No era una salida más…

Pero dejaremos el porqué en suspenso, de momento…

Llego al parque a las…nueve??? las nueve antiguas, las nueve nuevas? cambié el despertador al contrario? son las ocho? las diez??

Mientras frío los sesos pensando y comprobando si realicé el cambio de hora de la forma adecuada, llega Saso.

-«Hola Iñaki!!»

-«Ya estaba haciendome películas con la hora…jejeje»

Seguido aparece Chelu, Guillermo, Samuel, Aitor, Dani, Jarauta, Jose y nuestro trio de  Tudelanos Bauti, Patxi e Inés con una «pedazo bici» en fase de pruebas…

Salimos hacia el cementerio, para girar, a continuación hacia el matadero de conejos de Bonilla y pasar bajo la «Campa de Santos».

Poco después, dejamos los depósitos de agua a nuestra izquierda y continuamos para atravesar la carretera que va de Cascante al cruce de los nueves.

Pasamos por la gravera de Guillermo y junto a San Gregorio de Cascante para girar seguidamente a la derecha.

A partir de este punto tengo que poner el GPS mental, a funcionar de verdad.

Dani va unos metros delante del grupo, como a él le gusta rodar y yo le voy diciendo cada poco:

Izquierda, este a la izquierda otra vez, este a la derecha….

Y así se suceden un buen puñado de cruces de caminos mientras, poco a poco, ganamos altitud.

Atravesamos la carretera de los toboganes «Fitero-Cascante», para seguidamente continuar tomando desvíos y algo más de altura.

Cuando la próstata de alguno… nos deja continuar…

Descendemos para ir a parar a una pista, antaño muy rota y que los Cascantinos han tenido a bien reparar. Ahora da gusto rodar por ella.

Un par de kilómetros más adelante, volvemos a girar a derecha y alguno me dice que es una ruta muy difícil de aprender… pues tanto mejor…jejeje

Volvemos a subir una pequeña cuesta, a la que sigue una pequeña bajada…

No nos relajamos porque un kilómetro más adelante volvemos a ascender pero ya sin parar.

Bauti me pregunta si aquí empieza la cuesta y yo le indico que con esta no contaba pero que si, que podemos añadir unos cientos de metros más al cómputo total de cuesticas.

Un par de minutos después, empieza la verdadera cuesta con una rampa fuerte. Por suerte es corta y le sigue un llano de unos doscientos metros, con un boquete medio señalado
en medio del camino que bien podría tragarse a alguno de nosotros.

Entramos en zona de bosque y algún bombero, me pregunta cuanto queda hasta arriba….

Tras mi respuesta, responde:

-«Alaaaa, no puede ser tanto…. no jodas que tal…»

Yo me callo y aprieto dientes.

Cojo la Rueda de Bauti y justo delante nuestra van Samuel y Dani.

Personalmente no he escuchado nada pero pondría la mano en el fuego, a que uno de estos dos, ha visto un Javalí corriendo
hacia nosotros, o al menos lo ha escuchado cerca, porque sino… no es preciso que subamos a este ritmo!!!!

Bauti así lo atestigua pero no hablamos mucho, que perdemos rueda.

Justo detrás está Jarauta, Aitor y Jose que deben de otear al «cochino javalín» tras sus traseros, dado que no pierden un metro.

Llevamos ya varios kilómetros ascendiendo entre pinos, por un bosque impresionante,  y el terreno se inclina más… parece una rampa corta pero «ufffff»…
Agachando la cabeza, coronamos esa parte y Jose pregunta que cuanto falta….

-«Calculo… que entre un kilómetro y uno y medio de cuesta arriba».

Aitor, me mira, con media sonrisa y creo que empieza a creerme respecto de las distancias que indicaba abajo.

Toca un pequeño descanso, en una zona sin arbolado e intentamos bajar pulsaciones para lo que queda.

Entramos en pista ancha y el terreno vuelve a inclinarse. Esto es lo más duro.

Por fin arriba, esperamos a reunir al grupo y aprovechamos para sacar algunas fotos.

Continuamos por una zona de toboganes que tendrá unos 400 metros y empezamos a descender.

La bajada parece que nos la sabemos todos, hasta que…. tomamos un desvío!!

Muy pocos conocen ese camino, pues la entrada está cubierta de hierba y no da a pensar que detrás haya un terreno ciclable, pero ahí está y nosotros lo disfrutamos.

Unos minutos despúes, estamos abajo y continuamos por pista buena.

Donde el grupo piensa que vamos a girar a la derecha, lo hacemos a la izquierda y atravesamos la carretera, por un cruce magníficamente situado ( con buena visibilidad y seguro).

Continuamos por pista  buena, hasta llegar al «cruce de la hecatombe» y tras consultar al personal las distintas opciones, optamos por subir una pequeña cuesta para descender seguidamente
hacia Cintruénigo.

Controlando siempre las distancias, creemos que podemos subir una última cuestecilla,  y en un par de minutos estamos cerca del hogar de los «Cirbonitas», inmersos en un reto que no conozco bien
pero que movió a un montón de gente de la citada población por esos caminos.

Nos acercamos al boquerón y tras consultarlo, giramos a la izquierda para rodar por la pista que asciende a los molinos, si bien antes de la cuesta, encaramos el manillar a la derecha para bajar por un «tramo divertido».

Solo queda volver a casa.

Pasamos junto a la «granja de la Sociedad» y cruzamos la carretera de nuevo, para volver hacia el huerto de los malejanes.

Guillermo, lleva no se cuantos días soñando con escaleras y para quitarle el gusto, aprovechamos para ir a San Gregorio y bajar las escaleras.

Bueno… casi todos, porque algun@s optan por dar media vuelta y no probar el descenso.

No pasan más de cinco minutos y estamos en Murchante.

48 kilómetros, realmente bonitos, en una ruta  espectacular y a buen seguro repetiremos bastantes veces…

Crónica: La Ruta Guillermina

Estrenábamos ruta.

Guillermo, me comentaba, ayer sábado, la posible ruta que se le había ocurrido realizar y la verdad es que tenía muy buena pinta (…tooo pa´rriba).

Como, a priori, la ruta era más corta que las últimas, decidimos dormir un poco más y salir a las 9:00 del lugar habitual.

Puntuales como un clavo, aparecen por el parque: Guillermo, Roberto, Jarauta, Bauti y yo mismo (Iñaki).

Junto a Bauti, viene de Tudela, Roberto Val. compañero de Spinning con el que hoy compartiremos ruta.

Salimos del pueblo por el Soladrero, camino de la antigua estación de tren «del Tarazonica» y por la misma vía verde, subimos tranquilamente.

Llegados a la altura de Vierlas, abandonamos el trazado  para empalmar con la carretera que va a Cunchillos.

Tras un par de kilómetros asfaltados, llegamos a este último pueblo, saliendo del mismo por un camino que ya va acercándonos a la primera subida del día.

Subimos a los molinos del puerto de «Las lanzas» en una mañana perfecta.

Temperatura adecuada, sin viento, un sol agradable… QUE MAÑANICA!!!!

Vamos, tanto es así que arriba, y por primera vez este año, cambio los guantes de invierno por los de primavera, ya empezamos a tener ganas de quitarnos forros…

Ha sido la primera cuesta pero como ya avisaba a mis compinches, había que guardar fuerzas para lo que estaba por llegar…

Abandonamos los molinos por la pista de la izquierda (una vez arriba como decía) para acercarnos al punto más alto del puerto en cuanto a su versión asfaltada se refiere.

Los próximos 3 kilómetros son los únicos que, ni el guía oficial ni yo, conocemos aunque, dice el «Sherpa Orta», que vio una pista que bajaba a la subestación eléctrica desde su camión (madre, madre…).

Allí y sin cruzar el puente, empezamos el descenso por un camino que se transforma en sendero y poco después en rastrojera cuesta arriba…. hasta que escucho un

-«Ye Heeeeeeeeee»

Miro atrás y no hay nadie… Upss

Vuelvo y abajo están esperando:

-«Tiene que ser por ese otro que se ve al otro lado de esa finca»

Minutos después y tras un corto tránsito de modo rotabator, seguimos bajando, ahora sí, por el camino apropiado.

Cuando se ve la instalación eléctrica, Guillermo me dice:

-«Lo veeeeeeesssssss, si ya te decía yo pero no confías en mis dotes de orientación…!!!»
(EJEM…)

Anunciamos al resto del grupo lo que se nos viene en breve.

Pasando bajo la carretera (por un túnel) daremos con una cuesta de las de aupa. Frente a nosotros, la sierra de la Diezma, y un «caminacho» que parece subir como si de una vía al K2 se tratase.

Roberto Val, mira y replica:

-«¿¿¿Seguro que se puede subir eso…???»

Quinientos metros más adelante estamos todos en molinillo, luchando por que la rueda delantera no despegue del suelo y rezando para no caernos (a ver quien vuelve a montar en una pendiente que supera, por amplio margen, el 20%).

La cuesta calculo que medirá del orden de un kilómetro y medio, que queda impreso en la mente de aquel que la asciende. 

Todos sin excepción subimos montados en las bicis (dicen las malas lenguas que Jarauta decía al que llevaba al lado):

-«Esto lo subo por mis Webs, cojones que si la subo…!!! «

Y a decir, que cumplió su palabra…

Arriba, aun con el resuello, Roberto Val, pregunta:

-«¿Esta cuesta tiene nombre?»

-«No»

-«Pues hay que ponerle porque lo merece…»

Un par de minutos después, anuncia

-«EL Molinillo, así la llamaremos».

A lo que Jarauta responde (yo la llamaría «Putadón»)…

Así que con ese par de nombres que queda bautizada y que quienes la prueben digan con cual se queda cada cual…

Estamos en la cresta de la sierra, pero aun nos queda por subir. Sin embargo, la altura alcanzada hace que el resto sea pan comido.

Continuamos por una pista que asciende suavemente y nos deja al final de la carretera de subida a la Diezma (la que sale desde Grisel) y terminamos la ascensión por asfalto.

Arriba, nos detenemos para comer algo y continuamos por la pista de los molinos hasta una bajada conocida como «la cicatriz».

Es aquí donde vemos tres asustados corzos, que corren ladera abajo evitando el contacto con nosotros.

Por la pista, unos paseantes, se detienen para ver como se les acercan, mientras el niño que les acompaña, sale corriendo despavorido viendo que se le echan encima al grito de:

-«Que nos pillaaaaaaaaaaaaaaaaann»

Los asustados animales al ver que frente a ellos había «berreadores comunes» (subespecie humana) optan por cambiar de rumbo y evitar todo contacto con humanos.

Descendemos y terminamos en la carretera de Veruela, desde donde bajamos hacia la rotonda de Santa Cruz.

En ella, están un grupo de amarillos (no son chinos, sino ciclistas del C.C. Murchante), esperando por el resto de su grupo.

Nos detenemos un par de minutos para charlar con ellos y continuamos, bajando hacia el pantano.

Pasamos Los Fayos y nos adentramos en la chopera que tantas veces hemos cruzado este invierno, para volver a subir, al cementerio de Tarazona.

Ya arriba, Jarauta no quiere oír hablar del Tarazonica así que nos anima a elegir alternativa de vuelta (¡¡y que acertadamente!!).

Decidimos volver por «los sifones» y tras algo de turismo (visitando caminos nuevos…), terminamos por dar con el dichoso sifón (y con «el aglomerao» aunque… esa es otra historia… ).

Pasamos junto a la reserva de agua de «La Mancomunidad de Aguas del Moncayo» y continuamos nuestro descenso a Monteagudo.

De Monteagudo pasamos a Cascante donde Guillermo vuelve a ejercer su mando de guía oficial y nos desvía para pasar frente al Termolúdico… (qué tramará…)

Por la entrada a Cascante, que viene de la carretera de Fitero, y en dirección «al Romero» avisa:

-«Preparaos para una última de molinillo»

-«Al romerooooooo??»

-«NO!!»

Nos desviamos y como de la nada, junto al camino sale una especie de (no se ni como llamarlo): Bulto de tierra????

Empinado, muy empinado y tomando carrerilla cada cual intenta subir como puede.

De arriba y sin tiempo para pensar,  arranca un vertiginoso descenso con escalones incluidos de los que a mi y algún otro («sevillano» que andaba por Castejón…) nos sacan la sonrisa.

Que bonito!!

Animados por esta sorpresa, decidimos evitar el trayecto final previsto y decidimos volver hacia nuestro pueblo por «otro lugar», y que no podemos citar porque…podría ser parte de cierta
prueba cicloturista nocturna a celebrar el próximo 14 de Junio… así que… digamos que llegamos a Murchante con una sonrisa en la boca tras una ruta completa que terminó con 76 Kilómetros
preciosos y que seguro que repetimos.

Crónica: Casi festivo

Por unas cosas y otras, que no vienen al caso… no podíamos realizar ninguna de las dos rutas planificadas para este fin de semana.

Finalmente, salíamos más tarde de lo acostumbrado y la ruta del día tenía que ser corta.

Guillermo, Chelu, Roberto, Diego, Jarauta, Sierra y yo (Iñaki), estábamos puntuales a las 9:30 en el parque, cuando Roberto nos dice que vienen unos amigos: Saso, Roberto Recarte y Daniel.

Salimos tranquilamente por lo que en Murchante se ha conocido, toda la vida, como «las oyazas».

Atravesamos el puente sobre la autopista y relajadamente pasamos junto a «La Estanca».

Continuamos hacia la chatarrería sita frente a la SKF, para desviarnos hacia «la torre» y posteriormente atravesar la carretera de Corella. Empezamos con un camino que poco a poco asciende hacia la estación eléctrica de «La Serna».

Alguno que empieza en esto de la bici, sufre un poco con algunas cuesticas pero, no se rinde a continúa, hacia los molinos.

Siguiendo la fila de molinos de viento, avanzamos para bajar por una cuesta, en mejor estado que tiempo atrás.

Poco después estamos paralelos de nuevo a la Carretera de Corella, para  internarnos en un sendero sin complicación técnica.

Al poco, una zanja abierta, nos hace detenernos y saltar, porteando las bicis al otro lado.

Minutos despues, ya sobre asfalto, encaramos la subida a los que llamamos  «molinos de Corella», donde Chelu calienta al personal y acabamos subiendo a en plan sprinter y bajando piñones mientras nos levantamos del sillón y apretamos dientes.

Ya arriba y una vez reunido el grupo, volvemos a rodar bajo los imponentes molinos.

Impresiona ver uno de ellos, que al parecer, tocado por un rayo, ha terminado con la cabeza reducida a un amasijo de plástico y metal.

Bajamos para llegar a la carretera de Cintruénigo, donde nuestros acompañantes deciden que la vuelta ha sido suficiente y encaran para casa,mientras el resto del grupo, ponemos la vista en la rampa que permite ascender al último bloque de molinos (coloquialmente «los de Cintruénigo»).

Atravesamos el campo de aspas para bajar por una bonita pendiente hasta la parte inferior de la «cuesta del boquerón» y de allí tomar parte del recorrido de la Night & Bike 2013 que NO se pudo hacer por la climatolologìa.

Ascendemos las rampas sitas en esa zona y arriba de la sierra y abandonamos el itinerario de «la nocturna» para enlazar con el camino principal de los royales.

A partir de este punto aceleramos el ritmo, pues viendo que la mañana se termina y no llevamos kilometraje, hay que hacer despertar las piernas al menos un rato.

Giramos a la derecha para entrar en un camino de toboganes (muy bonito y poco transitado), que a buen ritmo disfrutamos.

Enlazando unos caminos con otros, en un continuo peor suave sube y baja, llegamos a la carretera que une Cascante y Fitero (la de los toboganes) a la altura del segundo cruce de la «Night & Bike».

Bajamos por el curso de la prueba hacia el cementerio de Cascante para abandonar la pista hacia las placas solares y posterior entrada en el pueblo por el recorrido oficial de la prueba.

Atravesamos Cascante y pasando bajo la vía verde del Tarazonica, nos internamos en «el saso», para terminar visitando la «Laguna de Lor» en Ablitas.

Abandonamos la zona hacia la carretera «Ablitas-Tudela», pasando junto al campo de aviación militar tras lo cual, volvemos a meternos al Saso y terminar en la estación de tren de Murchante en «el tarazonica».

Ruta corta pero divertida y en buena compañía.

No todos los días se puede entrenar con intensidad pero pese a la suavidad de la ruta y la poca distancia, llegamos al pueblo con buen sabor de boca y pensando en la ruta del fin de semana que viene. 🙂

Crónica: Vozmediano & Agramonte. A la ladera del Moncayo

La previsión indicaba que era un dia perfecto en cuanto a viento (inexistente) y eso en la ribera… es algo para celebrar (Vade retro Cierzo!!).

Al salir de casa se nota un frío intenso, señal de que estamos a bajo cero (pero sin viento!!!!).

Guillermo y yo (Iñaki) somos los primeros en llegar al parque pero pronto aparecen Bauti, Diego, Cesar y su cuñado que se ha animado a acompañarnos.

Aparecen también Jarauta y Carlos (Sierra) y al poco lo hacen Marta y Roberto.

Son las 9:05 y sabemos que no merece la pena esperar más… no va a venir nadie más, así que salimos por el cementerio hacia Cascante y antes de llegar, nos desviamos para ir haciendo un tramo de la Night & Bike, pero en sentido inverso.

Rodamos por los caminos hablando entre nosotros. Cuando estamos a poco más de cinco kilómetros de Cascante, se nos cruzan tres corzos de buen tamaño y tras atravesar el camino, siguen a trote por un yeco… que chulo es verlos en estado salvaje.

Continuamos nuestro recorrido pasando por el embalse de la mancomunidad de aguas (donde se llenan los depósitos de agua de algunas poblaciones riberas. Entre ellas, Murchante) y seguidamente subimos la cuesta de los sifones.

Continuamos hacia Tarazona con la mente puesta en el embalse de Santa Ana, que dejamos a nuestra derecha y continuamos por una carreterilla hacia Torrellas.

Al salir, nos metemos en el camino que atraviesa la chopera, que por cierto, está precioso (en cualquier estación del año, todo sea dicho) para llegar a Los Fayos, donde nos detenemos a comer algo.

Con las energías repuestas, volvemos a nuestros cómodos sillones «bicicletiles» y proseguimos junto al río Queiles a Vozmediano.

La ascensión  es poco menos que una carrera/cronoescalada y los diez kilómetros que separan ambas poblaciones se pasan en un santiamén. Entre hielo, escarcha y paisaje invernal  avanzamos con la temperatura sin subir un ápice (probablemente lo haga pero como vamos ascendiendo… no lo notamos.

En Vozmediano, esperamos y reunimos al grupo para continuar a continuación por asfalto hacia Agramonte.

La carretera, en las zonas de sombra está helada y las ruedas hacen crujir el delgado manto blanco (cronkch, cronch…).

Llegamos arriba y nueva parada para reunir al grupo. Por fín se han terminado las cuestas arriba y empezamos a descender.

En Santa Cruz, nos desviamos para bajar por un sendero a Tarazona, donde disfrutamos como enanos  pero… no dura mucho y pronto estamos en al antigua Turiaso, desde donde bajamos por el Tarazonica y disfrutar de la merecida comida.

Han sido unos 85 Kilómetros de fría pero agradable ruta. ¿Se puede pedir más?

Crónica… del fin de semana (Yerga & Ruta Con centro termolúdico)

Con la mente en la cercana edición de la Maratón de los Monegros, nos juntamos un grupo de los que vamos a participar.

A las 8 de una soleada mañana de sábado, nos dábamos los buenos días Guillermo, Marta, Roberto y yo (Iñaki).

La ruta a realizar: subir a Yerga y volver.

Es una ruta que hicimos hace unos meses cuando la nieve cubría los caminos, pero como se ajustaba tanto en distancia como en dureza a lo que necesitábamos, decidimos repetirla.

Aunque llevaba la ruta en la cabeza, hicimos caso «a uno» y tras meternos por algún olivar, varias viñas y atravesar acequias… llegamos a un camino conocido…

Dirigimos nuestros pasos (o pedaladas) a Cintruénigo y atravesando la villa por su centro, acabamos abandonándola por la carretera que lleva a Fitero.

En el cruce de Corella, donde está la ermita, despedíamos el corto tramo de asfalto, para meternos por un camino en mal estado que no para de ganar altura, entre matas voladoras, grietas, arena, y dificultades varias.

Cuando estamos cerca del monte del día, decidimos detenernos un instante a comer alguna barrita, y seguidamente encaramos la subida.

El ascenso no tiene rampas de desnivel exagerado, pero son más de ocho kilómeotros de rampas contínuas y hay que tomáselo con calma. Al menos parece que vamos alcanzando un nivel de forma aceptable y todos subimos bastante bien.

Arriba, justo antes de empezar el descenso, aparecen seis (creo que seis…) chicos de San Adrián.

Los paramos y hablamos de nuestra Night & Bike Murchante (promoción, promoción, promoción…).

Mientras charlamos uno de ellos se afana en reparar la rueda delantera, suyo disco roza con las pastillas.

Le echo una mano mientras le advierto que esa reparación le va a costar una inscripción a nuestra cicloturista nocturna…jejeje

Bajamos todos por el mismo lugar, en dirección a Grávalos. Ellos van experimentando con un nuevo GPS que han comprado y que les sirve para realizar rutas nuevas por la zona, mientras nosotros con la ruta aprendida de la vez anterior, bajamos a fuerzas de memoria.

Finalmente, cuando nos acercamos al pueblo, tenemos que detenernos debido a una pequeña avería, y ellos continúan su ruta.

En Grávalos, tomamos la carretera de Alfaro y desde esta el camino de la mañana en sentido inverso.

Más de ochenta kilómetros en una ruta completa que seguro nos ayudará a alcanzar un punto de forma algo mejor.

Al día siguiente estaba a punto de tirar el despertador al suelo de un manotazo cuando me di cuenta de que si sonaba a las 7:15 de un domingo era porque teníamos ruta.

Habíamos quedado a las 8:15 en el parque para subir desde allí a Cascante.

Porqué a Cascante? pues porque resulta que habíamos acordado con el Centro Termolúdico de Cascante, realizar una ruta junto a ellos que permitiese disfrutar a todo el que viniese.

Por cosas que no vienen al caso, el destino finalmente era el Buste y dado que había participantes de todos los niveles, optamos por realizar la ruta más tranquila y con la subida más suave de las que ascienden hasta allí.

A las 9:00, en el centro termolúdico, nos congregábamos cerca de cuarenta personas. No las conté pero éramos un porrón así que os tendréis que fiar de mi ojo de buen cubero.

Partimos hacia la meseta del buste, atravesando la antígua estación de tren del Tarazonica en Cascante y desviándonos hacia una sucesión de caminos que atraviesan el término del Saso.

Alcanzamos la carretera que une Ablitas con Tudela y seguimos junto a las vacas de Arriazu (que tanto cariño nos tienen, por cierto).

En esa zona el viento empieza a soplar y hay quien tiene que apretar los dientes, pero valientes todos, avanzan mientras los que están un poquillo más fuertes se ponen a hacer de para vientos.

Al llegar a la base de la meseta y justo antes de la cuesta de los pinos, nos detenemos un rato para comer algo y estirar las piernas. Entre fotos, poses y tonterías varias  pasamos el rato hasta volver a pedalear.

En la cuesta cada uno asciende a su ritmo y otros varios se quedan de compañía con los que van algo más justos.

Ya sobre los pinos, nos detenemos unos instantes para reunir el grupo y proseguir en un camino que a priori es llano… pero lleno de toboganes (si les decimos eso antes no van así que sobre el papel… era llano).

En el pueblo, alguna que otra cara colorada por el esfuerzo pero gracias a Dios… todas medio sonrientes (eso es que aun reprimían las ganas de agarrarnos por el cuello).

Un merecido descanso y ponemos las máquinas en sentido descendente.

Esta vez lo haremos por la cuesta de cemento rayado (los que la habéis subido se que la recordaís sin duda alguna).

Samuel se pone primero y yo le intento seguir a escasos metros, entre derrape y cruzadas varias que mi, casi lisa rueda trasera, me obliga a realizar… jejeje

Abajo, otra paradita, para reunir al grupo.  Alguien ha tenido avería y esperamos unos minutos, que nuestras reporteras aprovechan para retratar.

El resto de la vuelta, sin más problemas (bueno, Marta pinchó pero se reparó rápidamente y Carmelo creo que no fumó EN TODO EL TRAYECTO DE VUELTA!!).

Por lo demás, sin nada reseñable a excepción del buen hacer tanto de Goyo e Iñaki (mi tocayo) con su buen hacer y del resto de la gente con la que seguro que volvemos a coincidir pedaleando porque fué todo un placer.

P.D: La Mery acabó como una campeona!!! y subío las cuestas sin bajarse (OLE OLE Y OLE!!!).

Pedaleando bajo la lluvia

8:00 de la mañana; toca el despertador y me levanto con muchas ganas de pedalear, me asomo a la ventana…

Y que desilusión está lloviendo.  v

Vuelta a la cama. Otra ruta del calendario que no podemos realizar por culpa de la lluvia…
10:00 de la mañana me despierto y cuál es mi sorpresa cuando veo que hace una mañana «espectacular»: buena temperatura y nada de aire, así que empiezo a pensar me voy a correr, llamo a alguien para salir con la bici…. a lo que oigo el whatsapp.

Es Guillermo diciendo “vaya mañana más buena” y le contesto “salimos por carretera”  a lo que sin dudar acepta mi propuesta así que corrreeeee!!!!! desayuna cómo un rayo ponte la indumentaria ciclista y a pedalear.
10:50 horas salgo contentísima, tenía unas ganas y un mono de bici inimaginable, me dirijo a casa de Guillermo y comienzan a caerme unas gotas ¡¡¡NO PUEDE SERRRRR!!! ¡¡que acabo de salir de casa!!!
Reunidos en casa de Guillemo, más Chelu y yo Marta (Lady Boni) decidimos salir; que lo que cae no es para tanto…
11:15 horas comenzamos la ruta por el camino de Cascante y el chirimiri del principio comienza a convertirse en chaparrón pero una vez mojados qué más da un rato más que uno menos.

Como la temperatura es agradable no tenemos frío, así que seguimos adelante. Cogemos la calzada romana  nos ponemos en fila y realizando relevos llegamos a Fitero. Nuestra idea era subir el Espinete pero ahora ya esta jarreando por lo que vamos a Cintruénigo y cogemos la carretera hasta Murchante.
13:30 horas mojados, empapados y alguno hasta ha lavado el culotte por el camino jajajaja llegamos a casa y para de llover, casualidades de la vida, pero últimamente me parece que la lluvia persigue a los Karrikiris, porque allí dónde vamos llueve….
A ver si la próxima salida podemos realizarla y seguir con el calendario.