Crónica: Vedado de Eguaras

Debe ser parte de la condición humana… y es que resulta que tras un fin de semana en el que muchos Karrikiris se dieron al desenfreno, este tocaba purificar
cuerpo y mente. De ahí que en el parque nos juntásemos un nutrido grupo compuesto por:

Chelu, Guillermo, Saso, Jose, Roberto, Unai, Fermín, Antonio Nonín y yo (Iñaki).

Ayer, propuse varias rutas por Whatssapp y tras un par de minutos, cerramos el destino entorno al Castillo de Peñaflor.

A ojo de buen cubero, comentaba que la ruta debía  extenderse a lo largo de unos 79 kilómetros y entre Unai y el que escribe
jugamos a ver si acertaba o erraba en la predicción.

Salimos de Murchante, hacia la Cooperativa de vinos, para atravesar bajo el puente de la autopista e internarnos en el camino que lleva a Tudela.

Pasamos Tudela, por una sucesión de calles que a buen seguro, nuestras bicis son capaces de realizar sin nosotros encima…

Aparecemos en la urbanización del Mercadona, vamos hasta la rotonda que hay bajo el juzgado, para proseguir hacia la que hay junto al chalet de la viuda de Añon.

Desde allí continuamos hacia el colegio «Virgen de la Cabeza», y poco después pasamos bajo el cristo para enlazar una suerte de callejuelas que nos dejan en el
puente del Ebro.

Atravesamos el puente, con un río en total calma. Se nota que no corre una brizna de viento…

El día, neblinoso, es fresco, pero no tanto como pudiera parecer. Se aguanta bien, y más sin dejar de pedalear.

Por esos sotos del Ebro, que tantas veces hemos recorrido en nuestras rutas hacia las Bardenas, avanzamos entre conversaciones y risas, a ritmo constante
pero sin forzar.

Llegamos a la recta de Arguedas y escogemos un camino, paralelo a la carretera , para acercarnos al pueblo. Es un camino monótono, recto y aburrido que, gracias a la
compañía y una interesante conversación, acaba por desaparecer a nuestras espaldas.

Llegamos a Arguedas y hacemos una visita NO guiada, por muchas de sus calles.
Las que conducen al inicio del estrecho, están cortadas por obras, y hacemos encaje de bolillos para llegar hasta el inicio de la cuesta.

Nos tomamos el ascenso con filosofía y sin apretar.

Roberto y Unai avanzan posiciones y me uno a ellos. Han puesto un «ritmico» llevadero. Solo en el último momento, roberto parece que va a dar un hachazo y me levanto para arrear,
pero finalmente, acabamos de ascender los tres, al mismo ritmo.

A Unai, se le ocurre que en vez de coronar por carretera, podemos hacerlo por la rampa que arranca a la izquierda.

Hace años que nos ascendemos por la misma, así que puede estar bien, un cambio.

Esperamos al grupo y pese a algunas pequeñas protestas y dudas… «la manada», acaba metiendo molinillo para ascender sin más problemas.

La niebla, sigue acompañándonos,y por más altura que ganamos, continúa ahí.

Pasamos junto a la entrada de «Senda Viva» y seguimos hacia el santuario del Yugo, ya queda poca cuesta.

Atravesamos el parking y dejamos la iglesia a la derecha, para empezar la bajada.

Hace ya un buen rato que me he quitado las gafas. Total, entre el agua que desprende la niebla, y lo que se empañan, gracias a mi propia respiración, no hay quien vea un carajo.

Suelto frenos y voy aumentando la velocidad…

Los ojos me lloran, cierro uno, para que las lágrimas se vayan con el viento, mientras intento ver con el otro y repito la operación a la inversa… Que difícil es esto…

Casi abajo veo a un par de cazadores, desesperados con la niebla. Miran al rededor, suplicando al cielo que levante para poder practicar su afición.

Paro y les pregunto, si saben de batidas por el Vedado de Eguaras, a donde nos dirigimos.

Me dicen que eso es otra zona peor que creen que no y mientras hablamos,  acaban viniendo el resto de Karrikiris.

Reunido el grupo, despedimos a los fans de «John Waine» y continuamos pedaleando.

Ascendemos la tachuela, que hay tras bajar del Yugo y ante nosotros se abre el paisaje  neblinoso de esta zona de la Bardena.

Al fondo, con la niebla algo más abierta, aun se intuye la elevación de «El Plano de La Bardena».

Mientras ascendemos, comento a Unai, que ese mismo camino, es el que llevan los peregrinos  de Murchante, cuando van a Javier. Es el camino más directo y corto.

Arriba, y otra vez el grupo reunido, continuamos por, un Plano, yermo y desolado, donde parece que nunca ha pisado el hombre…
Tenemos que encontrar varios caminos para acercarnos al Vedado y permanezco atento para no equivocarme.

Tras un par de kilómetros giramos a la derecha. Pasamos junto a una caseta de pastores que tengo como referencia mental y continuamos para pasar junto a un montón de piedras
en un cruce, donde giramos a la izquierda.

-«¡¡Este es el camino!!»

No es que se vea muy lejos y de ahí que pierda algunas de mis referencias habituales, pero finalmente, la suerte nos acompaña y damos con la entrada al vedado.

Un camino, que sale en ángulo recto a la derecha y que al fondo se ve descender entre la vegetación.

Avanzamos junto a un campo de cultivo y comentamos las fotos con amapolas que hicimos hace años, en ese mismo lugar.

Es un camino que, si bien, cuenta con bastantes toboganes, en el cómputo total, es de descenso y disfrutamos de la zona, mucho más frondosa que los caminos
de kilómetros previos.

Acabamos bajando, no sin susto incluido al no contar con un árbol caído justamente en medio del camino y tenemos que desviarnos por la finca adyacente.

El terreno se abre y aunque no se ve, al fondo, está el Castillo de Peñaflor.

Nos acercamos y poco a poco vencemos niebla y  distancia para acabar viéndolo desde su misma base.

Aprovechamos para comer algo, recordar anécdotas (como la del «Zorro simpático» que vivía hace pocos años en la zona) y continuamos por los senderos, mientras
a nuestro flanco se extiende el barranco, con sus particulares formas.

No tardamos mucho en llegar a un camino que nos llevará al barranco grande, para atravesarlo y de allí acercarnos hasta Castildetierra.

Para evitar el campo yeco, hoy seguro embarrado, y la tortura que le supone a Chelu, los 10 kilómetros de camino pedregoso, que siguen a continuación, elegimos
ir por carretera hasta los Aguilares y desde allí…

Empezamos a rodar por la carretera de los militares, hacia Arguedas. Antonio se pone en cabeza y empieza a tirar.

Yo voy a rueda y veo como van bajando los piñones hasta que acabamos ascendiendo los toboganes a más de 30 Km/h.

El ritmo va aumentando y en una de las subidas, Roberto adelanta.

Antonio acelera para cogerle la rueda y yo hago lo propio.

De repente veo, el desvío, dejo de hacer fuerza sobre los pedales y les grito:

-«Ehh, que es por aqui…..Ehhhh Ehhhhhhh!!»

Ni caso, estos siguen a muerte…

Yo:

-¡¡¡¡Einnn???!!!

Aprieto dientes y acelero más y más. Parece que no voy a pillarlos nunca, agachados y dando pedales a relevos, van disparados, hasta que
consigo recuperar los 10 o 12 metros que me habían sacado. Sigo a ritmo y les adelanto.

Inmediatamente Antonio se levanta y acelera, seguido por Roberto a la caza, hasta que…

-«Alto!!!! que es por aquí… que es el último camino antes del pueblo!!!!!»

Por fin parece que hacen caso y nos metemos en el camino, entre sonrisas y resuello, felices de la batallita que acabamos de montar.

En pocos minutos aparece Unai, que se nos une.

-«¿El resto?»

Unai hace un gesto tipo

«Fa, Far away…»

Ala, ya la hemos liado…

Ahora no sabemos si se han metido por donde procedía… o han seguido nuestros pasos por la carretera… o qué…

Al final decidimos parar en un cruce donde, vengan por donde vengan, tienen que pasar obligatoriamente.

Allí esperamos y finalmente los vemos aparecer al fondo. Han continuado por la carreterilla tras nosotros.

A todo esto, una madre con varios niños, pasea en bici y uno de los pequeños se detiene con su pequeña montura a interrogarnos.

Que si de donde sois… a donde vais…

Y por poco acaba metiendo en un apuro a su madre cuando casi nos autoinvitamos a comer todos en su casa…

Nos acercamos a la recta de Arguedas y al poco de empezar a rodar, Chelu pincha.

Pensábamos meter una botella de CO2 pero no contábamos con la :

-«Mooochila Mooochila!!!!» (los que sois padres y madres con niños pequeños, sabéis que cancioncilla me refiero, verdad?)

No es que tengamos a Dora, en nuestro club, pero tenemos a Fermín, que deja la mochila de Dora la Exploradora al nivel del barro…

Saca una bomba, mejor dicho: Una lanza, una pértiga, un compresor de impulso humano,un….   (yo que sé)  de unos 50 o 60 centímetros de larga (una vez desplegada)
mientras el resto, ojipláticos, y mandíbula desencajada, no entendemos que sistema utiliza el mozo para meter desde un somier, a un tresillo en la mochila.

Recompuestos y seguros de que nada nos puede pasar si Fermín y su mochila están cerca, continuamos.

Volvemos a los sotos del Ebro, para meternos en Tudela y atravesar la plaza nueva. de ahí por el paseo del Queiles, seguimos hasta la rotonda
de debajo de los juzgados y comenzar el último tramo por el camino que va a Murchante.

Al final 79 kilómetros (clavaos Unai!!) de divertida ruta.

Una pena que algun@ se quedara practicando «caming» (y es que…..muchas excusas tiene ya ….!!!!)

 

 

Crónica: A Cervera el fin de semana de la Hoguera del Cristo

El fin de semana de la hoguera del Cristo de la buena siembra en Murchante, implica… que la mañana del domingo se utiliza en su mayor parte a disfrutar de una productiva resaca y de ahí que el clan Karrikiri estuviera mermado en esta salida.

Subiendo hacia el parque paso junto a algunos bares y los más «madrugadores», están ahí…disfrutando del «desayuno cubatil».

En el punto de encuentro aparecen Guillermo (que es raro que no esté desayunando con la tribu de los bares) y Antonio Nonín.

Al poco aparece la caballería en forma de componentes Tudelanos del Club Karrikiri, encarnados estos por, Inés, Patxi, Cesar y otro Antonio (el artista invitado).

El grupo lo cierro yo (Iñaki) que propongo una ruta que, si bien hice no hace muchas semanas, no conocía ninguno de los asistentes a la ruta del día.

Con una niebla, que ridiculiza el clima londinense, salimos hacia el parque. La ruta continúa junto al cementerio, depósitos de agua….

Pasamos San Gregorio de Cascante y giramos a la derecha.

Rodamos por una pista en buen estado, lo cual se agradece, porque la visibilidad no es la mejor.

Alguno no sabe si está por «el estrecho» (como se conoce el paraje por el que circulamos) o en Calatayud…

Con el paso de los minutos nos acercamos al boquerón, cerca de Cintruénigo y continuamos hacia la carretera de Madrid, para cruzarla y entrar en el camino que nos dejará en el polígono industrial de Fitero.

Allí, pese a la niebla, hay un fiestón montado y digo fiestón porque los vehículos son de cazadores, los truenos, también lo son (no se supone que con niebla, está prohibido? será exceso de «Terri» en el desayuno de algún aficionado a la  cinegética?). Vaya usted a saber…

Pasamos, casi agachando el cogote por la carretera, junto al aparcamiento de los «escopeteros» y proseguimos hasta la entrada de Fitero, donde giramos sin llegar a cruzar el puente, entrando en la carreterilla del puerto del Espinete.

A pocos metros volvemos a desviarnos y alcanzamos el camino que recorre la huerta bajo, Roscas.

Una enorme cosechadora de uva y varios tractores después…

Llegamos a la carretera que va de Baños de Fitero a Cabretón y bajamos hasta la orilla del río, para recorrerla activamos el modo «Rotabator». Antonio Nonín al venir del mundo de la carretera, no sabe donde está el botón pero unos kilómetros después lo encuentra…(ha empezado su transformación Karrikiri, con dosis extra de sendero cada 8 horas por vía intravenosa!!).

Entramos en un campo de manzanos, para continuar hacia un sin fin de senderos que recorren las laderas de las montañas sitas a la izquierda del valle que lleva a Cervera del Río Alhama.

Unos con más placer y otros con mayor resignación, avanzamos hasta el que debería ser el Balneario de la Albotea y que de momento no ha visto la luz, puesto que está cerrado.

Nos detenemos para comer algo y al pco continuamos, ya por el mismo sendero, ahora convertido en vía verde, muy divertida para las bicis.

Disfrutamos como enanos, hasta que llegamos a Cervera, donde el reloj nos dice que no debemos continuar hacia Aguilar, por muchas ganas que tengamos, si es que queremos llegar a la hora de comer, a casa.

Una parte del grupo, ha tenido sobredosis de sendero y optamos por volver hacia la rotonda del Sanda, por carretera y disfrutamos de unos relevos, hasta realizar la incursión en el paseo que hay paralelo a la carretera que nos dejará en la entrada de Fitero.

Desde allí, un Antonio con menos prisa, decide irse a subir el Espinete, mientras el resto encaramos manillares a Cintruénigo.

El resto es la ruta normal, por «El Boquerón», pasando por el estrecho y accediendo al pueblo desde el monte de los pinos.

Una mañana divertida en la que alguno, tras pasar la noche alegre,  estará maldiciendo de cada tiro de escopeta que escuche a lo lejos…

P.D: 4 días, pero al final…acabada queda esta crónica.

Crónica: Entre las Lanzas y el Buste

La mañana parecía que no iba a ser mala del todo en cuanto a lo climatológico.

Al salir de casa, el culote de invierno, no llega a proteger de la temperatura ambiente y noto en las piernas la frescura de la mañana.

Cuando llego al parque, está Chelu que ha sido aun más puntual que yo. al poco aparece Guillermo.

Diego y Cesar, aparecen a continuación. Finalmente se suman Samuel, Aitor y Javi (alias: LondonMan) que como cada año en diciembre se une a nosotros, y Patxi, que repite con los Karrikiris, después de un MUY ventoso, fin de semana anterior en la ruta al balcón de Pilatos.

Salimos en dirección «al Saso» y pasamos junto a la laguna de Ablitas, para enlazar con la carretera que nos llevará a Malón.

Continuamos hasta que, casi al salir de Cunchillos, alcanzamos un desvío que nos interna en camino de nuevo, en dirección a «Las Lanzas».

Rodamos tranquilos, entre comentarios y cháchara.

En un momento dado, Aitor, me deja probar su flamante, e impoluta Scott que tiene la particularidad de incorporar la nueva medida de rueda 27,5 (o tipo » 650B» para los más puristas).

A los mandos, me sorprende que en cuanto a ergonomía (y salvando la talla diferente que usamos ambos usuarios) está todo en su sitio. Me explico:

Hay bicis que en cuanto te montas, aprecias que el manillar está demasiado lejos en proporción a otras medidas, o que la inclinación de la tija te hace pedalear en una posición muy relajada o al ataque…

En esta no. Todo está casi igual que en mi Specialized y no me cuesta adaptarme ni un instante.

Rodamos varios kilómetros y si bien hecho en falta el «brain» (normal, me ocurre en todas las que pruebo), el resto es muy agradable.

Persiste esa sensación de ir en algo más grande, aunque no de forma tan acentuada como en las 29″ que he probado, cosa que es normal porque así es… pero no se nota esa torpeza en cuanto a reacciones e inercias en curva que se sentían en las de rueda grande.

Me desconcierta un poco la rigidez del conjunto (para bien) y no se que parte achacar al eje de rueda QR15, al carbono del cuadro…pero es agradable y ayuda a que la bici pase por donde se le indica, sin problema alguno.

Aunque finalmente, cuando se acerca la cuesta arriba, tengo que cambiar a mi montura, me ha gustado mucho las sensaciones que transmite la 27,5″.

Ascendemos hasta los molinos del puerto de las Lanzas (por camino) y arriba, nos detenemos a comer algo, esperar a que se recomponga el grupo…y pasar un poco de frío, por que no decirlo.

Reemprendemos la marcha y se me dibuja una sonrisa. BAJADA!!!

Un par de minutos después, en cabeza vamos Samuel y yo a paso de tortuga, echando pestes de una bajada sosa, sin pendiente ni aliciente alguno…

Como había precedentes y ya «algunos» enlazaron Lanzas y Buste a base de poner el modo rotabator…

Hago señales a un todo terreno de cazadores que viene de frente, para preguntar y nos dan las indicaciones suficientes.

Según las conversación mantenida, debemos bajar por la «cañada del chopo blanco» hasta la carretera del Buste.

Calculo que habría unos cinco kilómetros de camino/cañada, en la que aceleramos el paso y disfrutamos dando pedales en pelotón.

Al finalizar el tramo, llegamos a la carretera donde comprobamos que no queda otro remedio que ascender el Buste por asfalto, lo cual hace que se me caíga el alma a los pies (feo, soso y aburrido…arrrg). En ese punto Samuel y Aitor, conocedores de la oferta gastronómica de los bares Murchantinos, hacen mutis por el foro y nos abandonan en pos de  sensaciones culinarias… (triperos!!).

Empezamos a ascender y no me apetece nada de nada… ascendemos tranquilos hasta el pueblo y de allí callejeamos para adentrarnos en la pista que lleva a la bajada de los pinos (la idea era hacerlo por la cuesta del cementerio pero una pequeña confusión hizo que saliéramos a esta otra).

Ya bajo el Buste, el viento nos da de frente y un par que yo me se, empiezan a jurar en arameo (que si la ruta, que si el viento, que si el norte, que si yo… que si tal que si cual…). La cosa es que uno iba acatarrado y el otro llevaba demasiados fines de semana sin salir… así que…poco se podía hacer mas que aguantarlos (que es mucho!!!).

A ritmo tranquilo, para que los gruñones no se enfadasen, aun más, nos acercamos al Pago de Cirsus, pasamos junto al cerco de las vacas de Arriazu y llegamos a la carretera  Ablitas-Tudela, cerca del campo de aviación.

De allí nos volvemos a meter por «el Saso», hasta llegar a la antígua estación de tren de Murchante.

Despedimos a parte de los Tudelanos y continuamos con Patxi que ha subido en coche hasta Murchante.

Finalmente salieron algo más de 60 kilómetros (no me fijé, la verdad) en buena compañía y disfrutando de la bici.

Gracias a Javi y a Patxi por unirse a nosotros. Nos vemos el fin de semana que viene!!

Crónica: Y llegó el invierno…

Me da igual si alguien sale a apuntillar que aun estamos en otoño y que si bla bla bla…

En el club, se sabe cuando es invierno, porque  se levanta aire, hace frió y el pelotón se queda en cuadrillica (y por las justas).

Chelu anunciaba el día anterior, la ruta, en la que proponíamos SOLO 60 kilómetros y por zonas sin complicación.

Que si quieres arroz Catalina.

Amanece, se mueven las hojas de los árboles… y ahí termina la ruta para la mayoría.

Por otro lado, algún que otro animado, llegaba al parque a las 9:00.

Cesar y Diego, desde Tudela, llegan cuando ya empezaba a pensar que rodaría solo (Iñaki). Un par de minutos después, Jarauta aparece acompañado de Carlos (Sierra), que se estrenaba hoy con el club.

Bajamos hacia Tudela, muy tranquilicos y tapándonos como podíamos del frío cierzo.

Recordamos que Inés, nos había dicho que los chicos del Clara Campoamor, también tenían como destino, El Balcón de Pilatos, por lo que apretamos un poco el paso, pero sin forzar, que queremos que la gente repita y tenemos nuevo fichaje.

Nada más pasar el hotel «Aire de Bardenas» (ya decía Cesar que, el nombre le venía al pelo…), vemos a lo lejos al otro grupo de «luchadores del viento» comandado por Inés.

Los alcanzamos y ya juntos empezamos a ascender la cuesta que toca al dejar el curso de la carretera de Ejea.

Vamos subiendo tranquilamente pero las ráfagas de viento, a veces nos detienen la bicicleta en seco. No recuerdo haber experimentado nunca esa cantidad de aire sobre la bici… hasta ese momento.

Arriba esperamos al grupo que poco después asciende hasta el alto de Valdecruz, donde nos detenemos para esperar al resto.

Alguien comenta que, muy por detrás, Inés va acompañando a gente perjudicada, con lo que Cesar y yo  volvemos a bajar hasta encontrarlos, para intentar quitarles algo de viento.

Al final, son unos valientes y pese al esfuerzo, no se rinde nadie. Vamos despacio, pero sin pausa y aunque no podemos hacer mucho, intentamos aliviar algo el vendaval, a los que van más justos de fuerza.

Cuando ya queda menos de un kilómetro para el balcón, vemos que el grupo se ha detenido, resguardado tras las piedras de una vieja caseta de pastor, ya en ruinas. Se toman un par de fotos y decidimos continuar hasta el final.

Por el sendero que va junto al cortado, el viento alcanza su máxima fuerza y pienso que se me van a volar las gafas.

Nos desvía del camino y avanzamos como peleles, a su merced, pero sarna con gusto no pica y aun echo alguna carcajada viendo como Jarauta se agarra al manillar para no salir volando.

De vuelta, bajamos por el camino más recto, hacia la carretera de Ejea para facilitar que nadie se agote.

Cuando estamos junto a la carretera, Diego me dice:

-«No nos vamos a casa ya, no? no hemos hecho nada…»

-«Nooo, vamos a donde sea…»

Me dice que  el otro día salió y había una cuesta que tal y cual…  Pues adelante.

Al otro lado de la carretera está el camino y nada más meternos en él, aparece la cuesta arriba.

No es dura para nada, pero en la revuelta que tocaba contra el viento, parecía que se iba a partir la cadena…aunque después, con el aire en popa, subíamos sin esfuerzo alguno.

Arriba esperamos al resto y comprobamos que volvemos a estar, los Karrikiris y dos amigos, uno de Tudela y otro de Rincón de Olivedo que también les venía corto el otro recorrido. Mejor que mejor.

Empezamos a descender y lo del viento ya es un huracán fuerza 4, vamos…

Cesar y yo bajamos primero y detrás… todos acaban fuera del camino, por un barbecho, gracias a las rachas laterales (a nosotros dos, nos faltó bien poco).

Nos detenemos a esperar a los «exploradores de barbechos»  y mirando atrás, al camino, observamos como avanzan con la bici en diagonal, como si estuvieran tomando una curva peraltada, si bien el camino era un tiralíneas.

Por fin llegamos a Cabanillas y dado que el Ebro no se podría cruzar por el Bocal, decidimos volver por carretera.

El resto es coser y cantar. Nos despedimos de los amigos que nos han acompañado y tras dejar a los Karrikiris Tudelanos, llegamos a Murchante,  tras 58 kilómetros que supieron a más.

 

Crónica: Yerga x Yerga = Yerga al cuadrado

Al mirar la previsión meteorológica, el jueves, aparecía un domingo pasado por agua.

Por si las moscas, organizamos una salida para el viernes, festivo.

En el parque aparecíamos Guillermo, Jarauta, Marta, Roberto, José Emilinano y yo (Iñaki).

Ponemos rumbo a Cintruénigo, y en la salida está esperándonos Mery que a diferencia de  nosotros, dice tener frío (le duraría… un par de minutos… jijiji).

Entramos en el camino y vamos ganando altura, poco a poco hasta llegar a la carretera que va de Grávalos a Alfaro. Cruzamos y continuamos por un camino que gana altura, hasta el hotel Palafox, donde ofrecían almuerzos con una pinta increíble, pero a decir verdad… no llevábamos dinero y optamos por comernos una barrita (alguna tripera, casi dos…).

Nada más salir del Palafox, encaramos una corta rampa pero que anuncia el cambio de terreno.

Todo el grupo la corona sin problema y vamos avanzando los 4 kilómetros que quedan para el inicio de la subida «oficial». Digo oficial, porque posiblemente estos kilómetros sean más fuertes que la propia subida en si misma.

Entramos en la pista de subida, arropada por vegetación en ambos lados. Una pena que el camino, con tanta lluvia, en la primera parte del año, haya perdido mucha tierra y sea un pedregal incómodo, que se prolongará por tres kilómetros…

Pasado este tramo, la pista mejora y da gusto rodar por ella. La subida es larga pero no reviste dureza.  Tras un rato dando pedales, llegamos al repetidor.

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La bajada será por el mismo camino de subida y tranquilamente bajamos a casa, donde nos espera una cerveza tras unos 76 kilómetros de bonita ruta.

Pero… quedaba el domingo y las previsiones meteorológicas mejoraron.

El sábado, comprobando dicha predicción, marcaba lluvia pero como siempre hay que hacer, entré en la previsión hora a hora y ya era otra cosa. Decía que llovería entorno a 0,2 mm (poco más que humedad en el aire…) y a partir de las 8 a.m. ya no llovería. YUHU!!!

Otra vez en el parque y tras nuestro llamamiento a salir, nos juntabamos una verdadera manifestación de gente… Claro, eso si una manifestación de cuatro gatos se puede considerar como tal.

Guillermo, Diego, Jarauta, Roberto, Emilio, Gerardo y yo (Iñaki), volvíamos a rodar en dirección a Yerga.

Antes de llegar a Cintruénigo, Gerardo, sudoroso, se acureda de que a media mañana tiene que estar en casa, a lo que Emilio, con una sonrisa de oreja a oreja y entre aliento, dice que el se vuelve con Gerardo…

-«A las 10 nos volvemos».

Le dice Gerardo a Emilio que ve el cielo abierto…

Pasamos Cintruénigo y continuamos por la pista y ganando altura poco a poco. Poco después de las nueve y media, se empieza a escuchar una frase repetitiva…

-«Gerardo… que van a dar las diez…. arrfff arfff»

-«Gerardo… que ya casi son las diez…..»

Al final y a escasos cinco kilómetros del Palafox nos detenemos y dicen que se vuelven…

-«Mira que estamos cerca del restaurante y vamos a almorzar…»

Gerardo y Emilio, nos miran dubitativos.

-«¿Queda mucho?»

Yo:

-«Escasos cinco kilómetros… y almorzamos allá a todo lujo…»

Se quedan pensando y escrutando nuestras caras en busca de trampas…

-«Ala pués…»

-«Pero no tenías que estar en casa a las 11:30 ?»

-«mmmmmmmmmmm, si… 😦   «

Al final, deciden volverse y Roberto decide volver con ellos (para que no se pierdan).

Poco después llegamos a la carretera de Grávalos-Alfaro a un ritmo un poco más alegre y unos minutos después, estamos almorzando en el Palafox, en condiciones.

Llenico estaba de cazadores, almorzando como nosotros…

No recuerdo que comería Jarauta pero fue el resto de la subida «entriporrao». Guillermo con un sandwich de chorizo pasado por la plancha se queda bien, mientras Diego y yo optamos por algo un poco más ligero pero sabroso.

Salimos de nuevo y encaramos la subida, a ritmo hasta que decidimos ir un poco más tranquilos para poder hacer la digestión, en condiciones.

Con el almuerzo y todo, llegamos a la cima mas de tres cuartos de hora antes que el viernes y decidimos bajar por la otra cara del monte, en dirección a Grávalos.

La bajada es genial, pero me contengo y la disfruto casi todo el rato tras Diego que hoy está gozando.

Ya en Grávalos, alcanzamos el desvío por carretera que lleva a Alfaro y nos ponemos a rodar por carretera.

A fin de ir todos en bloque, uno dice, de no superar los 38 km/h pero… estas instrucciones durarán… breves segundos y vamos acelerando el paso, con cada relevo 🙂

En pocos minutos, volvemos a estar en el camino de vuelta y con ganas de soltar adrenalina rodamos a buen ritmo, hasta llegar a Cintruénigo, donde bajamos el pistón y pasamos por el centro, donde se celebra una ruta a pié, en la que se ha volcado medio pueblo (bonita iniciativa).

Llegamos a Murchante, tras algo menos de 90 kilómetros y la sensación de los deberes hechos, para terminar el fin de semana (en lo deportivo) con una cerveza.

Información & Planes para los próximos fines de semana de Noviembre.

Finalmente, hoy domingo 6 de Noviembre,  no ha sido el agua sino el viento, lo que nos ha retenido en casa. Así que en vez de escribir la crónica de la ruta, haremos resumen y anuncio de los próximos eventos y rutas que se avecinan.

El próximo fin de semana (12 y 13 de Noviembre): Es el que en Murchante celebramos «Las Fiestas Del Cristo De La Buena Siembra», también conocidas popularmente como «La Hoguera del Cristo». Por tanto será un fin de semana «especial», en el que NO saldremos a rodar ( o por lo menos de forma «organizada»).

Fin de semana del 19 y 20 de Noviembre: Aunque daremos más datos y concretaremos detalles, ya os podemos anunciar que celebraremos el Segundo Fin de Semana de Introducción al BTT. Seguramente se realizará el domingo de dicho fin de semana y tenemos preparada una ruta que creemos que creemos, muy bonita y con el nivel adecuado a los participantes. Hemos de decir que algun@s de las personas (de l@s que estais empezando), ya han «probado» la ruta  con resultado satisfactorio, así que ya sabemos que es adecuada.

Como ya os dijimos la vez anterior, es imprescindible el uso del casco, llevar agua y algo de comer (barritas, un plátano, glucosa…).

Si no estás segur@ de qué llevar (comida, material…), puedes leer un artículo que versa sobre ese tema en cuestión pulsando AQUI. Del mismo modo, es posible que no sepas cuanta ropa llevar (y posiblemente caigas en el error de abrigarte demasiado), por lo que puedes pasar esta «preciosa» mañana huracanada leyendo éste otro artículo en el que te intentamos orientar sobre este tema, pulsando AQUI.

Os esperamos a tod@s l@s que participasteis en la primera edición y animamos a aquell@s que por cualquier razón no pudisteis acudir. Seguro que merecerá la pena.

Si teneis dudas, de cualquier tipo, podeis poner un comentario, o hablad con cualquiera de nosotros.

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