Crónica: A Sancho Abarca: de pinchazo en pinchazo, y vuelta a pinchar, porque toca.( 29-11-2015)

En Tudela esperamos Inés, yo (Patxi) más dos amigos, Vicente y Oscar.

Nos sumamos al grupo de Murchante. Chelu, Iñaki, Guillermo, José, Roberto, Antonio Nonin y Unai, rodando un total de 12 madrugadores.

Cruzamos el puente dirección a la Negra con destino al Santuario de Sancho Abarca. Avanzamos jugueteando como críos por los toboganes junto a la carretera de Ejea para finalizar en esa cuestecilla corta pero empinada que a veces se sube sobre la bici, y otras no.

Nos desviamos en el km 12 hacía Portillolobo para encarar la subida de otra pendiente, ésta más larga y desafiante que nos dejará directamente sobre la Negra (paraje natural, no señora hiperpigmentada).

Aunque empezamos a subirla como buenos amigos y compañeros, al final la cabra tira al monte y veo por delante Iñaki, Unai, Roberto y manoletes que se van haciendo más pequeñitos con la distancia, ellos contarán en que acabó la cosa, yo solo puedo describir lo bonito del paisaje que bla,bla,bla (vaya, que no me apetecía ni podía forzar mucho la maquinaría).

Describo la anécdota de un individuo/persona humana con casco que bajaba en bici cuesta abajo, pero los ruedines traseros no debían caberle por la pista y mira que es ancha: aún se atrevió a amonestarnos por no echarnos al lado que quería él, recibió alguna contestación merecida que no pudo discutir porque para ello hubiera tenido que volver a subir, y no se le veía ni muy en forma ni muy educado. (además los esféricos centrales le debían pesar mogollón, es lo único que justifica que uno que baja descansado no tenga la cortesía de dejar paso a los que suben jadeando)

Agrupamos y llaneamos por buena pista por la que a ratos alguno tira que da gusto para el que pueda seguir ritmo. (Roberto, Iñaki…) y llegamos a la última pendiente en Sancho Abarca que algunos la suben al modo tradicional y otros optamos por el alternativo, escaleras arriba, que poderse se puede, haciendo el cabra loca. Resulta divertido y lo mejor es que se llega antes que por la pista.

En el bar tomamos alguna bebida al sol mientras esperamos al resto del grupo que no acaba de llegar. Luego nos enteramos de que Chelu ha tenido pinchazo y ha utilizado la espuma/nata para arreglarlo.

Llegamos a las cabañas de Farrique para descender por la Hoyaza. Me quedo él último (siempre quedará la duda de si por cortesía o capacidad) y encuentro a José y Carlos junto a la bici malherida de Chelu: sigue teniendo fuga de aire en la rueda trasera pese a la espuma. El equipo de sabios decidimos cambiar la cámara. La puñetera cubierta se resiste a destalonarse pero Sierra hace gala de la furia murchantina y la goma salta de la llanta sin rechistar. Chelu y José hacen el guarrete quitando con un calcetín viejo la espuma de la cubierta. Saco la cámara con liquido antipinchazos, intentan hincharla con una bombona de gas pero el obús se queda insertado en el adaptador y la válvula se queda sin él. Afortunadamente llevamos un obús de repuesto aunque Carlos intenta desenroscarlo con los dientes y se casca una paleta. Nosotros risas, Carlo no, el dentista si. Por fin, conseguimos montar la rueda y alcanzamos al grupo.

Encaramos hacía Fustiñana por carretera para acortar la vuelta a casa. Hace aire y el regreso de Sancho Abarca suele pasar factura con los kilómetros y el aire en contra. Oscar, Vicente, Roberto, Antonio y Nonin vuelven junto al canal a mayor velocidad. Mientras el pelotón carrikiri culebrea por el arcen de la carretera hasta que…otro pinchazo. La rueda trasera de Guillermo no ha soportado la velocidad ni su peso y  se ha deshinchado. La arreglamos y mal que bien conseguimos llegar a Tudela donde nos despedimos.

Dicen las malas lenguas que Guillermo aún pinchó otra vez, y que hay una foto en la que porta la bici en un hombro y la rueda en una mano, y suena una música triste mientras «una voz en off» pide donaciones para pagarle la vuelta a Murchante en taxi o burra, lo que sea, pero bici…no.

Crónica: Vedado de Eguaras

Debe ser parte de la condición humana… y es que resulta que tras un fin de semana en el que muchos Karrikiris se dieron al desenfreno, este tocaba purificar
cuerpo y mente. De ahí que en el parque nos juntásemos un nutrido grupo compuesto por:

Chelu, Guillermo, Saso, Jose, Roberto, Unai, Fermín, Antonio Nonín y yo (Iñaki).

Ayer, propuse varias rutas por Whatssapp y tras un par de minutos, cerramos el destino entorno al Castillo de Peñaflor.

A ojo de buen cubero, comentaba que la ruta debía  extenderse a lo largo de unos 79 kilómetros y entre Unai y el que escribe
jugamos a ver si acertaba o erraba en la predicción.

Salimos de Murchante, hacia la Cooperativa de vinos, para atravesar bajo el puente de la autopista e internarnos en el camino que lleva a Tudela.

Pasamos Tudela, por una sucesión de calles que a buen seguro, nuestras bicis son capaces de realizar sin nosotros encima…

Aparecemos en la urbanización del Mercadona, vamos hasta la rotonda que hay bajo el juzgado, para proseguir hacia la que hay junto al chalet de la viuda de Añon.

Desde allí continuamos hacia el colegio «Virgen de la Cabeza», y poco después pasamos bajo el cristo para enlazar una suerte de callejuelas que nos dejan en el
puente del Ebro.

Atravesamos el puente, con un río en total calma. Se nota que no corre una brizna de viento…

El día, neblinoso, es fresco, pero no tanto como pudiera parecer. Se aguanta bien, y más sin dejar de pedalear.

Por esos sotos del Ebro, que tantas veces hemos recorrido en nuestras rutas hacia las Bardenas, avanzamos entre conversaciones y risas, a ritmo constante
pero sin forzar.

Llegamos a la recta de Arguedas y escogemos un camino, paralelo a la carretera , para acercarnos al pueblo. Es un camino monótono, recto y aburrido que, gracias a la
compañía y una interesante conversación, acaba por desaparecer a nuestras espaldas.

Llegamos a Arguedas y hacemos una visita NO guiada, por muchas de sus calles.
Las que conducen al inicio del estrecho, están cortadas por obras, y hacemos encaje de bolillos para llegar hasta el inicio de la cuesta.

Nos tomamos el ascenso con filosofía y sin apretar.

Roberto y Unai avanzan posiciones y me uno a ellos. Han puesto un «ritmico» llevadero. Solo en el último momento, roberto parece que va a dar un hachazo y me levanto para arrear,
pero finalmente, acabamos de ascender los tres, al mismo ritmo.

A Unai, se le ocurre que en vez de coronar por carretera, podemos hacerlo por la rampa que arranca a la izquierda.

Hace años que nos ascendemos por la misma, así que puede estar bien, un cambio.

Esperamos al grupo y pese a algunas pequeñas protestas y dudas… «la manada», acaba metiendo molinillo para ascender sin más problemas.

La niebla, sigue acompañándonos,y por más altura que ganamos, continúa ahí.

Pasamos junto a la entrada de «Senda Viva» y seguimos hacia el santuario del Yugo, ya queda poca cuesta.

Atravesamos el parking y dejamos la iglesia a la derecha, para empezar la bajada.

Hace ya un buen rato que me he quitado las gafas. Total, entre el agua que desprende la niebla, y lo que se empañan, gracias a mi propia respiración, no hay quien vea un carajo.

Suelto frenos y voy aumentando la velocidad…

Los ojos me lloran, cierro uno, para que las lágrimas se vayan con el viento, mientras intento ver con el otro y repito la operación a la inversa… Que difícil es esto…

Casi abajo veo a un par de cazadores, desesperados con la niebla. Miran al rededor, suplicando al cielo que levante para poder practicar su afición.

Paro y les pregunto, si saben de batidas por el Vedado de Eguaras, a donde nos dirigimos.

Me dicen que eso es otra zona peor que creen que no y mientras hablamos,  acaban viniendo el resto de Karrikiris.

Reunido el grupo, despedimos a los fans de «John Waine» y continuamos pedaleando.

Ascendemos la tachuela, que hay tras bajar del Yugo y ante nosotros se abre el paisaje  neblinoso de esta zona de la Bardena.

Al fondo, con la niebla algo más abierta, aun se intuye la elevación de «El Plano de La Bardena».

Mientras ascendemos, comento a Unai, que ese mismo camino, es el que llevan los peregrinos  de Murchante, cuando van a Javier. Es el camino más directo y corto.

Arriba, y otra vez el grupo reunido, continuamos por, un Plano, yermo y desolado, donde parece que nunca ha pisado el hombre…
Tenemos que encontrar varios caminos para acercarnos al Vedado y permanezco atento para no equivocarme.

Tras un par de kilómetros giramos a la derecha. Pasamos junto a una caseta de pastores que tengo como referencia mental y continuamos para pasar junto a un montón de piedras
en un cruce, donde giramos a la izquierda.

-«¡¡Este es el camino!!»

No es que se vea muy lejos y de ahí que pierda algunas de mis referencias habituales, pero finalmente, la suerte nos acompaña y damos con la entrada al vedado.

Un camino, que sale en ángulo recto a la derecha y que al fondo se ve descender entre la vegetación.

Avanzamos junto a un campo de cultivo y comentamos las fotos con amapolas que hicimos hace años, en ese mismo lugar.

Es un camino que, si bien, cuenta con bastantes toboganes, en el cómputo total, es de descenso y disfrutamos de la zona, mucho más frondosa que los caminos
de kilómetros previos.

Acabamos bajando, no sin susto incluido al no contar con un árbol caído justamente en medio del camino y tenemos que desviarnos por la finca adyacente.

El terreno se abre y aunque no se ve, al fondo, está el Castillo de Peñaflor.

Nos acercamos y poco a poco vencemos niebla y  distancia para acabar viéndolo desde su misma base.

Aprovechamos para comer algo, recordar anécdotas (como la del «Zorro simpático» que vivía hace pocos años en la zona) y continuamos por los senderos, mientras
a nuestro flanco se extiende el barranco, con sus particulares formas.

No tardamos mucho en llegar a un camino que nos llevará al barranco grande, para atravesarlo y de allí acercarnos hasta Castildetierra.

Para evitar el campo yeco, hoy seguro embarrado, y la tortura que le supone a Chelu, los 10 kilómetros de camino pedregoso, que siguen a continuación, elegimos
ir por carretera hasta los Aguilares y desde allí…

Empezamos a rodar por la carretera de los militares, hacia Arguedas. Antonio se pone en cabeza y empieza a tirar.

Yo voy a rueda y veo como van bajando los piñones hasta que acabamos ascendiendo los toboganes a más de 30 Km/h.

El ritmo va aumentando y en una de las subidas, Roberto adelanta.

Antonio acelera para cogerle la rueda y yo hago lo propio.

De repente veo, el desvío, dejo de hacer fuerza sobre los pedales y les grito:

-«Ehh, que es por aqui…..Ehhhh Ehhhhhhh!!»

Ni caso, estos siguen a muerte…

Yo:

-¡¡¡¡Einnn???!!!

Aprieto dientes y acelero más y más. Parece que no voy a pillarlos nunca, agachados y dando pedales a relevos, van disparados, hasta que
consigo recuperar los 10 o 12 metros que me habían sacado. Sigo a ritmo y les adelanto.

Inmediatamente Antonio se levanta y acelera, seguido por Roberto a la caza, hasta que…

-«Alto!!!! que es por aquí… que es el último camino antes del pueblo!!!!!»

Por fin parece que hacen caso y nos metemos en el camino, entre sonrisas y resuello, felices de la batallita que acabamos de montar.

En pocos minutos aparece Unai, que se nos une.

-«¿El resto?»

Unai hace un gesto tipo

«Fa, Far away…»

Ala, ya la hemos liado…

Ahora no sabemos si se han metido por donde procedía… o han seguido nuestros pasos por la carretera… o qué…

Al final decidimos parar en un cruce donde, vengan por donde vengan, tienen que pasar obligatoriamente.

Allí esperamos y finalmente los vemos aparecer al fondo. Han continuado por la carreterilla tras nosotros.

A todo esto, una madre con varios niños, pasea en bici y uno de los pequeños se detiene con su pequeña montura a interrogarnos.

Que si de donde sois… a donde vais…

Y por poco acaba metiendo en un apuro a su madre cuando casi nos autoinvitamos a comer todos en su casa…

Nos acercamos a la recta de Arguedas y al poco de empezar a rodar, Chelu pincha.

Pensábamos meter una botella de CO2 pero no contábamos con la :

-«Mooochila Mooochila!!!!» (los que sois padres y madres con niños pequeños, sabéis que cancioncilla me refiero, verdad?)

No es que tengamos a Dora, en nuestro club, pero tenemos a Fermín, que deja la mochila de Dora la Exploradora al nivel del barro…

Saca una bomba, mejor dicho: Una lanza, una pértiga, un compresor de impulso humano,un….   (yo que sé)  de unos 50 o 60 centímetros de larga (una vez desplegada)
mientras el resto, ojipláticos, y mandíbula desencajada, no entendemos que sistema utiliza el mozo para meter desde un somier, a un tresillo en la mochila.

Recompuestos y seguros de que nada nos puede pasar si Fermín y su mochila están cerca, continuamos.

Volvemos a los sotos del Ebro, para meternos en Tudela y atravesar la plaza nueva. de ahí por el paseo del Queiles, seguimos hasta la rotonda
de debajo de los juzgados y comenzar el último tramo por el camino que va a Murchante.

Al final 79 kilómetros (clavaos Unai!!) de divertida ruta.

Una pena que algun@ se quedara practicando «caming» (y es que…..muchas excusas tiene ya ….!!!!)

 

 

Crónica: Bardena Negra – El último fin de semana del verano 2015

Domingo y salgo de corto.

Son las 8:40 y voy pasmado aunque la previsión meteorológica dice que tendremos una mañana espectacular, así que llego al parque y me coloco en una rayada de sol. Bien quieto…y a esperar al resto.

A las 9:00…aproximadamente…. aparecen por allí:

Cesar y Patxi con un amigo (Antonio), Jarauta y Carlos (sierra), Germán, Marta Bonilla, Samuel, Unai y un mocico que rondará su edad al que llama (Vasco). Yo (Iñaki) quieto en mi rayadica de sol, mientras discuten el sexo de los ángeles… Finalmente sale ruta. Hacia la Bardena negra…

Bajamos a Tudela por el camino y atravesamos el puente del Ebro en dirección al «Aire de Bardenas» (hotel «raro raro raro», pero con su encanto). Pasamos junto a él y disfrutamos de los toboganes que hace la senda que discurre paralela a la carretera de Ejea.

Más adelante dejamos a nuestra izquierda la cuesta que lleva al Balcón de Pilatos y continuamos hasta cruzar la carretera.

Frente a nosotros, «La plana de la negra».

Una imponente meseta con una cuesta de la que siempre guardo mal recuerdo. Sensaciones adquiridas años atrás, con unos kilillos de más…

Subimos contando chistes (textualmente) y sin sobrealiento. Esto es otra cosica…

Subimos de forma civilizada y las pulsaciones se mantienen en su sitio. Que bien!!!

Arriba cogemos el primera camino a la derecha y pronto empezamos a descender muy rápidamente.

Unai: -«como coges posiciones eh…»

Yo: «Que no… que voy a a bajar tranquilico….y…»

Y pasa Antonio pedaleando como si no hubiera mañana.

Yo también quiero!!

Me lanzo a por él que está ya a mas de cien metros y poco a poco lo alcanzo. jujuju

Me coloco prudencialmente tras su estela y vamos perdiendo altura a marchas forzadas hasta que decide que una curva no es lo bastante abierta para él….

«donde vaaaaaassss».

Finalmente reconduce la situación y de reojo, lo veo poco más atrás arreando otra vez para abajo.

Nos detenemos al final de la cuesta y Unai viene «loqueando»

-«Maravilloso, que pasada, increíble, como la gozo….»

Vamos que al mozo le ha gustado la cuestica…jeje

Giramos de nuevo a la derecha y tras un tobogán ascendemos hasta llegar a unos «labraos» donde apenas se puede ir montado puesto que la rueda se hunde en la blanda tierra.

De ahí, pasamos a una trialera que yo no conocía y que Antonio nos descubre. Muy chula, la verdad.

«Unos «labraos» mas tarde», volvemos al camino donde serpenteamos rodeando los preciosos cañones  de la zona.

Recordamos como hace unos años, nos acompañaros unas chicas del club y una amiga suya se caía una y otra vez avisando con un grito antes de dar con sus huesos en el firme.

Continuamos hacia Fustiñana y estamos con ganas de jugar…

Bajamos a ritmo alegre y en estas, veo una ladera/terraplén  empinado que asciende unos 3 metros a la derecha del camino.

Antonio que se lo sabe, encara hacia allí y sube para situarse en la cresta y como no, allá voy yo que me ha gustado la cosa.

Arreo fuerte y subo a toda velocidad pero

AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH

-«Pifostios, y la madre de piiiiiiiiiiiiiiiiiiiii»

Al otro lado hay una balsa de agua y me veo ya en el agua.

En el último segundo, freno de no se que forma y me quedo con la bici mirando al cielo, y  jurando en arameo mientras el cabrito
se descojona…

Una vez de nuevo en el camino me entra la risa….uf uffff

Bajamos a Fustiñana y de allí a Cabanillas, junto al Canal, para acabar tomando una cerveza en el Bocal, junto al Roble milenario.

La vuelta a casa es tranquila y por el camino paralelo a la autovía, desde Eroski, llegamos al Tarazonica y de allí a casa.

Una ruta, divertida de unos 65 Kilómetros.

Crónica: 90 Kmts, Pedaleando bajo el huracán

Pensaba titular la crónica como:

«El ataque de las matas voladoras (mutantes)»

Pero cuando lo repetí en mi cabeza 3 veces, me di cuenta que no se trataba de una película de terror de bajo presupuesto (aunque alguno que estuvo por allí, aun piense que efectivamente, lo era…).

Desde el martes, mirando la previsión del tiempo. Sin riesgo de lluvias, pero, cada vez que miraba… incrementaban la velocidad del viento para el domingo.

A causa de esto, se preveía que el número de deserciones (lease: dolores agudos de garganta, a última hora, virus gastrointestinales repentinos  tras ruta con la flaca, o incluso salidas nocturnas hasta ciertas horas de la madrugada que hacía imposible salir a rodar: SOIS UNOS CAGAOS!!).

Una vez puestos los créditos (como en cualquier peli que se precie…), sigamos con la crónica:

Salgo de casa y le faltó un pelo, para volver a meterme. ¿¿PERO QUE LECHES ES ESTO??? Se puede saber quién ha cabreado a «La Pandora»? y lo que es más importante:

¿Se puede saber quien deja una caja llena de vientos cabreados a una persona tan… irascible?

En ese momento, llega el Whatssapp de Bauti:

-«Día cojonudo,  venga os esperamos en el puente del Ebro en 20 minutos»
(este tiene una pedrada peor que la del resto,porque vamos, que me diga eso… pasa de optimista y roza lo tratable por especialista… pero me sirve para dar las primeras pedaladas).
Unos minutos después, los  incautos valientes que acuden al parque son:

Fermin, Saso, Unai, Toño, Ezequiel y yo (Iñaki).

Aun no hemos salido del pueblo cuando se nos une Antonio.

Sería el frío, el viento «de cola» o un Fermín especialmente motivado, que nos plantamos junto al Ebro, en un plis plas.

Allí, Bauti y Diego se unen a la expedición y salimos hacia Bardenas Reales.

Por los sotos del Ebro, la vegetación y los árboles, nos resguardan y parece que no es para tanto la cosa. El tema se complica cuando alcanzamos el camino que enlaza con la carretera, donde nos pega de lo lindo. Solución: desvío por un camino  que por estar más bajo, se supone que nos resguardará algo. Problema: acabamos en «rotabator mode», por un arrozal.

Por una vez, nos entra el sentido común y damos la vuelta para volver al último desvío y retomar el camino correcto.

En la recta de Arguedas, debía estar esperándonos Gerardo pero no hay noticias del moozo, por lo que continuamos, tranquilamente para enlazar a una pista que nos lleva hacia Bardenas.

Al fondo, a cosa de un kilómetro vemos un maillot amarillo.

Baaaa, que no será él. Me digo a mi mismo.

A ver si va a ser…

Pero que no…

La cosa es que el mozo lleva buen ritmo, pero con semejante viento (que en ese momento nos pega «de cuchillo»), el grupo avanza más y lo pillamos en las cuestas de las viñas.

-«¡¡¡Hombre Carlos!!!. ¿No te dije que si salías, me dieras un toque?»

Nuestro amigo, Carlos Palacios, con quien compartimos ruta en Moncayo, pocas semanas atrás, se une a la expedición y pasa a engrosar las filas del pelotón Karrikiri.

Llegados a la carretera de los militares, continuamos hasta los Aguilares, para volver a meternos por camino. Tras continuar sufriendo con el viento, un rato después estamos en Castildetierra,

donde nos esperan:

Samuel, Gerardo y Ramón.

Continuamos por la perimetral, hacia el Rayón que preside al fondo del paisaje. Por fin, giramos y el viento nos empuja,

Sin despeinarnos, avanzamos a mas de 45 Kmts/h.

Antonio tiene compromisos y tiene que darse la vuelta. Una pena, pero otro día seguro que podemos completar la vuelta con él.

El resto continuamos, a todo meter hasta la entrada al circo donde empieza la diversión.

El giro de 180º  grados, es como una bofetada, bien dada.

El viento nos da de llno y parece que  «su enfado» va a más. Avanzamos con piñones suaves y alta cadencia, sorteando grietas, mientras agachamos el cuerpo intentando pasar desapercibidos para el huracán.

Por fin llegamos bajo el Rayón y en vista a volver a casa con reservas de sobra en las piernas, comento con Diego, que mejor NO subir.

Mientras hablamos, el resto del grupo llega y se ponen a subir.

Pues nada, nada… al tajo.

Arriba parece que estamos tras el motor de un Boeing 747 a plena carga.

Unos descabalgan e intentan avanzar bici en mano, consiguiéndolo a duras penas, otros son descabalgados por Eolo y a mi, en una leve rampa, se me levanta la rueda sin desearlo, por efecto del viento.

En dos palabras: IN-CREIBLE.

Descendemos y volvemos al terreno «divertido».

Atravesando algunas grietas, montículos y divertimentos varios, llegamos a: «la piedra de las fotos», donde comprobamos, una vez mas que aguanta el peso de los Karrikiris posando (ya verás el día que no aguante el peso…).

Llegamos al momento culmen de la ruta, y nos situamos sobre el paso de los ciervos.

Arranca Samuel. Le dejo unos metros de ventaja y salgo tras el.

El terreno, esta vez está muy muy suelto y bajo los primeros 20 metros casi derrapando con ambas ruedas, mientras voy soltando freno para mantener la dirección.

La segunda parte está mejor y suelto las manetas para bajar en un divertido zig-zag, entre los dos precipicios que asoman a ambos lados.

Poco a poco, baja el resto de compañeros, con una sonrisa en la cara, y continuamos.

Toca una preciosa trialera, donde, si dejas fluir la bici, te encuentras, dando saltos, subiendo y bajando con poco esfuerzo y a buena velocidad.

Unos cientos de metros después reunimos al grupo para descender otra pendiente pronunciada.

Ahí, nos deleitamos con el estilo de Toño, que podría calificarse como…. como….

veamos…

Lo sinet pero no encuentro palabras…Hay que verlo. Indescriptible.

Continuamos junto al barranco, por una senda plagada de boquetes (también hay agujeros, pero la mayoría por tamaño, son boquetes) hasta que toca volver a la pista.

La vuelta comienza con viento lateral, hasta que giramos en dirección al cuartel militar.

El problema, ya no era el esfuerzo a realizar, ni el que el viento se empeñase en movernos la dirección de la bici (con el peligro que conlleva), sino que un e´jercito de matas voladoras (como las de las películas del Oeste, de esas), nos atacasen brutalmente.

Mientras avanzamos, vemos más adelante, en los cultivos, como decenas de estas 2matas maléficas», ruedan en una dirección que las pone en nuestra trayectoria.

Algunas , incluso parece que se detienen para volver a tomar velocidad cuando pasamos.

Que se lo digan a Diego, quien tuvo un «affaire» con una,  mata.

O a Carlos a que «la mata madre de todas las matas» por poco le envuelve (salió de sus fauces, pero aun no se como).

Samuel, Gerardo y Ramón se despiden y vuelven al coche, para librarse de nuevo de la tempestad, a quienes se les une Ezequiel.

El resto volvemos, poco a poco a casa, tras una mañana en la que finalmente salen 90 kilometros de aventura, diversión y lucha contra el huracán.

 

A ver si los Reyes vienen por las Bardenas…

He sido bueno, muy bueno… y por ello he escrito una carta a los Reyes Magos de Oriente, con la esperanza de que caiga… al menos algo.

Y por si acaso, pensando en convencerlos  en persona, decidimos ir por las Bardenas, ya que según creo yo… si vienen de oriente y las Bardenas son el oriente de Murchante…. estos deben venir de… (lo ves? tu mente empieza a pensar igual, verdad?).

El caso es que nadie, que yo conozca, ha subido al Castillo de Peñaflor. Si, bueno, lo vemos desde abajo y sin embargo… que pasa si resulta que dentro de esa torre en ruinas esta el verdadero bastión de los Reyes Magos? EH? lo has pensado??

La cosa es que al contarlo a varios Karrikiris, se organizó una extensa expedición, DI-SI-MU-LA-DA… para poder dar con la guarida de los misteriosos Reyes y de paso… poner «el cazo» si no querían que revelásemos su paradero… (esto es España, oiga…y de cazos…. sabemos un rato…).

La cosa es que en el parque nos encontramos:

Guillermo, Chelu, Germán, Roberto, Sierra y unos prometedores canteranos: Unai, Alejandro.

Sí, también estaba yo, Iñaki.

Emprendemos hacia Tudela, atravesando el pueblo y bajando la cuesta de la cooperativa para hacer el trayecto por el camino que empieza tras e puente de la autopista.

Callejeamos por Tudela hasta el puente del Ebro y allí nos econtramos con Bauti y Patxi que nos esperan para completar la compañía del anillo el grupo.

Por los sotos del Ebro y hasta la recta de Arguedas, avanzamos tranquilamente, hasta que tomado el  camino paralelo a la recta de Arguedas, el viento sopla y nos ataca «de cuchillo».

Pasado ese pequeño trance,  enlazamos con la carretera para entrar en la población, y pedaleamos por sus calles, para ascender hacia «el Yugo», por la estrecha cuesta de cemento.

Enseguida se forman grupos y poco a poco Bauti y Patxi se nos adelantan a Unai y un servidor que imponemos un ritmo conservador mientras charlamos  entre jadeos.

Detrás, el resto del grupo se fracciona y cada cual sube como más le apetece o puede.

Arriba, hay un autobus… vacío. Alguno casi le retira la palabra a Patxi por la promesa de una legión de…

( se me ha olvidado…y si te quedas con la curiosidad… haber venido… claro…jejeje).

Todo lo que sube, baja y a nosotros, los Karrikiris, tambíen nos afectan las leyes de la física.

Como muestra tenemos que descender, dirección al plano a trote lechonero (lease: sin frenar y con una sonrisa en la cara… que nos lo hemos ganado!!).

Unos kilómetros más adelante, llegados a determinado cruce, giramos a la izquierda para notar el viento de cara.

Bauti y yo vamos hablando delante y para cuando queremos darnos cuenta, un par de compañeros han decidido darse la vuelta.

El resto del grupo, continuamos hcia el embalse del Ferial, un par de kilómetros más, hasta que un amabla paisano en un todo terreno, nos advierte que poco más adelante hay «batida de caza». De lejos divisamos, la parafernalia con los chalecos, y vehículos.

Valorando como valoramos nuestro pellejo… decidimos no adentrarnos en terreno de caza (algunos estamos fuertes; los cazadores  muy probablemente acaban de meterse algúnos lingotazos acaban de almorzar, y no escuestión de que se cobren tan preciada pieza).

Hay que rehacer la ruta a aprtir de dicho punto y decidimos, ir en busca de la guarida de los tres camellos tipos que montan en camello.

Volvemos sobre nuestros pasos para atravesar el cruce y esta vez continuar recto, dejando el Yugo y su sierrra, a nuestra derecha.

Avanzamos por una pista hasta que grito: «Chelu a la izquierda!»

– Por aquí??

-Tira…!!

Vamos «campo a través» sabiendo, más  o menos donde estoy.

Alcanzamos un pinar, y cojo lo que podría llega a ser un sendero… si mucha gente pasa por allí a partir de ahora.

Subimos por aquí,,, equilibrio allí,  arrfffpprrffff.

Menudo cabezazo le he metido a la rama de pino, pensaba que estaba más alta.

Arranco y al fondo escucho la dulce voz de Chelu:

-«»Arrggrrfffff»

Y el mozo queda colgado de la camelback, cual marioneta de trapo…jijiji

Poco después le toca el turno a Bauti, a Guillermo, a Patxi y a Sierra que por poco da, otra de sus, ya características, «vueltas de campana».

Mi sentido arácnido «nosequé» me dice que voy bien, y aunque nunca hemos hecho esa senda, entiendo que la pista que nos lleve a la tapadera de los tres tipos de oriente torre del Castillo de Peñaflor., debería de estar unos metros a nuestra derecha en algún sitio entre nosotros y una loma… pero no la veo…

Me detengo, antes de liarla (a ver si los estoy llevando al fin del mundo…), y en ese momento vemos la pista. Perfecto!!

Ya en el camino, atravesamos varios barrizales y al poco, allí arriba se ven las ruinas del castillo.

Patxi, intenta aleccionar a Guillermo:

-«Esta torre fundada por el rey tal, para proteger y…»

-«Yo pongo la herramienta de derribo…. y todo escombro…»

Patxi, manos en  la cabeza no asimila esta ligera percepción/valoración de la edificación y cabecea con una sonrisa en la boca…jijiji.

Vamos un poco justos de tiempo y por ello, descartamos subir a ver si los reyes están ahí dentro, pero nos detenemos a hacer unas fotos, justo debajo mientras, atentamente aguzamos el oído en busca de pistas sonoras que delaten el sonido de un camello sobrecargado (no se si estos bichos braman, barritan, gorjean o ladran así que si sabes como se llama el «berrido camellíl» me lo haces saber).

Como, no hay constancia alguna de la presencia del séquito real (que sé que están allí… pero no puedo demostrarlo…), reemprendemos el camino por un precioso sendero en el que Guillermo se empeña en hacer (dicho por el propio Guillermo): un apoyo, fronto-lateral forzado (que no caída técnicamente), mientras Chelu se descojona, mirándolo a ver si tiene alguna rama por la cabeza… (pero caída, lo que es caída… no fué… si acaso… un aterrizaje… eso si… totalmente «fronto-lateral».

De ahí salimos a pista y atravesamos los dos barrancos que llevan hacia Castildetierra, no sin tocar más barro y algunas risas.

Saliendo del característica formación bardenera, nos cruzamos con Fermín que, en coche, van de visita familiar.

Ya en la carretera de los militares, nos detenemos un instante, para beber. Continuamos, por cierto lugar del que no me quiero acordar y atravesamos el «camino más pedregoso del mundo», hasta la recta de Arguedas.

Poco después, por los mismos sotos del Ebro que veíamos horas antes, nos acercamos a Tudela y seguidamente a Murchante, tras una divertida ruta de 80 kmts.

Otro magnífico día en compañía de los Karrikiris!!! 🙂

 

Visitamos Bardenas

Sabéis aquel que tira la piedra y esconde la mano??

Pues así ocurrió esta pasada semana…

Una moza, insistía…

-«Yo quiero Bardena, que yo quiero Bardena, que vamos a las bardenas, que hace tiempo que no vamos a las Bardenas…»

Y seguía:

-«Hacemos la ruta por las Bardenas que hicimos junto a los de Buñuel? eh ? si? eh? si? venga, venga que sí que vamos…»

Y claro, por no aguantarle… a la Bardena que vamos todos…

Lo curioso, si no insólito, ocurre cuando, dadas las 8:20 a.m. me acerco al parque, donde me encuentro a Gerardo.

Me froto los ojos y sigue ahí, no es una visión. Mr Lamana ha venido!!!

En unos minutos aparecen:

Guillermo, Chelu, Samuel, Emiliano, Roberto, Jarauta, Alayeto, Jose  y yo (Iñaki).

Además aparecen cual limones, Hernando y Ferrer.

Esperamos, esperamos y esperamos pero la cansa de la Bardena no aparece…

Empezamos a sospechar que está «apatruyando» Cintruénigo, no sea que haya una fiesta y se la cuenten…

Dejando la fauna fiestera con su resaca… a lo que íbamos:

Aun no hemos salido del parque y Hernando dice que en cuanto llegue a la recta de Arguedas, se da la vuelta.

Ya en Tudela, junto al puente del Ebro, están Cesar, Patxi e Inés que se ha animado a acompañarnos. Menuda cuadrilla!!

Pasamos el puente del Ebro y avanzamos despacio por los sotos del Ebro hasta llegar a la recta de Arguedas.

Continuamos por el camino favorito de Chelu y al poco miro atrás.

Ahí están todos, incluido Hernando.

Tengo alguna duda con respecto a dos puntos de la ruta y como sé que Cesar ha rodado bastantes veces por esa zona le pregunto.

Nos desviamos a la derecha y unos kilómetros después nos plantamos ante las primeras rampas de la ascensión a Valdecruz.

Arriba, esperamos a reunir al grupo.

Uno de amarillo, sin emitir sonido alguno llega gesticulando:

La madre que me pario, la madre que me vino a parir, me cago en…»

(se me ha olvidado lo que pronunciaba…)

Continuamos para completar las últimas rampas, ya más suaves y volvemos a reunir el grupo en las piedras blancas donde se une con el camino
que lleva al Balcón de Pilatos.

Por fin las respiraciones se serenan y parece que todos vamos bien.

Avanzamos y unos kilómetros más adelante están un nutrido grupo de Arguedas, con los que iríamos hasta «la Nemesia» charlando.

Uno me dice que llevan la mañana accidentada de narices:

-«Uno ha caído en una zanja, ha partido el puente de la suspensión… yo llevo la patilla doblada…»

Al llegar a la balsica/charco/loque sea. Nos detenemos para volver a reunir al grupo, mientras los Arguedanos comienzan el descenso.

Se oye algún comentario:

-«¿Pero esto es normal? Todo el día cambiando, todo el día cambiando!!»

-«Normalmente con la otra (la de carretera) no cambio tanto!! amos joder!!»

Explicando lo que falta a uno, y donde estamos a otros, se pasa el rato, bajo la ladera de «Tripa Azul» y al poco volvemos a montar.

Empezamos el descenso por la madera y yo mismo me repito:

-«El hombro, no hagas el tonto, el hombro…»

Samuel va por delante y Roberto le sigue.

Samuel se está yendo…

Que le den por saco al hombro…

Yuhu!!

Varios derrapes en curva al grito de Ahiiiiiaiaiaiaiaii…ufff!!!!

Y pillo a Sam, para terminar la bajada juntos.

Llegamos abajo y Samuel me mira con ojos tamaño ensaladera:

-«Que pasada!!!!»

Y unos segundos después

-«Había curvas jodidas eh…. jijiji»

Nos detenemos y poco a poco van goteando nuestros compinches, hasta completar el grupo.

Avanzamos por la perimetral del polígono y es aquí donde tengo la otra duda del día.

Cesar me explica que el camino debería salir tras pasar la cabaña de Zapata y después de un rato
rodando, lo encontramos.

La zona es muy chula y aunque no tiene grandes complicaciones, la continuas grietas en el camino
lo hacen divertido.

Atravesamos un barranco y al poco se empiezan a dar los primeros signos de desfallecimiento de alguno.

Bajamos el ritmo y parece que el personal aguanta bien.

Me quedo atrás con uno, y mientras echo la mano a su riñón, veo delante que uno (el brújula) que se ha situado delante…

toma un desvío a la izquierda (cuando yo pensaba que iríamos a la derecha).

Salgo disparado y ya delante le digo:

-«Pero sabes a donde nos llevas por aquí?»

-«No!! uno ha dicho izquierda y oye… me he metido…»

-«Hay alguno que va muy justico y los llevas a las cuestas del rey. Por el otro lado es más largo pero todo llano… tu verás…»

Detenemos al grupo para discutir el tema y en ese momento alguien detecta la rueda baja de Ferrer.

Entre que inflamos y tal… Los que dicen que van más flojicos… dicen que van tirando para delante, otros  que también por si acaso… y al final nos quedamos
cuatro tontos abajo, hasta inflar la rueda.

Cuando emprendemos, no se ve a nadie por delante.

Empezamos a ascender y pronto vemos a la gente y subimos mientras nos toman fotos.

Avanzamos y ya arriba esperamos a reunir el grupo.

A algunos no les hace mucha gracia la cuestica y llegan, con cara de odio…(lo dijeeeee, lo dijeeeee y no me hicieron casooo).

El contrapunto, lo pone Ines, a la que le da un arrebato amoroso y salta encima mia…jejeje

(me explico) A mi espalda escucho:

-«Iñaki, Iñaki, aaaaaaaa!!!»

Y al volverme veo a Ines con bici y todo que ha perdido el equilibrio y se cae sobre mi.

Aun consigo agarrarla, con la ayuda de alguien más y conseguimos que toque el suelo… pero poco.

Más tarde, tomando una cerveza, veo que tiene algo de sangre en una rodilla, pero nada grave.

Patxi, a buen seguro, sabrá como cuidarla.

Tras el incidente, aparece Patxi, que había parado a mitad de cuesta a sacar unas fotos del personal.

En teoría, lo que queda,  es todo para abajo, pero la realidad es que aun hay unos toboganes hasta que el camino nos deje en la carretera de Ejea de los Caballeros.

Acabamos de cruzar la carretera cuando, por detrás, veo que  uno (que fuma puricos y arregla calderas… pero no daré nombres…) emprende por la carretera sin decir nada…

-«Oyeeeee, que vamos a tomar una cerveza aquí en el hotel este!!!»

Sin decir ni mu,… gira más rápido que un colibrí y se pone cabeza de pelotón a tirar hacia el hotel (el poder de la mente!!).

Tras dos tragos recupera las ganas de hablar perdidas dos horas antes…jeje

Salimos y nos acercamos a Tudela, donde despedimos a nuestros amigos Tudelanos y continuamos a Murchante.

Aun pensamos en hacerle una visita a Bauti pero si entramos en el huerto semejante cuadrilla, no queda en pié ni una planta del terruño. 🙂

Una ruta de 75 Kilómetros, no muy exigente pero completa y bonita que seguro empieza a ponernos en forma para una temporada que ya ha empezado.

Gracias a todos por acompañarnos y ESPERAMOS VEROS EN PRÓXIMOS FINES DE SEMANA!!

 

 

 

 

 

Crónica: Visitamos al Fraile Bardenero

Se hace raro.

Tanto jaleo, preparativos y presión mental de los últimos meses para, de repente, pasar a una paz que se hace rara e insípida.

Por ello hay que volver a recuperar, la normalidad y parte de ésta pasa por volver a retomar nuestras salidas en bici.

Desde la prueba de Lerín, donde me dejé el hombro, no he vuelto a montar en bici. Ya no recuerdo ni de que color es mi compañera de fatigas.

Pero Marta nos dice que ha quedado con Paco, amigo de Buñuel, que conoce rincones de la Bardena de los que no presume mucha gente.

Montados en la furgoneta del «Equipo A» (la de Jarauta), salimos, destino a Buñuel: Jarauta, Guillermo, Marta, Chelu y yo (Iñaki).

Llegamos al bar de las piscinas y mientras descargamos las bicis del carro, aparece Paco, José, Anselmo y otros amigos de ruta.

Salimos del pueblo y vamos enfilando hacia La Bardena.

Yo estoy buscando sensaciones de cansancio en mi mismo, porque sé que tras tanto tiempo fuera de combate, aparecerá ese sufrimiento

e impotencia en no muchos kilómetros (o en la primera cuesta fuerte).

Y nada más cruzar la carretera, empezamos a subir. Despacio, sin prisa, pero subiendo.

A esa, le suceden otras cuestas, todas ascendentes y compruebo que he calentado músculos…y voy genial!!!

Parece mentira pero aunque no tengo el «punch» de cuando estás «a tope», subo muy a gusto, sin problemas y con las pulsaciones bajas… «ole y ole!!»

De vez en cuando, detenemos la caravana. Hay un sonido que se extiende por la Bardena y no es otro que el resoplar de un compañero de Buñuel, cual locomotora
del Oeste, sufriendo en las cuestas…   Buffffffffffff,,, buufffffffffff,  buuuffffffffffffff….

Salvando un punto en el que meto la rueda en un barrizal y me pongo como un cristo de barro…. la Bardena esta como casi siempre, seca y árida.

Pasamos sobre lo que debieran ser campos de trigo o cebada, con la vegetación rala y a corros, y de allí la cosa se va estrechando y nos metemos en un sendero, que bordea la ladera
del cabezo bajo el que circulamos.

Yo: -«Vamos hacia el cabezo del Fraile?»

Paco: -«Estos senderos van ascendiendo hasta llegar a la parte de atrás del cabezo del Fraile y allí se unen con la vuelta «normal» a ese monte.»

Estoy gozando como un niño pequeño. Que rápido se olvidan las sensaciones que transmite la bici. Es algo difícilmente descriptible.

Comienza una cuesta que se ve larga y pronunciada y ascendemos todos sin problemas, hasta que llega el último y dice que se vuelve para su pueblo, por lo que nos quedamos

sin locomotora que nos sople. Bastante ha hecho el mozo, tal y como llevaba el día.

Seguimos la ruta y tras bajar alguna pendiente pronunciada (Paco dijo que estaba recién «enmolonada» por un amigo…jijiji). y avanzar algún kilómetro más, nos encontramos con
el camino que lleva al cabezo de Aguilar.

Según dicen los guías, en vez de subir la hollaza, nos desviaremos a la derecha para ascender por una cuesta que habrá que terminar andando y…

-«Ahí a la derecha!!»

Indica Paco.

Cambio un par de piñones viendo la pendiente y me dispongo a subir, cuando..

«Cralsnch»

¿Me ha saltado la cadena?

«Cralsnch»»Cralsnch»

Y de repente, la transmisión va demasiado suave.

Me detengo y lo tengo claro. O he roto cadena…

«Por favor, por favor, que este partida…»

O es el núcleo de la rueda.

«Vaya, la cadena está bien…»

Los piñones giran «locos» (libres) en cualquier dirección así que da igual que pedalee, porque no sirve de nada…

Mientras otros continúan la ruta, Chelu y Anselmo, se me adelantan dirección a Buñuel para ir a por la furgoneta y rescatarme.

Mientras, yo, iré deshaciendo camino hacia la carretera.

No está de más, conocer el camino, porque la cosa tranquiliza.

Anselmo ha sugerido que podían remolcarme como yo cuando lo hacía con la Mery (un abrazo si lees esto, amiga!!), pero tras informarle de que

soy «unas dos Merys juntas»… desistimos de la idea.

El terreno desciende suavemente y monto en la bici. 14 km/h… 13, 12 11…… pie al suelo.

Andando…

Aquí hay otra pendiente cuesta abajo… otra vez al sillín…

Y así, transcurren unos kilómetros, hasta que llego a las tres cabañas, donde empieza una cuesta arriba arriba, algo más larga y pronunciada.

Al fondo veo unos buitres girando en el cielo. Espero que no tengan mucha hambre…

Arriba de la cuesta me pongo en modo patín.

Un pié en el pedal y el otro dando zancadas en el suelo para impulsarme, hasta que encuentre una cuesta abajo.

Andando voy sobre 6km/h pero de esta forma alcanzo unos 11 km/h sostenidos sin gran cansancio… así que continúo hasta que el terreno me favorece y monto.

Agachado, para que el viento no me frene, consigo llegar a la carretera, donde he dicho que esperaría a Murdoc y M.A. (repartiros cada cual a uno…)

No hago más que llegar a la carretera y aparece «El aberroncho de la Bardena».

Me pregunta si todo va bien.

-«Sí, si que vienen a por mi ahora…»

Le importa un carajo la respuesta. Ha encontrado una víctima y decide atacar:

-«Que yo hago muchas carreras ehhh.»

-«Por que yo…blablablabla…»

Voy asintiendo, durante los primeros minutos, pero el mozo, que debía estar recien salido de alguna orden de monjes con proposito de silencio… se explaya…

-«Y subí en piñon pequeño aquella loma que te decía antes…..y blablablabla…..»

-«Porque ya en tiempo de los romanos….blablablabla…»

Esto va de mal en peor…

-«Y no te lo pierdas… que… voy a la eSSSStreme y me aplauden al llegalllll   y…blablablabla…»

-«Y si te digo que yo hacia de matachin para la cuadrilla..ehh a que no te lo imaginabas…»

Y, por fín,  alguien desde el cielo, se apiada de mi y manda  a otro ciclista que circula por la carretera.

Aberroncho:

-«Mira, atento pa`que veas como lo voy a pillal, Y REBASAL!!!  el proSSSimo día que te vea te cuento si se ma puesto a rueda!!!»

-«ADIOOSSSSSS,   como te llamas majooooo!!!»

Abro la boca para responderle pero me callo, no sea que eso le de cuerda y vuelva.

A él tampoco le importa, ha decidido atacar a ese otro pobre ciclista.

Los de la furgoneta, tardan unos 5 o 10 minutos más y al fin los veo aparecer.

Mientras estamos montando la bici en el carro, llega a este punto, el resto del grupo, que han terminado la ruta Bardenera.

Como el conductor de la furgo (era M.A ? o era Murdoc? aclaraos….) no confía mucho en sus dotes de chófer, marcha atrás, con semejante carro enganchado…

Fenix toma el volante (yo, vamos…) y les saco del apuro…jijiji.

Solo he podido hacer 30 Kilómetros pero he disfrutado mucho y lo mejor, el hombro, aunque lo he notado, en momentos puntuales, se ha comportado.

 

Crónica: A Carcastillo por la Bardena

Amanece mientras disfruto un desayuno mirando al cielo, con el ansia de saber si hará buen día…

La previsión es «suficientemente» buena. dicen que no lloverá por la mañana, aunque si anuncian viento de fuerza creciente…

La Javierada se acerca y hay que empezar a probar distancias más largas, así que hoy toca ir a Carcastillo, lo que en teoría suponen unos 120 Kmts.

En el parque estamos «los habituales»: Chelu, Guillermo, Roberto, Jarauta, Carlos (Sierra) y un invitado que ha venido de Buñuel para empezar la ruta con nosotros.

Anselmo, que es como se llama nuestro amigo, conoce a varios de nosotros por lo que, con un poco de suerte, esperamos se sienta como en casa.

Por cierto, había otro que también estaba en el parque y era yo (Iñaki).

Dado el kilometraje de la ruta, sabemos que no va a aparecer nadie más así que a las 8:30 en punto cruzamos el pueblo en dirección a Tudela, y atravesamos sus callejuelas
para llegar al puente del Ebro.

Allí nos espera la sección Tudelana, con Diego, Cesar, El cuñado de Cesar (con flamante bici nueva), Patxi y una sorpresa: Inés, mujer de este último y compañera de Spinning,
de Anselmo y un servidor.

Que bonito es ver una cuadrilla, de cierto número, rodando juntos.

Por nuestra ruta habitual, junto a los sotos del Ebro, avanzamos para llegar y atravesar la recta de Arguedas y entrar en las Bardenas por el Barranco de las Limas.

El camino es descarnado, y Chelu, que no le tiene mucho cariño que digamos va jurando en de bote en bote.

Atravesamos el «labrao»  y continuamos por una zona… … hasta que nos acercamos a Castildetierra (la censura hace que no pueda escribirlo todo todo y todo…).

Allí se producen cambios en el grupo.

Por un lado, Cesar, su cuñado y Diego, nos abandonan, pues tienen que estar pronto en casa y a éstos les sustituyen las campeonísimas del club

Marta… y Mery que se va a acordar de no haber salido en bici por una temporadilla… jejeje.

Salimos por la perimetral del polígono de tiro, a un ritmo asequible para todos (de una forma u otra, todos llevábamos el ritmo 🙂 ).

Entre tonterías varias y la leyenda de «Chelu y la pirámide», pasan los kilómetros y algunos, que tenemos buen olfato, ya empezamos a discernir en el ambiente,
el inconfundible aroma del bocata que «se cuece» en Carcastillo…

Anselmo ya es uno más del grupo y hace las veces de «rotabator» como dice él, dándome relevo en algunas funciones de cabeza tractora… (es difícil de explicar…).

Pasamos junto al monumento del pastor y al poco estamos en la carretera.

Entre mi bocadillo y yo solo hay 5 kilómetros, ya no me para ni un tanque!!.

Empezamos a rodar, con una barra de pan en mente, y compruebo que, no solo yo, tengo hambre, pues Chelu y Patxi van dando relevos a troche y moche
apretando dientes …no sea que se termine el pan y se queden sin nada…

En menos que canta un gallo, estamos en el centro del pueblo y en pocos minutos llega el grupo.

Todos damos cuenta de un bocadillo, excepto uno (tripero…) que acaba robando trozos a las pobres «mueticas» que venían desfallecidas…y muertícas de hambre…

Da pereza volver a salir ahí fuera, sabiendo que el viento va cobrando fuerza, viene  en dirección contraria a nosotros y con el sudor frío nos va a costar volver a entrar en calor
pero no queda otro remedio.

Ya en los primeros kilómetros por la carretera, el viento nos pega bien y hay que poner «watios en los pedales» para avanzar.

Pasamos el monumento del pastor y varios kilómetros más allá, a una, le sale «el gremlim» que lleva dentro y empieza a jurar (mira que le dije a su amiga que no le diera de comer después de media noche!!!).

Fulanita, Tomate una glucosa…»

-«Que no!!, que voy bien y patatín…»

Otro porrón de kilómetros más allá y tras haber jurado lo suyo… se toma la glucosa…

5 minutos después…

-«¡Cojones!… Anda que no se me nota, me la tenía que haber tomado antes… ahora voy canela….»

¿Como?    …jijiji

Por fin llegamos de nuevo a la perimetral del polígono y el viento nos da de espalda, con lo que el ritmo es algo mayor y sin esfuerzo
hasta Castildeterra.

Allí Marta y Mery nos abandonan  y el resto continuamos.

Al poco de salir, empezamos a tirar para ganar tiempo y en poco tiempo estamos junto a «los Aguilares» en pos del camino favorito
de Chelu.

Inés, muy valiente, aguanta tirones y envites del personal… más el viento frontal  y pese a llevar cien kilómetros en las piernas, no se queja ni una sola vez…

Alguno me comenta:

-«la chica los tiene bien puestos!!!» (algo en lo que coincido).

Pasamos la carretera de Arguedas y pese que alguno siente flaquear las fuerzas, tampoco escuchamos una queja. Que buenos fichajes
hemos hecho en este club en los últimos meses oye…

Antes de llegar al puente del Ebro, se produce una pequeña estampida que ayuda a soltar adrenalina al sprint .

Llegados a Tudela y con unos 110 kilómetros a cuestas, nos despedimos de nuestros amigos Patxi e Inés, para continuar,el resto,a Murchante.

Anselmo está en forma y llega como un campeón, mientras Chelu, hasta me disputa la «meta volante» de la cooperativa…jejeje

(Este Chelu está como un toro… no te jode tras robarle el bocadillo a alguna…).

Han sido una bonita ruta, que además nos ha permitido rodar con mucha gente y empezar a poner en forma a «alguien» y reírnos un rato
tras los 118 kilómetros que a final de trayecto marca mi cuenta kilómetros.

Gracias a Anselmo e Inés por acompañarnos así como a Mery que es una valiente).

 

 

 

Crónica: Ruta Bardenera

Aun era de noche, cunado miro a través del crista.

Hoy parece que hará buen día. No se mueve un pelo de aire…

Llego al parque (quien? yo Iñaki), tras Guillermo.

Al poco aparecen Chelu, Marta, Robertoy Jarauta. Parece que por mucho que esperemos, el grupo no crecerá así que nos vamos en dirección Tudela.

Cuando estamos a la atura de la casa de cultura, aparece Samuel, al que se le han pegado las sábanas (pero aquí está el mozo al fin que es lo que importa).

La temperatura es buena (a ver… buena para un día de enero a las 8:30 a.m…. tampoco es el caribe…).

Llegamos al puente del Ebro donde nos espera un acatarrado Cesar, Bauti y Diego.

Junto a ellos, Javier Espada, que al no venir sus compañeros, decide acompañarnos (y nosotros encantados, claro que sí).

Rodamos por la cañada, paralelos a la carretera de Ejea, como tantas veces, primero por camino y después por sendero, hasta cruzar el río. al fondo se ve la primera subidica del día.

Subimos tranquilos, hasta que «JondereMan» la lía y saltan los perros a por la liebre. jejeje

Atravesamos Valdecruz y dejamos el camino del Balcón a nestra izquierda, para proseguir hacia la «Nemesia» (a una balsa/abrebadero que hay más arriba).

Envueltos de niebla (aunque menos fría y cerrada que otros días), nos detenemos para dar cuetna de la barrita de turno mientras Diego, hace de «retratista».

en la Nemesia

Continuamos para bajar una de las cuestas más conocidas de la Bardena, «La Madera», donde Samuel y yo nos damos un buen susto en medio de una curva pensando que el terreno que teníamos delante era barro blando (por suerte solo lo parecía).

Ya abajo, entramos en la perimetral del polígono y ponemos rumbo al cuartel de los militares. La pista es eminentemente llana, en buen estado y no requiere de esfuerzo, por lo que la gente se relaja.

Relajación que duró… hasta pasar frente a la puerta del acuartelamiento, donde unos y otros empezamos a tirar y acabamos cual banda de indios tras caravana en el oeste americano (aunque más que gritar, apretábamos los dientes.

En un «pis pas», estamos en Castildetierra, donde realizamos una breve parada.

Una parte del grupo quiere volver hacia casa mientras otros queremos hacer algo más.

Cinco minutos después, Guillermo, Marta, Bauti, Diego y yo, nos despedimos del resto y encaramos pista para alargar la ruta (y a decir verdad disfrutaríamos de algunas partes muy chulas!!).

Salimos de Castildetierra, por la perimetral en dirección al Rayón, si bien a escasos dos kilómetros, donde hay una caseta, nos desviamos a la izquierda y bajamos al barranco.

Está llenico de agua como pocas veces y damos vueltas y revueltas para ver por donde cruzar, hasta que Guillermo, ni corto ni perezoso, se lanza río a través…. y en nada estuvo que cayera de bruces al agua con las dos ruedas cubiertas de barro y agua.

Pero la providencia, le debe tener aprecio y asombrosamente salió al otro lado, con los pies «frescos».

El resto, viendo la experiencia vivida por el «Vice», decidimos cruzar a pié y bici al hombro por un lugar con vegetación.

Seguimos por una pista bien conocida por el grupo que a los lados, tiene formaciones de tierra de lo más curioso.

A nuestra izquierda, el «cabezo de Malafé» cuyo nombre sabemos gracias al GPS de Diego que parece la Wikipedia.

Es un cabezo (eso ya lo he dicho), afilado pero que en su cúspide tiene una piedra ENORME a modo de boina.

Nos toca cruzar de nuevo el río, pero el lugar es mucho más accesible y con menos agua por lo que cruzamos montados y sin miedo a mojarnos.

Normalmente un par de kilómetros más adelante, en un cruce, elegimos el desvío de la izquierda pero hoy he decidido enseñar a mis compañeros una alternativa, divertida, así que pese a las caras de sorpresa nos metemos a la derecha.

Unos cuentos de metros más adelante, grito a Diego:

-«A la izquierda!!»

-«Por aquí?? Yaa?»

-«Si, dale!!»

– «Pero por aquí?? no hay camino!!!»

-«Dale!!!»

Sin pensarlo más, nos metemos y cincuenta metros campo a través, nos dejan en un sendero ancho que hace que la cara de alguna (no digo quien 🙂 ) se relaje un poco.

Aparecemos en un corral de Ovejas y de allí, sin dejar que opinen (ya sabía lo que iba a opinar alguien del siguiente tramo…), me meto al barranco y por abajo, vamos rodando y saltando, entre paisaje sin igual.

Delante una rampa del «nose cuantos» por ciento, que por suerte es corta, así que «arreón y pa`rriba».

Entramos en un sendero estrecho por el que ya hemos circulado alguna vez. Todos lo conocemos pero aun quedan unos ases en la manga y tomo un desvío que no solemos tomar.

Vamos por el borde del cañón. Las formaciones son magníficas y abajo hay momentos en que habrá 15 metros de profundidad.

Circulamos por un sendero estrecho y sinuoso,  mientras comentamos lo bonito de la zona y disfrutamos dando pedales.

Al fondo, el Castillo de Peñaflor, al que finalmente llegamos y rodeamos.

Rodamos por el «Vedado de Eguaras», en sentido ascendente y Diego va delante mía.

Veo como el camino por el que solemos bajar queda a la derecha y Diego no lo ve, (a decir verdad el camino que llevamos parece el más evidente por lo que es normal)  hasta que algo más adelante aquello se va cerrando y comenta:

-«Este no es el camino, no?»

-«No. Hoy vamos a subir por un sendero muy chulo que no visito desde hace años con Guillermo y mi padre»

A decir verdad, no sabía si me acordaría, pero conforme avanzábamos, los recuerdos se transformaban en imágenes  y la ruta se hacía realidad.

Posiblemente sea una de las zonas más espectaculares de las Bardenas (entendiendo el Vedado como Bardena).

El sendero asciende y se cierra, entre carrascas, y arbustos, y vamos ascendiendo hasta que finalmente llegamos al plano. QUE BONITO HA SIDO!!

En el plano, rodamos para bajar por la «cuesta de las mulas». Al fondo, no se ve, pero sabemos que está el Yugo, allá arriba…

Nos tomamos la cuesta del Yugo con mucha filosofía y tranquilidad. Arriba, son las 12:35, así que vamos muy bien de tiempo.

Descendemos en dirección Arguedas y afrontamos la larrrrrrga recta por la ya tradicional pista paralela a la carretera.

Desde este punto, entramos a los sotos del Ebro, y a Tudela.

Nos despedimos de Diego y Bauti, para proseguir a Murchante tras 91 kilómetros de preciosa y amena ruta.

 

 

Salida en colaboración con Centro Termolúdico de Cascante

El Centro Termolúdico de Cascante, organiza una ruta en bici para la que nos ha pedido colaboración como guías de la misma.

El próximo 14 de Abril, cualquier aficionado, está invitado a rodar junto a nosotros en una ruta divertida y que nos llevará hasta uno de los puntos con mejor visibilidad de la Bardena: El Balcón de Pilatos (si no lo conoces, llevte la cámara compacta de fotos).

Os dejamos el cartel anunciador y esperamos poder rodar junto a vosotros.

karrikiri btt