Crónica: Vedado de Eguaras

Debe ser parte de la condición humana… y es que resulta que tras un fin de semana en el que muchos Karrikiris se dieron al desenfreno, este tocaba purificar
cuerpo y mente. De ahí que en el parque nos juntásemos un nutrido grupo compuesto por:

Chelu, Guillermo, Saso, Jose, Roberto, Unai, Fermín, Antonio Nonín y yo (Iñaki).

Ayer, propuse varias rutas por Whatssapp y tras un par de minutos, cerramos el destino entorno al Castillo de Peñaflor.

A ojo de buen cubero, comentaba que la ruta debía  extenderse a lo largo de unos 79 kilómetros y entre Unai y el que escribe
jugamos a ver si acertaba o erraba en la predicción.

Salimos de Murchante, hacia la Cooperativa de vinos, para atravesar bajo el puente de la autopista e internarnos en el camino que lleva a Tudela.

Pasamos Tudela, por una sucesión de calles que a buen seguro, nuestras bicis son capaces de realizar sin nosotros encima…

Aparecemos en la urbanización del Mercadona, vamos hasta la rotonda que hay bajo el juzgado, para proseguir hacia la que hay junto al chalet de la viuda de Añon.

Desde allí continuamos hacia el colegio «Virgen de la Cabeza», y poco después pasamos bajo el cristo para enlazar una suerte de callejuelas que nos dejan en el
puente del Ebro.

Atravesamos el puente, con un río en total calma. Se nota que no corre una brizna de viento…

El día, neblinoso, es fresco, pero no tanto como pudiera parecer. Se aguanta bien, y más sin dejar de pedalear.

Por esos sotos del Ebro, que tantas veces hemos recorrido en nuestras rutas hacia las Bardenas, avanzamos entre conversaciones y risas, a ritmo constante
pero sin forzar.

Llegamos a la recta de Arguedas y escogemos un camino, paralelo a la carretera , para acercarnos al pueblo. Es un camino monótono, recto y aburrido que, gracias a la
compañía y una interesante conversación, acaba por desaparecer a nuestras espaldas.

Llegamos a Arguedas y hacemos una visita NO guiada, por muchas de sus calles.
Las que conducen al inicio del estrecho, están cortadas por obras, y hacemos encaje de bolillos para llegar hasta el inicio de la cuesta.

Nos tomamos el ascenso con filosofía y sin apretar.

Roberto y Unai avanzan posiciones y me uno a ellos. Han puesto un «ritmico» llevadero. Solo en el último momento, roberto parece que va a dar un hachazo y me levanto para arrear,
pero finalmente, acabamos de ascender los tres, al mismo ritmo.

A Unai, se le ocurre que en vez de coronar por carretera, podemos hacerlo por la rampa que arranca a la izquierda.

Hace años que nos ascendemos por la misma, así que puede estar bien, un cambio.

Esperamos al grupo y pese a algunas pequeñas protestas y dudas… «la manada», acaba metiendo molinillo para ascender sin más problemas.

La niebla, sigue acompañándonos,y por más altura que ganamos, continúa ahí.

Pasamos junto a la entrada de «Senda Viva» y seguimos hacia el santuario del Yugo, ya queda poca cuesta.

Atravesamos el parking y dejamos la iglesia a la derecha, para empezar la bajada.

Hace ya un buen rato que me he quitado las gafas. Total, entre el agua que desprende la niebla, y lo que se empañan, gracias a mi propia respiración, no hay quien vea un carajo.

Suelto frenos y voy aumentando la velocidad…

Los ojos me lloran, cierro uno, para que las lágrimas se vayan con el viento, mientras intento ver con el otro y repito la operación a la inversa… Que difícil es esto…

Casi abajo veo a un par de cazadores, desesperados con la niebla. Miran al rededor, suplicando al cielo que levante para poder practicar su afición.

Paro y les pregunto, si saben de batidas por el Vedado de Eguaras, a donde nos dirigimos.

Me dicen que eso es otra zona peor que creen que no y mientras hablamos,  acaban viniendo el resto de Karrikiris.

Reunido el grupo, despedimos a los fans de «John Waine» y continuamos pedaleando.

Ascendemos la tachuela, que hay tras bajar del Yugo y ante nosotros se abre el paisaje  neblinoso de esta zona de la Bardena.

Al fondo, con la niebla algo más abierta, aun se intuye la elevación de «El Plano de La Bardena».

Mientras ascendemos, comento a Unai, que ese mismo camino, es el que llevan los peregrinos  de Murchante, cuando van a Javier. Es el camino más directo y corto.

Arriba, y otra vez el grupo reunido, continuamos por, un Plano, yermo y desolado, donde parece que nunca ha pisado el hombre…
Tenemos que encontrar varios caminos para acercarnos al Vedado y permanezco atento para no equivocarme.

Tras un par de kilómetros giramos a la derecha. Pasamos junto a una caseta de pastores que tengo como referencia mental y continuamos para pasar junto a un montón de piedras
en un cruce, donde giramos a la izquierda.

-«¡¡Este es el camino!!»

No es que se vea muy lejos y de ahí que pierda algunas de mis referencias habituales, pero finalmente, la suerte nos acompaña y damos con la entrada al vedado.

Un camino, que sale en ángulo recto a la derecha y que al fondo se ve descender entre la vegetación.

Avanzamos junto a un campo de cultivo y comentamos las fotos con amapolas que hicimos hace años, en ese mismo lugar.

Es un camino que, si bien, cuenta con bastantes toboganes, en el cómputo total, es de descenso y disfrutamos de la zona, mucho más frondosa que los caminos
de kilómetros previos.

Acabamos bajando, no sin susto incluido al no contar con un árbol caído justamente en medio del camino y tenemos que desviarnos por la finca adyacente.

El terreno se abre y aunque no se ve, al fondo, está el Castillo de Peñaflor.

Nos acercamos y poco a poco vencemos niebla y  distancia para acabar viéndolo desde su misma base.

Aprovechamos para comer algo, recordar anécdotas (como la del «Zorro simpático» que vivía hace pocos años en la zona) y continuamos por los senderos, mientras
a nuestro flanco se extiende el barranco, con sus particulares formas.

No tardamos mucho en llegar a un camino que nos llevará al barranco grande, para atravesarlo y de allí acercarnos hasta Castildetierra.

Para evitar el campo yeco, hoy seguro embarrado, y la tortura que le supone a Chelu, los 10 kilómetros de camino pedregoso, que siguen a continuación, elegimos
ir por carretera hasta los Aguilares y desde allí…

Empezamos a rodar por la carretera de los militares, hacia Arguedas. Antonio se pone en cabeza y empieza a tirar.

Yo voy a rueda y veo como van bajando los piñones hasta que acabamos ascendiendo los toboganes a más de 30 Km/h.

El ritmo va aumentando y en una de las subidas, Roberto adelanta.

Antonio acelera para cogerle la rueda y yo hago lo propio.

De repente veo, el desvío, dejo de hacer fuerza sobre los pedales y les grito:

-«Ehh, que es por aqui…..Ehhhh Ehhhhhhh!!»

Ni caso, estos siguen a muerte…

Yo:

-¡¡¡¡Einnn???!!!

Aprieto dientes y acelero más y más. Parece que no voy a pillarlos nunca, agachados y dando pedales a relevos, van disparados, hasta que
consigo recuperar los 10 o 12 metros que me habían sacado. Sigo a ritmo y les adelanto.

Inmediatamente Antonio se levanta y acelera, seguido por Roberto a la caza, hasta que…

-«Alto!!!! que es por aquí… que es el último camino antes del pueblo!!!!!»

Por fin parece que hacen caso y nos metemos en el camino, entre sonrisas y resuello, felices de la batallita que acabamos de montar.

En pocos minutos aparece Unai, que se nos une.

-«¿El resto?»

Unai hace un gesto tipo

«Fa, Far away…»

Ala, ya la hemos liado…

Ahora no sabemos si se han metido por donde procedía… o han seguido nuestros pasos por la carretera… o qué…

Al final decidimos parar en un cruce donde, vengan por donde vengan, tienen que pasar obligatoriamente.

Allí esperamos y finalmente los vemos aparecer al fondo. Han continuado por la carreterilla tras nosotros.

A todo esto, una madre con varios niños, pasea en bici y uno de los pequeños se detiene con su pequeña montura a interrogarnos.

Que si de donde sois… a donde vais…

Y por poco acaba metiendo en un apuro a su madre cuando casi nos autoinvitamos a comer todos en su casa…

Nos acercamos a la recta de Arguedas y al poco de empezar a rodar, Chelu pincha.

Pensábamos meter una botella de CO2 pero no contábamos con la :

-«Mooochila Mooochila!!!!» (los que sois padres y madres con niños pequeños, sabéis que cancioncilla me refiero, verdad?)

No es que tengamos a Dora, en nuestro club, pero tenemos a Fermín, que deja la mochila de Dora la Exploradora al nivel del barro…

Saca una bomba, mejor dicho: Una lanza, una pértiga, un compresor de impulso humano,un….   (yo que sé)  de unos 50 o 60 centímetros de larga (una vez desplegada)
mientras el resto, ojipláticos, y mandíbula desencajada, no entendemos que sistema utiliza el mozo para meter desde un somier, a un tresillo en la mochila.

Recompuestos y seguros de que nada nos puede pasar si Fermín y su mochila están cerca, continuamos.

Volvemos a los sotos del Ebro, para meternos en Tudela y atravesar la plaza nueva. de ahí por el paseo del Queiles, seguimos hasta la rotonda
de debajo de los juzgados y comenzar el último tramo por el camino que va a Murchante.

Al final 79 kilómetros (clavaos Unai!!) de divertida ruta.

Una pena que algun@ se quedara practicando «caming» (y es que…..muchas excusas tiene ya ….!!!!)

 

 

Crónica: Ruta Bardenera

Aun era de noche, cunado miro a través del crista.

Hoy parece que hará buen día. No se mueve un pelo de aire…

Llego al parque (quien? yo Iñaki), tras Guillermo.

Al poco aparecen Chelu, Marta, Robertoy Jarauta. Parece que por mucho que esperemos, el grupo no crecerá así que nos vamos en dirección Tudela.

Cuando estamos a la atura de la casa de cultura, aparece Samuel, al que se le han pegado las sábanas (pero aquí está el mozo al fin que es lo que importa).

La temperatura es buena (a ver… buena para un día de enero a las 8:30 a.m…. tampoco es el caribe…).

Llegamos al puente del Ebro donde nos espera un acatarrado Cesar, Bauti y Diego.

Junto a ellos, Javier Espada, que al no venir sus compañeros, decide acompañarnos (y nosotros encantados, claro que sí).

Rodamos por la cañada, paralelos a la carretera de Ejea, como tantas veces, primero por camino y después por sendero, hasta cruzar el río. al fondo se ve la primera subidica del día.

Subimos tranquilos, hasta que «JondereMan» la lía y saltan los perros a por la liebre. jejeje

Atravesamos Valdecruz y dejamos el camino del Balcón a nestra izquierda, para proseguir hacia la «Nemesia» (a una balsa/abrebadero que hay más arriba).

Envueltos de niebla (aunque menos fría y cerrada que otros días), nos detenemos para dar cuetna de la barrita de turno mientras Diego, hace de «retratista».

en la Nemesia

Continuamos para bajar una de las cuestas más conocidas de la Bardena, «La Madera», donde Samuel y yo nos damos un buen susto en medio de una curva pensando que el terreno que teníamos delante era barro blando (por suerte solo lo parecía).

Ya abajo, entramos en la perimetral del polígono y ponemos rumbo al cuartel de los militares. La pista es eminentemente llana, en buen estado y no requiere de esfuerzo, por lo que la gente se relaja.

Relajación que duró… hasta pasar frente a la puerta del acuartelamiento, donde unos y otros empezamos a tirar y acabamos cual banda de indios tras caravana en el oeste americano (aunque más que gritar, apretábamos los dientes.

En un «pis pas», estamos en Castildetierra, donde realizamos una breve parada.

Una parte del grupo quiere volver hacia casa mientras otros queremos hacer algo más.

Cinco minutos después, Guillermo, Marta, Bauti, Diego y yo, nos despedimos del resto y encaramos pista para alargar la ruta (y a decir verdad disfrutaríamos de algunas partes muy chulas!!).

Salimos de Castildetierra, por la perimetral en dirección al Rayón, si bien a escasos dos kilómetros, donde hay una caseta, nos desviamos a la izquierda y bajamos al barranco.

Está llenico de agua como pocas veces y damos vueltas y revueltas para ver por donde cruzar, hasta que Guillermo, ni corto ni perezoso, se lanza río a través…. y en nada estuvo que cayera de bruces al agua con las dos ruedas cubiertas de barro y agua.

Pero la providencia, le debe tener aprecio y asombrosamente salió al otro lado, con los pies «frescos».

El resto, viendo la experiencia vivida por el «Vice», decidimos cruzar a pié y bici al hombro por un lugar con vegetación.

Seguimos por una pista bien conocida por el grupo que a los lados, tiene formaciones de tierra de lo más curioso.

A nuestra izquierda, el «cabezo de Malafé» cuyo nombre sabemos gracias al GPS de Diego que parece la Wikipedia.

Es un cabezo (eso ya lo he dicho), afilado pero que en su cúspide tiene una piedra ENORME a modo de boina.

Nos toca cruzar de nuevo el río, pero el lugar es mucho más accesible y con menos agua por lo que cruzamos montados y sin miedo a mojarnos.

Normalmente un par de kilómetros más adelante, en un cruce, elegimos el desvío de la izquierda pero hoy he decidido enseñar a mis compañeros una alternativa, divertida, así que pese a las caras de sorpresa nos metemos a la derecha.

Unos cuentos de metros más adelante, grito a Diego:

-«A la izquierda!!»

-«Por aquí?? Yaa?»

-«Si, dale!!»

– «Pero por aquí?? no hay camino!!!»

-«Dale!!!»

Sin pensarlo más, nos metemos y cincuenta metros campo a través, nos dejan en un sendero ancho que hace que la cara de alguna (no digo quien 🙂 ) se relaje un poco.

Aparecemos en un corral de Ovejas y de allí, sin dejar que opinen (ya sabía lo que iba a opinar alguien del siguiente tramo…), me meto al barranco y por abajo, vamos rodando y saltando, entre paisaje sin igual.

Delante una rampa del «nose cuantos» por ciento, que por suerte es corta, así que «arreón y pa`rriba».

Entramos en un sendero estrecho por el que ya hemos circulado alguna vez. Todos lo conocemos pero aun quedan unos ases en la manga y tomo un desvío que no solemos tomar.

Vamos por el borde del cañón. Las formaciones son magníficas y abajo hay momentos en que habrá 15 metros de profundidad.

Circulamos por un sendero estrecho y sinuoso,  mientras comentamos lo bonito de la zona y disfrutamos dando pedales.

Al fondo, el Castillo de Peñaflor, al que finalmente llegamos y rodeamos.

Rodamos por el «Vedado de Eguaras», en sentido ascendente y Diego va delante mía.

Veo como el camino por el que solemos bajar queda a la derecha y Diego no lo ve, (a decir verdad el camino que llevamos parece el más evidente por lo que es normal)  hasta que algo más adelante aquello se va cerrando y comenta:

-«Este no es el camino, no?»

-«No. Hoy vamos a subir por un sendero muy chulo que no visito desde hace años con Guillermo y mi padre»

A decir verdad, no sabía si me acordaría, pero conforme avanzábamos, los recuerdos se transformaban en imágenes  y la ruta se hacía realidad.

Posiblemente sea una de las zonas más espectaculares de las Bardenas (entendiendo el Vedado como Bardena).

El sendero asciende y se cierra, entre carrascas, y arbustos, y vamos ascendiendo hasta que finalmente llegamos al plano. QUE BONITO HA SIDO!!

En el plano, rodamos para bajar por la «cuesta de las mulas». Al fondo, no se ve, pero sabemos que está el Yugo, allá arriba…

Nos tomamos la cuesta del Yugo con mucha filosofía y tranquilidad. Arriba, son las 12:35, así que vamos muy bien de tiempo.

Descendemos en dirección Arguedas y afrontamos la larrrrrrga recta por la ya tradicional pista paralela a la carretera.

Desde este punto, entramos a los sotos del Ebro, y a Tudela.

Nos despedimos de Diego y Bauti, para proseguir a Murchante tras 91 kilómetros de preciosa y amena ruta.

 

 

Se cumple la primera ley de Newton

Ley de Newton: Todo cuerpo persevera en su estado de reposo o movimiento uniforme y rectilíneo a no ser que sea obligado a cambiar su estado por fuerzas impresas sobre él.

Y como los Karrikiris están sujetos a las leyes de la física… si nadie les empuja, tienden a estar en reposo (…si ya lo decía Newton…).

La cosa es que, contra las leyes de la física… salimos desde el parque: Guillermo e Iñaki, aunque en el último minuto se unieron Roberto y Emilio, pero avisando de que ellos solamente iban a Arguedas.

Bajamos a Tudela y en el puente del Ebro, los incombustibles Cesar y Bauti nos esperan sonrientes.

Rodamos junto al Ebro y posteriormente tomamos una pista, paralela a la recta de Arguedas, hasta empezar a ascender hacia el Yugo, donde noto que la rueda trasera está más que baja…

Algo hace que el líquido sellante no haga efecto y aunque insuflamos aire, continúa perdiendo. Seguimos subiendo y tras pasar la rotonda de Senda Viva, nos vemos obligados a parar.

Al mirar detenidamente la rueda, veo un pincho (así de grande, así de gordo…) y lo saco. Decidimos meter una cámara para proseguir con garantías.

Una cámara y una botella de CO2 después… estamos subiendo tranquilamente las últimas rampas del Yugo.

Allí, nos despedimos de Roberto y Emilio y descendemos hacia la Bardena.

Bajamos en pelotón y sin prisas, hasta llegar al cruce donde señala «Al ferial de Rada». Entonces empieza a aumentar el ritmo. Gracias a que Bauti me tiene entretenido, hablando, y no nos damos cuenta del todo.

Llegados al Ferial, disfrutamos un bocata de tortilla, a la salud de los que no han salido a rodar. Mientras damos cuenta del almuerzo, discutimos sobre la ruta de vuelta. En El Yugo a las 11 hay carrera y posiblemente no nos permitan el paso, si bajamos hacia Castildetierra, probablemente tendremos barro al cruzar el barranco y esté impracticable, por las lluvias del viernes…

Dos mesas más allá hay unos ciclistas de Milagro y coincidimos al salir. Hablamos con ellos y van hacia su pueblo, por lo que les seguimos para acercarnos a la carretera que une Caparroso con Los Abetos.

Cuando nuestros caminos se separan, les agradecemos nos hayan enseñado el camino y nos despedimos. Gente maja, la verdad.

En cuanto nos separamos, empieza a aumentar el ritmo como si una estampida de Búfalos nos pisara los talones.

Subimos la sierra hacia Valtierra y seguimos a ritmo… 

Tanto es así, que una chica montada a caballo tiene un problema cuando, al cruzarnos con el animal, se le encabrita y desboca.

La chica debe tener bastante experiencia, porque pese a todo, consigue calmar al animal y nosotros nos detenemos a ver si todo está en orden.

Pasado el incidente, continuamos hacia Arguedas por el camino que va junto a la sierra y como ir a mas de 30 de media, parece poco, empiezan los tirones…

Llegamos a la recta de Arguedas, y volvemos a la pista paralela. el ritmo es alto, pero es larga como un día sin pan.

Volvemos por los sotos del Ebro  (que poco me gusta ese camino), y el ritmo continua siendo machacón, hasta que vamos a ritmo de galeras:

36km/h

38 km/h

42 m/h….

Arrrrgggggggg (aguantaaaaa).ufff ufffff ufffffffffffff…

Por fin llegamos al puente del Ebro y Bauti se separa. Nosotros continuamos y como estamos en lugar civilizado, el ritmo baja a un rodar «trotón». Que bien….

Ya hacia Murchante, Guillermo y yo subimos tranquilamente pensando en la comida que nos espera, porque el bocata… lo hemos quemado, durante los casi 90 kilómetros que han salido de estampida (¿dije ruta? quería decir: estampida.).

«Cagüen Newton…»

Crónica: Castillo de Peñaflor

Buenas, la cronista de esta semana es nueva: Soy Lady Boni.

Espero que disfrutéis de la lectura.

Iñaki cronista habitual del grupo no pudo asistir a esta salida y he tomado el relevo.

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Domingo 8:15 de la mañana, sin desayunar y corriendo, me dirijo a la panadería del pueblo a por una napolitana y allí me encuentro con Juan Carlos. Charlamos un poco y nos dirigimos al parque dónde nos esperan Guillermo, Chelu, Dani y Enrique.

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Comenzamos la ruta, el día engaña, parecía que el sol iba a calentar más… menos mal, que una es precavida y no se quita el sayo hasta el 40 de mayo…

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Llegamos a Tudela por el camino habitual y en el puente del Ebro nos esperan Enrique (mi compañero de curro) y Raúl. Al adentrarnos en el camino que va junto al Ebro observamos que hay más movimiento del habitual, en Tudela celebran el día del Ángel y las cuadrillas ya van cogiendo sitio para comer.

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Rodamos rápido a pesar de que el cierzo sopla con ganas y llega la cuesta del Yugo, pedazo de cuesta. Ascendemos sin problemas y a mitad de camino Enrique se desvía por un pedregal, mira que le gusta a este muete complicar el camino, yo muy cauta, continuo por asfalto con la mitad del grupo, que la ruta es larga.

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Ya por fin en el Yugo y …..¡SORPRESA! allí nos estaban esperando 4 bikers más que son: Marta G., Arantxa, Diana y David se unen al grupo y vamos camino al Vedado de Eguaras. Tras unos llanos y unas pequeñas cuestas nos adentramos en un camino precioso rodeado de pinos y matojos.

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El paisaje cambia, poco poco, hasta llegar al Vedado, un sitio espectacular y muy recomendable para visitar (es una “pequeña llanura” rodeada por un circo de tierra formado por cortados y taludes de bastante altura).
Desde aquí, observamos el Castillo de Peñaflor sobre el montículo y aprovechamos lara las consabidas fotografías que den fe, de nuestro paso dominical, por la zona.

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Tras rodear el castillo y disfrutar de semejantes vistas, toca almorzarpara reponer fuerzas. Dos fotos, cuatro risas y de nuevo a montar sobre nuestras “burras”, hay que volver a casa.

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En el yugo nos despedimos de las chicas y David, mientras el resto continuamos a ritmo constante hasta llegar a la “recta Petronor” y no se me ocurre otro cosa que gritar ¡VENGA CHICOS! a la par que los adelanto y oigo clak clak uiuiuiuuiiii!!! esto promete… y así fue…

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Me adelanta el “Expreso de la Bardena” (Juan Carlos) mientras, en mis espaldas noto al presidente “en funciones” (durante este día), Guillermo (ya se te ha acabo el mandato jajaja), seguido de Dani y “Enrique Tudela” y yo apretando los dientes (antes muerta que sencilla, estos no me adelantan!!!) voy con ellos y el contador comienza a subir 41, 42, 43, 45….. joer están cómo toros Karrikiris de verdad…

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Por fin se acaba la recta y el ritmo vuelve a su normalidad (me encantan estos pequeños y sanos piques entre el equipo).
Ya en Tudela despedimos a Enrique y a Raúl y seguimos hasta llegar a Murchante. Han sido 80 km con una velocidad media de 19km/hora, no está nada mal.

De Murchante al Ferial de Rada

Después de tanto cambio de propuesta durante la semana, finalmente hemos realizado, la que «el presi», nos había diseñado.

Como ya sabíamos que la cosa podía alargarse, decidimos quedar a las 8:30 y no a las 9:00 como estamos acostumbrados, en el sitio de siempre.

El pelotón de hoy lo conforman Guillermo, Enrique, Roberto, Samuel, David y yo (Iñaki).

Entre las vacaciones de algun@s, las cenas de otr@s y las visitas a parques temáticos de algun@ más…quedábamos nosotros para cumplir con el fin de semana y creo que hemos mantenido el listón en su sitio.

Salimos de Murchante en dirección Tudela (por la cuesta de la cooperativa) y tras el puente de la autopista nos desviamos, a la derecha, para bajar por el camino.

El tiempo, a esta hora, es fresco pero como ya habían vaticinado Roberto y Enrique, más tarde haría buen día, dado que el sol brillaba y no soplaba viento.

Una vez en Tudela, primera parada para inflar mi rueda trasera que en una rotonda ha hecho un estraño. Bueno, que todas las paradas sean así…

Bajamos por el casco viejo  al puente del Ebro y lo atravesamos para girar a la izquierda nada más terminar el puente, por el camino que va junto al río.

No llevamos 500 metros de camino y segunda parada, porque yo llevaba un tornillo flojo (tanto limpiar con detalle y después me dejo las cosas a medias…jejeje). Ya me ha dicho Roberto que se sale de casa con todo revisado (y que razón tiene).

Rodando, a ritmo tranquilo, vamos acercándonos a la recta de Arguedas, a donde, 500 metros antes de llegar, coincidimos con un grupo «de los de Gamen».

Entramos en un camino que discurre paralelo a la recta (creo que son 8 km de recta) y empezamos a rodar tranquilos.

Entre los comentarios de unos y otros empezamos a hablar de carreras y sin darnos cuenta empezamos a tirar a un ritmo mayor.

Que si uno tiene hambre, que si el otro almorzaría…vamos, que para cuando llegamos a Arguedas, tenemos claro que hoy toca almuerzo en algún sitio (juasjuas, Chelu: sé lo que estás pensando y esas palabras son MUY feas…).

Llegamos a Arguedas y enfilamos hacia la subida del Yugo, que sin ser excesivamente fuerte, si que tiene algunas rampas con un desnivel importante y es larga.

En pelotón llegamos al Yugo sin mayores complicaciones, donde decidimos, si paramos a almorzar (mira que estaba cerca de allí, Chelu… peeero…), o seguir hasta el «embalse del Ferial».

Finalmente decidimos seguir ya que solamente hemos hecho 30 kilómetros y tenemos que gastar más energía para hacer ganas de verdad.

Que dulce es la bajada que va desde la ermita del Yugo hacia el plano…(y que dura se hará después, cuesta arriba!!!).

Bajamos tranquilos y yo con un catarro que no me deja respirar, me pongo tras Samuel. Lugar que me asegura que bajaremos en condiciones.

El chico va mirando hacia atrás pensando que voy a meter un hachazo pero mi nariz no me lo permite…aissss

Llegados al siguente cruce vamos a la izquierda, donde ya marca una señal que esa pista conduce al Ferial (ya queda menos).

No se si era el hambre, las ganas de comer o el qué exactamente, pero Enrique se pone delante a tirar y los demás contemplamos como la velocidad que los cuenta kilómetros marcan, cada vez asciende a una cifra mayor.

Quedan aproximadamente 4 kilómetros pra le Ferial, y estoy al lado de Enrique, aguantando el tirón y no se oye una sola conversación por detrás…jejeje

En ese momento, el increible olfato de Guillermo (digo yo que sería eso…) debió detectar la comida, porque se pone en paralelo y aun tira más fuerte, a lo que no queda otro remedio que aumentar el ritmo…

La cosa es que nadie se quedaba atrás (buenos somos nosotros cuando se trata de comer…), y para cuando hemos querido darnos cuenta estábamos sentados a la mesa, esperando que nos sirvieran unos platos combinados como manda ley y con la botella de vino repartida en las copas.

A medio almuerzo, Samuel me pregunta; que me parecía el estado del embalse…que si el nivel del agua…

A lo que tengo que responder la verdad:

-«Venía pensando en la comida y ni he mirado el embalse…jijiji»

Aproximadamente una hora y media después, tras café y «redbull navarro» (pacharán), nos saluda «el Pina», de Cadreita y que nos invita a volver con él, pasando por una caseta que tiene por allí. Pues nada, dicho y hecho. Volvemos por el plano, con una breve parada para inspeccionar su caseta.

Tras esto bajamos hacia el cruce (en el que marcaba al Ferial ), con la vista puesta en la temida cuesta del Yugo.

La cuestica es larga de narices, aunque con la tripa llena, las cosas se ven de otro modo…

Subimos todos bastante bien y con ritmo parejo, hasta el aparcamiento, donde nos despedimos del Pina, sacamos alguna foto de grupo…

Bajamos del Yugo hacia Arguedas, como flechas y desde allí, por una pista asfaltada y justo a una ganadería de vacas, nos dirijimos a la recta.

Alcanzamos el camino, paralelo a la recta, donde se desata la adrenalina.

Vamos a 28km/hora y le digo a Guilleemo:

-«Ehhh, que vamos fuertecicos…tranquilo…»

Su respuesta no se hace esperar y sin decir una palabra la emprende y aumenta a 32 km/h, conmigo al lado.

Conforme avanzamos veo que empiezan a aparecer los 33km/h en el cuenta kilómetros, hasta que agachando la cabeza aumentamos el ritmo a los 34 km/h sostenidos.

Cuando creo que ya llevamos un ritmo potente, aparece Enrique (como estaba hoy Enrique!!!), aun más fuerte a lo que respondo apretando dientes (todos debíamos de pensar lo mismo: no aflojo ni aunque se me salga un ojo por la presión…). 35 y hasta 36 km/h vimos alguna vez a partir de ese instante y con ese ritmo llegamos hasta el final de la recta.

Adios calorías del almuerzo…

Ya en el camino que va junto al Ebro, avanzamos hacia Tudela, punto al que llegamos y atravesamos por el casco viejo, como si nos persiguiese un ejército de Orcos enfadados.

Llegamos al Jardilín echando humo y por fin, ya, en la calle de la Virgen de la Cabeza, bajamos ritmo para volver a respirar.

Desde este punto, y ya más tranquilos, subimos al pueblo por el mismo camino por el que saliamos horas atrás.

La verdad es que pensaba que nos saldría una distancia superior, pero los 82 km, han sido más que suficientes para quemar el almuerzo (algo ha ayudado las dos veces que hemos ascendido el Yugo…).

P.D: Ya nos llegan noticias de que el equipo «promesas», con Cesar «Cope» al frente, va organizándose y salen de forma regular. Un@s salen los sábados y otr@s el domingo lo cual demuestra ganas y organización. Tendremos que ponernos las pilas porque sino en cuatro días, nos van a dejar en ridículo. ANIMO A TOD@S!!! 🙂

 

 

Bardena infinita

Las 8:00 a.m. y sábado. ¿Que mejor plan que una ruta en BTT?

Hoy el grupo es nutrido y lo forman:

Cesar Cope, Guillermo, Samuel, Marta, Enrique, Daniel y un «visitante» (Abel). ah si…y yo mismo por supuesto.

Hoy me tocaba estrenar bici a mi  y he salido de casa, mas contento que unas castañuelas (no podía perderme la ruta).

Partimos de la cooperativa y salimos hacia Tudela por el camino que hay tras el puente de la autopista.

Una vez en Tudela, callejeamos por el casco antiguo para llegar hasta el puente del Ebro, que  cruzamos e inmediatamente después giramos a la izquierda por una pista  que va junto al río hacia la recta de Arguedas.

Cruzamos la carretera (la recta) y continuamos por una pista (pasando por un «labrao»), a buen ritmo, hasta llegar a la carretera que conduce al cuartel del ejército en la Bardena. La cruzamos y pasamos junto a Castil de tierra. Lo dejamos a la izquierda rodando el polígono de tiro y encaminandonos hacia el Rayón.

Tras coronarlo, empieza la zona mas divertida (y técnica) de la ruta, y que nos permte descender por el paso de los ciervos, y que bajamos con diferente disfrute, dependiendo del biker en cuestión…jejeje

El entorno es digno de ver. Zona de paisaje lunar, árido y típico de las bardenas, con las diferentes formaciones que la erosión ha creado.

Zona de senderos y trialeras junto a un cañon y nos detenemos a observar mejor, el puente de tierra natural que hay en el fondo del citado cañón. Los ojos atentos al sendero, pues hay cada boquete por el que cabe una monovolumen…

Samuel y Enrique conducen hoy la expedición, dado que son los mejores conocedores de la ruta y la verdad es que da gusto rodar en terreno técnico tras ellos pues se mueven seguros y ágilmente.

Vuelta a la pista que rodea el polígono de tiro en dirección contraria, hasta alcanzar CASI Castil de tierra.

En una caseta situada, alrededor de un kilómetro, antes de la formación «imagen típica» de las Bardenas, nos desviamos por una pista que termina en un ríachuelo. Lo cruzamos como mejor podemos y continuamos por su estrecha ribera, teniendo que echar la bici al hombro alguna que otra vez…(alguno de los participantes en este punto aterriza, pero vuelve a levantarse como un resorte, pensando que no le habiamos visto….SI, QUE SEPAS QUE TE VIMOS CAER!!! jejeje).

No diremos (o si…) que se suceden otras caidas de distintos participantes (bueno, casi que hoy le ha tocado ser el capacido de las … al mismo así que por hoy ya lleva tocata como para que se lo recordemos…). Porcierto,  …para saber quien es el susodicho… tendríais que acompañarnos…en las rutas, así que si estás leyendo esto y aun no sales con nosotros…anímate.

Pasamos a otra pista y de nuevo a zona técnica. Molinillo, equilibrios, escalones…

-«Daniiiii, no pases por ahiiiii…..» (que si quieres arroz Catalina…jejeje)

Finalmente nos acercamos al Yugo y su temible subida, que tras 70 kilómetros, calor y bochorno, se hace mas larga y dura de lo que ya es de por si, pero salimos victoriosos y llegamos al manantial de cerveza (quiero decir al bar, al que casi dejamos sin existencias).

Gran almuerzo, pero un participante se retira. Llama a los servicios especiales de rescate (sufrida esposa) y da por terminada, una ruta que solo hasta ese punto ya requería de un buen nivel de forma (no hay que desanimarse, que has estado muy bien y has aguantado como un titán!!).

Tras llenar el buche, empieza la bajada a Arguedas,en la que, otro compañero más, prueba el asfalto, debido a un pinchazo inoportuno. Magullado, repara el pinchazo y prosigue como un campeón.

Ya en la recta de Arguedas,  tomamos una pista paralela a la carretera. Ahí ,el expreso de Jaca,también conocido como el rayo de los pirineos, Speedy Gonzalez (yeepa yeepa, arriba arriba, andale andale!!!) o el correcaminos (todos motes acertados a partir de hoy), toma la cabeza del grupo y nos lleva primero a 30 km/h…31, 32, 33, 34…..y a veces el cuenta kilómetros pasaba de ahí…

Le ritmo es frenético y se termina la conversación, todos agachamos la cabeza y apretamos dientes para seguir el ritmo (nos pensaremos si invitarlo a futuras rutas, más que nada por nuestra salud…jejeje).

Abel: eres una máquina.

Nos disponemos en fila de a uno y los casi 20 kilómetros,  pasan en un plis plas, aprentando dientes y agachando la cabeza para no perder un metro sobre la bici precedente.

Los kilómetros y el ritmo hacen mella, pero acabamos subiendo a casa para terminar los 96 kilómetros de esta bonita vuelta con la sensación de haber disfrutado de una ruta  completa y digna de ser repetida.

Por cierto, lo de la doble suspensión y el brain…es otro mundo (subiendo, bajando y en llano…).

Mi fiel Mondraker funcionó a las mil maravillas durante años pero la Specialized…es otro mundo!!!.