Crónica: A Sancho Abarca: de pinchazo en pinchazo, y vuelta a pinchar, porque toca.( 29-11-2015)

En Tudela esperamos Inés, yo (Patxi) más dos amigos, Vicente y Oscar.

Nos sumamos al grupo de Murchante. Chelu, Iñaki, Guillermo, José, Roberto, Antonio Nonin y Unai, rodando un total de 12 madrugadores.

Cruzamos el puente dirección a la Negra con destino al Santuario de Sancho Abarca. Avanzamos jugueteando como críos por los toboganes junto a la carretera de Ejea para finalizar en esa cuestecilla corta pero empinada que a veces se sube sobre la bici, y otras no.

Nos desviamos en el km 12 hacía Portillolobo para encarar la subida de otra pendiente, ésta más larga y desafiante que nos dejará directamente sobre la Negra (paraje natural, no señora hiperpigmentada).

Aunque empezamos a subirla como buenos amigos y compañeros, al final la cabra tira al monte y veo por delante Iñaki, Unai, Roberto y manoletes que se van haciendo más pequeñitos con la distancia, ellos contarán en que acabó la cosa, yo solo puedo describir lo bonito del paisaje que bla,bla,bla (vaya, que no me apetecía ni podía forzar mucho la maquinaría).

Describo la anécdota de un individuo/persona humana con casco que bajaba en bici cuesta abajo, pero los ruedines traseros no debían caberle por la pista y mira que es ancha: aún se atrevió a amonestarnos por no echarnos al lado que quería él, recibió alguna contestación merecida que no pudo discutir porque para ello hubiera tenido que volver a subir, y no se le veía ni muy en forma ni muy educado. (además los esféricos centrales le debían pesar mogollón, es lo único que justifica que uno que baja descansado no tenga la cortesía de dejar paso a los que suben jadeando)

Agrupamos y llaneamos por buena pista por la que a ratos alguno tira que da gusto para el que pueda seguir ritmo. (Roberto, Iñaki…) y llegamos a la última pendiente en Sancho Abarca que algunos la suben al modo tradicional y otros optamos por el alternativo, escaleras arriba, que poderse se puede, haciendo el cabra loca. Resulta divertido y lo mejor es que se llega antes que por la pista.

En el bar tomamos alguna bebida al sol mientras esperamos al resto del grupo que no acaba de llegar. Luego nos enteramos de que Chelu ha tenido pinchazo y ha utilizado la espuma/nata para arreglarlo.

Llegamos a las cabañas de Farrique para descender por la Hoyaza. Me quedo él último (siempre quedará la duda de si por cortesía o capacidad) y encuentro a José y Carlos junto a la bici malherida de Chelu: sigue teniendo fuga de aire en la rueda trasera pese a la espuma. El equipo de sabios decidimos cambiar la cámara. La puñetera cubierta se resiste a destalonarse pero Sierra hace gala de la furia murchantina y la goma salta de la llanta sin rechistar. Chelu y José hacen el guarrete quitando con un calcetín viejo la espuma de la cubierta. Saco la cámara con liquido antipinchazos, intentan hincharla con una bombona de gas pero el obús se queda insertado en el adaptador y la válvula se queda sin él. Afortunadamente llevamos un obús de repuesto aunque Carlos intenta desenroscarlo con los dientes y se casca una paleta. Nosotros risas, Carlo no, el dentista si. Por fin, conseguimos montar la rueda y alcanzamos al grupo.

Encaramos hacía Fustiñana por carretera para acortar la vuelta a casa. Hace aire y el regreso de Sancho Abarca suele pasar factura con los kilómetros y el aire en contra. Oscar, Vicente, Roberto, Antonio y Nonin vuelven junto al canal a mayor velocidad. Mientras el pelotón carrikiri culebrea por el arcen de la carretera hasta que…otro pinchazo. La rueda trasera de Guillermo no ha soportado la velocidad ni su peso y  se ha deshinchado. La arreglamos y mal que bien conseguimos llegar a Tudela donde nos despedimos.

Dicen las malas lenguas que Guillermo aún pinchó otra vez, y que hay una foto en la que porta la bici en un hombro y la rueda en una mano, y suena una música triste mientras «una voz en off» pide donaciones para pagarle la vuelta a Murchante en taxi o burra, lo que sea, pero bici…no.

Crónica: Bikers en la niebla (Sin Sigourney Weaver)

El sábado, nos ofrecía una mañana espectacular.

Ni un atisbo de viento, sol, temperatura medianamente agradable para las fechas en las que nos encontramos…

Y llegó el domingo:

Al mirar por la ventana…no se veía nada (al menos desde mi casa. He dicho que soy Iñaki?).

Y no se veía porque apenas había amanecido, pero minutos después, cuando se suponía que ya había amanecido, el campo visual era prácticamente el mismo. Una densa capa de niebla me anunciaba que sería una ruta, fría y húmeda.

Nada más salir de casa, coincido con Carlos (Sierra) y subimos juntos temblando, calle mayor, arriba…

Llegamos los primeros al parque, si bien, no tardando mucho, aparecen Guillermo, Jose (Valenciano incombustible), Chelu.

Suena un teléfono, pero entre los guantes y otros aparatajes, no deja de sonar antes de que su dueño, lo descuelgue.

Seguido suena el mío (va a ser alguno al grito de: «ESPERENMEEE!!!»).

El otro telefonista ya a accedido a su móvil así que en beneficio de unas manos calientes, dejo que suene hasta que deja de hacerlo y entonces Chelu consigue hablar con el telefonista:

-Sancho Abarca

– Bien, te esperamos.

– Vale, vamos hacia allí. No no subas que bajamos nosotros…

Cuelga.

-«Toño Manolete» que viene.

Cruzamos el pueblo y después de esperarlo unos minutos, aparece y emprendemos la marcha hacia Tudela.

Bajamos la cuesta de la cooperativa y cruzamos el canal.

Si la sensación de frío ya era intensa, este punto la acrecienta.

Por suerte no corre ni una brizna de viento pero la temperatura es muy baja y por primera vez en años, me duelen los dedos con los guantes gordos de invierno.

Llegamos al puente del Ebro, con los oídos «pintándonos».

El que provoca semejante sensación, es Cesar que está «gruñendo», junto a Diego y Patxi.

-«Estos se retrasan, no vienen… aquí nos pasmamos, yo me voy ehhh!!!»

Continuamos junto a la carretera de Ejea, a través del sendero y toboganes y con el divertimento se nos olvida un poco el frío reinante.

Cruzamos el cauce de un río seco, y se oye:

-«Quita moñas!!»

Y acto seguido vemos a un biker «triparriba». jijiji (no recuerdo quien era… y ahora que lo pienso tampoco sé quien era «el moñas»)

Cruzamos la carretera y acto seguido nos detenemos para comer algo.

Al poco continuamos y avanzamos hacia la plana de la negra.

La subida es dura y nos la tomamos con tranquilidad.

Por fin, arriba, vemos el sol. Bajo nuestros pies, un manto de nubes que se extiende hasta el horizonte en cualquiera dirección a la que miremos.

Una vez reunido el grupo,  emprendemos a pedalear otra vez.

Pasan los kilómetros y hay a quien le empieza a marcar reserva «la gasolina».

Reducimos el paso con el punto de mira en los molinos de viento que se ven al fondo, sabedores de que cerca de estos sirven café caliente en el hotel/santuario de Sancho Abarca).

Unos minutos después, estamos disfrutando del calor que desprende la infusión.

Discutimos por donde volver, para no alargarlo en exceso (más aun viendo que hay alguno que lo va a pasar mal…) pero intentando hacer la ruta atractiva.

Diego, lo tiene claro: Bajaremos por «la ollaza».

Hace un par de años que no transitamos ese camino (desde que subimos por allí con nuestros amigos de Buñuel) peor recuerdo que la bajada tenía bastante pendiente y estaba rota, lo que unido a la poca visibilidad, nos hace extremar la precaución.

Cuando empieza la cuesta, miro arriba, consciente de que no vamos a volver a ver el sol, en el resto de ruta (otra vez a las tinieblas…).

Bajo tras Cesar, sin atreverme a adelantarlo, mientras en las gafas se acumulan las minúsculas gotas de agua de la niebla. Un par de minutos después, no vemos un carajo.

La bajada cada vez se torna más inclinada y cunado menos nos lo esperábamos…

DOS LUCES ROJAS

Arrrrggggg, Alarm, alarm!!!

Ancla al suelo, frenos, paracaídas…y conseguimos frenar…uf uf uff.

Cesar, dice que es el todo terreno del Guarda.

No nos atrevemos a adelantarlo,pero poco después, se detiene.

Cuando paso junto a la ventanilla, la bajan:

-«Escuchábamos voces pero no os veíamos  (pues estábamos a escasos dos metros del parachoques trasero…), creíamos que era algún cazador que no se aguantaba y por eso hemos parado, a ver si escuchábamos mejor…»

-«De momento no llevamos escopetas :-)»

Continuamos hacia el punto con más pendiente de la cuesta y bajamos como podemos.

Cuando ya casi llegamos abajo, Cesar, tras de mi, la emprende a cantar a lo Camarón:

-«Ahiiiiiiii, ahi ahi ahiiiiii yayayaiiiiaiiyiaiyiaaaaa»

Acabo la curva y miro atrás con una sonrisa, mientras lo veo luchando para no salirse del camino, entre gravilla húmeda, grietas y una curva que le pone a prueba,

Abajo, esperamos al resto y con el grupo reunido de nuevo, proseguimos.

En cuanto arrancamos, alguien echa el alto. Hay un compañero que va cargado de gemelos y cuádriceps. Pobre hombre, no le queda nada!!!

Estamos a algo menos de 45 kilómetros de casa, en una zona que es difícil de explicar para que vengan a por nadie en coche, en una mañana con niebla espesa y un compañero rueda sin gasolina en los músculos (cóctel explosivo).

La parte buena: que es un campeón. No se rinde y empieza una carrera de aprovisionamiento de glucógeno que no parará hasta casa.

Intentando que no se pase para evitar un pico insulínico, le vamos animando a que coma, barritas, plátano y glucosa, mientras dejamos atrás un kilómetro tras otro.

Llegamos a la carretera que va de Fustiñana a Tauste y Toño pregunta donde estamos.

Le explico y me mira con cara de: «Me has dejado como estaba» peor unos minutos después dice que sabe exactamente donde y que nos faltan unos 8 kilómetros hasta Fustiñana.

Progresamos a ritmo suave y al menos así, aguanta todo el grupo unido, hasta que llegamos a la citada población.

Queremos evitar carretera a toda costa ( sin visibilidad, no te puedes fiar de los coches) y optamos por ir hacia Ribaforada, y de allí al Vocal.

La mínima cuesta, rampa pendiente o charco, hace que nuestro compañero ponga cara de sufrimiento pero avanzamos y conseguimos dejar atrás el Vocal y llegar a Fontellas, desde donde emprendemos ruta hacia la rotonda de Eroski.

Los Tudelanos, se van  y nosotros, cruzamos el puente para enlazar con un camino, paralelo a la autovía y de allí tomar el Tarazonica.

El pobre mozo, va desencajado, pero va… que no es poco.

A base de chutes de glucosa, avanza mientras le ayudamos en lo posible cuando el terreno se inclina.

Ya cerca de Murchante, rodamos junto al canal.

Tenemos que atravesar una cadena, por un hueco. Pasamos todos, siendo yo el penúltimo y él finalizando grupo.

Paso y acto seguido escucho:

-«Clonch cotoclonch!!!»

Miro atrás y lo veo acostado encima de un bardal. Lo que le faltaba!!!

Por suerte está bien y al montar en la bici, consciente de que ya es tarde me dice:

-«Mi mujer no se va a creer todo lo que está pasando y creerá que exagero…»

jijijijiji

Un kilómetro y pico más allá podemos ver las primeras casas del pueblo y se le enciende una sonrisa en la cara.

-«Hace rato que no se quien pedalea, pero no soy yo!!!»

Al final de ruta, salen 90 kilómetros de frío y niebla, pero… no compramos ropa de invierno? pues habrá que darle uso, no?

Crónica de una ruta rara rara rara…

La verdad es que teníamos ganas de ir juntando a l@s Karrikiris tras el verano y por ello pensamos en hacer una salida en la que todos pudiéramos salir a gusto, pero dando por hecho que algunos recortarían unos 20 kilómetros para hacer algo acorde a las posibilidades de cada cual.

El problema apareció en forma de lluvia el viernes (y de que forma, oiga!!), lo que implicaba que la Bardena estaría impracticable y por tanto nuestra ruta se diluía como si de humo se tratase.

Sin tiempo para reorganizar otra cosa, algunos hablábamos por el chat y se quedó en una nueva pero que ya no estaba pensada para todos lo niveles  (gran fallo, que nos pudo mas las ganas de rodar que la de organizar algo para todos, la verdad…).

El domingo salíamos del parque Guillermo, Chelu, Samuel, Roberto, y un servidor (Iñaki) que nos sumábamos a, a los que se nos sumaban.. 🙂  Bauti, Cesar Aguado y Diego en el puente del Ebro.

Salíamos a Sancho Abarca, ruta larga de unos 115 kmts aprox. A las 9:25 estábamos bajo la plana de la negra, cuando a Samuel le suena el teléfono:

-«Soy Jóse, donde estáis que al final he salido y estoy en Fustiñana… por el cementerio…»

-«Bufff, como te explico… Nada, ocntinúa hacia arriba que bajamos a tu encuentro…»

Cuelga.

-«Que Jóse?»

-«El Valenciano.»

-«Ahhh vale, pues nada nada, a por el mozo que no se conoce estos lares…»

Resumiré la bajada diciendo que entre pinchazos paradas y llamadas de unos a otros se nos fué mas de hora y media).

-«Jóse, donde estas??»

-«No se…En unos molinos»

-«En unos molinos???»

Miramos a nuestro alrededor (hasta el horizonte)…

-«Pero si aquí no hay molinos!!!»

El pobre mozo, perdido, encuentra un pastor y le pregunta…

-«Que dice que está en los molinos de Cabanillas!!!»

A todo esto, mientras en medio del camino Samuel pincha la rueda y tenemos que detenernos
parte del grupo a esperar que selle el boquete…

-«Ahhhhhhhhhhhhhhh… osea que se había confundido de pueblo…»

Bajamos a por él  tras varias llamadas más… nos reunimos en la entrada de Fustiñana.

-«Es muy tarde como para ir a Sancho Abarca… vamos a hacer algo por aquí para salvar la mañana»

Por fin, con un viento «in crescendo», decidimos subir hasta la cuesta del hierro, para seguir por los molinos de Cabanillas.

Cuando estamos bajando hacia Tudela, Cesar se detiene en medio de la cuesta mientras Samuel y yo nos lanzamos a todo lo que da la bici (que no es mucho por el viento frontal…).

Ya abajo, al dar un salto, noto que la rueda trasera va baja de presión y tengo que proceder a inflarla un poco.

Aparece Chelu y de repente empieza a bailar como el cantante de «Europe» en «The final Conuntdown» a cabezazo limpio mientras berrea…

Tal alarde de arte y dedicación artística casi nos hace saltar las lágrimas a Samuel y a mi, hasta que…

Resulta que no le ha dado la vena artística sino que; una abeja, dentro del casco, se afana en taladrarle la azotea!!!

Tras el suceso, le examinamos cual familia de macacos desparasitándose mutuamente y diagnosticamos que la abeja ha fallecido. Chelu sigue  vivito y coleando.

Al final bajan, Cesar «and company» que han tenido avería.

La cosa es que viendo que ni elementos ni deidades quieren vernos hoy sobre las monturas, decidimos poner rumbo a casa donde daremos buena cuenta de la comida…(aun sin merecerla del todo  si a merito deportivo se refiere).

Al final Jóse se portó como un campeón y pese a ir un poco perjudicado, llegó con el grupo y una sonrisa en la cara (que no es poco cuando el día se te complica). Esperamos que repitas… pero en esa te guiamos desde casa nosotros, ok? 🙂

P.D: Aun no sabemos qué ni donde ni nada de nada, pero el fin de semana que viene, organizaremos una ruta CORTA (máximo 60kmts), sin tecnicidades y apta para tod@s los miembros del club… a ver si conseguimos poneros cara (que se nos están olvidando las de algun@s) y seguro que lo pasamos bien. Propuestas de ruta? (dejadlas en comentarios…)

Crónica: Sancho Abarca

La verdad es que aun no tengo clara la razón por la cual, este fin de semana no se reflejaba en el calendario KarrikiriBTT con la correspondiente ruta. Posiblemente cuando lo hicimos pensamos que serían Carnavales en vez del anterior?

El viernes charlando entre unos y otros,a alguien se le ocurre una posible ruta:

-«Y si vamos a Sancho Abarca?»

Casualidad la semana anterior, «alguien», me había dicho que una vez fué y que nunca más!!!

Así que escribo el e-mail avisando del adelanto de la hora de salida a los socios… y se me trabaron los dedos al poner a donde íbamos (sin MUCHA mala intención..jejeje).

Algo debía de olerse la persona en cuestión… que no acudió a la cita.

Los que si acudieron fueron: Enrique, Guillermo, Marta, Cesar Aguado y yo (Iñaki).

Aunque Cesar se empeñaba en decir que no hacía frío… Enrique y yo íbamos hablando de lo pasmados que estábamos mientras bajábamos a Tudela.

En el puente del Ebro nos esperaba Diego y tras saludarnos, proseguimos nuestro camino.

Pasamos tras la papelera y nos metemos en la cañada para posteriormente cambiar el rumbo. Si inicialmente iríamos paralelos a la carretera de Ejea, pensamos en una nueva ruta que nos permitiese ir más «ligeros» en cuanto al ritmo.

Nos metemos durante unos trescientos metros en la carretera de Cabanillas hasta dar con un camino que circunda el pueblo «por encima del mismo» y que posteriormente nos dejará en Fustiñana.

Vamos hacia Portimayor, ascendiendo durante algunos kilómetros por rampas no muy fuertes. Al fondo, se divisa la plana de la negra.

Hoy tenemos una premisa… llegar a la hora de comer «SI o SI», ya que de ello depende que alguien no nos corte partes
apreciadas de nuestra anatomía…

Al grito de «Venga que no llego!!!, Veeeenga que no llego!!!» avanzamos a un ritmo que dudo podamos mantener el resto de la ruta.

Empezamos la ascensión de una cuesta a la que no tengo especial cariño (la Z que sube a la plana de la negra).

Las primeras rampas que a ojo, tendrán un kilómetro son las más duras y el terreno está rizado por el paso de algún tractor…

Como siempre los escaladores Tudelanos, nos sacan unos metros, mientras el resto ascendemos en bloque.

Una vez arriba, las sensaciones no son malas, y eso que pensaba que tras el tute de los kilómetros anteriores lo pagaríamos en ese punto.

No nos da tiempo ni de ver el paisaje.

-«Venga que no llego a comeeeerrrrrr!!!»

Parece el encierro del 7 de Julio, vamos cual mozo ante las astas del morlaco a todo meter.

Por suerte, algunos conocen la ruta por lo que solo tenemos que preocuparnos de dar pedales y agachar la cabeza.

-«Vengaaaaa que a las dos tengo que estar en casaaaaa» (no se callará….)

Enrique me dice:

-«Menuda media llevamos hoy… y eso que vamos subiendo…»

En plato grande y jugando con los piñones más pequeños, atravesamos toda la plana hasta la zona que sale de las Bardenas. Allí, aprovechando las corrientes de aire ascendentes, hay un grupo de Buitres esperando que alguno no pueda mantener el ritmo.

Al fondo y entre la persistente niebla que nos acompaña toda la mañana, se ve el pié de repetidores de telefonía, lo cual advierte que no queda mucho para Sancho Abarca.

Tan apresurados vamos, que para cuando quiero prepararme para la última rampa… han pedido los cafés y estamos dando cuenta de un MINI almuerzo.

Allí están 3 amigos de Buñuel con quienes charlamos, hasta que se van siguiendo su ruta.

Allí se cumple otro tópico: Termino el útimo el bocadillo y casi tengo que beberme el café como si de un machacado se tratase (mano encima, golpe en la mesa y pa´ dentro).

-«Vengaaaaaaa»

Llevamos ya unos 50 kilómetros y el ritmo ha sido muy alto, por lo que la pregunta es: Aguantaremos así hasta casa? Nos pasará factura cuando pesen los kilómetros?

-«Vengaaaaaa» (ni pensar deja…!!!)

Bajamos del hotel de Sancho Abarca y tras escasos dos kilómetros, nos cruzamos con una cuadrilla de BTTeros del club KEA, lo que nos sorprende, ya que están un tanto lejos de su lugar de origen. Nos saludamos y proseguimos.

La cuesta de Santo Domingo, pero llena de Miuras parece el camino, porque aquí… tonto el último…

No miramos ni pulsómetro ni velocidad,  solo pensamos en no perder rueda y dar el relevo en cuanto toca…

..Hasta que encontramos a los chicos de Buñuel. Reducimos un pelín el paso y ya junto a nuestros amigos, nos acercamos a la «Z», esta vez… en sentido contrario (hacia abajo!!).

Antes de bajar, nos detenemos un instante para que alguno descargue, a lo que  se oye:

-«Venga Vengaaaaa que no llego a la comida!!!!»

Salen disparados mientras yo dejo hacer a la gravedad…

Cuando adelanto a Guillermo a toda velocidad dice que él va a 67 km/h… es mejor estar atento al camino.

Estoy a punto de dar alcance a los primeros cuando veo una mano levantada. Coche!!!!

Uffff, pasamos y ha que volver a frenar en la curva cerrada que viene a continuación…

Seguimos disfrutando de la bajada hasta que termina lo bueno y el terreno vuelve a ponerse horizontal.

El grupo se reúne y aunque vamos charlando… el ritmo es bastante majo.

Bajamos hacia Fustiñana y los chicos de Buñuel deciden acompañarnos ya que tienen poco hasta su pueblo.

Vamos algo más relajados pero aun así, Enrique se me pone al lado:

-«A 32 Km/h, jujuju «

Llegados a Fustiñana, nos despedimos de los tres mozos y atravesamos el pueblo por su centro para salir en dirección a Ribaforada.  Los que hoy hacen de guías parece que han echado algo de Cognac a su café y van decidiendo la ruta conforme cambia el aire (jijiji) a lo cual alguien va ronroneando:

-«Ya verás como al final no llego… ya lo verás…»

En Ribaforada tenemos que esperar a que un superrebaño de ovejas cruce el puente, hasta que nos damos euncta de que el camino que queremos tomar está cortado más adelante. Cambio de rumbo.

Salimos en busca del canal de Lodosa para seguirlo, si bien cuando estamos para entrar, los del carajillo, deciden que es mejor ir al pago de Cirsus (al «Chateau» dijeron), y de allí, junto a las vacas de Arriazu (mira que nos conocen…) encarar hacia el Saso para llegar a la hora prevista.

Atravesado el Saso y llegados a la antígua estación de tren de Murchante, los Tudelanos, se despiden para bajar por el Tarazonica mientras nosotros encaramos hacia el pueblo con un hambre que…

-«VENGAAAAAAAA!!!!!!!!!!»

Finalmente sobre la 13:15 estamos en casa tras 100 kilómetros hechos, en modo rally.

Cuenta la leyenda que, quien metía prisa, llegó a la comida e incluso le dio tiempo de lavar la bici antes de ir a la celebración.

Una ruta que seguro que nos vale como entreno para ir a Javier con las piernas un poco más hechas… o deshechas…jejeje

Sancho Abarca: Romería con el C.C. Aguilar de Buñuel

Había que estar a las 8 en Buñuel en disposición de salir, y por tanto había que madrugar…

Es la razón por la que no fuimos a Buñuel en bici y hemos optado por desplazarnos allí en coches.

En uno Chelu y Guillermo, en otro Roberto y Cesar Aguado y por último en un tercer vehículo Marta y yo (Iñaki), salíamos»aproximadamente»
a las 7:15 de Murchante y quedábamos en la gasolinera de Caprabo para montar la bici de Cesar y continuar todos juntos.

Parábamos junto a casa de Paco (nuestro anfitrión) y tras desmontar las bicis de los porta bicis, y pasar algo de frío… salíamos hacia el polideportivo, lugar oficial de salida.

Mientras tomábamos un café en el bar de las instalaciones deportivas, más y más ciclistas de Buñuel se unían al grupo.

A la hora acordada, partíamos 29 (creo) hacia Sancho Abarca.

A ritmo suave, salíamos por los sotos del Ebro, hasta cruzar la carretera de Tauste y empezar a subir por una pista que sin tener excesivo desnivel, a iba ascendiendo con la ermita al fondo, sobre uno de los «cabezos» más altos de la zona.

Enseguida José tomaba la delantera en solitario, y mientras los demás iban de cháchara y conversando tranquilamente, nosotros íbamos a un paso suave pero constante que nos hacía distanciarnos (casi todo el rato de forma inconsciente) del resto del grupo, con la vista puesta en José que seguía allí delante a un par de cientos de metros.

Tras unos 20 kilómetros, la pista asciende de forma brusca, señal de que estamos cerca de nuestro destino y había que apretar los dientes.

Según dicen nuestros amigos de Buñuel, que conocen bien la zona, la subida tiene entorno a 3 kilómetros con unos 900 metros iniciales con rampas que en algunos momentos rozan el 25%.

Al principio de la cuesta, José que sabía lo que venía por delante, echa pié a tierra, y nosotros empezamos a ascender.

Las sensaciones muy buenas pese al verano y vamos ganando altura de forma cómoda (para lo que es la cuesta, claro).

Al llegar a la zona de cuesta más suave, nos detenemos para quitarnos el maillot de manga larga, que sobra a todas luces.

Al rato llega José que sgún dice ronda la sesentena y ha llegado a 215 pulsaciones, en el ascenso (TOMA YA!!!!!).

Proseguimos tranquilamente para completar el resto de la ascensión, mucho mas llevadera, mientras nuestro compañero nos da indicaciones sobre la zona.

Arriba, la ermita y un «hotel santuario», presiden la cima donde un montón de gente se da encuentro en la plaza que forman.

Tomamos una cerveza, mientras esperamos a los demás y disfrutamos con el paisaje que se divisa desde esa altura.

Ya completo el grupo, nos sentamos a dar cuenta de un almuerzo, y es cuando me encuentro a mi amigo Alberto Diago, de Fustiñana.

La vuelta en sentido descendente, es placentera y no exige esfuerzo alguno… hasta que cruzamos la carretera y nos toca pelear con el fuerte cierzo que sopla de cara.

Turnándonos y apretando dientes, vamos haciendo kilómetros hasta llegar al Ebro y de allí a Buñuel donde finaliza la ruta de hoy… para algunos.

Marta y Guillermo deciden proseguir desde allí hasta casa en bici y aunque me tientan… opto por ir a casa a una hora prudencial y llevar el coche de vuelta (de lo que más tarde me alegraría al saber que recorrieron ese tramo íntegramente contra el aire y sufriendo de lo lindo…

Ha sido una ruta muy chula, que salvo la mencionada cuesta, no tiene excesiva dureza y podría ser apta para incluirse en el calendario… que está por configurar…