El Club ciclista Turiaso, nos invitaba a probar el recorrido de la que será la cicloturista de Alcalá de Moncayo.
A las 7:30, Jarauta aparece en la plaza con la furgoneta y el «Karrikiri-karro».
Con las 10 bicis cargadas, arrancamos hacia la falda de Moncayo:
Jarauta, Marta Bonilla, Samuel, Jose, Dani, Sara, Marta Garriz, Gerardo, Ezequiel y yo (Iñaki).
Un rato después llegamos a Alcalá de Moncayo, descargamos bicis y nos preparamos.
En unos minutos estamos, unos 40 compañeros dispuestos a disfrutar de una mañana, fresca, pero que promete dar paso, a un precioso día.
Allí me encuentro con mi amigo, Carlos Palacios, con el que compartimos ruta y diversión, y mientras charlamos nos llaman para, tomarnos la foto, cual alineación futbolística.
Dado que no sabemos cuánto detalle quieren guardar, los artífices de la ruta, acerca de la misma, intentaremos dar una visión de ésta, sin desvelar ciertos elementos.
Salimos muy tranquilamente, por pista, hasta un desvío con una pequeña bajada que da paso a un camino estrecho. Tras pasar un puente, ascendemos por una cuesta de cemento rayado que lleva casi… hasta el cielo :-). Lo que se llama un repecho majo, vamos…
Arriba, nos perdemos. Nos detenemos a esperar a compañer@s, que SE SUPONE, vienen por detrás, y perdemos al grupo de delante.
Pasado un rato, el mini-pelotón que integramos, decidimos seguir, con un único GPS que no quiere desvelar la ruta fácilmente.
Descendemos y casi abajo, vemos a nuestras «ovejas descarriadas», que se han salvado de la subidita, por medio de no se que camino.
Ya reunidos, y engrosando un pelotón mayor, continuamos, escoltados por organizadores, continuamos por una pista, tendida, que llevará a una carretera.
Es momento de quitarse ropa y cambiamos los guantes de invierno por unos menos abrigados, eliminamos la «braga del cuello» y proseguimos para alcanzar a nuestros compañeros.
Tras un breve trayecto por carretera, volvemos a un camino que se irá estrechando e inclinando para convertirse en un ascenso pedregoso, entre los árboles que le dan un ambiente digno de las mejores rutas.
Arriba, enlazamos con una pista y esperamos para agrupar al personal. Continuamos, esta vez ayudados por la gravedad, en un descenso con buen firme.
Abajo, hay que cruzar un riachuelo y más de un@, no ve la forma de cruzar sin acabar en el agua, pero finalmente todo el pelotón termina por superarlo y continuar por una nueva pista.
Ascendemos otra pequeña cuesta y continuamos un par de kilómetros hasta….¿¿¿ Encontrarnos a los de cabeza de frente???
Resulta que por casualidad, nos hemos confundido en un pequeño tramo circular y dice que hemos perdido unos dos kilómetros, así que damos la vuelta y les seguimos.
La mañana está perfecta, el ritmo es muy suave y todo es ideal, hasta que nos veo descabalgando, a todos, para ascender a pié entre árboles en una suerte de senderos ascendentes entre risas y golpes de ramas. Esta sección, nos indican que será convenientemente adecuada para el día de la cicloturista, aunque personalmente pienso que tiene su atractivo y bien se podría dejar así. al fin y al cabo, es monte y cualquiera entendería que hay que lidiar con esos pequeños tramos de «Rotabator Mode».
Ya en un camino, no avanzamos mas de veinte metros para ir a parar a una pista asfaltada. Al fondo, «la cuesta».
Me he parado a atender el móvil y estoy muy atrás, así que me toca acelerar hasta que veo equipaciones KarrikiriBTT.
Justo antes del ascenso hay un pronunciado descenso, y le digo a Marta B:
-«Aquí no freno!!»
Y me lanzo cual misil, hacia el riachuelo que se ve al fondo.
Cuando lo atravieso, el odómetro,sobrepasa los 80 kmts/h, pero poco me durará, ya que el importante desnivel positivo que toca ascender, me frena poco menos que en seco.
Mirando hacia arriba se ve, como a los ladrones del cuento de Ali Baba, a los cerca de cuarenta esforzados bikers que aprietan dientes para coronar la subida.
La primera mitad de la cuesta me la tomo tranquilamente, hasta que veo unos cientos de metros más adelante, un amigo de amarillo que hace más «eses» que una culebra para escalar la dichosa cuesta.
Acelero el paso hasta alcanzarle y subimos juntos mientras charlamos entre jadeos.
Arriba, comemos algo y mientras esperamos, los primeros dicen que continuemos.
En nuestro caso, preferimos agrupar y esperar al resto de nuestros amigos, y una vez todos allí, dejamos algo más de tiempo para que coman («por no hacer la parada del hijo…»).
Soltamos frenos y comienza un precioso descenso, por pista, de unos 8 kilómetros, hasta otra población cercana y pronto me veo con Oscar de Tarazona (agradecerte desde aquí el recibimiento y atenciones durante toda la ruta), y Samuel bajando a toda mecha con una sonrisilla en la cara.
En el pueblo, nos detenemos a por agua.
Continuamos realizando varias paradas y a ritmo suave, dado que hay compañeros con calambres y problemas varios, pero… no hay prisa.
Con esta coyuntura, los organizadores que nos acompañan, deciden no hacer la última subidilla que queda y continuamos por un camino más tendido a fin de facilitar el rodar a todo el mundo.
A escasos kilómetros de meta, nos toca realizar una pequeña reparación en el freno de una amiga, para continuar unos tres kilómetros por carretera y terminar el periplo satisfechos de haber realizado una ruta preciosa, completa y que a buen seguro se hará con un sitio en el calendario deportivo de la zona.
Tras degustar una cerveza en el bar de Alcalá, volvemos a casa, con ánimo de reservar el próximo 17 de Mayo para repetir esta preciosa vuelta por los alrededores de Moncayo.
Dar las gracias y la enhorabuena a los artífices de, tan grata ruta / atención, y desearles mucho éxito en su nueva cicloturista.