Crónica: Cuando Diego apagó el GPS

A decir verdad, salí de casa con una actitud, digamos, poco ciclística.

Todos los años, cercanos a las fechas navideñas, realizamos una ruta corta, que de ruta tiene más bien poco, y que se asemeja más a una procesión, camino del bar de turno para almorzar en condiciones.

Y en esas estaba yo (Iñaki), viendo que era la última, antes de Navidad, salivando cual perro de Paulov.

Llego al parque y tras intercambiar cuatro palabras con Chelu, constato que viene en la misma disposición.. (ESTO PROMETE!! SI!!!).

Me comenta que Cesar también se ha interesado por el tema culinario y lo doy por hecho. Hoy toca almuerzo!!

Y llegan los Tudelanos: Ines, Patxi, Cesar y Diego.

Diego: He preparado una rutica de unos 85 Kilometros que discurre por…. …la tengo en el GPS…

Mientras Patxi, revisaba la rueda trasera de Inés, vamos discutiendo el tema… Y acaban por llegar Roberto y Unai…

Y el almuerzo?

Diego:-«Tengo la tripa llena de ayer… arreando…»

No negaré que hubo conatos de echar abajo la ruta. Unos porque decían de hacer otra, yo porque me aferraba a ese par de huevos con patatas fritas y Chelu me miraba desconsolado viendo la ilusión depositada, escurrirse hacia el alcantarillado…

El teniente, Diego, venía con las ideas, claras:

-«Hoy vamos a Valdegutur y de allí a Valverde de Agreda y tal… y si vamos «ligericos», nos da tiempo y estamos a una hora decente en casa…»

Tan decidido venía y tal era su insistencia, que el grupo abandona cualquier idea gastronómica y ponemos rumbo a Cintruénigo.

Debía de haber preparado la ruta con mucho cariño en casa, por lo que al final había que darle gusto al mozo que tanto se había molestado…

Viéndolas venir… yo me hago cuatro cuentas mentales y los tiempos me salen muy muy justos… pero no digo nada.

Me veo en casa a las 4 de la tarde… Porque la ruta, me da, que blincará de «90 Kmts» desconocidos (siempre hay equivocaciones y demás…) y percances al final, salen de debajo de las piedras.

Con todo ello, animados por ese «ligericos» que Diego había proclamado en el parque, Cesar y un servidor, nos ponemos a desperezar al grupo.

Nos acercamos hacia el boquerón y de allí a Cintruénigo, para salir, en dirección Fitero, para tomar un camino, antes de abandonar el casco urbano, en dirección a esta otra población.

Atravesamos Fitero y salimos, por el puente, en dirección al puerto del Espinete.

Oigo un grito por atrás y nos detenemos.

La rueda de Ines va muy baja de presión.

Que si es esto, que si es aquello… que si no talona…

Bombona de CO2, y unas vueltas para que el líquido haga su trabajo y adelante.

La pobre dueña del velocípedo, no pone muy buena cara, que se torna preocupada, pero monta de nuevo y proseguimos… durante cosa de kilómetro y medio…

Volvemos a descabalgar y tras una sucesión de brazos bombeadores (hay que ver cómo drena las calderas Roberto…con el brazo derecho…) y otra botella de CO2, se destapa el problema real y por tanto el diagnóstico de la avería.

No sabemos si un palo o una piedra afilada, ha perforado el lateral de la cubierta que tiene un agujero con pocos visos de taponarse.

Ante el panorama, algunos volvemos a hacer campaña (política no, sino culinaria):

-«Lo veis? De aquí vamos al Sanda que está ahí mismo a pocos kilómetros y ya está, si es que el destino no quiere que….»

El Teniente, cabecea lentamente, mientras Ines y Patxi deciden volver a Fitero para llamar al rescate motorizado.

Resultado:

Ni Sanda, ni almuerzo, ni la madre del cut… asi no hay quien guarde las tradiciones (atención que no avisamos, pero el fin de semana que viene almuerzo si o si…y no le vale Valdegutur ni…)

A lo que iba (que se me nublan los recuerdos pensando en el almuerzo que pudo y no fué).

Diego pedalea hacia Roscas, y tanto Chelu  como yo, tras mirarnos tristemente, no vemos otra opción que arrear en la misma dirección.

Vuelvo a coger el ánimo y, ya que toca guardar la línea, disfrutaremos del trayecto.

Llegamos a la carretera de Cabretón y mientras Diego busca, no sé qué camino (al que nunca llegaremos) nosotros admiramos el paisaje.

El ritmo se torna más alegre y disfrutamos de unos «tironcillos divertidos».

A pesar de todo, vigilo que sigamos todos juntos, y continuamos dando pequeños tirones, para amenizar la mañana.

En el cruce de Cabretón, donde se unen las carreteras procedentes de Baños de Fitero (por la que circulamos) y la que lo hace desde Valverde, giramos en dirección a esta última población, pero será por poco tiempo, porque el «capi», con su GPS («apagao» porque sino no se explica el tema…), nos dice que giremos a derecha…

-«Este es el camino!!»

Para 150 metros después dictaminar:

-«Media vuelta, que NO es el camino»

Salimos a la carretera y 10 metros más allá vuelve a anunciar, que sí, que ahora es el camino correcto.

No avanzamos 100 metros que vuelve a anunciar:

-«Pues no, este tampoco es el camino…»

Volvemos a la carretera y empezamos a ascender una cuesta,y es entonces,  donde se produce un conato de retirada de un miembro del grupo.

Por suerte, el ánimo del resto y seguramente la promesa de un restaurante cercano,  convencen para proseguir con el grupo, al disidente.

Salimos de la carretera y nos metemos de nuevo en camino. Parece que esta vez, el sherpa, si que ha dado con la ruta y avanzamos.

No tardamos en volver a la carretera y tras unos 400 metros, se nos ordena dar media vuelta…

Entramos en un pedregoso camino, cuesta arriba. Yo que voy abriendo ruta miro a Diego, a mi lado al ver que el camino da a un barbecho.

-«El camino debe estar allá arriba»

Y el guía mira allá a unos 200 metros sobre un terraplén que hay más allá de una acequia…

Yo empiezo a gozar como un crío.

No hay almuerzo eso es verdad, pero tenemos aventura, desconocimiento de la ruta, pedregales, barbecho, modo rotabator y cruces de río…

¿Se puede pedir más?

Tras un, casi perfecto, espagar realizado por Diego y un servidor, dignos de las mejores gimnastas de la antigua U.R.S.S., subimos el terraplén para descubrir que, en efecto, el camino está donde debiera y …»sin maldad alguna», giramos nuestras cabezas, para disfrutar viendo como el resto del grupo hace cábalas para cruzar el riachuelo, seguros de que alguno acabará con «una pata» en el agua.

Unos mueven piedras de más de 100 kilos, para meterlas en el agua y cruzar, otros intentan lo propio por el lugar donde nosotros lo cruzamos y finalmente, tras un rato de caras divertidas y situaciones rocambolescas, todo el personal acaba por cruzar nuestro particular «mar rojo» (Nota: No se abrieron las aguas por más que yo me concentré).

Entramos en un camino muy chulo, de tierra blanca, casi amarillenta, y seca como la mojama, que a menudo está salpicada por piedras de diversos tamaños, en grupos de «a miles».

Al mirar a la derecha, un pueblico, se erige ante nuestros ojos. Es Valdegutur.

A las afueras del pueblo, empalmamos una pista que asciende hormigonada y un amiguete tiene un momento de esos malos sobre la bici.

Decido subir junto a él y tras una parada para eliminar ropa, parece que se recupera y, el chaval, sube perfectamente. A decir verdad… mejor de lo que esperaba…

Arriba, miramos la hora y la ruta. Como temía, la sucesión de incidentes, nos ha hecho perder demasiado tiempo y nuestro objetivo se va alejando (si es que queremos llegar a casa… y no  dormir  en nuestros respectivos sofás…).

Antes de volver, decidimos bajar hasta el embalse que hay al fondo del valle y que realmente merece la pena visitar por su belleza y tranquilidad dle paraje.

Tanto es así, en cuanto a tranquilidad, que un poste situado junto al camino bautiza la ruta como: «Rutas del silencio».

Solo diré que no es aconsejable ir a solas por la zona, ya que probablemente ante un percance, no vas a tener mucha compañía.

La verdad es que me quedo con las ganas de haber avanzado por ese valle, hacia Valverde de Ágreda, pero el horario manda y lo responsable es dar media vuelta.

Ascendemos de nuevo para volver a bajar hacia Valdegutur y cuando estoy en la cúspide, mientras el resto pone cara afilada y postura aerodinámica, yo miro a la izquierda y veo una sucesión de labraos, a modo de terrazas, y no me lo pienso, allá que voy.

Roberto que venía detrás me mira y le hago el gesto:

-«Vamos, vamos.. métete por aquí!!»

Bajamos como animalicos disfrutando de cada bote con una sonrisa en la cara.

El resto de compañeros que bajan por la pista cementada, al mirar a un lado y vernos bajar, se quedan con gesto confundido:

 

algunos de esos gestos y miradas, a buen seguro dicen cosas como:

-«¡De donde salen estos?»

-«¡Porque no me han avisado?»

-«¡Estos están taladraos»

Casi abajo, encuentro un punto en el que poder volver a la pista y terminar el descenso de forma más civilizada.

Entramos en Valdegutur y conforme entramos, ya estamos saliendo (no es Manhatan…las cosas como son). el pueblico, que tiene su encanto es pequeño y al poco estamos rodando hacia Cabretón.

Dada la hora que es y viendo que se nos echa encima el tiempo, decidimos deshacer camino por la carreterica y disfrutamos de unos buenos relevos a lo Karrikiri.

Nota del texto: Dícese del relevo Karrikiri, aquél que no guarda forma alguna ni orden, siendo más parecido al ataque de los Unos sobre Roma que a deporte de equipo alguno… en el mejor de los casos.
En la ilustración se aprecia un grupo de karrikiris en perfecto relevo.

braveheart

Una vez entrenada, nuestra depurada técnica de carretera, volvemos al camino que circunda Roscas, para, desde éste acceder a Fitero.

Salimos por el polideportivo de Fitero, hacia Cintruénigo y vamos vigilándonos unos a otros para que nadie se descuelgue.

Atravesamos el «planeta Cirbón», para salir por su polígono industrial y terminar volviendo a casa tras unos 80 kilómetros aproximados con una muy buena sensación sobre las piernas.

Crónica: A Sancho Abarca: de pinchazo en pinchazo, y vuelta a pinchar, porque toca.( 29-11-2015)

En Tudela esperamos Inés, yo (Patxi) más dos amigos, Vicente y Oscar.

Nos sumamos al grupo de Murchante. Chelu, Iñaki, Guillermo, José, Roberto, Antonio Nonin y Unai, rodando un total de 12 madrugadores.

Cruzamos el puente dirección a la Negra con destino al Santuario de Sancho Abarca. Avanzamos jugueteando como críos por los toboganes junto a la carretera de Ejea para finalizar en esa cuestecilla corta pero empinada que a veces se sube sobre la bici, y otras no.

Nos desviamos en el km 12 hacía Portillolobo para encarar la subida de otra pendiente, ésta más larga y desafiante que nos dejará directamente sobre la Negra (paraje natural, no señora hiperpigmentada).

Aunque empezamos a subirla como buenos amigos y compañeros, al final la cabra tira al monte y veo por delante Iñaki, Unai, Roberto y manoletes que se van haciendo más pequeñitos con la distancia, ellos contarán en que acabó la cosa, yo solo puedo describir lo bonito del paisaje que bla,bla,bla (vaya, que no me apetecía ni podía forzar mucho la maquinaría).

Describo la anécdota de un individuo/persona humana con casco que bajaba en bici cuesta abajo, pero los ruedines traseros no debían caberle por la pista y mira que es ancha: aún se atrevió a amonestarnos por no echarnos al lado que quería él, recibió alguna contestación merecida que no pudo discutir porque para ello hubiera tenido que volver a subir, y no se le veía ni muy en forma ni muy educado. (además los esféricos centrales le debían pesar mogollón, es lo único que justifica que uno que baja descansado no tenga la cortesía de dejar paso a los que suben jadeando)

Agrupamos y llaneamos por buena pista por la que a ratos alguno tira que da gusto para el que pueda seguir ritmo. (Roberto, Iñaki…) y llegamos a la última pendiente en Sancho Abarca que algunos la suben al modo tradicional y otros optamos por el alternativo, escaleras arriba, que poderse se puede, haciendo el cabra loca. Resulta divertido y lo mejor es que se llega antes que por la pista.

En el bar tomamos alguna bebida al sol mientras esperamos al resto del grupo que no acaba de llegar. Luego nos enteramos de que Chelu ha tenido pinchazo y ha utilizado la espuma/nata para arreglarlo.

Llegamos a las cabañas de Farrique para descender por la Hoyaza. Me quedo él último (siempre quedará la duda de si por cortesía o capacidad) y encuentro a José y Carlos junto a la bici malherida de Chelu: sigue teniendo fuga de aire en la rueda trasera pese a la espuma. El equipo de sabios decidimos cambiar la cámara. La puñetera cubierta se resiste a destalonarse pero Sierra hace gala de la furia murchantina y la goma salta de la llanta sin rechistar. Chelu y José hacen el guarrete quitando con un calcetín viejo la espuma de la cubierta. Saco la cámara con liquido antipinchazos, intentan hincharla con una bombona de gas pero el obús se queda insertado en el adaptador y la válvula se queda sin él. Afortunadamente llevamos un obús de repuesto aunque Carlos intenta desenroscarlo con los dientes y se casca una paleta. Nosotros risas, Carlo no, el dentista si. Por fin, conseguimos montar la rueda y alcanzamos al grupo.

Encaramos hacía Fustiñana por carretera para acortar la vuelta a casa. Hace aire y el regreso de Sancho Abarca suele pasar factura con los kilómetros y el aire en contra. Oscar, Vicente, Roberto, Antonio y Nonin vuelven junto al canal a mayor velocidad. Mientras el pelotón carrikiri culebrea por el arcen de la carretera hasta que…otro pinchazo. La rueda trasera de Guillermo no ha soportado la velocidad ni su peso y  se ha deshinchado. La arreglamos y mal que bien conseguimos llegar a Tudela donde nos despedimos.

Dicen las malas lenguas que Guillermo aún pinchó otra vez, y que hay una foto en la que porta la bici en un hombro y la rueda en una mano, y suena una música triste mientras «una voz en off» pide donaciones para pagarle la vuelta a Murchante en taxi o burra, lo que sea, pero bici…no.

Crónica: Vedado de Eguaras

Debe ser parte de la condición humana… y es que resulta que tras un fin de semana en el que muchos Karrikiris se dieron al desenfreno, este tocaba purificar
cuerpo y mente. De ahí que en el parque nos juntásemos un nutrido grupo compuesto por:

Chelu, Guillermo, Saso, Jose, Roberto, Unai, Fermín, Antonio Nonín y yo (Iñaki).

Ayer, propuse varias rutas por Whatssapp y tras un par de minutos, cerramos el destino entorno al Castillo de Peñaflor.

A ojo de buen cubero, comentaba que la ruta debía  extenderse a lo largo de unos 79 kilómetros y entre Unai y el que escribe
jugamos a ver si acertaba o erraba en la predicción.

Salimos de Murchante, hacia la Cooperativa de vinos, para atravesar bajo el puente de la autopista e internarnos en el camino que lleva a Tudela.

Pasamos Tudela, por una sucesión de calles que a buen seguro, nuestras bicis son capaces de realizar sin nosotros encima…

Aparecemos en la urbanización del Mercadona, vamos hasta la rotonda que hay bajo el juzgado, para proseguir hacia la que hay junto al chalet de la viuda de Añon.

Desde allí continuamos hacia el colegio «Virgen de la Cabeza», y poco después pasamos bajo el cristo para enlazar una suerte de callejuelas que nos dejan en el
puente del Ebro.

Atravesamos el puente, con un río en total calma. Se nota que no corre una brizna de viento…

El día, neblinoso, es fresco, pero no tanto como pudiera parecer. Se aguanta bien, y más sin dejar de pedalear.

Por esos sotos del Ebro, que tantas veces hemos recorrido en nuestras rutas hacia las Bardenas, avanzamos entre conversaciones y risas, a ritmo constante
pero sin forzar.

Llegamos a la recta de Arguedas y escogemos un camino, paralelo a la carretera , para acercarnos al pueblo. Es un camino monótono, recto y aburrido que, gracias a la
compañía y una interesante conversación, acaba por desaparecer a nuestras espaldas.

Llegamos a Arguedas y hacemos una visita NO guiada, por muchas de sus calles.
Las que conducen al inicio del estrecho, están cortadas por obras, y hacemos encaje de bolillos para llegar hasta el inicio de la cuesta.

Nos tomamos el ascenso con filosofía y sin apretar.

Roberto y Unai avanzan posiciones y me uno a ellos. Han puesto un «ritmico» llevadero. Solo en el último momento, roberto parece que va a dar un hachazo y me levanto para arrear,
pero finalmente, acabamos de ascender los tres, al mismo ritmo.

A Unai, se le ocurre que en vez de coronar por carretera, podemos hacerlo por la rampa que arranca a la izquierda.

Hace años que nos ascendemos por la misma, así que puede estar bien, un cambio.

Esperamos al grupo y pese a algunas pequeñas protestas y dudas… «la manada», acaba metiendo molinillo para ascender sin más problemas.

La niebla, sigue acompañándonos,y por más altura que ganamos, continúa ahí.

Pasamos junto a la entrada de «Senda Viva» y seguimos hacia el santuario del Yugo, ya queda poca cuesta.

Atravesamos el parking y dejamos la iglesia a la derecha, para empezar la bajada.

Hace ya un buen rato que me he quitado las gafas. Total, entre el agua que desprende la niebla, y lo que se empañan, gracias a mi propia respiración, no hay quien vea un carajo.

Suelto frenos y voy aumentando la velocidad…

Los ojos me lloran, cierro uno, para que las lágrimas se vayan con el viento, mientras intento ver con el otro y repito la operación a la inversa… Que difícil es esto…

Casi abajo veo a un par de cazadores, desesperados con la niebla. Miran al rededor, suplicando al cielo que levante para poder practicar su afición.

Paro y les pregunto, si saben de batidas por el Vedado de Eguaras, a donde nos dirigimos.

Me dicen que eso es otra zona peor que creen que no y mientras hablamos,  acaban viniendo el resto de Karrikiris.

Reunido el grupo, despedimos a los fans de «John Waine» y continuamos pedaleando.

Ascendemos la tachuela, que hay tras bajar del Yugo y ante nosotros se abre el paisaje  neblinoso de esta zona de la Bardena.

Al fondo, con la niebla algo más abierta, aun se intuye la elevación de «El Plano de La Bardena».

Mientras ascendemos, comento a Unai, que ese mismo camino, es el que llevan los peregrinos  de Murchante, cuando van a Javier. Es el camino más directo y corto.

Arriba, y otra vez el grupo reunido, continuamos por, un Plano, yermo y desolado, donde parece que nunca ha pisado el hombre…
Tenemos que encontrar varios caminos para acercarnos al Vedado y permanezco atento para no equivocarme.

Tras un par de kilómetros giramos a la derecha. Pasamos junto a una caseta de pastores que tengo como referencia mental y continuamos para pasar junto a un montón de piedras
en un cruce, donde giramos a la izquierda.

-«¡¡Este es el camino!!»

No es que se vea muy lejos y de ahí que pierda algunas de mis referencias habituales, pero finalmente, la suerte nos acompaña y damos con la entrada al vedado.

Un camino, que sale en ángulo recto a la derecha y que al fondo se ve descender entre la vegetación.

Avanzamos junto a un campo de cultivo y comentamos las fotos con amapolas que hicimos hace años, en ese mismo lugar.

Es un camino que, si bien, cuenta con bastantes toboganes, en el cómputo total, es de descenso y disfrutamos de la zona, mucho más frondosa que los caminos
de kilómetros previos.

Acabamos bajando, no sin susto incluido al no contar con un árbol caído justamente en medio del camino y tenemos que desviarnos por la finca adyacente.

El terreno se abre y aunque no se ve, al fondo, está el Castillo de Peñaflor.

Nos acercamos y poco a poco vencemos niebla y  distancia para acabar viéndolo desde su misma base.

Aprovechamos para comer algo, recordar anécdotas (como la del «Zorro simpático» que vivía hace pocos años en la zona) y continuamos por los senderos, mientras
a nuestro flanco se extiende el barranco, con sus particulares formas.

No tardamos mucho en llegar a un camino que nos llevará al barranco grande, para atravesarlo y de allí acercarnos hasta Castildetierra.

Para evitar el campo yeco, hoy seguro embarrado, y la tortura que le supone a Chelu, los 10 kilómetros de camino pedregoso, que siguen a continuación, elegimos
ir por carretera hasta los Aguilares y desde allí…

Empezamos a rodar por la carretera de los militares, hacia Arguedas. Antonio se pone en cabeza y empieza a tirar.

Yo voy a rueda y veo como van bajando los piñones hasta que acabamos ascendiendo los toboganes a más de 30 Km/h.

El ritmo va aumentando y en una de las subidas, Roberto adelanta.

Antonio acelera para cogerle la rueda y yo hago lo propio.

De repente veo, el desvío, dejo de hacer fuerza sobre los pedales y les grito:

-«Ehh, que es por aqui…..Ehhhh Ehhhhhhh!!»

Ni caso, estos siguen a muerte…

Yo:

-¡¡¡¡Einnn???!!!

Aprieto dientes y acelero más y más. Parece que no voy a pillarlos nunca, agachados y dando pedales a relevos, van disparados, hasta que
consigo recuperar los 10 o 12 metros que me habían sacado. Sigo a ritmo y les adelanto.

Inmediatamente Antonio se levanta y acelera, seguido por Roberto a la caza, hasta que…

-«Alto!!!! que es por aquí… que es el último camino antes del pueblo!!!!!»

Por fin parece que hacen caso y nos metemos en el camino, entre sonrisas y resuello, felices de la batallita que acabamos de montar.

En pocos minutos aparece Unai, que se nos une.

-«¿El resto?»

Unai hace un gesto tipo

«Fa, Far away…»

Ala, ya la hemos liado…

Ahora no sabemos si se han metido por donde procedía… o han seguido nuestros pasos por la carretera… o qué…

Al final decidimos parar en un cruce donde, vengan por donde vengan, tienen que pasar obligatoriamente.

Allí esperamos y finalmente los vemos aparecer al fondo. Han continuado por la carreterilla tras nosotros.

A todo esto, una madre con varios niños, pasea en bici y uno de los pequeños se detiene con su pequeña montura a interrogarnos.

Que si de donde sois… a donde vais…

Y por poco acaba metiendo en un apuro a su madre cuando casi nos autoinvitamos a comer todos en su casa…

Nos acercamos a la recta de Arguedas y al poco de empezar a rodar, Chelu pincha.

Pensábamos meter una botella de CO2 pero no contábamos con la :

-«Mooochila Mooochila!!!!» (los que sois padres y madres con niños pequeños, sabéis que cancioncilla me refiero, verdad?)

No es que tengamos a Dora, en nuestro club, pero tenemos a Fermín, que deja la mochila de Dora la Exploradora al nivel del barro…

Saca una bomba, mejor dicho: Una lanza, una pértiga, un compresor de impulso humano,un….   (yo que sé)  de unos 50 o 60 centímetros de larga (una vez desplegada)
mientras el resto, ojipláticos, y mandíbula desencajada, no entendemos que sistema utiliza el mozo para meter desde un somier, a un tresillo en la mochila.

Recompuestos y seguros de que nada nos puede pasar si Fermín y su mochila están cerca, continuamos.

Volvemos a los sotos del Ebro, para meternos en Tudela y atravesar la plaza nueva. de ahí por el paseo del Queiles, seguimos hasta la rotonda
de debajo de los juzgados y comenzar el último tramo por el camino que va a Murchante.

Al final 79 kilómetros (clavaos Unai!!) de divertida ruta.

Una pena que algun@ se quedara practicando «caming» (y es que…..muchas excusas tiene ya ….!!!!)

 

 

Crónica: A Cervera el fin de semana de la Hoguera del Cristo

El fin de semana de la hoguera del Cristo de la buena siembra en Murchante, implica… que la mañana del domingo se utiliza en su mayor parte a disfrutar de una productiva resaca y de ahí que el clan Karrikiri estuviera mermado en esta salida.

Subiendo hacia el parque paso junto a algunos bares y los más «madrugadores», están ahí…disfrutando del «desayuno cubatil».

En el punto de encuentro aparecen Guillermo (que es raro que no esté desayunando con la tribu de los bares) y Antonio Nonín.

Al poco aparece la caballería en forma de componentes Tudelanos del Club Karrikiri, encarnados estos por, Inés, Patxi, Cesar y otro Antonio (el artista invitado).

El grupo lo cierro yo (Iñaki) que propongo una ruta que, si bien hice no hace muchas semanas, no conocía ninguno de los asistentes a la ruta del día.

Con una niebla, que ridiculiza el clima londinense, salimos hacia el parque. La ruta continúa junto al cementerio, depósitos de agua….

Pasamos San Gregorio de Cascante y giramos a la derecha.

Rodamos por una pista en buen estado, lo cual se agradece, porque la visibilidad no es la mejor.

Alguno no sabe si está por «el estrecho» (como se conoce el paraje por el que circulamos) o en Calatayud…

Con el paso de los minutos nos acercamos al boquerón, cerca de Cintruénigo y continuamos hacia la carretera de Madrid, para cruzarla y entrar en el camino que nos dejará en el polígono industrial de Fitero.

Allí, pese a la niebla, hay un fiestón montado y digo fiestón porque los vehículos son de cazadores, los truenos, también lo son (no se supone que con niebla, está prohibido? será exceso de «Terri» en el desayuno de algún aficionado a la  cinegética?). Vaya usted a saber…

Pasamos, casi agachando el cogote por la carretera, junto al aparcamiento de los «escopeteros» y proseguimos hasta la entrada de Fitero, donde giramos sin llegar a cruzar el puente, entrando en la carreterilla del puerto del Espinete.

A pocos metros volvemos a desviarnos y alcanzamos el camino que recorre la huerta bajo, Roscas.

Una enorme cosechadora de uva y varios tractores después…

Llegamos a la carretera que va de Baños de Fitero a Cabretón y bajamos hasta la orilla del río, para recorrerla activamos el modo «Rotabator». Antonio Nonín al venir del mundo de la carretera, no sabe donde está el botón pero unos kilómetros después lo encuentra…(ha empezado su transformación Karrikiri, con dosis extra de sendero cada 8 horas por vía intravenosa!!).

Entramos en un campo de manzanos, para continuar hacia un sin fin de senderos que recorren las laderas de las montañas sitas a la izquierda del valle que lleva a Cervera del Río Alhama.

Unos con más placer y otros con mayor resignación, avanzamos hasta el que debería ser el Balneario de la Albotea y que de momento no ha visto la luz, puesto que está cerrado.

Nos detenemos para comer algo y al pco continuamos, ya por el mismo sendero, ahora convertido en vía verde, muy divertida para las bicis.

Disfrutamos como enanos, hasta que llegamos a Cervera, donde el reloj nos dice que no debemos continuar hacia Aguilar, por muchas ganas que tengamos, si es que queremos llegar a la hora de comer, a casa.

Una parte del grupo, ha tenido sobredosis de sendero y optamos por volver hacia la rotonda del Sanda, por carretera y disfrutamos de unos relevos, hasta realizar la incursión en el paseo que hay paralelo a la carretera que nos dejará en la entrada de Fitero.

Desde allí, un Antonio con menos prisa, decide irse a subir el Espinete, mientras el resto encaramos manillares a Cintruénigo.

El resto es la ruta normal, por «El Boquerón», pasando por el estrecho y accediendo al pueblo desde el monte de los pinos.

Una mañana divertida en la que alguno, tras pasar la noche alegre,  estará maldiciendo de cada tiro de escopeta que escuche a lo lejos…

P.D: 4 días, pero al final…acabada queda esta crónica.

Crónica: Txotx!!!

Es algo relativamente habitual pero sigue pareciendo casual, esto de hacer amistad tan bonita con gente que nunca has visto.

Unos tipos aparecen un día, desde lejos, para participar en la primera cicloturista nocturna que organizábamos. Uno se «accidenta» y tras su paso por el hospital… con férula y todo, acaba la noche, junto a sus dos compinches, de marcha hasta el amanecer…

Y claro, en nuestra compañía.

Son especiales y debió ser eso lo que nos hizo entablar esta amistad con estos maravillosos locos.

Fieles a la cita, nos han visitado en todas las ediciones (aunque Richard «Garfio», se perdiese una por «logística de boda») y les debíamos la visita.

Finalmente y tras varios intentos infructuosos, quedamos para el domingo 18 de Octubre y pese a que las previsiones meteorológicas no son halagüeñas, en lo que al agua se refiere… hay que ir…

Salimos as las 6:15 a.m Marta, Guillermo, Chelu, Bauti y yo (Iñaki) y tras algunas peripecias, llegamos a Oiartzun sobre las 8:30.

Allí nos esperan Marcos, Aitor, Ricardo y Xabi quienes tras los saludos nos presentan a los dos integrantes del grupo que aun no conocíamos: Iñaki y Pablo.

El cielo respeta y ni las mejores previsiones acertaban la perfecta mañana que se presentaría.

Comenzamos la ruta por el bidegorri (que aprendemos que es un carril bici en Euskera) y nos sorprende la enorme cantidad de ciclistas y corredores que nos cruzamos. Tal y como les decimos, en un mes entero, no vemos tanto deportista por nuestra zona… increíble.

Pasamos cerca del puerto de Pasajes, enclavado en una preciosa bahía natural que lo protege de las inclemencias del mar. Curioso y bonito. Desde nuestra posición se aprecia a la derecha, el monte Jaizkibel (del que había escuchado hablar pero no sabía su localización). A la izquierda, se ve Igueldo en la bahía de la Concha.

Nuestro periplo continúa hacia el monte de San Marcos, con el fuerte de San Marcos en su cima, tras una cuesta que sin ser fuerte nos ayuda a quitarnos la chaqueta.

Entramos de visita en la fortaleza, y poco después continuamos por un corto tramo de carretera descendente para volver a ganar altura en unos escasos 100 metros.

Al poco, tomamos un desvío a la izquierda, con el que nos internamos, en un precioso sendero, con el sonido de las escopetas de caza de banda sonora. Esperemos que no sea día de «caza mayor».

La ruta sigue por una pista cementada, perdiendo altura y tras pasar un cruce de carretera, pasamos un par de toboganes, para pasar junto al restaurante Mugaritz (no tenemos nivel, ni nada!!), pero como no hemos hecho hambre decidimos no entrar (no por otra cosa,… solo por falta de hambre…).

Sin embargo parece que el destino quiere que hagamos un descanso en la puerta y tras notar la rueda trasera baja, descabalgo para ver que llevo un clavo del quince, que ha atravesado la rueda por dos partes (frente y flanco).

Preparado con una botella de «espuma mágica» me dispongo a repararla pero todo termina en un espectáculo de aspersión digno del circo del sol, mientras mi tocayo, Iñaki, cabecea (no, no , no…). Me veo terminando la vuelta, cuando aun no ha dado casi comienzo.

Por suerte, mis «compis» llevan cámara y unos minutos después hemos sacado las toneladas de líquido y espuma que alojaba la rueda para ataviarla con la dichosa cámara.

Ni mi inflador de CO2, ni el del otro Iñaki funcionan así que Marcos saca el modelo «Deluxe» y acabamos de inflar la rueda.

De nuevo en ruta, pasamos algunos toboganes más y empieza una cuesta arriba en la que Bauti acelera el ritmo y me pongo a su rueda. Pablo e Iñaki se suman a la escapada y coronamos para reunir al grupo. Lo siguiente será atravesar una verja por donde tendremos que levantar las bicis y continuamos ascendiendo.

En pocos minutos acabamos lo poco que queda de cuesta y empieza un precioso descenso, que disfrutamos, intentando mirar el paisaje a la vez que no rompernos la crisma.

El sendero se torna llano y nos internamos en un precioso bosque de los que quitan el hipo. Un paisaje de esos que solo se ven en ciertos documentales de BTT rodados «ayende los mares» y que sin embargo tenemos el placer de disfrutar.

Entre fotos, paso de riachuelos y muchas risas, avanza la mañana y el sendero se torna pista forestal en sentido descendente. Ésta pasa junto a la «casa de los pavos» (como los amigos la bautizan) que no viene a ser otra que la del jardinero del programa Bricomanía, que resulta tener pavos reales «con fama de ser fieros» jejeje.

No son más de cien metros desde la casa de los pavos, los que la separan, de una curva muy cerrada y tras ésta…una enorme y precioso caserío junto a nuestro camino. ¡¡Indescriptible el paraje y la edificación!!

Continuamos bajando por la pista cementada, para poco después ir a dar a una ermita con un precioso techado de madera donde aprovechamos para completar el book de fotos.

Montamos y algo más tarde llegamos a Oiartzun donde nos espera otra sorpresa.

Un amigo de Aitor, productor de sidra en un enorme caserío, nos tiene preparado fresca bebida, quedo y chorizo. ¡¡Manjares dignos de Dioses!! Disfrutamos de tan agradable ágape, mientras nos cuenta cómo hace la sidra…GENIAL!!

La ruta termina en el polideportivo y tras asearnos partimos para la sidrería Petritegui, donde…para que contar…si os va a dar envidia…jajaja.

Las cosas como son… TXOOOOOOZT!!!!

Crónica: Bardena Negra – El último fin de semana del verano 2015

Domingo y salgo de corto.

Son las 8:40 y voy pasmado aunque la previsión meteorológica dice que tendremos una mañana espectacular, así que llego al parque y me coloco en una rayada de sol. Bien quieto…y a esperar al resto.

A las 9:00…aproximadamente…. aparecen por allí:

Cesar y Patxi con un amigo (Antonio), Jarauta y Carlos (sierra), Germán, Marta Bonilla, Samuel, Unai y un mocico que rondará su edad al que llama (Vasco). Yo (Iñaki) quieto en mi rayadica de sol, mientras discuten el sexo de los ángeles… Finalmente sale ruta. Hacia la Bardena negra…

Bajamos a Tudela por el camino y atravesamos el puente del Ebro en dirección al «Aire de Bardenas» (hotel «raro raro raro», pero con su encanto). Pasamos junto a él y disfrutamos de los toboganes que hace la senda que discurre paralela a la carretera de Ejea.

Más adelante dejamos a nuestra izquierda la cuesta que lleva al Balcón de Pilatos y continuamos hasta cruzar la carretera.

Frente a nosotros, «La plana de la negra».

Una imponente meseta con una cuesta de la que siempre guardo mal recuerdo. Sensaciones adquiridas años atrás, con unos kilillos de más…

Subimos contando chistes (textualmente) y sin sobrealiento. Esto es otra cosica…

Subimos de forma civilizada y las pulsaciones se mantienen en su sitio. Que bien!!!

Arriba cogemos el primera camino a la derecha y pronto empezamos a descender muy rápidamente.

Unai: -«como coges posiciones eh…»

Yo: «Que no… que voy a a bajar tranquilico….y…»

Y pasa Antonio pedaleando como si no hubiera mañana.

Yo también quiero!!

Me lanzo a por él que está ya a mas de cien metros y poco a poco lo alcanzo. jujuju

Me coloco prudencialmente tras su estela y vamos perdiendo altura a marchas forzadas hasta que decide que una curva no es lo bastante abierta para él….

«donde vaaaaaassss».

Finalmente reconduce la situación y de reojo, lo veo poco más atrás arreando otra vez para abajo.

Nos detenemos al final de la cuesta y Unai viene «loqueando»

-«Maravilloso, que pasada, increíble, como la gozo….»

Vamos que al mozo le ha gustado la cuestica…jeje

Giramos de nuevo a la derecha y tras un tobogán ascendemos hasta llegar a unos «labraos» donde apenas se puede ir montado puesto que la rueda se hunde en la blanda tierra.

De ahí, pasamos a una trialera que yo no conocía y que Antonio nos descubre. Muy chula, la verdad.

«Unos «labraos» mas tarde», volvemos al camino donde serpenteamos rodeando los preciosos cañones  de la zona.

Recordamos como hace unos años, nos acompañaros unas chicas del club y una amiga suya se caía una y otra vez avisando con un grito antes de dar con sus huesos en el firme.

Continuamos hacia Fustiñana y estamos con ganas de jugar…

Bajamos a ritmo alegre y en estas, veo una ladera/terraplén  empinado que asciende unos 3 metros a la derecha del camino.

Antonio que se lo sabe, encara hacia allí y sube para situarse en la cresta y como no, allá voy yo que me ha gustado la cosa.

Arreo fuerte y subo a toda velocidad pero

AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH

-«Pifostios, y la madre de piiiiiiiiiiiiiiiiiiiii»

Al otro lado hay una balsa de agua y me veo ya en el agua.

En el último segundo, freno de no se que forma y me quedo con la bici mirando al cielo, y  jurando en arameo mientras el cabrito
se descojona…

Una vez de nuevo en el camino me entra la risa….uf uffff

Bajamos a Fustiñana y de allí a Cabanillas, junto al Canal, para acabar tomando una cerveza en el Bocal, junto al Roble milenario.

La vuelta a casa es tranquila y por el camino paralelo a la autovía, desde Eroski, llegamos al Tarazonica y de allí a casa.

Una ruta, divertida de unos 65 Kilómetros.

Crónica del día en que se empezó a gestar una locura

Hace 7 días, Chelu y yo (Iñaki) nos encontrábamos en el parque solos decidiendo qué ruta realizar.

Una semana después, no sé si por coincidir con el inicio de la escuela de los niños o vaya usted a saber la causa…estamos 9
Karrikiris en el parque + un epipuerto.

Chelu, Jarauta, Carlos (sierra), Saso, German, Gerardo, Femín, Dani, Aitor (epipuerto) y yo.

Decidimos ir hacia Roscas (zona de Baños de Fitero) y comenzamos a pedalear rumbo al estrecho, para posteriormente ascender
por la cuesta del Boquerón.

Pasamos viñedos y al poco pasamos junto a la estanca de Cintruénigo que apenas cuenta con un palmo de agua, donde aun así
un millar de aves aprovechan para refrescarse.

Atravesamos la carretera «de Madrid» y  nos internamos en otro camino que nos deja en el  polígono industrial de Fitero.

Toca rodar por asfalto un par de kilómetros hasta que al pié del Espinete, volvemos a ver la tierra bajo nuestros neumáticos.

Pensábamos subir por detrás de roscas, pero de repente recuerdo una ruta que va a Cervera del Río Alhama y como parece que el resto no la conoce, optamos por
continuar por ahí.

Llegamos a la carretera que va de Baños de Fitero a Cabretón y descendemos por ella, hasta el río para coger un camino que discurre junto al cauce.

Aviso para que no se me asuste el personal:

-«Pronto, esto se acaba, empieza algún banco de arena y poco después toca arrastrar la bici por unos pedregales hasta una subida imposible que dará  a unos senderos…»

La verdad es que cada cual va a los suyo conversando y no dicen nada pero cuando llevan 500 metros arrastrando bicis, algunas caras empiezan a cambiar diciendo:

-«Alarm!! Alarm!! Emboscada!!!!»

Ascendemos un pequeño terraplén y por fin nos encontramos en la ladera que yo buscaba.

Las ovejas y los años, han formado pequeños senderos por los que avanzar y sé que unos kilómetros más adelante está una vía verde balizada.

Disfruto como un enano, sortando árboles, pedruscos…y algunos de mis compañeros también. Otros… cabecean negando con la cabeza…jijiji.

Al fondo veo una rampa que me es conocida. Miro detrás y veo que la comparsa se ha alargado bastante pero allí van todos. Unos en bici y otros arrastrándola.

Asciendo a molinillo y me paro arriba. la procesión de «negadores» cabeceantes avanza en penitencia…

-«Sierra!!» Es chula o no la rutica??

-«Es diferente.  DI FE REN TE»

-«Comprais bici de carretera y os amariconais…..jijiji»

Llegamos al balneario de la Albotea que aun no está abierto al público y pasamos por detrás del mismo, ya por un camino mas ancho y sencillo para, poco a poco
avanzar por toboganes hasta llegar a la zona balizada.

El terreno es propicio para dejar «fluir» la bici y solamente hay que preocuparse por no estamparse contra algún viandante o mascota que venga de frente paseando.

Llegados a Cervera, el grupo decide volver y desandamos el camino hasta el balneario del la Albotea para salir a carretera en ese punto.

Atravesamos la rotonda del Sanda cual locomotora a relevos y pasamos Baños de fitero para coger una pista cementada que discurre junto a la carretera.

Pasamos por Fitero en Fiestas y salimos por el camino que parte junto al polideportivo de la localidad.

En este tramo, «Fermín Dumolín», me sorprende y lo veo a mi lado tirando del pelotón; puestos en firmes. Este Fermín se está creciendo con lo que masculla
en su mente…

Al poco, dejamos Cintruénigo atrás con sus fiestas y volvemos hacia el Boqueron y de allí a casa.

P.D:

Una oscura sombra en el oeste va tomando forma y  arrastrados por el viento, tambores de guerra, se escuchan en la lejanía.

No se precisar del tipo de mal que aqueja la mente de los bikers o si se trata de  conjura de algún tipo, pero la locura se apodera del grupo.

Tras algo de presión y tortura, alguno de los integrantes grita confesándo, desesperado:

-«Sí!!!! lo siento pero no puedo resistirlo mas… Me he inscrito para los 10000 del Soplao!!»

Silencio, miradas fijas, bocas abiertas y una sensación que envuelve a parte del grupo, constatando lo que
algunos no nos atrevíamos a confesar…

No es el único sabedor de que; cuando las trompetas suenen… un nutrido grupo de Karrikiris acudirán al Infierno Cantabro…

 

Primera Salida Karrikiri de la teporada 2015-2016

La verdad es que da pereza.

Tanta que estas primeras, son en realidad son las últimas lineas escritas en esta crónica y es que… me ha costado escribirla a raticos…

Da pereza escribir, después de tanto tiempo de «libertad» (Alguno dirá: -«no te obliga nadie. No. Me obligo, yo… pero sigue dando pereza»).

Domingo, 8:30 y ya estoy hasta las narices de esperar en casa. Me voy subiendo en bici hacia el parque.

8:31, cerca de los parejos.

Piii, pi, pi piiii. El pirulomovil.

-«Hasta luegoooo»

Ya no puede parar el hombre en casa, tampoco.

 

8:33, en el parque.

brummm.. brummm..

-«Que pasa pues…»

-«Hombre Pirulo…»

Allí tuvo a bien entretenerme mientras esperaba al resto, y poco le faltó para engañarlo y que se viniera.

-«Vente, hombre.. 15 kilómetros y a almorzar»

-«No jodas!!!! que voy eh….»

Se salvó por poco…

A las 9:00 estabamos:

Marta Bonilla, Marta Garriz, Diego, Cesar Aguado, Jose, Germán y un servidor (Iñaki).

Media hora, más tarde llamaría un dormilón Samuel, que se autoconvenció de que habíamos quedado a y media

(si hubieran regalado palmeras de chocolate… anda que llegaba tarde…jejeje)

Al grupo decide ir al Buste (yo esperaba almorzar pero bueno…esa es otra historia).

Y, por la ruta habitual nos encaminamos hasta la base de la cuesta de los pinos.

Hacemos una breve parada y por suerte pasan unos bykers cuesta abajo…

-«Ahhh, es que es la garnacha hoy!!! No me acordaba!!!»

Para no generar riesgos y problemas, decidimos cambiar de subida y vamos a la del cementerio… que pereza!!

Antes de empezar la cuestica, se cruzan en nuestro camino (o sería al contrario), unas zarzas llenicas de moras…

Jose, Sauel y yo nos paramos…

Grof, grof, ñam…

-«Que buenaf eftan ehhh…»

-«FI FI… imprefionantef…»

Con medio kilo  en la tripa me dispongo a subir, que ya no veo al resto del grupo.

Por suerte no iban muy rápido y los consigo alcanzar y progreso hasta llegar a donde está Marta Bonilla y acabo de ascender con ella.

-«LO QUE TE HAS PERDIDO!!»

Acto seguido encontramos más zarzas…

-«Esperamos al resto??…

Para cuando lo dice, estoy  contestando a cabezadas mientras saqueo la zarza a dos manos… la secre, procede de la misma forma…

Me van a sentar mal y con pena… dejo de comer…

Ya reunido el grupo, acabamos lo poco que queda hasta el pueblo y repostamos agua, para bajar por la cuesta de hormigón rayado.

Sauel y yo nos tiramos con precaución pero disfrutando…y aun se nos va la rueda de delante en alguna curva; pero pudiendola recuperar antes del desastre.

Continuamos la vuelta y el ritmo se anima tras pasar por las vacas de Arriazu.

En el saso, creo que todos vamos pensando en la cerveza al llegar y tras despedir a la pareja de Tudelanos, tomamos ruta hacia el bar para degustar
extracto de cebada. Hay que celebrar la primera salida de la temporada.

 

 

Damos la Bienvenida a la Nueva Temporada 2015-2016

No se quién dijo aquello de :

«Las bicis son para el verano»

Pero estoy en total desacuerdo.

Si bien hay quien no deja de pedalear en todo el año, los Karrikiris en verano somos… (como decirlo sin que suene a barbaridad…).

Fiesteros, apoltronados y dados a disfrutar del noble arte de rascarse la parte que a cada cual más le guste (es mas; rascarse pero con la otra mano manteniendo una cerveza).

Todo tiene sus consecuencias, no es gratuita la broma…

Meses entrenando para disfrutar  y cuando ya está todo hecho… lo dejamos, y claro:

Que si engordamos, que si esta cuesta hace 3 meses no era tan empinada… vamos, que no valemos un duro, encima de la bici.

Es por ello que este próximo domingo 30 de Agosto, procederemos con la primera fase del proyecto cuyo  lema será:

«Por la recuperación de hígados y pulmones así como el destierro del michelín heladero.»

Como toda marcha reivindicativa, los manifestantes nos reuniremos en el parque (donde siempre) con nuestras bicis a las 9:00 a fin de intentar esa complicada y a buen seguro, fatigosa, recuperación…

Si estás por la labor de echar de casa a tu michelín y aun queda algo de hígado recuperable, te esperamos para sufrir juntos.

Que Dios nos pille confesados y que la ruta sea llana…

Fdo: Uno que va a tener que ponerse ruedines… 😉

Crónica: Artajona 2015

Semanas antes, Natxo Ciaurriz, artífice de esta marcha, advertía que había tramos nuevos, eliminado algunas de las secciones de camino y que la habían hecho más potente.

Otro madrugón y un grupo de Karrikiris junto a algunos Murchantinos más, enfilábamos volantes hacía Artajona.

Nada más llegar, recogemos dorsales y mientras descargamos las bicis, ponemos zapatillas y demás, nos toca ir acercándonos a la salida.

La verdad es que hay muchas pruebas a lo largo del calendario pero si eres de los que disfrutan con las bajadas imposibles, los saltos, las subidas de apretar dientes y la técnica…no hay
alternativa posible: La marcha de Artajona es espectacular!!.

Salimos y nos empieza a adelantar gente.

Me uno a Samuel y Unai, que atravesamos las calles de Artajona tranquilamente, hasta que toca subir lo que Unai califica de «Turruntero interminable», que es una cuesta adoquinada, que nos ayuda a a entrar en calor.

En menos de un minuto estamos junto al cerco, arriba del todo. Esperamos un poco a que algunos compañeros nos alcancen y cuando escucho el:

-«Venga que ya estoy, vamos!!»

De Samuel, continuamos.

Descendemos por una pista, para atravesar la carretera y enfilar hacia una rampa ascendente por camino, donde Unai va junto a mi y seguido viene Samuel.

Vamos adelantando a gente y con un poco de suerte, llegaremos al primer tramo de sendero sin grandes atascos.

Por fin entramos, a una breve zona ascendente para seguidamente, empezar un descenso suave, que nos interna en un pinar, ya conocido de años anteriores. Yo babeo, mientras Unai va gritando como loco. No se que ha desayunado pero está adrenalítico total… (creo que le ha gustado al chico…).

 

Delante llevamos a 4 bikers y detrás a un porrón. Mientras serpenteamos, disfrutamos esquivando los pinos, con los leves toboganes y los cambios de sentido en equilibrio hasta que llegamos abajo.

Cruzamos un camino y se oye el inconfundible ruido del cambio por doquier.

Ascendemos una pendiente, que recordaba mucho más dura, años anteriores (al recordaba imposible, a decir verdad), y sin embargo subimos sin grandes esfuerzos.

Volvemos a rodar por otro pinar, esta vez en sentido ascendente, con algunas pequeñas trampas, que hacen poner pie a tierra a Unai y correr como un poseso para que el resto del pelotón no le pasasen por encima, mientras grita algo como:

-«Joooodeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeerrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr»

En esa sucesión en zig zag, Unai ve a Samuel, dos filas más abajo. No está muy lejos y poco a poco, consigue acercarse y adelantar a gente.

Ya estamos los tres y continuamos ascendiendo por un sendero. Arriba disminuyo el paso, nos reunimos y…. para abajo!!!

La  bajada no es mala, es relativamente ancha (un metro?) y hace una leve curva a derecha. Me lanzo sin frenos y Samuel va leyendo mi rueda trasera, copiando cada movimiento. Unai hace lo propio y aumenta la adrenalina.

Volvemos a subir y alcanzo a un mozo.

Pedaleamos mientas hablo con él.

Va dolorido, en la salida se ha caído y dice que le duele todo.

Nos metemos en una zona boscosa de pinar, con curvas enrevesadas y vamos bajando entre derrapes y suspiros, al sortear algunos árboles que pasan…rozando (literalmente) la cara o el brazo.

Abajo, voluntarios nos indican la dirección a seguir.

-«Un kilómetro de subida….»

Mientras hablo con el chaval, me llaman mis compañeros que ya llegan.

Unai: -«Has visto eso!!?!   Madre que bajada, creía que era broma!! Si íbamos cabeza abajo!!»

Unai, unos minutos después:

-«Un kilómetro? El tipo ese no sabe calcular?, llevamos subiendo bastante más de un kilómetro… »

Samuel no dice nada. Va cabeceando pero aguanta el tipo como un campeón.

Vamos cogiendo altura y me sitúo. Creo que vamos a empalmar con otra subida que pasa por detrás de una cabaña…

-«Sí, esa es la cabaña. Agárrense los machos, que esta es buena!!»

Coronamos el sendero en cuesta con los dientes apretados y arriba, empieza un descenso serpenteante y no muy pronunciado hasta otra rampa que vuelve a ascender sin gran inclinación.

Al fondo veo otra bajada y aviso:

-«Samuel,esta es la del peralte!!»

Unai se pone tras Samuel que me dice:

-«Avísame cuando llegue!!»

Para cuando termina la frase, estoy en medio del peralte, con la bici totalmente tumbada, a toda velocidad, en medio del giro y bajando, mientras grito:

-«Yaaaaaaaaa»

Samuel y Unai bajan tras de mi como si fuéramos unidos por un cable invisible. La sensación tiene que ser muy parecida a volar…es la bomba!!

Otra subida, más bajadas y de nuevo a subir por un bosque cerrado de pinos en el que las curvas se retuercen para sortear los árboles.

Arriba adelantamos a otro tipo que va roto.

Volvemos a descender.

-«Ahí es donde Bauti, el año pasado se comió ese arbusto!!»

-«Jodoooooo…»

Bajamos haciendo que derrape la rueda trasera en algunas curvas para poder girar mejor, pivotando sobre la delantera y Unai dice que va cogiendo técnica… (como para no cogerla…).

Finalmente llegamos a un camino y al fondo se ve el avituallamiento.

Paramos  y comemos algo mientras charlamos.

En estas viene el chico con el que hablé antes. Dice que se retira. Va muy dolorido y el recorrido lo está maltratando…

Continuamos, cruzando la carretera, para proseguir por una rampa ascendente por pista que nos vuelve a dejar en otro bosquecillo. Sendas y más sendas para arriba y para abajo, hasta que atravesamos la presa. Estamos gozando de tal forma que no es posible plasmar en una crónica.

Una vez atravesada la presa, una voluntaria, nos indica, una bajada, donde descendemos derrapando y con la sonrisa en la boca.

Volvemos a subir, y subir, por interminables senderos. Hace rato que alguien de azul (yo creo que desde el avituallamiento), nos sigue, pero cada vez que intento, aunque sea un segundo, mirar atrás…le falta un pelo para comerme un pino o salir por orejas…

Arriba, rodamos por la cresta a toda leche. Voy primer, tras de mi Smauel y seguido Unai.

Acelero, el sendero es muy estrecho y jalonado por enormes arbustos a los lados, y casi no me da tiempo a nada.

Estoy en el aire… no había visto el salto!!!

-«IiiiiAAAAAaaauuuuú»

No se como, ero consigo girar la bici en el aire, viendo que el sendero hace curva y voy a aterrizar en un arbusto.

Aterrizo con la rueda delantera en el arbusto pero lo salvo como puedo.

Samuel, iba calcando mis movimientos… y hace lo mismo mientras grita y se echa las manos a la cabeza!!!

-«Jajajaajaj que guapo, de la que nos hemos librado!!»

Unai que si ha visto el tema, salva un poco la situación pero aterriza casi en un pedrolo, que salva como puede.

 

En una revuelta, veo que es una chica y aunque en los repechos más duros sufre, está ahí siguiendo el ritmo… que tipa!!

Pasa el tiempo y acabamos entablando conversación entre risas.

Amaya de Alsasua, es una campeona y se une al grupo (un saludo desde aquí!!).

Entramos en una zona conocida como «La Nachada» (donde Natxo… se explayó…) y la cosa se torna aun más dura.

Entre vueltas y revueltas sé donde estoy pero no exactamente… hasta que veo delante de mi una bajada con un escalón…. enorrrrrme y no hay posibilidad de confusión (lo recuerdo muyyy bien).

Estamos en la Nachada!!

Descendemos entre pinos jóvenes intentando no comernos ninguno, hasta que llegamos a una rampa. Si, si llegamos arriba…. no…. la rueda delantera en una piedra… pie al suelo. Vaya hombre.

Aqui no se puede volver a montar. Toca remontar unos metros «a pata» para volver a montar y poder arrancar.

Entre equilibrios y subidas potentes terminamos la sección, disfrutando como enanos para volver a pista.

Poco dura el terreno amplío y nos metemos en otro sendero con algunas subidas cortas pero potentes y una bajada (río piedras con grietas) donde realizo la trazada que mejor considero, mientras Unai…. hace una distinta…

Unai: -«Uffffffff Uffff ufff ufff, aqui a mi lado he visto la rueda trasera en el salto, aquíííííííí a mi lado!!!!!!!»

Vamos agradeciendo a todos los voluntarios su labor, y en una de esas por poco me caigo a una acequia.

Casi hincando rodilla en tierra, y según palabras de Unai, hago una doble chicanne, tumbando a lo Valentino y sorteo el tema.

Ya se ve Artajona al Fondo y casi que entra pena… no quermeos que se termine, pero esto es así.

Descendemos por una pista y por un corto senderillo acabamos en el pueblo, entrando sonrientes en meta.

¡¡Que mañana hemos pasado!!

Nos despedimos de  Amaya y comemos el bocata de Chistorra que nos hemos ganado mientras vemos llegar a otros participantes y animamos a algunos de nuestros compañeros que llegan.

Volvemos a casa, tras agradecer a Natxo, Ramón y el resto de integrantes del Club de Artajona, su siempre cálida bienvenida, una ruta inigualable y el facilitarnos una mañana que echaremos de menos… durante todo un año.