Crónica: A por el Buste!!

8:30 de la mañana. Estoy reventado… pero voy a acudir a mi ruta «bicicleteril».

Ya están Jóse y Roberto en el parque, cuando llego yo (Iñaki).

Al poco asoman Diego y Cesar. Un par de minutos después se presenta Guillermo, Emiliano, Hernando y Ferrer.

Cuentas las malas lenguas que alguna, devota como lo es de TODO EL SANTORAL… estaba adorando a San Mateo…. patrón del laurel, y el zumo fermentado de uva…

También debía estar tomando medidas para una hornacina para el santo, hecha  de ALUMINIO, algún otro….

Los mentideros decían que, algún gigante… tras correr 6 kilómetros por Cortes, estaba reventado y no ha podido levantarse…

O que el clarividente oráculo (que todo lo ve  más que bien…»doble»), …estaba de boda…

También decían de un ferretero, que este año cumplía tradición…viniendo a la primera ruta…. y ya no volvía en todo el año…

Que raros son los rumores… que dicen tanto y de nadie hablan…

 

Aun así y todo, la compañía del anillo (eso es de otra crónica),  salimos del parque hacia Soladrero para salir por la parada de autobús.

Mientras abandonamos el pueblo, vemos a los «andarines», que empiezan a disfrutar de una marcha (si no recuerdo mal denominada «Los Olivos») y van cuadrilla.

Pasamos la antigua estación de tren de Murchante y nos internamos en el término del Saso, a partir de donde iremos charlando hasta la recta de Ablitas.

Continuamos hacia el Pago de Cirsus, pero un responsable Roberto, nos anima a NO pasar junto a las vacas de Arriazu, pues «están alteradas con las fiestas de tanto pueblo y….»

(recuerdos taurinos: https://karrikiribtt.wordpress.com/2011/08/31/que-faena-la-de-aquella-tarde-dos-orejas-y-el-rabo/)

Tras el desvío, continuamos por tierras Ablitenses, para volver, unos kilómetros más adelante, a empalmar con la ruta original.

Nos toca ascender varios toboganes suaves, y nos lo tomamos con calma.

Llegamos al corral de Ovejas, donde empieza la cuesta de los pinos.

Reunimos el grupo y empezamos a ascender. La verdad es que la mañana es perfecta. Sin sol directo, con un viento suave… vamos, ideal para dar pedales sin sofocos.

Arriba, donde terminan los pinos,  volvemos a reunir al grupo para proseguir juntos.

Continuamos por los toboganes hasta el pueblo del Buste.

Mientras Jose y yo charlamos, los 3 flacos se adelantan unos metros para detenerse en la fuente.

Unos segundos después llegamos nosotros,y saludamos a un grupo, que creo son de Tudela y que también han parado en el pueblo.

Van llegando el resto y no localizo a Guillermo.

Miro atrás y veo que está charlando con los chicos del otro grupo.

Después me diría que durante la conversación, le comentaron que nos suelen leer, lo cual me hace especial ilusión (un saludo desde aquí chavales!!).

Los malacate-boys, quieren volverse pero les convencemos/engañamos para que asciendan hasta arriba.

Subimos hasta la casa de San Roque (lo pone junto a la entrada) y poco más adelante a la ermita, sin detenernos.

Toca el último repecho del día. Nos adentramos en el camino ascendente y unos minutos después estamos arriba junto a los molinos.

Desde allí, los MB (malacate-boys), acompañados Cesar, alias «EL HOMBRE DEL GPS» ,se vuelven, para llegar pronto a casa….jajaja

(Hay rumores de que «los primos», escuchan decir: «GPS», y se echan a temblar, después de la experiencia de ayer…)

 

El resto del grupo rodamos por encima de la meseta en busca de la ladera próxima a Borja, para descender por la cuesta del avión.

Empezamos el descenso y Guillermo, me dice:

-«Iñaki, arrea!!»

No quiero correr como lo hacía antes pero me pongo en posición y empiezo el disfrute… (lease: teorema de la cabra y el monte)

Como puedo, miro de reojo, y veo que Roberto y Guillermo se han tirado, tras de mi.

Bajamos disfrutando como enanos, hasta que recuerdo una curva un poco traicionera y reduzco, derrapando un poco de atrás para que la bici gire y….

PASA GUILLERMO Como un toro desbocado, ojos abiertos del tamaño de sartenes y la cara desencajada.

Creo que aun le escuchaba decir:

-«Sooooo!!!! quieeeeta!!!! paraaa!!!! sooo sooo sooooooo!!»

Por suerte, junto a la curva había un camino, a la izquierda que entre derrape y baile tembleque… procede a investigar…

Roberto y yo una vez que vemos que está vivo y coleando, nos echamos a reír (que reír… nos descojonamos!!!). jajaja

Volvemos a tomar velocidad y llego a una curva un pelín…. pasado…

Coche de frente!!

Ancla al suelo, derrape de atrás y consigo girar, mientras grito, desgañitándome:

-«Cuidado, Cacheeeee, Cocheeeee!!!!»

Lo último que veo del vehículo, es al hombre, braceando cariñosamente hacia mi…

Detrás compruebo que Roberto y Guillermo han salvado la situación.

Ya abajo, esperamos al resto, rezando para que ninguno pusiera sus babas en el parabrisas del «cariñoso hombre del  puño en alto» (que es como le he bautizado).

Pasamos por la granja de cerdos en dirección de la Estanca de Borja y….

Psss, psssss Pssssss,Pssss

He pinchado y nadie lleva espuma mágica. Yo llevo poco líquido el las cubiertas….

No queda otra, que meter una cámara que Jose, por suerte, lleva…

Minutos más tarde estamos rodando de nuevo.

Bajamos hasta el Pago de Cirsus, a buen ritmo y de allí nos atrevemos a pasar por las vacas, rogando al cielo que ninguna esté por ese lado de la finca.

Dejamos atrás el ganado y a Diego se le ocurre echar una siesta.

Ni corto ni perezoso, prueba a ver si los arbustos junto al camino son cómodos, pero se levanta disparado al grito de:

-«Estoy bien, estoy bien!!»

Casi sin darnos cuenta, estamos cruzando la carretera de Ablitas y al fondo vemos dos figuras….

Una de negro/ blanco y otra de amarillo…

-«No puede ser!!»

-«Si son los M-B!!!!»

Les damos alcance y Emiliano nos mira con ojos de incredulidad…

Hernando confiesa:

-«Hemos hecho caso del GPS!!!  Mecagüen que mañanica…. por labraos…. por aquí, por allá…. anda anda que…… tira tira….»

Con una sonrisa en la boca, llegamos al pueblo tras 66 kilómetros de divertimento.

 

 

 

Crónica: Garnacha al modo Karrikiri

Hoy estrenamos equipación.

La verdad es que han quedado muy chulas y no porque las anteriores no lo fuesen sino porque realmente creo que lo son y, porqué no… tal vez al ser nuevas siempre se vean las cosas con otros ojos.

En el parque estábamos puntuales: Guillermo, Chelu, Diego, Cesar, Bauti, Patxi, Jarauta, Carlos, Samuel, Roberto y yo, Iñaki.

Da gusto vernos a todos uniformados con nuestras nuevas y flamantes equipaciones.

Salimos hacia la estación de tren de Murchante (tarazonica) para internarnos en el Saso.

Cruzamos la carretera de Ablitas-Tudela y pedaleamos junto al recinto de las vacas de Arriazu, con el torreón de las Bodegas de Pago de Cirsus a nuestra izquierda vigilándonos de sde lo alto. Impertérrito ante nuestro paso (solo faltaría…).

Cruzamos la carretera Ablitas-Ribaforada por la puerta de las bodegas para enlazar con la pista que parte frente a ésta.

Alguna subida y tobogán después, estamos bajo El Buste.

De unas pistas pasamos a otras, y vamos rodeando la meseta por la izquierda (vista desde Murchante), para pasar por la estanca de Borja, una serie de granjas de cerdos, siempre por buena pista. Ha pasado una hora y media desde que salimos del parque y estamos en Borja, quitándonos ropa (menuda mañana para andar en bici).

Minutos después estamos abandonando Borja en dirección a Moncayo, ya en el track de la ruta de la Garnacha.

El terreno es un falso llano que no pica y el grupo va compacto, pero esto durará poco.

Varios kilómetros más adelante, giramos a la derecha y empieza el ascenso.

Al principio suave, la ascensión de varios kilómetros no se atraganta, pero llegados a la cantera, la cosa cambia. Las rampas se hacen verdaderamente duras y toca apretar dientes.

Arriba esperamos para agruparnos.

Continuamos por pista un kilómetro para dejarla y entrar en un estrecho sendero que desemboca en una nueva pista.

Tras unos cuantos toboganes llegamos al santuario del Buste (ecce homo´s home). El lugar es perfecto para recargar agua y proseguir.

El ascenso continúa por una pista entre pinos, suave y tendida que corona en el punto más alto de la zona (alguno está hasta las castañuelas de subir).

Nos detenemos un instante para tomar un par de fotos y continuamos hacia una zona de disfrute total (bajada).

Pasan tres kilómetros hasta empezar a descender por una pista de grandes piedras que sirven a modo de trampolines de salto hasta llegar a la altura de la carretera. Atravesamos la carretera y continuamos bajando por senderos disfruones, hasta alcanzar  pista en la parte más baja de la meseta (no sin algunas dificultadas añadidas a la ruta original que no es cuestión de contar aquí…:-) ).

Avanzamos por suaves toboganes hasta que toca volver a subir una pendiente corta (no llega a un kilómetro) pero técnica y con pendiente.

Arriba reunimos al grupo y proseguimos.

Esta parte es digna de disfrute y a los que nos gusta bajar nos aparece una amplia sonrisa en la cara.

La bajada tiene algunos escalones hermosos, grietas, piedras y buena inclinación, lo que permite dejar la bici «caér» de salto en salto y fluir…

Se nos echa la mañana encima y vemos que no será posible completar la Garnacha, por lo que de nuevo en la pista que circunda el Buste, decidimos poner rumbo a Murchante.

Volvemos a pasar granjas, estanca y poco rato después, hemos dejado atrás El Buste.

Alguno tiene las piernas cargadas y vamos regulando el ritmo, pero el grupo permanece compacto.

Ya pasado el cerco de la ganadería Ablitense, la sección Tudelana, se separa, dejñandonos por una pista que conduce al canal y la finca de «Las coronas», mientras los Murchantinos tenemos la mirada puesta en el Saso.

Los últimos kilómetros merman las piernas de algunos integrantes del grupo, que van algo justos, pero como dijo una vez Saumel:

¡¡Un Karrikiri no se rinde nunca, si hace falta pedalea con las manos!!«

En Murchante, el cuenta kilómetros marca 88 kmts. Una distancia menor a la inicialmente planeada pero que por unas cosas u otras no ha podido ser mayor.

Una ruta para repetir que tiene de todo y al gusto de todos, por lo que no será la última vez que visitemos la tierra de Borja en pos de divertimento.

Crónica: Entre las Lanzas y el Buste

La mañana parecía que no iba a ser mala del todo en cuanto a lo climatológico.

Al salir de casa, el culote de invierno, no llega a proteger de la temperatura ambiente y noto en las piernas la frescura de la mañana.

Cuando llego al parque, está Chelu que ha sido aun más puntual que yo. al poco aparece Guillermo.

Diego y Cesar, aparecen a continuación. Finalmente se suman Samuel, Aitor y Javi (alias: LondonMan) que como cada año en diciembre se une a nosotros, y Patxi, que repite con los Karrikiris, después de un MUY ventoso, fin de semana anterior en la ruta al balcón de Pilatos.

Salimos en dirección «al Saso» y pasamos junto a la laguna de Ablitas, para enlazar con la carretera que nos llevará a Malón.

Continuamos hasta que, casi al salir de Cunchillos, alcanzamos un desvío que nos interna en camino de nuevo, en dirección a «Las Lanzas».

Rodamos tranquilos, entre comentarios y cháchara.

En un momento dado, Aitor, me deja probar su flamante, e impoluta Scott que tiene la particularidad de incorporar la nueva medida de rueda 27,5 (o tipo » 650B» para los más puristas).

A los mandos, me sorprende que en cuanto a ergonomía (y salvando la talla diferente que usamos ambos usuarios) está todo en su sitio. Me explico:

Hay bicis que en cuanto te montas, aprecias que el manillar está demasiado lejos en proporción a otras medidas, o que la inclinación de la tija te hace pedalear en una posición muy relajada o al ataque…

En esta no. Todo está casi igual que en mi Specialized y no me cuesta adaptarme ni un instante.

Rodamos varios kilómetros y si bien hecho en falta el «brain» (normal, me ocurre en todas las que pruebo), el resto es muy agradable.

Persiste esa sensación de ir en algo más grande, aunque no de forma tan acentuada como en las 29″ que he probado, cosa que es normal porque así es… pero no se nota esa torpeza en cuanto a reacciones e inercias en curva que se sentían en las de rueda grande.

Me desconcierta un poco la rigidez del conjunto (para bien) y no se que parte achacar al eje de rueda QR15, al carbono del cuadro…pero es agradable y ayuda a que la bici pase por donde se le indica, sin problema alguno.

Aunque finalmente, cuando se acerca la cuesta arriba, tengo que cambiar a mi montura, me ha gustado mucho las sensaciones que transmite la 27,5″.

Ascendemos hasta los molinos del puerto de las Lanzas (por camino) y arriba, nos detenemos a comer algo, esperar a que se recomponga el grupo…y pasar un poco de frío, por que no decirlo.

Reemprendemos la marcha y se me dibuja una sonrisa. BAJADA!!!

Un par de minutos después, en cabeza vamos Samuel y yo a paso de tortuga, echando pestes de una bajada sosa, sin pendiente ni aliciente alguno…

Como había precedentes y ya «algunos» enlazaron Lanzas y Buste a base de poner el modo rotabator…

Hago señales a un todo terreno de cazadores que viene de frente, para preguntar y nos dan las indicaciones suficientes.

Según las conversación mantenida, debemos bajar por la «cañada del chopo blanco» hasta la carretera del Buste.

Calculo que habría unos cinco kilómetros de camino/cañada, en la que aceleramos el paso y disfrutamos dando pedales en pelotón.

Al finalizar el tramo, llegamos a la carretera donde comprobamos que no queda otro remedio que ascender el Buste por asfalto, lo cual hace que se me caíga el alma a los pies (feo, soso y aburrido…arrrg). En ese punto Samuel y Aitor, conocedores de la oferta gastronómica de los bares Murchantinos, hacen mutis por el foro y nos abandonan en pos de  sensaciones culinarias… (triperos!!).

Empezamos a ascender y no me apetece nada de nada… ascendemos tranquilos hasta el pueblo y de allí callejeamos para adentrarnos en la pista que lleva a la bajada de los pinos (la idea era hacerlo por la cuesta del cementerio pero una pequeña confusión hizo que saliéramos a esta otra).

Ya bajo el Buste, el viento nos da de frente y un par que yo me se, empiezan a jurar en arameo (que si la ruta, que si el viento, que si el norte, que si yo… que si tal que si cual…). La cosa es que uno iba acatarrado y el otro llevaba demasiados fines de semana sin salir… así que…poco se podía hacer mas que aguantarlos (que es mucho!!!).

A ritmo tranquilo, para que los gruñones no se enfadasen, aun más, nos acercamos al Pago de Cirsus, pasamos junto al cerco de las vacas de Arriazu y llegamos a la carretera  Ablitas-Tudela, cerca del campo de aviación.

De allí nos volvemos a meter por «el Saso», hasta llegar a la antígua estación de tren de Murchante.

Despedimos a parte de los Tudelanos y continuamos con Patxi que ha subido en coche hasta Murchante.

Finalmente salieron algo más de 60 kilómetros (no me fijé, la verdad) en buena compañía y disfrutando de la bici.

Gracias a Javi y a Patxi por unirse a nosotros. Nos vemos el fin de semana que viene!!

Crónica: Salida concurrida

Llegaba al parque con la sensación de que, por fin, saldríamos un grupo numeroso.

Mi cara de desaliento, debía ser un poema cuando veo a Chelu, solitario, pero éste no me da tiempo a pensar:

-«Llevas llaves Allen?, Me roza el freno delantero…»

Me pongo a dejar aquello tan fino como los discos del coche de Alonso y para cuando me levanto, esto ya es otra cosa…

El grupo es casi una multitud (para lo que estamos acostumbrados) y se han animado a venir:

Guillermo, Meri, Samuel, Enrique, Roberto, Dani, Bauti, Diego, Cesar Aguado, Jarauta, Marta, Sara y yo (Iñaki).

Salimos hacia la antigua estación de tren y continuamos por «el Saso» para cruzar la carretera  Ablitas-Tudela.

Se nota que las chicas (que son un poco más reticentes a salir con el grupo) han hecho los deberes, porque desde la última vez que salimos con ellas, han doblado el ritmo y van al nuestro sin despeinarse (sin esperarlas, ni bajar ritmo, ni  nada de nada, conste en acta!!!).

A pedales, pasan los kilómetros hasta llegar a la base del Buste, donde decidimos subir por la cuesta de los pinos y continuar haca el pueblo.

De allí, encaramos la cumbre, mediante un sendero, cada día en peor estado, por estár lleno de zarzas, cardos y pinchos de muchas variedades (pero que narices… esto es mountain bike!!).

Nota: Sentimos que algunas no vayáis a poder lucir minifalda en una temporada pero ahora llega el frío y no apetece (para cuando vuelva a hacer bueno, teneis los rasmazos, requetecurados) jijiji.

Ya arriba, nos detenemos para recuperar el aliento y comer algo (lo peor… ya ha pasado Mery!!).

Pedaleamos tranquilamente por la meseta cuando empieza a caer agua. No es lluvia intensa pero de seguir así acabaremos como poyos…

Por suerte, es cosa de cinco minutos y el tiempo nos deja disfrutar del paisaje que se divisa.

Allí está la capilla del Ecce Homo, aquello es Borja, esa cuesta es la del «peludo»…

Vamos hacia la «cuesta del avión» y empezamos a descender.

Rápidamente me pongo en cabeza pero hay algo que no es normal…

Miro atrás y no veo a Samuel…

Había dicho que llevaba la cubierta rajada y deteriorada, que estaba en malas condiciones…

No viene…. donde estará…. ya me extraña que se contenga… no lo veo…. donde estará… que raro….

-«Ya estoy aquí, vamos…» 🙂

Nos lanzamos con Roberto a  pocos metros, detrás.

Derrapes, curvas demasiado reducidas para la velocidad del momento…. y de repente….

Siiiiupp!!!!

-«Ooooouuuuuououououuououohhhhhhhhh!!!!!!»

En medio del camino, una piedra que sobresale, nos permite dar un salto de varios metros.

Aun estamos gritando y a medio aterrizar,  cuando aparece la siguiente curva…..

-«Ayyyyyiaiaaiayayayayaayyyyyyyyyy………… uffffff»

Miro atrás y veo a Roberto riéndose de mi curva y apañandoselas para encararla él…..jijiji

No miro la velocidad pero supongo que iremos entre 60 y 70 km/h,   en algunos momentos.

Nos ponemos en paralelo y Samuel pregunta gritando:

-«Izquierda o derecha, izquierda o derechaaaaaaa»

-«Derechaaaa!!!»

jujujujujuju (salió bien…)

Abajo nos paramos para esperar al resto. Llega Roberto. Con un derrape y una amplia sonrisa nos dice:

-«Que pasada!!!, alguna curva venia corta ehhhhh…jijiji»

A los pocos minutos, estamos todos juntos y continuamos hacia la estanca de Borja, rodeando el Buste para volver a la otra cara (por la que ascendimos) y alcanzar la pista que lleva a casa.

Volvemos con las típicas subidas de testosterona (algunos les llaman «ataques ciclisticos»), mientras charlamos y reímos, pensando en la cerveza que va a caer en un rato.

Han salido en torno a 65 kilómetros, a ritmo normal que las chicas han aguando como campeonas.

Conclusión: pueden venir de continuo, porque andan bastante más de lo que nos quieren hacer ver… (y eso que alguna estaba perjudicada que si nos pilla en buen día… a lo mejor tenemos que prohibirle volver…)

Crónica… del fin de semana (Yerga & Ruta Con centro termolúdico)

Con la mente en la cercana edición de la Maratón de los Monegros, nos juntamos un grupo de los que vamos a participar.

A las 8 de una soleada mañana de sábado, nos dábamos los buenos días Guillermo, Marta, Roberto y yo (Iñaki).

La ruta a realizar: subir a Yerga y volver.

Es una ruta que hicimos hace unos meses cuando la nieve cubría los caminos, pero como se ajustaba tanto en distancia como en dureza a lo que necesitábamos, decidimos repetirla.

Aunque llevaba la ruta en la cabeza, hicimos caso «a uno» y tras meternos por algún olivar, varias viñas y atravesar acequias… llegamos a un camino conocido…

Dirigimos nuestros pasos (o pedaladas) a Cintruénigo y atravesando la villa por su centro, acabamos abandonándola por la carretera que lleva a Fitero.

En el cruce de Corella, donde está la ermita, despedíamos el corto tramo de asfalto, para meternos por un camino en mal estado que no para de ganar altura, entre matas voladoras, grietas, arena, y dificultades varias.

Cuando estamos cerca del monte del día, decidimos detenernos un instante a comer alguna barrita, y seguidamente encaramos la subida.

El ascenso no tiene rampas de desnivel exagerado, pero son más de ocho kilómeotros de rampas contínuas y hay que tomáselo con calma. Al menos parece que vamos alcanzando un nivel de forma aceptable y todos subimos bastante bien.

Arriba, justo antes de empezar el descenso, aparecen seis (creo que seis…) chicos de San Adrián.

Los paramos y hablamos de nuestra Night & Bike Murchante (promoción, promoción, promoción…).

Mientras charlamos uno de ellos se afana en reparar la rueda delantera, suyo disco roza con las pastillas.

Le echo una mano mientras le advierto que esa reparación le va a costar una inscripción a nuestra cicloturista nocturna…jejeje

Bajamos todos por el mismo lugar, en dirección a Grávalos. Ellos van experimentando con un nuevo GPS que han comprado y que les sirve para realizar rutas nuevas por la zona, mientras nosotros con la ruta aprendida de la vez anterior, bajamos a fuerzas de memoria.

Finalmente, cuando nos acercamos al pueblo, tenemos que detenernos debido a una pequeña avería, y ellos continúan su ruta.

En Grávalos, tomamos la carretera de Alfaro y desde esta el camino de la mañana en sentido inverso.

Más de ochenta kilómetros en una ruta completa que seguro nos ayudará a alcanzar un punto de forma algo mejor.

Al día siguiente estaba a punto de tirar el despertador al suelo de un manotazo cuando me di cuenta de que si sonaba a las 7:15 de un domingo era porque teníamos ruta.

Habíamos quedado a las 8:15 en el parque para subir desde allí a Cascante.

Porqué a Cascante? pues porque resulta que habíamos acordado con el Centro Termolúdico de Cascante, realizar una ruta junto a ellos que permitiese disfrutar a todo el que viniese.

Por cosas que no vienen al caso, el destino finalmente era el Buste y dado que había participantes de todos los niveles, optamos por realizar la ruta más tranquila y con la subida más suave de las que ascienden hasta allí.

A las 9:00, en el centro termolúdico, nos congregábamos cerca de cuarenta personas. No las conté pero éramos un porrón así que os tendréis que fiar de mi ojo de buen cubero.

Partimos hacia la meseta del buste, atravesando la antígua estación de tren del Tarazonica en Cascante y desviándonos hacia una sucesión de caminos que atraviesan el término del Saso.

Alcanzamos la carretera que une Ablitas con Tudela y seguimos junto a las vacas de Arriazu (que tanto cariño nos tienen, por cierto).

En esa zona el viento empieza a soplar y hay quien tiene que apretar los dientes, pero valientes todos, avanzan mientras los que están un poquillo más fuertes se ponen a hacer de para vientos.

Al llegar a la base de la meseta y justo antes de la cuesta de los pinos, nos detenemos un rato para comer algo y estirar las piernas. Entre fotos, poses y tonterías varias  pasamos el rato hasta volver a pedalear.

En la cuesta cada uno asciende a su ritmo y otros varios se quedan de compañía con los que van algo más justos.

Ya sobre los pinos, nos detenemos unos instantes para reunir el grupo y proseguir en un camino que a priori es llano… pero lleno de toboganes (si les decimos eso antes no van así que sobre el papel… era llano).

En el pueblo, alguna que otra cara colorada por el esfuerzo pero gracias a Dios… todas medio sonrientes (eso es que aun reprimían las ganas de agarrarnos por el cuello).

Un merecido descanso y ponemos las máquinas en sentido descendente.

Esta vez lo haremos por la cuesta de cemento rayado (los que la habéis subido se que la recordaís sin duda alguna).

Samuel se pone primero y yo le intento seguir a escasos metros, entre derrape y cruzadas varias que mi, casi lisa rueda trasera, me obliga a realizar… jejeje

Abajo, otra paradita, para reunir al grupo.  Alguien ha tenido avería y esperamos unos minutos, que nuestras reporteras aprovechan para retratar.

El resto de la vuelta, sin más problemas (bueno, Marta pinchó pero se reparó rápidamente y Carmelo creo que no fumó EN TODO EL TRAYECTO DE VUELTA!!).

Por lo demás, sin nada reseñable a excepción del buen hacer tanto de Goyo e Iñaki (mi tocayo) con su buen hacer y del resto de la gente con la que seguro que volvemos a coincidir pedaleando porque fué todo un placer.

P.D: La Mery acabó como una campeona!!! y subío las cuestas sin bajarse (OLE OLE Y OLE!!!).

Domingo 30 – Carretera al Buste

8:00 AM suena el despertador, miro por la ventana nublado algo de chirimiri muy suave, viento y frío. Abro el cajón de la ropa kit de invierno a tutiplén sin ninguna duda.

A las 8:45 he quedado en el Elola con Cesar Aguado y juntos bajamos al parque de Murchante lugar de encuentro de los Karrikiris en cada salida.

Allí solo esperando estaba Diego de Tudela. Esperamos un poco y al ver que no aparecía nadie nos dispusimos rumbo a nuestra ruta improvisada. En principio la ruta era la de las tres cimas pero dado el frío que hacia y las ultimas lluvias decidimos cambiar y optamos por subir por carretera hasta el Buste, bajar a Borja y volver por Mallen.

Así que los tres mosqueteros, Bauti, Cesar y Diego nos pusimos manos a la obra.

Accediendo por la vía verde, nos salimos en Malon y ya por carretera Cunchillos y camino al Buste. El ritmo que llevamos es bastante alto y al poco empezamos a avistar nuestra subida del día El Buste.

La verdad es que mas que cuesta casi parecía un llano y ayudados por un viento a favor subimos como centellas manteniendo en todo la subida unos mas que aceptables 18 km/h mas menos.

Una vez arriba en los molinos eólicos nos para la guardia civil y nos comenta que esta cortada la carretera que hay un rally en Borja.

Decidimos seguir por el camino de los molinos y bajamos por la cuesta del peludo, una conocida nuestra, pero en formato subida.

Ya en Borja paramos a tomar un café y decidir estrategia, dado que nos tocaba cambio de dirección y el viento iba a ser en contra.

Al final salimos carretera rumbo a Mallen. Ya en marcha el viento empezó a azotarnos y tuvimos que rodar en fila dándonos relevos para mitigar en la medida de lo posible el impacto del viento que  nos daba fronto-lateral.

Por fin llegamos a Mallen realizando un esfuerzo importante pues el viento en vez de cesar cada vez era mas fuerte.

Ya en Mallen decidimos volver por el canal imperial, en este punto llevábamos unos 60 km y nos quedaban otros 30 mas menos para llegar a Tudela.

Una vez en el canal el rodar se hizo casi penitente pues ahora el viento nos tocaba justo de frente y corría con mucha fuerza, nos armamos de valor y avanzamos canal arriba. A mitad de camino comentábamos que llevábamos la misma velocidad y relación de engranajes que utilizamos para subir al Buste, el viento nos estaba simulando en una zona cómoda y llana, una subida considerable.

Llegando a la altura de Ribaforada las fuerzas empiezan a fallar y decidimos parar a comer algo para poder enfrentarnos a la parte final. Nos comimos unas barritas y a darle.

Por fin Tudela, 4 horas y media y 90 km que con el viento que tuvimos durante 40 km se hicieron más duros de lo normal.

Crónica: El Buste en plena Siberia (por el peludo)

Como anunciaba el calendario, hoy tocaba ascender el Buste por una cuesta mítica: «el peludo».

A las ocho  de la mañana salgo a mi jardín para ver que día nos esperaba. Duro poco menos de 3 segundos fuera. MADRE QUE FRÍO!!!

Saco el arsenal pesado contra el frío, mientras pienso en la poca concurrencia que tendrá la ruta de hoy, sobre todo, entre «los promesas» (hombre de poca fe, dirá algun@…y con razón).

Nada más salir de casa, el frío me golpea como si dos bofetadas me dieran en la cara… menos mal que no hace viento.

Llego al parque y no hay nadie.

Miro la temperatura que marca el cuenta kilómetros y me ofrece un -3º (…a ver si voy a salir solo…).

Ya dicen que Diós los cría y ellos se juntan… y está claro que hay mucho «taladrao», porque pese a la mañanita ha empezado a acudir gente como si repartiesen churros con chocolate.

Una vez llegados tod@s, y si no se me olvida nadie salíamos:

Guillermo, Marta Bonilla, Feliciano,Juan Carlos, Chelu, Samuel (con un pedazo bollo de desayuno que parecía una rueda de carro…), Enrique, Toñín, Isabel, Marta Gárriz, Arancha, Cope, Bautista,  Cesar, Eduardo y yo (Iñaki).

No habíamos avanzado más de 20 metros cuando veo un biker, de frente que viene en sentido contrario, mientras entre nosotros empezamos a decir ¿Quien es ese? Pues no se… ¿Ni idea? a lo que digo: Irreconocible!!!!

Sería la niebla, la falta de costumbre o el frío que no reconocía a mi padre tapado hasta las cejas (y no es una forma de hablar), que por fín y tras un año resistiéndose, volvía a probar una ruta con el grupo (en su favor diremos que la del año pasado…fue de órdago…).

Ahora sí que estábamos todos, así que reemprendemos la salida.

Dos cientos  metros más adelante, oigo a Chelu, desde atrás, llamarme a voces. Doy la vuelta y le veo junto a Marta Gárriz.

-«¿Tienes bomba de inflar de válvula gorda?»

-«Aquí hay de todo…»

Un minuto después y con la rueda de Marta más presentable, volvíamos a montar sobre la bici.

La niebla cerrada, no permitía grandes alardes visuales y al llegar a la salida del pueblo, no veíamos si el resto del grupo había ido por la carretera o por el camino de la estación hasta llegar al Saso.

Pienso: «Si han ido por carretera irán lentos, a ritmo del más lento, mientras que si van por camino, el trayecto es un poco más largo».

-«Vamos por carretera hasta el cruce y si metemos un poco de ritmo, les alcanzamos seguro».

En pocos minutos estábamos en el camino del Saso, y al no ver a nadie paramos para llamar por teléfono. Casualidad, antes de marcar, vemos detrás nuestra un montón de gente aproximándose. Son ellos!!.

Ya reunidos, rodamos a ritmo muy suave, a fin de que todo el mundo se sienta cómodo (y que no nos diera mucho el frío aire que se gastaba el día).

Así, relajados y charlando, pasamos ante las vacas de Arriazu, la puerta del Pago de Cirsus y nos encaramos hacia el Buste.

Llegados a la primera subidica, el grupo se estira, aunque culminando en el punto más alto, esperamos para reunirnos todos.

Caras de frío, que si a un@ le duelen los dedos de los pies, a otro los dedos y el resto de las extremidades…

Que si tu llevas las cejas blancas de hielo, pues tu las pestañas con una bolica de hielo en cada punta; ¿te has dado cuenta que la chaqueta está llena de escarcha?…

Pensando en esas cosas y entre chácharas y comentarios, pasaban los kilómetros, hasta que alguien pregunta

-«¿Eduardo?»

A lo que respondo:

-«¿Y Chelu? y…»

De repente suena un móvil:

-«donde estáis?»

Han parado a no se que y se han perdido.

-«¿y por donde?, Nooo todo recto, no lo dejéis…»

Cuelga el teléfono.

-«¿Donde están?»

Han dicho que…:

-«Aquí»

UhHHHHHHHHHHHHHHH??????

La cosa es que los astros nos favorecían y antes de terminar la conversación y aun con las caras de asombro por la respuesta telefónica, los perdidos estaban de nuevo con nosotros.

Llegados al cruce, seguimos recto al camino que empieza en los almendros.

Allí, dado que queda poco para que los promesas se separen de nosotros, les doy unas indicaciones de por donde tiene que subir.

Como Marcial ya había subido por la cuesta de pinos y Cope también ha rodado por la zona, todo es más fácil y en el siguiente cruce

el grupo promesas: Marta Garriz, Isabel, Cope, Arancha y Marcial se van a subir por la cuesta de los pinos.

Quedamos en que nos llamarán cuando lleguen arriba, ya que nosotros tenemos bastante más camino por delante y seguramente llegarán antes.

El resto del grupo, a partir de ese punto, encendemos el reactor y aumentamos considerablemente el ritmo, para entrar un poco en calor, mientras damos la vuelta a la meseta para llegar a Borja.

Es tanto el frío que antes de enfrentarnos a «la cuesta», decidimos tomar un café.

En este punto Juan Carlos, parece nacido en Borja, porque nos lleva, sin duda ni vacilación hasta un bar.

Mientras tomamos el café juna mujercica que desayunaba en el mismo sitio, nos dice, para que su amiga se diese cuenta:

-«¿A que venis todos los fines de semana?, sois de Ablitas, a que sí!!!»

A lo que Marta, responde

-«Somos de Murchante señora»

-«Ahhhhh…» (cara de poker de la mujercica…)

De nuevo sobre las bicis y con el estómago caliente, nos dirigimos «al peludo», mientras consulto con Samuel y Enrique, cómo es la cuesta (por aquello de dosificar…).

-«No tiene ni un descanso, rampas de entre el 18% y bastante del 20%»

-«»Ahhhhhh, pues que bien, …no??»

-«Y de longitud, la mediremos hoy pero… no se… ¿sobre un par de kilómetros?»

Llegados a la cuesta, «el peludo», resulta ser calvo, porque allí no crecen ni matojos…

Ya desde las primeras rampas, la cuesta se hace exigente y aunque Chelu no se lo creía, hoy iba a ir en plan conservador.

Justo empezar la primera rampa, me suena el móvil. Los promesas están arriba.

¿Plan conservador? Como para conservar está la cuestica… había que darlo todo!!!!

Y menos mal que aun podía jugar con tres piñones para mantener las pulsaciones a 10 de mi máximo…(por si la cosa se pone aun peor…).

Mientras… «los promesas», unos metros más abajo, lidiaban con sus propias situaciones y en medio de una bajada, «un@» (diremos que es una acróbata porque empieza a ser costumbre que realice «acrobacias»), intenta alcanzar su teléfono móvil, mientras con la otra mano consigue saltar de la bicicleta, para proceder con un grácil vuelo  y un aterrizaje limpio (los jueces le han puesto un 10 tanto en ejecución como en estilo).

Ya arriba, Guillermo se cae justo cuando se cruza con un Buggie que bajaba en ese instante y más de uno ha temido por su cabeza, al verla tan cerca de la rueda del aparato.

Esperamos a reunir el grupo y reemprendemos la marcha para bajar por una de nuestras subidas más habituales.

La primera rampa sin ser muy inclinada, tiene algunas piedras sueltas, lo que unido a que es cara norte, la temperatura y la niebla, hacían del sitio, el lugar propicio para la acumulación de hielo.

Me dispongo a bajar el primero, y a media rampa advierto.

-«Cuidado aquí!!!»

Cuando, de refilón veo a Samuel, bajar sin control hacia el terraplén (y bien poco le ha faltado…), aunque su pericia derrapando le ha permitido salvar la situación.

Salimos del pueblo del Buste, para bajar por la cuesta de hormigón.

Aquí los pesos pesados (más Samuel que con el pedazo de bollo de desayuno pesaba más que nosotros…), nos ponemos a bajar cual estampida de jabalíes.

Emocionados con la bajada, casi nos da un patatús cuando vemos un tractor subiendo de frente. MADREEEEE

Salvada la situación, reducimos, esperando que los que vienen más atrás lo sorteen del mismo modo y sin complicaciones.

Continuamos de cruce en cruce y de camino en camino hasta casa sin más cosas reseñables, aunque no llegamos a ver a «los promesas», hasta llegar al pueblo.

Algunos datos sobre la ruta:

  • La temperatura osciló entre 4 bajo cero y cero grados
  • Los promesas hicieron 50 Kilómetros muy meritorios
  • A nosotros nos han salido unos 70 Kilómetros
  • Algun@ va a arrasar el Decathlon el lunes (para comprar equipamiento para el frío).
  • El peludo, es una pedazo de cuesta pero Marta y yo nos la esperábamos aun peor (viniendo de Samuel y Enrique…).
  • En la cima del Buste hacía sol  y se veía la niebla debajo, muy bonita.
  • Dicen que con niebla no se puede cazar, pero hemos visto a alguno… como para fiarse de estos…
  • Uno estuvo cubateando ayer y esta mañana le ha venido muy cuesta arriba levantarse

Bardena Blanca (Laberinto de grietas)

Aprovechando que era día de fiesta y según lo anunciado, acudíamos al parque a las 8:30.

La mañana comenzaba fresca pero el cielo raso, la ausencia de viento y el incipiente sol ya hacían presagiar una mañana de verdadero lujo, en lo referente a temperatura.

Me sorprendía cuando al llegar al parque, nos vamos juntando casi todos los habituales y algún otro. Magnífico!!

Si no olvido a nadie, éramos:

Guillermo, Marta, Roberto, Samuel, Enrique, Jose Luís (Chelu), Daniel, Eduardo, Javi (Aouita), Toñín (Manolete) y yo (Iñaki)

La presencia de Javi, tenía un atractivo adicional, pues venía equipado con una cámara de vídeo con la que filmar, en vivo, la ruta, o trozos de la misma.

En breve nos hará llegar la película y la pondremos aquí.

Atravesamos el pueblo, en dirección a la cooperativa y tras el puente de la autopista, giramos a la derecha por el camino que lleva  a Tudela.

Ya en Tudela, pasamos por el casco viejo, para llegar al puente del Ebro.

Tras atravesar el Ebro, nos metemos en el camino de la izquierda que lleva hasta la recta de Arguedas.

Rodamos tranquilos, a sabiendas de que quedan muchos kilómetros por delante, así que charlamos mientras discurre la interminable recta a nuestra derecha (nosotros circulamos por un camino paralelo).

Nos acercamos a Arguedas y Roberto me dice:

-«Tienes pensado subir al Yugo por la carreterica?»

-«Si, hasta la mitad y después por camino»

-«Y si vamos por la cuesta que parte de la cooperativa de Arguedas?»

A pesar de que bajamos por esa cuesta, no hace mucho, no la recordaba y respondo:

-«Vale, es muy dura?»

A lo que me sonríe y contesta:

-«No la recuerdas? está bien…»

Esa respuesta me deja claro. Va a ser…potente…

En cuanto la veo, me viene a la cabeza. Pero si mas que camino, es un pedregal!!!

Pero ya era tarde.

Subimos como podemos, mientras clavo la mirada en el pulsómetro (arrrfff arfffff).

Minutos más tarde estamos en la parte asfaltada, mucho mas llevadera que nos lleva hasta la ermita de la Virgen del Yugo, y a partir de allí…BAJADA!!!!!!!

Nos lanzamos con el cuchillo entre los dientes y de reojo veo a Samuel a mi derecha que tampoco frena…

Aun veo la cara de uno de los ciclistas que ascendía y me vió acercarme a el, cual trolebus desbocado, hasta que me aparté de su camino…jijiji

Proseguimos hacia el plano, para subir por otra cuesta, llenica de nuevo de grava, pero aun estamos frescos y todos subimos con relativa facilidad.

Ya en el plano, no puedo evitar pensar en la bajada del «Vedado de Eguaras». Realmente la parte más bonita de la ruta y con mucho la que más me apetece hacer, por sus zonas técnicas, el paisaje y……

QUE ASCO!!!!

No no me he confundido.

Mientras pensaba yo en lo bien que nos lo íbamos a pasar…llegamos a la intersección que lleva a la zona en cuestión y encontramos el fatídico cartel BATIDA DE JAVAlÍ.

PERO ES QUE LOS PISTOLEROS ESTOS TIENEN QUE SEGUIRNOS ALLÁ DONDE VAMOS???!?!!?!?

La verdad es que aun me salió algo por la boca, pero la mayoría de los «poemas», que se me ocurrían me los guardaba…

Sin saber que hacer, seguimos adelante, en busca de una pista que nos permita bajar sin toparnos con los «Clint Eastwood de pacotilla».

Unos kilómetros más adelante vemos aparecer una entrada, al parece, poco transitada por la cantidad de hierba que crecía en el camino.

Sin saber exactamente a donde nos llevará, lo seguimos hasta comprobar que nos lleva de nuevo a la zona donde los cazadores siguen pegando tiros (y como Chelu dice… a los más grandes nos han de confundir…y Toñín encima va de negro…).

Nos damos la vuelta y activamos nuestro famosísimo «modo rotabator».

Campo a través, en busca de otro camino, nos acercamos hacia el cortado situado a la izquierda del vedado.

Durante nuestro trayecto, descubrimos un espécimen hembra de «excursionista campestre», escondida tras un montón de piedras, haciendo sus necesidades apartada de sus compañeros.

Por respeto, no nos quedamos mirando, pero me quedé con las ganas de ver la cara que se le quedó, cuando, tras buscar el sitio más discreto de las Bardenas, se pone a miccionar justo donde pasan nada menos que once ejemplares de «ciclista rotabatoris».

Tras atravesar varios campos llegamos al borde del precipicio, donde paramos a comer algo y disfrutar del paisaje.

Desde este punto, se divisa gran aprte de la Bardena y se contempla una impresionante vista del Castillo de Peñaflor.

Abajo, con chalecos naranjas, los cazadores y sus perros siguen disfrutando la zona para si solos.

Samuel, chico precavido. Saca una barra de pan y chorizo y junto a Enrique preparan bocadillos (estos si saben lo que es bueno).

Continuamos campo a través, con la idea de seguir por todo el cortado, hasta las cercanías del Castillo, donde hay menos altura y pensamos bajar…como podamos.

En estas estamos cuando llegamos a una pista que discurre en la misma dirección que llevamos y por suerte nos deja tras el castillo.

Abajo hay un cruce y decidimos ir por el ramal de la izquierda, pensando que tiene que llevar a Castill de tierra, próximo objetivo de la ruta.

Varios kilómetros más allá empieza la fiesta.

Llegamos a un punto en el que quedamos rodeados por un cañón (grieta hecha por el agua), de decenas de metros de ancho y bastantes de profundo.

La gente normal habría dado la vuelta, pero…nadie ha dicho que seamos normales…jejeje

Decidimos ver la forma de bajar al fondo y tras dar varias vueltas, conseguimos bajar e incluso rodar varias cientos de metros hasta que unos agujeros y escalones «importantes», nos cortan el paso.

Miramos a nuestra derecha y vemos que la pared de unos 8 metros de alto, parece «ascendible».

Sin pensarlo dos veces nos echamos las bicis al hombro, y agarrándonos a los matojos con las manos y derrapando con los pies, conseguimos subir.

Ya arriba, seguimos por un pedregal hasta llegar a la cima de una meseta, de la que hay que bajar…y bajamos (si bien alguno se encomendó a todos los santos antes de hacerlo…juasjuas).

En ese punto, nuestro explorador «Dani», se adelanta para comprobar que volvemos a estar en una encerrona, rodeados de cañones por todas partes.

Roberto, y Marta empiezan a intuir que lo mejor sería volver sobre nuestros pasos y alcanzar el último camino, dado que a lo lejos aun se ven unas casetas derruidas por donde pasaba dicho camino.

Mientras, por otro lado, Samuel, Enrique, Javi y yo mismo, gozamos como enanos, bajando por cuestas imposibles (que casi nos cuestan una vuelta de campana a más de uno).

Hacemos una última intentona de seguir un cañón y bajamos hasta él, pero al poco, Dani que va el primero nos dice que es imposible continuar.

Roberto, Marta  vuelven a poner la sensatez y nos instan a volver al camino, mientras Samuel, Enrique y yo, nos quedamos mirando a la espera de que cualquiera de los tres diga:

-«Pues nosotros seguimos por aquí…»

La verdad es que estábamos gozando como críos en un charco pero se nos debió iluminar algo y cedimos…

Subimos de nuevo a la superficie por el otro lado del cañón y tras atravesar campo a través una zona y sortear una gran grieta, llegamos al camino para volver sobre nuestros pasos.

Roberto hace uso del GPS (si yo ahora también me pregunto porqué no lo utilizamos antes pero…eso es ahora y no en ese momento), e indica que desde ahí ya sabe como ir a donde queremos.

Llegados al cruce, dodne empezó a torcerse la ruta, giramos a la izquierda para varios cientos de metros más allá, volver a desviarnos, ahora si por el camino correcto.

La pista es buena, y si no fuese por los típicos agujeros Bardeneros y las típicas grietas, el piso es bueno.

Algo más adelante llegamos a una zona que ya conocemos, pero que tiene su complicación porque es en ese punto, donde hay que cruzar el río y en esta zona…lleva algo de agua y barro por doquier.

Por la ribera del río y bajo la pared izquierda del cañon, vamos acercándonos al punto de mejor paso, hasta uqe no queda otro remedio que cruzar «a estilo libre».

Algunos salimos indemnes pero otros acaban saboreando el barro…jijiji

Una vez en la orilla correcta, salimos a la pista que circunda el polígono de tiro desde el monumento al pastor a Castill de tierra y hacia este último nos dirigimos.

Bajo la singular formación, nos detenemos ya seguros de conocer el resto de la ruta a la perfección y sabiendo que ya solo quedan 30 kilómtros hasta casa.

Continuamos hasta la carretera del cuartel militar, donde Marta, se despide, ya que vienen a por ella, y el resto continuamos hacia el alto de los aguilares.

Pasamos la verja y ascendemos la última cuestica del día, para encarar el camino que lleva hasta el final de la recta de Arguedas.

Está en mal estado y llenod e piedra, lo que hace que no sea agradable rodar por él.

Debe ser por eso que Enrique toma la cabecera del grupo e imprimner un ritmo, cuando menos serio.

Por encima de 30 Kmt/h de forma sostenida, hacemos los, aproximadamente 10 kilómetros de pista, siendo que el grupo se rompe y algunos quedan algo rezagados.

Llegamos a «la recta» y esperamos a que vengan el resto de compañeros.

Se está haciendo tarde y decidimos ir a Tudela, por carretera.

Cuando llevamos un par de kilómetros recorridos, miro el marcador…y vamos a la misma velocidad que por el camino (más relajados eso sí), con lo que llegamos al puente del Ebro en menos que canta un gallo.

Atravesando Tudela, por el casco viejo salimos de la población para llegar al camino que lleva a Murchante, y por el que bajamos horas antes.

Por fin en el pueblo, y tras 89 Kilómetros, podemos decir que fue una ruta muy muy bonita, donde la parte en la que no encontrábamos el camino correcto, le dio un toque de aventura, que ya hacía unos meses que no nos ocurría.

Notas:

Los chicos del «promesas», con Cesar (Cope) de guía, volvieron arreglar cuentas pendientes que tenían con el Buste.

Por lo que me han explicado, subieron por la cuesta cementada (la clásica rayada) y aunque con un par de descansos, Sara consiguió ascender montada.

El resto, de un modo u otro, subieron para disfrutar de las vistas desde el balcón.

Estos chicos empiezan a enfrentarse a cuestas serias, con lo que vamos a tener que tomárnoslos más en serio…jejeje

El jueves, durante la ruta a las Bardenas, alguien ya me indicó que cuando hacíamos la siguiente con los «promesas», así que habrá que empezar a pensar en una ruta que sirva de «despedida de año», no?

En cuanto tenga en mi poder las fotos de la ruta y el vídeo, las colgaré. Si los «promesas», hicisteis, podeis mandármelas y os las cuelgo, ok?

 

 

Celebramos la constitución…ascendiendo el Buste, por la cuesta del avión.

Estaba cantado.  Habíamos intentado ascender el Buste por la cuesta del avión (cara de Borja), varias veces y si no era por una batida de Javalí, era porque nos extraviábamos en la ruta. La cosa es que no había forma de subir por ahí.

Hoy volvíamos a intentarlo, esperando que, de una vez por todas, la suerte, nos permitiese ascender por esa ruta.

Salíamos del parque Guillermo, Dani, Eduardo y yo (Iñaki), porque Roberto y Oscar debían de realizar una pequeña reparación y saldrían más tarde «a nuestra caza».

Roberto, me preguntaba:

-«Llevas conectado el endomondo?, así veo donde estais en cada momento y vamos hacia vosotros.»

-«Sí, está conectado así que no tenéis pérdida.»

Salimos por la carretera del fútbol, hasta el cruce. Desde allí pasamos por encima del Tarazonica para entrar en el Saso.

El camino por el que rodamos, nos lleva a cruzar la carretera de Ablitas-Tudela en la recta y continuar, en perpendicular a ésta por un camino que nos acerca a las vacas de Arriazu y de allí a la entrada del Pago de Cirsus, situada en la carretera de Ablitas-Ribaforada.

Frente a la mencionada entrada, hay un camino que nos lleva directos al Buste.

Rodamos hasta la ladera, donde cambiamos de camino para rodear por la izquierda (visto desde Murchante), la meseta.

Una vez pasada la estanca y una granja, giramos para adentrarnos en un camino que lleva a la ansiada cuesta»del avión».

Rodamos tranquilos, mientras Eduardo, intenta tomar distancia de nosotros, antes de que llegue la cuesta y sale como alma que lleva el diablo.

Nosotros le vemos alejarse, y en la base de la cuesta, al abrigodel viento, aprovechamos para detenernos un instante, quitarnos ropa y beber.

La subida discurre entre pinos y cuenta con falsos llanos que permiten descansar algo entre repecho y repecho, lo que la hacen algo menos dura que otras que suben a esta meseta, y cuando no llevamos trescientos metros de subida, oigo ruidos entre los pinos de mi derecha.

El puzzle mental encaja en menos que canta un gallo:

Estamos en el Buste, zona de caza mayor, donde otras veces hemos visto carteles de batidas de Javalies y nosotros vamos cuesta arriba en terreno donde uno de estos cochinos salvajes puede enfadarse….maaaaaaaaaaaaaaalo.

Pregunto a Dani y Guillermo que vienen  a mi rueda pero ninguno ha escuchado nada. será mi imaginación? (desde la faena con la vaca de Arriazu de este verano mi cabeza no trabaja igual…). Por cierto, si quieres saber lo que pasó…pulsa AQUI.

Retomamos la ruta y empezamos a ascender a ritmo constante, una subida que tendrá unos dos kilómtros (a ojo de buen cubero…) y cuando damos la última curva y quedan unos 50 metros, vemos que Eduardo llega arriba, mientras yo sigo mirando de reojo por si algún  cochino cabreado nos sigue (a ver si van a ser bichos territoriales…jejeje).

Una vez arriba, damos media vuelta a la meseta para llegar hasta un sendero, que más de una vez hemos subido pero que tampoco habíamos descendido hasta la fecha.

Cuando llegamos al citado sendero, nos detenemos un instante para volver a ponernos ropa, ya que en esta ladera el viento si que pega y ya nos acompañará durante todo el resto de la jornada.

Bajamos tranquilos por el sendero que nos deja en la parte ma´s alta del pueblo del Buste, para desde allí, bajar por la que nosotros conocemos familiarmente como «la cuesta de los pinos».

Una vez en el camino que une el Buste con el Pago de Cirssus, progresamos tranquilamente, pero Eduardo, está empecinado en darse la paliza y demarra en solitario, para ser alcanzado más adelante…varias veces… (hoy has almorzado guindillas? jejeje).

Llegados a la carretera que une Ablitas con Ribaforada, volvemos a meternos por el camino de las vacas, desde donde bajamos al Saso y de allí al pueblo.

Han sido 68 Kmts, que saben a gloria por las ganas que teníamos de ascender por esta ruta y por fin podemos decir «desafío conseguido!!!» (mmmm… veo demasiada tele?…tendré que planteármelo…jijiji)

Notas:

  • Roberto y Oscar no nos han pillado, ni les hemos visto…(y nos consta que han ido hacía allí)
  • Nos consta porque más tarde he estado con Marta Garriz que me lo ha comentado y también me ha dicho que los del «promesas», también han llegado a la ladera del Buste pero no sabían como subir y les ha dado apuro llamarnos.

El buste, el peludo, el avión y otras cuestas singulares…

Debe ser a la tercera cuando va la vencida, porque las dos veces que hemos intentado ascender por la cuesta del avión (después explico lo del nombre), situada en la parte de Borja…no ha habido forma.

La primera vez, buscamos la dichosa cuesta de forma infructuosa, convirtiéndose la ruta en la que llamamos «Panorámicas del Buste» (lo vimos desde todos los ángulos pero no dimos con la dichosa  cuesta.

Esta vez contábamos con mejores explicaciones y se ha intentado de nuevo.

La cosa es que tras llegar a la parte «trasera» del Buste con un bochorno de aupa, hemos preguntado a un ciclista paisano, que rodaba apaciblemente por la zona.

Ha empezado a darnos el nombre de las cuestas, que si la del peludo no tiene descanso, que si la del avión va por pinos y es donde se estrelló un hércules hace años…

Finalmente hemos llegado a la conclusión de que la que buscábamos era la del avión y entre las explicaciones que ya les habían dado a Guillermo y Marta (menuda pareja de GPSs) más las del paisano…y tras volver de  un camino por el que  no era…HEMOS LLEGADO.

(es fácil: Se pasa la estanca en dirección borja, se llega a una granja y justo después hay una curva a la derecha. Pues JUSTO tras la curva sale una pista en dirección casi contraria que pica hacia arriba).

Por fin íbamos a subir la dichosa cuestica… porque ya que hemos subido las de la cara norte, había que cumplir con las de la cara que da a Borja…

Allí que empezamos a subir, y cuando llevamos ascendidas las primeras rampas… NO… NO PUEDE SER!!!

Una señal nos indica que unos cazadores están realizando una batida de javalí , lo que quiere decir que si te metes y te pegan un tiro…es problema tuyo (a parte del peligro de que en plena subida te caiga una «avalancha de Javalies a trote lechonero» azuzados por los perros…

Apesadumbrados y conscientes de que el destino ha decidido que no subamos por la cuestica de las narices, tenemos que dar la vuelta…

En vez de bajar a la pista, rodamos por un camino que no conocíamos y que circunda la meseta del Buste por la ladera, justo por donde empieza la línea de pinos.

El camino está bastante chulo y si no fuese porque aun hemos encontrado algún cazador situado fuera de la línea de la batida…habríamos ido tranquilos.

Mirando más a los pinos de nuestra izquierda (por si las avalanchas) que al camino y en dirección a la zona norte (la cara del Buste que da hacia Mmurchante), rodamos hasta llegar a la que nosotros llamamos, «la cuesta de los pinos».

De entre las que suben por esa cara, es la más suave pero aun así pone las pilas y hace que las pulsaciones suban lo suyo.

Animado, me pongo al lado de Oscar (machine-man), y empiezo a subir a SU ritmo, mientras que más atrás, vienen Guillermo y Dani.

De Marta que llevaba diciendo toda la mañana que no andaba fina…esperaba que a media cuesta pegase el tirón, pero debía de ser verdad y ha aguantado junto a Jose Luís.

Cuando quedaban 300 metros de cuesta, más que corazón, parecía que llevaba la tamborrada de San Sebastián en el pecho y derrotado, he tenido que bajar el ritmo, mientras contemplaba como Oscar seguía ascendiendo a ritmo de cohete. En ese momento Guillermo me ha adelantado y me he tenido que conformar con seguirle a rueda junto a Dani que ha terminado junto a mi.

Al poco han aparecido Chelu y Marta, y hemos proseguido lo que quedaba hasta el pueblo, de forma más tranquila.

Al llegar al pueblo: ascensión hasta la ermita (o así la llamamos nosotros), que es el punto más alto, al que se llega pasando por la casa de San Roque…(que sepais que está allí en el buste y en la puerta pone un cartel que lo deja bien claro…).

Tras unos minutos de parada, y por una vez NO hemos subido por el pedregal hasta los molinos, pues el tiempo iba transcurriendo y quedaba un trecho hasta casa.

La bajada, a nuestro estilo (estilo que Marta, poco a poco va adoptando…»Progresa adecuadamente»). Rodando por los caminos conocidos, bajando y con el viento a favor, la ruta se ve de otro modo, sino fuese porque alguno, en un cruce ha dicho: -«Por la izquierda, que va al mismo sitio…»

Un kilómetro más adelante, y como ya es tradición…camino cortado.

La gente normal, habría dado la vuelta, llegado al cruce y haber seguido por el camino conocido, pero ¿Quien ha dicho se seamos gente normal?

Labrao adelante, hemos pasado varias fincas para comprobar si «aquello del fondo», era camino (y suerte que lo era…). Según palabras de alguno, no hacemos BTT (bicicleta todo terreno) sino BTB (bicicleta todo barbecho), y empiezo a pensar que tiene razón…

Una vez cambiado del modo rotabator al modo bicicleta (nuestras bicis cuentan cono esos modos…), llegamos a un camino donde la máquina  de Dani pincha y tenemos que cambiar la cámara. Bueno, 5 minutos y adelante.

Más adelante pasamos por unos aspersores de riego que apuntan en dirección contraria al camino. Pese a ello, el viento llevaba el agua hasta éste y hemos tenido que pasar a toda mecha para mojarnos lo menos posible.

A buen paso, y por «el saso», volvemos a casa con la espina de no haber subido la cuesta del avión, pero…VOLVEREMOS…;-)