Abro un ojo… me duele todo!!!
Mis riñones parecen recién pasados por una picadora de carne…
Hoy vamos a Yerga (esto empieza a parecerse a la película del día de la marmota aquella…). La verdad es que la ruta es chula pero en un invierno subir cuatro veces… (cuatro? sí, creo que sí…).
Pero esto es así, y como solamente andan andanadas de viento tipo Katrina… disfrutemos de la mañana…
En el parque esperábamos multitudes (miles y miles de bikers) esperando acompañarnos, pero vino Chelu, después Guillermo y Dani con Iñigo (hoy nos acompaña por primera vez)… un grupete de tudelanos (Bauti, Diego y Patxi) y finalmente Samuel que casi se queda a ver a Alonso. Ah, es verdad… un dolorido Iñaki, estaba por allí, aun preguntándose porqué tenía que haberse levantado a esas horas para seguir auto-flagelándose los riñones…
Como dijo una vez Confucio (o fué Samuel…):
-«Un Karrikiri no se rinde nunca. Si hace falta, pedalea con las manos!!!»
Y repitiéndome la frasecita una y otra vez, bajamos la cuesta para pasar junto al almacén de Jisman…
Con un viento de esos que nunca quieres para andar en bici, pasamos por el estrecho y el boquerón. Poco más tarde estamos en Cintruénigo.
Salimos del planeta Cirbón, por carretera, hacia Fitero, pero poco dura nuestro rodar por asfalto, ya que en el cruce con desvío a Corella, nos metemos por un camino (y que camino…) ya enfilando hacia Yerga.
A decir verdad, el camino, cuando es en sentido descendente es una gozada. Saltos, pedrusqueros, grietas (para saltarlas…) y un sin fin de «particularidades» que lo hacen… «diferente».
Ahora, a la hora de subirlo, es otra cosa.
Cuando no se le mete una mata voladora a uno en el cambio, saltaba una piedra disparada por la rueda de otro o alguien metía la rueda en algún socavón y tenía que poner pie a tierra. Pero… esto es mountain bike…
Doler, duele, pero como si del rosario se tratase, voy recitando la frase/mantra de Samuel a ver si con eso me olvido de los riñones.
Pasamos la carretera de Alfaro-Grávalos, mientras Guillermo nos señala la localización aproximada del Hotel Palafox, por si alguno quiere ir a almorzar…otro día…
Un kilómetro y pico después de cruzar la carretera, estamos disfrutando de una barrita. ahora empieza lo bueno.
Arrancamos de nuevo, y encaramos el trozo más duro de la mañana. Son unos tres kilómetros de rampas más duras que las del propio monte Yerga. Las piernas me responden así que voy dándole, pero a cada pedalada
ni mantra ni tontadas!! Se me parte la espalda!!
Aguanto la parte dura, pero tengo que bajar el ritmo y ya…
Bauti, Diego e Iñigo se van y bajo el ritmo agachando el torso para estirar los musculos… «Cagüen tooo»
Subo tranquilo. Quedan casi 10 kilómetros de subida así que ya me pillarán y subo con el resto…
No vienen… Y me como todo el viento…
«Un Karrikiri no se rinde…. » si pillo aquí a Samuel… le arreo con un canto rodao…
Finalmente, solo me como todo el viento y subo hasta arriba.
Yo: -«Llevais mucho rato?»
Diego: -«Hombre llevamos ya unos minutos… hemos subido a saco…»
Yo: -«Pues algo ha pasado por detrás porque me tenían que haber pillado. Vamos a ir bajando…»
Descendemos desde el repetidor a la pista y al poco nos encontramos con el resto que suben.
Unos han ido a su ritmo y otros han tenido mal día subiendo… pues si que estamos bien..
Pido algo para el dolor y el boticario, Chelu, me da un ibuprofeno (creo porque me lo tomé sin mirar mucho…). Samuel que anda con dolor de cabeza también tira de botica.
(pensando ahora, seguro que le dolía por las maldiciones que le echaba yo subiendo acordándome de la frasecica… a ver si voy a ser como los santeros del Budú…)
Samuel quiere estar en casa a la una. Quedan 40 kilómetros, con una bajada muy muy mala, un camino divertido pero complicado…. y son las 11:45.
Diego:-«Imposible Samuel..»
Empezamos a bajar y pese a que Diego advierte que es mejor por la otra bajada, yo me empeño en descender por donde hemos subido. En mucho peor estado y más revirada en pos de un menor kilometraje
para llegar antes… al poco estoy convencido… Diego tenía razón… pero ya no hay vuelta atrás.
A media bajada parece que la pastilla me empieza a hacer efecto y se me empieza a pasar el dolor… que biennnnnn.
Para cuando llegamos abajo, estoy como un chavalín… solo una leve molestia…. BIENNNNN!!!!!
Ahora tengo ganas de dar pedales y divertirme, que ya era hora.
Bajando, viento a favor, ganas de pedalear y un camino… divertido …. jujuju
Miro de reojo y tras de mi, Samuel, pedalea como loco para no perder coba… el marcador señala casi 60 Km/h.
Saltico, derrape, otro saltico… eeeeuhhhhhh la curva uffff…..
Y llegamos a la carretera de Alfaro. Ya hemos calentado…
Nos metemos de nuevo en el camino que lleva a Cintruénigo, y este tiene más tela…
De fondo se oye:
-«Suaveeeeeeeee, suaveeeeeeee….»
Y de rato en rato bajamos ritmo… pero nos hierve la sangre bajando… que ganas de darle fuerte…
En Cintruénigo, queda patente que hemos calculado muy justa el agua y la mitad de nosotros NO llevamos ya nada en la mochila…
Gracias a Dani que nos deja dar un trago, reanudamos hasta casa, porque en ese pueblo, tienen cerradas todas las fuentes… (debe ser la crisis…).
Bajando por el boquerón, hay ganas de darle pero hay alguno con un bajoncillo y vamos regulando…
Por fin, llegamos a Murchante.
Qué horas es Sam:
-«La una en punto.»
🙂
¡¡QUE VIVA EL IBUPROFENO!!!!