros, cruzamos el puente para enlazar con un camino, paralelo a la autovía y de allí tomar el Tarazonica.

El pobre mozo, va desencajado, pero va… que no es poco.

A base de chutes de glucosa, avanza mientras le ayudamos en lo posible cuando el terreno se inclina.

Ya cerca de Murchante, rodamos junto al canal.

Tenemos que atravesar una cadena, por un hueco. Pasamos todos, siendo yo el penúltimo y él finalizando grupo.

Paso y acto seguido escucho:

-«Clonch cotoclonch!!!»

Miro atrás y lo veo acostado encima de un bardal. Lo que le faltaba!!!

Por suerte está bien y al montar en la bici, consciente de que ya es tarde me dice:

-«Mi mujer no se va a creer todo lo que está pasando y creerá que exagero…»

jijijijiji

Un kilómetro y pico más allá podemos ver las primeras casas del pueblo y se le enciende una sonrisa en la cara.

-«Hace rato que no se quien pedalea, pero no soy yo!!!»

Al final de ruta, salen 90 kilómetros de frío y niebla, pero… no compramos ropa de invierno? pues habrá que darle uso, no?

Crónica: Vozmediano & Agramonte. A la ladera del Moncayo

La previsión indicaba que era un dia perfecto en cuanto a viento (inexistente) y eso en la ribera… es algo para celebrar (Vade retro Cierzo!!).

Al salir de casa se nota un frío intenso, señal de que estamos a bajo cero (pero sin viento!!!!).

Guillermo y yo (Iñaki) somos los primeros en llegar al parque pero pronto aparecen Bauti, Diego, Cesar y su cuñado que se ha animado a acompañarnos.

Aparecen también Jarauta y Carlos (Sierra) y al poco lo hacen Marta y Roberto.

Son las 9:05 y sabemos que no merece la pena esperar más… no va a venir nadie más, así que salimos por el cementerio hacia Cascante y antes de llegar, nos desviamos para ir haciendo un tramo de la Night & Bike, pero en sentido inverso.

Rodamos por los caminos hablando entre nosotros. Cuando estamos a poco más de cinco kilómetros de Cascante, se nos cruzan tres corzos de buen tamaño y tras atravesar el camino, siguen a trote por un yeco… que chulo es verlos en estado salvaje.

Continuamos nuestro recorrido pasando por el embalse de la mancomunidad de aguas (donde se llenan los depósitos de agua de algunas poblaciones riberas. Entre ellas, Murchante) y seguidamente subimos la cuesta de los sifones.

Continuamos hacia Tarazona con la mente puesta en el embalse de Santa Ana, que dejamos a nuestra derecha y continuamos por una carreterilla hacia Torrellas.

Al salir, nos metemos en el camino que atraviesa la chopera, que por cierto, está precioso (en cualquier estación del año, todo sea dicho) para llegar a Los Fayos, donde nos detenemos a comer algo.

Con las energías repuestas, volvemos a nuestros cómodos sillones «bicicletiles» y proseguimos junto al río Queiles a Vozmediano.

La ascensión  es poco menos que una carrera/cronoescalada y los diez kilómetros que separan ambas poblaciones se pasan en un santiamén. Entre hielo, escarcha y paisaje invernal  avanzamos con la temperatura sin subir un ápice (probablemente lo haga pero como vamos ascendiendo… no lo notamos.

En Vozmediano, esperamos y reunimos al grupo para continuar a continuación por asfalto hacia Agramonte.

La carretera, en las zonas de sombra está helada y las ruedas hacen crujir el delgado manto blanco (cronkch, cronch…).

Llegamos arriba y nueva parada para reunir al grupo. Por fín se han terminado las cuestas arriba y empezamos a descender.

En Santa Cruz, nos desviamos para bajar por un sendero a Tarazona, donde disfrutamos como enanos  pero… no dura mucho y pronto estamos en al antigua Turiaso, desde donde bajamos por el Tarazonica y disfrutar de la merecida comida.

Han sido unos 85 Kilómetros de fría pero agradable ruta. ¿Se puede pedir más?

Crónica 30 Diciembre: de nuevo la Garnacha

Aunque no hace mucho que algunos Karrikiris, habían realizado esta ruta, fuimos otros tantos aquellos que no tuvimos oportunidad de hacerla.

Como este domingo no estaba incluido en el calendario oficial del club, pensamos que pod´ria ser una ruta bonita para despedir el año.

El día amanecía frío y yo con lo bajo de forma que me encontraba tenía un pensamiento recurrente en la mollera:

-«Vuelve a la cama, hombre!!!»

Desoyendo esa vocecilla, y recordando la percepción de los que ya habían realizado la ruta («Es muy bonita pero…dura y muy completa»), me preparo.

Son las 7:50 a.m. y Guillermo y Marta pasan a por mi (Iñaki).

Montamos mi bici en el carro y vamos al parque donde esperan Feliciano, Cesar Aguado, Samuel, Juan Carlos, Diego y Javier Larrad.

Se echaba de menos a alguno que había dicho que vendría… pero no pudo…

Disponemos las monturas sobre el «Karro Karrikiri» y ponemos rumbo a la capital de la garnacha: Borja.

Aun no han dado las 9 de la mañana y empezamos a rodar con un frío de tres pares de narices.

Hubo momentos en que tenía que repasar mentalmente, la geografía de la península ibérica para rechazar la idea, que la temperatura instalaba en mi cerebro: Borja está en Teruel??? (madre que frío!!).

Rápidamente varios del grupo se ponen a tirar (no dejan ni despertarse a uno…), y como la ruta va picando hacia arriba, nos olvidamos del frío y del sueño, para centrarnos en la ruta.

Tras varios kilómetros de pendiente contínua pero suave, giramos en un cruce para empezar con la primer ascenso «serio» del día y que nos eleva hasta la meseta del Buste, pasando por la gravera.

Como siempre se hacen grupos y cada cual tira a su ritmo hasta coronar el ascenso hasta que  finalmente todos llegamos arriba.

Pocos metros de camino después, entramos en un sendero, en sentido descendente, que nos deja en otro camino en dirección al santuario de Borja («Ecce Homo´s place»).

En vez de parar a ver la chapu… pintura, continuamos, ascendiendo por un pinar que nos vuelve a dejar en el punto más alto del cabezo en el que nos encontrábamos.

Es momento de parar, disfrutar del paisaje y comer algo.

Repuestas las fuerzas, continuamos por un camino y posterior sendero descendente donde empiezo a animarme.

La bajada está algo rota y tras algún momento de emoción, llegamos a la carretera que conduce desde el santuario al Buste.

La cruzamos y seguimos descendiendo por un sendero con bastante frondosidad, divertido y rápido, si bien tenemos que ir tranquilos, ya que al ir bastante gente, el paso es complicado.

Llegamos a una solana y terminan los senderos para comenzar una parte de caminos, donde rodamos tranquilos.

A estas Samuel indica que hay que girar 90 grados en el próximo cruce y hay que subir piñones porque viene repecho serio.

Tomamos el cruce y conforme hago fuerza en los pedales para dar la primera pedalada escucho: Clich, clonch, Crack!!!

Miro tras de mi y veo a Diego con la cadena partida.

Cual equipo de fórmula uno, varias manos se disponen en rededor de la avería por lo que pocos instantes después y varias manos más negras… tenemos la cadena como nueva.

Dado el estado de las manos de alguno, aparecen nuevas formas de limpieza… como la patentada por Juan Carlos, consistente en destrozar una mata de tomillo entre las manos y que permite quitar el color negro de la grasa para instaurar un precioso color verdoso en las palmas de las manos acompañado de una fragancia campestre, que ríete de la casa de la pradera.

Llegados arriba del repecho, la ruta baja de nuevo para situarnos cerca de la cara  más oriental de la meseta.

Rodando tranquilos, vamos Samuel y yo en paralelo. Con el rabillo del ojo, veo una silueta que se va a colocar entre nosotros cuando escucho:

-«raaaaaaaaaaaassssssss»

Caída de un karrikiri sin consecuencias aparentes.

Poco después y tras varios amagos  más de caída por parte de otros, nos situamos en el camino principal.

Frente a nosotros, la subida del día: El avión.

Es una subida que bastantes de nosotros conocemos bien. Rodeada de pinos, no es extrema pero si contínua y larga, por lo que agachamos la cabeza y vamos ganando metros a la pendiente.

Ya arriba rodamos en busca de la bajada sita en la otra cara de la elevación.

Cubierta de hierva y hielo, la bajada consiste en un sendero que nos deja en el pueblo del Buste. Bajada emocionante y muy bonita.

Continuamos por una camino de toboganes que lleva a la que llamamos cuesta de los pinos, pero justo cuando vamos a descender por ella, la ruta se desvía a la derecha para bajar por una zona más abrupta.

La bajada es peligrosilla pero muy bonita.

Ya abajo, rodamos por pista en llano cuando de repente y sin saber la razón… «un caballo» se desboca al grito de su jinete («JIAAAAA!!!!!!!») saliendo a mil por hora camino adelante…

…Unos doscientos metros después el jamelgo, sufre de calambres en el «muslamen» y hay que detener la caravana para que se recupere (no sin mirar a los lados no sea que los indios fueran la causa de semejante espantada…y nos pillen aquí desprevenidos…).

Continuamos por caminos estrechos en dirección a Borja, disfrutando de la última parte de la ruta y por fín entramos en el pueblo, cuando… falta uno de nosotros!!!

Nos detenemos y al poco vemos al fondo que se aproxima.

La falta de avituallamiento le ha jugado una mala pasada, pero por suerte estamos en el final de la etapa.

Una ruta preciosa, muy completa. Para Repetir!!!

P.D: Feliz año 2013 y esperamos compartir ruta el nuevo año que entra.