Javierada Karrikiri 2016

La previsión meteorológica nos tenía en vilo…

Pero la verdad es que al final, desde radio, televisión e Internet, nos confirman que en lo climatológico, esta Javierada iba a ser desastrosa.

Claro, decididos como estábamos a peregrinar, no queda otra que intentar minimizar el tema y después de esperar a la última previsión, indicaba que en Carcastillo llovería sobre las 11 de la mañana, en Cáseda y Javier, empezaría sobre las 12:00 suave y a partir de la una, fiesta de maillots mojados…

Por otro lado, gente nueva se sumaba este año a la peregrinación Karrikiri y al no saber como ni cuanto andaban en bici queríamos asegurar al máximo la jornada…

Visto lo visto, decidimos madrugar más y salir pronto… tan pronto como las 6 de la mañana de Murchante, a fin de llegar a Javier pronto y evitar la lluvia al máximo.

El viernes, quedamos en el hangar del «KarrikiriKarro» para montar maletas en el «KarrikiriMovil» capitaneado por el Sheriff Chirico y la inestimable ayuda de Marta que este año va de apoyo.

Allí hablamos del tema, mientras cae una fina lluvia que hace prever lo peor.

La expedición por parte de miembros del club la componen:

Chelu, Carlos, Jarauta, Fermín, Unai, Patxi, Ines, Samuel, Feliciano y yo (Iñaki)

A los que se suman:

Victor, Miguel y Alfredo por parte de «los trotamúsicos» y un último fichaje «Tomás» que se incorporó a filas como uno más.

Tras las fotos de rigor, salíamos de madrugada desde la plaza de los fueros, camino a Tudela.

Con frío, pero menos del que se pensaba, bajamos hasta el puente del Ebro y poco después alcanzamos la recta de Arguedas.

Con la oscuridad e inmersos en conversaciones y cháchara, nos confundimos de camino (tres veces…), pero por suerte, no recorremos mas de 5 metros en cada ocasión, sabedores de que no era así el que buscábamos.

Finalmente, encaramos hacia los Aguilares y minutos después, estamos dando pedales con Castildetierra al fondo.

Ya huele a desayuno!!

Realizamos una parada en condiciones y sin prisa, pues parece que vamos sobrados de tiempo.

Caen pastas… muchas pastas de chocolate, que junto al cafecico que preparó horas antes Chelu, nos calienta y reconforta ante la fría mañana.

Tocan fotos y al poco, estamos otra vez sobre el sillín, por «la perimetral».

Se suponía que iba a soplar bastante viento. unos 30Km/h con rachas de hasta 55km/h pero… A Dios gracias, lo que allí soplaba era más que soportable (cómodo, me atrevería a decir).

Aunque el terreno es eminentemente llano, vamos tranquilos y sin prisas, cuidando de que el rebaño vaya, mas o menos junto, y evitar desfondamientos, calambres y problemas varios…

La parte hasta el monumento del pastor la paso vigilado de cerca por Alfredo que me quiere atrás del grupo y si acaso… a su lado (peor nunca delante…jejeje).

Comentan que si alguno va un poco más flojillo y preguntamos a ver si come, bebe y se cuida como debiera. Por suerte, una vez metemos combustible, da visos de recuperarse lo suficiente como para llegar a Carcastillo.

En este pueblo, Alberto (Chirico) y Marta nos esperan parrilla en mano, llena de Panceta , chistorra, vino y demás viandas típicas de todo buen avituallamiento pro-tour.

Vamos adelantados sobre el horario que nos habíamos marcado y almorzamos tranquilos… muy tranquilos… y tanto es así que se nos va más de una hora en ello. que nos quiten lo «bailao».

Emprendemos la marcha adelantando a muchos caminantes, adentrándonos por las primeras zonas de barro y charcos. La cosa es que como esperábamos peor tiempo, más barro y agua.. todo nos parece poco y si no es por las salpicaduras de barro, casi ni nos damos cuenta.

Llegamos a un punto, donde los peregrinos de a pie toman un camino hacia Montepeña y nosotros continuamos junto al río.

Es zona de toboganes y algunos disfrutamos las bajadas como chiquillos.

El ritmo ayuda, porque al ir relajados, podemos apretar los dientes unos segundos y relajar de nuevo hasta volver a reunirse todo el pelotón.

Llegando al puente de Cáseda, hay quien, con menos kilómetros en el zurrón, va justico, pero tirando de coraje y mandíbula, continua sobre la bici.

Ya en el pueblo, nos esperan, como es tradición, la pareja de apoyo. Unos comen, otras evacuan y todos paramos, antes de continuar.

Comento con un integrante del pelotón, que salga ya y que el acompaño para que, en las cuestas que se avecinan no tenga que ir con el gancho, «haciendo la goma» y vamos ascendiendo a ritmo muy suave.

Parece que va suficientemente bien y para cuando nos alcanza el grupo, ya llevamos la mitad de la subida hecha.

Como mi compañero va arropado por el grupo, y los lobos saltan, decido dar un pequeño arreón y gozar un poco subiendo.

Veo allí delante a Feliciano que ha saltado comandando la tropa y me lanzo a por él.

Lo alcanzo y me voy a un lado del camino, en lo más empinado de la cuesta, para adelantarlo.

Es cuando, «el mercancías», me mira de reojo, saca hombro y «vira el timón», inclinando la bici hacia mi (esa técnica la he bautizado como «la melé del ciclista», puesto que solo un jugador de rugby venido a ciclista, puede ejecutarla, haciéndote sentir que se te echa encima un transatlantico).

-«Ande vas, animaaalllll»

Y allí me veo por el «labrao», fuera del camino… mientras «el hombre de hierro», a carcajada limpia, solo atina a decir:

-«Perdonaaa, que creía que eras Unai!!!»

Entre risas y cabeceos, aun no se como, consigo volver al camino, sin echar pie a tierra y coronar.

Arriba, nos reímos, mientras esperamos a reunir al personal.

Alguno echa pie a tierra en los últimos metros, pero ya se aprecia que tiene la convicción de terminar sin montar en el coche.

Esa es la actitud!!

Avanzamos ahora, junto al canal y adelantamos a gente que desciende de MontePeña.

Vamos tranquilos, pues hay amigos que van castigados, aunque Patxi y Unai, salen por delante enzarzados en un pequeño pique disfrutón.

No tardamos mucho y estamos descendiendo para acercarnos a Yamaguchi.

Allí, junto al restaurante, detenemos la comitiva de nuevo, para rellenar botellines y esas cosas.

Por delante, ya solo queda una cuesta, un poco larga, pero que a buen seguro, nadie va a rendirse tan cerca de la meta.

Es en este tramo, donde decidimos ir algo más a nuestro ritmo, pues, en general llevamos toda la mañana, sin desfogarnos.

Chelu, Unai, Patxi y yo, ascendemos a buen ritmo pero sin forzar y llegamos arriba mejor que nunca. Parece que el trabajo diario funciona incluso mejor de lo esperado.

Esperamos entre chistes (malos) y tonterías, al grupo y una vez reunidos, descendemos hacia Javier para retratar el momento.

Con las fotos realizadas, atacamos el último tramo del día, que nos lleva a Yesa.

Vamos tranquilos, y relajando pierna, mientras charlamos.

Cae una fina lluvia y comentamos:

-«Justo a tiempo!!!»

Aunque la verdad es que poco duraría y no se dio mas agua en la jornada (madrugar para nada, pero vaya…).

Buena ducha, mejor comida y regreso a casa tras pasar un día genial junto a gente del club y amigos que esperamos, se unan a más rutas en futuras ocasiones.

 

Merece la pena? Ni lo dudes…

Ayer, mientras entrenaba sobre  la bicicleta estática en el gimnasio (quitando horas, de donde se deja, al día a día), un conocido se acercó y me comentó:

-«Te veo día tras día, si no es montado ahí, entrenando de una forma u otra y  me preguntaba… ¿Realmente merece la pena tanto esfuerzo?»

La verdad es que no esperaba ni la pregunta ni la forma tan directa de la misma pero respondí casi de forma automática:

-«Sí claro, por supuesto!!!»

Y cuando volvimos a estar solos (la bici, yo, y unas horas por delante para pensar en el sentido del universo…), le empecé a dar vueltas…

Y solamente me venía una frase contundente a la cabeza:

SI!!!, CLARO QUE LA MERECE!! SIN DUDA ALGUNA!!!

…Casualidad, por la noche me entretenía viendo un documental de un famoso Youtuber, sobre sus vivencias en  la Titan Tropic en Cuba y leía unas frases que decían algo como (es probable que no fuesen textualmente exactas pero creo que se entenderá):

  • «Vas a estar muerto por toda la eternidad»
  • «Que la muerte tiemble al recibirnos»
  • «Esta es tu vida y se está acabando a cada instante…»

Y muchas otras que la verdad… es que tienen su enjundia…

Y las frases reactivaron mi mente con lo que volví a darle vueltas a la pregunta que  me hizo este conocido…

Que piensas contar cuando seas viejo, si es que llegas, a tus nietos?

Estarás satisfecho de la vida que llevaste, cuando eches la vista atrás?

Y mil preguntas dignas de analizar con un psiquiatra o un amigo tras 30 cervezas juntos }:-P

Creo que  todos, admiramos y nos gustaría emular, en mayor o menos medida a grandes aventureros, gente que realiza enormes retos o alcanzar gestas inimaginables para la mayoría de los mortales. Y la verdad es que podemos hacerlo, aunque hay que pagar un precio por realizar los sueños (sacrificar tiempo, pensar, meter horas…).

Esto no quiere decir que todos debemos lanzarnos a escalar el K2 sin oxígeno, o intentar hacer apnea en la fosa de las marianas hasta llegar al fondo, …pero si soñar con aventuras, retos y sueños que, el día exacto en el que se cruzan por primera vez por tu cabeza, son poco menos que imposibles para ti (y precisamente eso es lo que las hace geniales y merecen la pena!!).

Y que pasa si al final, no lo consigues?

Lo que pasa es que aprendes bastantes cosas y obtienes grandes beneficios para el resto de tu vida diaria (no solo en la faceta deportiva):

  • Aprendes que el reto empieza el día del primer entreno y no cuando se da la salida (o incluso antes, con  la misma planificación inicial).
  • Que aprendes muchas cosas necesarias para poder acercarte al reto (sea de entrenar, de planificar un reto, de logística o de mil cosas relacionadas de alguna manera con aquello con lo que sueñas).
  • Que la aventura alimenta tu día a día y te hace más feliz,minimizando otros problemas que todos tenemos.
  • Que mejoras tanto física como mentalmente (osea que inviertes en ti mism@),
  • Que te haces mas fuerte (hablo de perseverancia, confianza propia…) y a esto le sacas partido desde el primer día cada una de las horas que tiene cada jornada.
  • Que aprendes a gestionar y optimizar  mejor tu tiempo (vaya que si lo haces…).
  • Que tienes una escapada mental al resto de tu vida cada vez que le dedicas minutos u horas a ese sueño (y hay días que lo necesitamos todos¿ verdad?).

Y todo esto, claro… si no consigues el reto, o sin ni siquiera llegar a tomar la salida…

Así que me pregunto:

¿Y si lo consigues?

El placer mental (debe ser la moneda de cambio al dolor físico, supongo) y la euforia debe alcanzar niveles de orden galáctico y en tu cabeza tiene que implantarse una idea durante mucho, pero que mucho tiempo:

-«Ahora sé que puedo superar lo que me proponga!!»

Y a buen seguro no estás cruzando la meta, ya tienes ideas de retos mayores o incluso mejora del mismo desafío, en ediciones posteriores (si no las tienes ya durante los meses de preparación).

Y me preguntan si merece la pena?

La respuesta adecuada, tal vez sea que probablemente, no merezca la pena vivir sin retos, ilusiones o metas superiores (y cuidado que no tiene porqué ser deportivas, sino de cualquier tipo).

Si tienes una idea, reto o necesitas, simplemente recuperarte de algo (que es un gran reto!!), tu puedes!! HAZLO!!.

Que cuando estés exhalando tu último aliento, estés deseando contar todo aquello que fuiste capaz de plantearte un día… allá a donde vayas…

 

Crónica: Jose invita a una RONDA

Los Galos decían que los romanos estaban locos…

Y romana debe ser esta meteorología que tenemos, porque no hay quien la entienda

Ahora que lo pienso. «Meteorología» es femenino?… Mejor abandono esa línea filosófica…

A las 8:30 intercambiamos algunos Whatssaps.

Aqui llueve, pues aquí no poer está encapotado y….

Me quedo en casa. Nada, más tarde voy al gimnasio y ya está….

8:55 Zulú – En algún sitio del parque

Diego:

-«Estamos en el parque…»

Jose:

-«5 minutos!!»

YO (Iñáki):

-«Esperadme que voy!!»

Probablemente no hayáis visto ser humano con tanto ritmo para quitarse un pijama y embutirse «de romano» (romano ciclista) en poco menos de… 5 segundos.

(esto incluye mochila, maillot, cortabvientos, coulotte, zapas de bici y más cosas…) tal vez exagerase. Pongamos 7 segundos en total.

Subo al parque repitiéndome el siguiente mantra:

-«Claro que voy, que hago en casa, total 4 gotas, si es que….»

Llego al parque y estamos Diego, Cesar Jose y yo.

-«Se me ha olvidado el chubasquero… las prisas»

(hubieran sido 8 segundos).

Allá que bajamos los cuatro a mi casa a por la imprescindible prenda, mientras los hombres de la cooperativa (bar tempranero de Murchante) nos  miran impasibles….de nuevo.

Con el chubasquero en la mochila, volvemos a pasar por la cooperativa y ahora si, a la tercera….saluda:

-«iiiiieeeeeeeeeeeeeeeeeee, vaya buenooooooo»

Con tan cálidos y emocionantes ánimos se nos ablanda el corazón y poco le faltó para echar alguna lagrimilla pero finalmente nos sobreponemos.

Con la poca lluvia caída por la noche y la amenaza de más, empezamos la ruta por carretera, enfilando al camino de Cascante.

Caen 4 finas gotas que de momento no saben mal. Vamos hablando y Jose nos cuenta que tiene una cita en Ronda con una prueba de las buenas, por lo que hay que entrenar a base de bien.

Nada más entrar a Cascante, giramos a la derecha y seguido a la izquierda para subir por una calle, y ya que estamos, arreamos hasta el romero a 500 km/h en subida, por aquello de calentar las piernas.

Descendemos y el ritmo no amaina. La emprendemos hacia la carretera de los toboganes, y empieza un trepidante ritmo entre los relevos de unos y otros.

No tardamos mucho y nos plantamos en la carretera de Madrid, para alcanzar el desvío que lleva a la carretera del polígono industrial de Fitero (donde «una moza» del club dio vuelta de campana, en los tiempos en los que salían a andar en bici………………..).

Continuamos con nuestro alegre, sonriente, felicísimo ritmo, hasta pasar por la rotonda sita al casi al final de la travesía de Fitero, donde están vigilando una pareja de la  Guardia Civil.

Continuamos hacia Baños de Fitero, por una vía, que han dispuesto paralela a la carretera y en la que hay que ir esquivando palos/postes y «señoras de balneario» que se entretienen mirando los «ababoles», para dificultar tu propio paso.

En esas estamos, cuando al pasar por el balneario…

Otro coche de la Guardia Civil.

Continuamos hacia la rotonda del Sanda y alguien pide clemencia y un cortado, por lo que disfrutamos de una breve parada. El tiempo está fresco pero la mañana aguanta. Esto promete.

Reconfortados y con el estómago caliente, giramos el manillar hacia Cervera y decidiendo qué y como continuar la ruta… decidimos subir a Aguilar.

La verdad es que nunca voy tranquilo por carretera. Siempre me acuerdo de la cantidad de «elementos» al volante y que éstos encima a veces van de empalmada…

Pero entre los relevos y esas cosas, casi no nos damos cuenta, ni de la subidica ni de los «elementos».

Para cuando quiero pensarlo dos veces, estamos en Aguilar, y abandonamos la carretera para tomar un camino/senda, balizada, llena de toboganes divertidos en la que disfrutamos como auténticos enanos de jardín (de los de alabastro).

Cada cierto tiempo, cambiamos el puesto de cabeza para que todos disfrutemos de la ruta y del «flow» ( arriiiiiba… abaaaajo….. pedalessssssss!!…. abaaaaaaajo……).

Nos detenemos a realizar alguna foto, con la estampa de Cervera al fondo.

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Diego, Cesar, Jose, Iñaki

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Jose, Cesar, Iñaki

 

 

 

 

 

 

 

 

Continuamos la ruta que desemboca en el propio pueblo de Cervera y volvemos a tomar su continuación para seguir babeando a toda velocidad.

Entre esquivar perros, señores con vara, señoras con ababol y así, avanzamos hasta que…. se termina.

-«Debe ir por allí….»

-«Por allá se ve algo que puede ser un sendero…»

-«Y para llegar?»

-«Pasamos ese campo, subimos aquel ribazo…»

-«El de 3 metros?»

-«Si, ese.»

Y procedemos con el plan, hasta que un tronco de árbol, cortado,  sale de la tierra, justo, justo, cuando voy a pasar yo.

Le doy con la rueda y decido asombrar a mis compañeros, con un número circense, al que llamo…. ALEHOP!!.
Si no fuera porque aterrizo, casi de cabeza, el despegue y la ejecución al pasar por encima del manillar, son impecables. Una pena no clavar el final.

Tras asombrarlos con mis dotes circenses, vuelvo a montar y unos minutos después estamos en un sendero.

Continuamos y lo que antes era sendero, ahora es un sembrado.

Pero sembradico de piedras, unas gorrrrdas, otras puntiagudas (y gorrrdas), algunas redondas (pero gorrrdas), pero como se crían oye… ni se ve la tierra de lo majas que se dan….

Poco más adelante, vemos a las madres de las anteriores. Algunas tipo Perurena, otras parecidas…. y la pendiente se inclina y se inclina, hasta que decidimos descabalgar y proceder de forma pedestre …que también es bueno para el cuerpo…

Nos vemos junto al cauce del río, pedaleando por bancos de arena, cuando Jose, aunque no lo confiesa, da muestras de sufrir narcolepsia.

Lo dicho, en medio de un banco de arena, el mozo se echa a dormir… literalmente, con bici y todo!! así, de lado y sin avisar!!

Lo despertamos y poco le faltó para otro ataque de sueño, que evito un «simpático» pastor…

Nuestro amigo (se llamaba Eustaquio Lecter?), era el único que hablaba por la zona. Los corderos guardaban silencio, mientras nosotros, sin aun ver al «hombre la vara», nos adentramos en otra sucesión de fincas con el «rotabator mode» activado.

Al fondo, el viento trae hasta nosotros el rumor de una voz tenebrosa. ¿Es Saruman mentando al gran ojo?

No. Es «Lecter» el pastor.

El viento nos trae las primeras sílabas….

Pastor psicópata: -«jjk  iñaaaaaa»

Yo: -«Creo que dice… por la viñaaaa»

Diego se adentra en la viña y lo vemos allí arriba, braceando y conjurando los astros en contra nuestra…

Pastor psicópata: -«stssss tntos  u quiiieeeeeee»

Pastor psicópata:-«Amooooosssss,  tiraaaaaaaa, tiraaaaaaaaaaa pa traaaaaassss caguen sooooooooosssssss»

Yo:-«ahora si, ahora lo he entendido: que si estamos tontos o  qué!!!»

Pastor psicópata:-«Tirar fueraaaaaaa da quiiiiii»

Antes de que nos lanzase, andanadas de corderos con su honda (no, no tenía moto), decidimos dar media vuelta y elegir otro vector que no incluyese al «lanzaovejas» en la trayectoria.

Unos cientos de metros más adelante, vemos el río a la izquierda y una carreterilla que va a Cabretón a la derecha, por lo que subimos por la cuesta que forma la carretera mientras vigilamos no aparezca el pastor…cico.

Nos desviamos, por un camino, ya conocido, que nos lleva bajo Roscas, hacia la carreterílla del puerto del Espinete y de allí a Fitero.

Continúa la guardia Civil.

Seguimos y pasamos junto al Polideportivo, donde hay no uno ni dos, sino hasta 5 coches/todo terreno de la Guardia Civil. Aqui hay algo o ha pasado algo….

Preguntamos y no nos dicen nada pero se ve al fondo un tipo, vestido de Napoleón. Será el zumbado a por que el van todos los Guardia Civiles?

Salimos por el camino que lleva a Cintruénigo y a poco más de un kilómetro del pueblo está otra pareja de la Guardia Civil. Con lo que una de dos…

O era la convención de la Guardia Civil en Fitero… o resulta que había un pez gordo al que había que proteger del «Pastor psicópata».

Siempre quedará la duda.

En Cintruénigo, pasamos por el centro y de allí al polígono y nos dirigimos al boquerón, desde donde aceleramos el paso, aprovechando el viento de popa.

Tan bueno es el ritmo que continuamos por carretera hasta Murchante, con algo más de 80 kilómetros en las piernas y un ritmo que… creo que nunca he llevado en una vuelta de
esa distancia en mi vida anterior.

Al pasar por el Fair Play, veo las bicis de los «Sierra Boys» y me paro a tomar una caña con ellos. Han salido algo más tarde pero también han aprovechado la mañana por su cuenta.

P.D: A la turca le va a pillar el carrico del helado en Monegros…  Y LO SABES!!

 

 

Crónica: Javierada 2015.

Ya habíamos dejado los bolsos y resto de cosas preparados el viernes a última hora y cuando son poco más de las 5 a.m. me levanto.

Anuncian buen día, sin viento y temperaturas ideales. ¡¡QUE BIEN!!

Mientras desayuno, miro fuera. Ese cielo tan raso…

Bien pertrechado, salgo con mi bici,  a la calle.

-«¡¡MadredeDiostodopoderosoydelamorhermosoooo!!»

(Hace un frío de losque dejan el cutis del Fari sin una sola arruga).

Llego a la plaza y ahí esta el flamante Karrikirimovil con Alberto (Capitán Chirico) y un subalterno (más bien picador) que se ha buscado para realizar el trabajo encomendado.

Diego acaba de llegar y comentamos el «fresquito» que hace.

Poco a poco van a apareciendo el resto y solo falta Samuel al que nos encontramos camino de su casa.

Nada más salir del pueblo, a la altura del canal, la temperatura desciende un par de grados más de forma brusca.

Impresionante el frío que hace. No hemos tenido esa temperatura en todo el invierno.

-«Tengo que recordar lo que me duele la frente y las cejas justo por encima de las gafas, para escribirlo. No es habitual…que pasada…!!!!!»

Me voy diciendo camino a Tudela.

Mientras feli conduce con las manos hechas un puño para guardar calor en los dedos, Unai nos ameniza la mañana con el ya famoso «Baile del pollo».

Con un aleteo grácil, intenta entrar en calo0r y llevar sangre a las extremidades (cosa poco después constataríamos no es el mejor método).

En Tudela, bajamos hasta el puente del Ebro donde nos espera Inés y completar de esta forma el grupo.

Avanzamos por la carretera, ya que nos han dicho que el camino tradicional, reventó con la crecida del Ebro y es imposible pasar.

Pasamos por la rotonda de Ejea y continuamos hacia la recta de Arguedas, rezando par aque el sol salga pronto en el horizonte. De momento solo vemos tonos anaranjados
que nos dicen algo así como:

-«Tened paciencia que va…»

Al empezar la recta de Arguedas, adelantamos a un: como decirlo… taladrao? atolondrao?

Vamos, un tipo en coulotte cortooooo!! si, si iba de corto!!!

Nos metemos por un desvío y enlazamos con la carretera que va de Arguedas a los militares en la Bardena.

Nada más entrar, un mozo de Tudela (se llama luis?) está parado con su bici y Oscar (su acompañante y fiel lector asiduo de nuestras crónicas le espera y nos saludamos).

Avanzamos para tomar un camino en los Aguilares y de allí bajar a Castildetierra donde nuestros taurinos colaboradores, nos tienen todo preparado.

Cual horda de vikingos, nos lanzamos al café caliente y las pastas para entrar en calor pero en ese instante nuestro danzarín… se pone blanco….

Unai, estas bien?

Le ponemos una manta y tras un café parece que vuelve a ser el mismo de antes. El f´rio se le había metido hasta el tuétano y lo ha´bia pasado mal.

Conclusión:

1.- Si tienes frío, no hagas el baile del Pollo (no funciona y está comprobado en pruebas de campo y laboratorio).

2.- Toma más café caliente si uno no te ha hecho efecto.

Continuamos hacia el rayón por la perimetral del polígono y al fín se ve el sol que tímidamente empieza a calentarnos.

Nos desviamos para rodar por la pista que conduce al monumento del pastor y recuerdo la pirámide a la que tanto cariño tiene Chelu…

Enel momento en que pasamos por el mencionado pastor, creo que ya empieza a oler la panceta y la chistorra que unos 10 kilómetros más adelante, están haciendo nuestros ayudantes y el ritmo se va acelerando un poco.

No se como pero Patxi, con un olfato más agudo me adelanta y sin darnos cuenta estamos una terna compuesta por Patxi, Unai, Diego y yo, rodando por la carretera camino a Carcastillo, con la nariz apuntando al lugar del olorcico.

Claro, en pocos minutos estamos dando cuenta de un casco de cebolla con sal ,mientras Alberto acaba de hacer la primera parrilla.

En pocos minutos, aparece el resto, que al final también empezó a oler y aceleró el ritmo.

Varios bocadillos después, salimos rodando (casi literalmente) hacia el río.

El ritmo se ralentiza y vamos purgando nuestra particular digestión.

Avanzamos tranquilos hasta que un grupo nos adelanta a toda mecha.

Roberto me mira.

-«Ahora iba con esos….!!!»

-«Estaría guay eh….»

No se como pero salimos pitando como alma que lleva el diablo. Unai arranca y creo que lo llevo detrás, pero al poco lo he perdido.

Enganchamos el grupo y aun hay fuerzas para dar un plus y llegar al puente de Cáseda con una sonrisa en la boca.

En unos minutos llegan Patxi y Unai y un rato después el resto del grupo, más… un montón de Arguedanos , otros de Milagro…. vamos que aquello parece «la Onu de las bicis».

Reunido el grupo reemprendemos la marcha y llegamos a la carretera y al poco estamos junto al puente de Cáseda donde el KarrikiriMovil nos espera para tomar algo.

Terminado «el piscolabis»,  toca subir.

Ascendemos mientras a nuestra derecha, vemos bajar a nuestros paisanos del C.C. Murchante, que con sus ruedas finas descienden por asfalto el puerto de Cáseda.

Arriba, con el grupo ya reunido, volvemos a dar pedales.

Salgo en cabeza, despacio, disfrutando de al buena temperatura y del solcico….

Y poco a poco los lobos aparecen….

Primero Feli, seguido de Toño, Diego y Unai para disputar lo que debía ser un premio de la montaña, porque finalmente acabamos acelerando mas que un poco.

Se empiezan a suceder los tirones de unos y otros y el ritmo se vuelve frenético.

Dientes apretados, pulsaciones al tope y el ritmo apenas cede, de vez en cuando los segundos necesarios para que las pulsaciones remitan un poco y dar otro hachazo. Lo único que no está claro es quien lo va a dar en cada momento.

Lo bueno de esto es que una parte monótona que siempre se me hacía aburrida, la terminamos sin darnos cuenta y acabamos bajando hacia San Isidro.

Lo malo: Hay que esperar y el grupo tiene que estar aun a bastantes kilómetros. Nos vamos a quedar fríos… vaya tontería hemos hecho.

Al llegar a San Isidro, los encargados de la logística de los peregrinos de a pié, están preparándo la comida. Les saludamos mientras Toño dice que continúa, para no quedarse frío.

Roberto se queda hablando con alguien, Unai se encuentra a un amigo y yo me detengo a charlar con los del club de carretera que coinciden en ese punto con nosotros.

Tras terminar la conversación, decido continuar a poco más de 5 km/h a ver si desde atrás, nos van pillando.

Finalmente, Aparecen Roberto y Unai.

Roberto nos adelanta intentando coger a los de amarillo mientras Unai y yo, continuamos a ritmo.

En el siguiente cruce nos reunimos con Roberto y continuamos tranquilos hasta «Yamaguchi» donde nos detenemos a esperar y reunir al grupo. de Toño, ni noticias por la radio, debe haber continuado hasta Javier.

Ya con el grupo retomamos el camino sin saber exactamente cómo llegar al camino por el que queremos ir.

Diego me pide que active el GPS… Ufff

Al menos sabemos donde está el río y la forma que hace el valle, así que, no sin algo de falta de fe por parte de algunos, decidimos desviarnos en busca de ese camino.

Resultado: Unos cuantos se arriesgan y el resto decide continuar por el camino seguro ( hombres y mujeres de poca fe!!).

Patxi, Unai, Roberto, Diego y yo, conformamos la expedición y finalmente encontramos el camino.

Es un paraje precioso, con un enorme barranco a la izquierda que termina en el  río y un, antes camino y ahora, dados los desprendimientos de piedras, senderillo, con bastante barro, nos anima la mañana.

Entre risas avanzamos hasta llegar a la parte baja de Javier, donde alguno se piensa si subir la cuesta…

Frente al castillo, unos han ido a comprar la cruz, otros han desaparecido y los que aparecen, se van a a ver al santo…

Ah sí? Me voy a comer!!

Diego, Unai, Patxi, Inés y Fermín bajamos la cuesta para acercarnos a Yesa.

En este trayecto nos encontramos con la Gamen Family, que van de rueda fina y nos saludamos.

Unos minutos después estamos duchándonos y deseando comer, tras 111 kilómetros de buena mañana (y unos pasos de  baile  aprendidos… 🙂 ).

 

 

 

 

Crónica: Ruta por Ágreda con avituallamiento a cargo de Fermín

El tiempo está loco. Sino que se lo digan al Ebro, del que suben y bajan sus aguas, como si del diluvio universal se tratase.

Y es que pensábamos ir a Carcastillo, pero con las inundaciones y estas peculiaridades climatológicas, resulta que había que dar un rodeo y la cosa se disparaba en distancias.

No hay mal que por bien no venga, y decidimos acercarnos a Ágreda.

Ayer, me dió un toque, Diego (bombero de Tarazona), para ver si íbamos a salir, con la intención de acompañarnos y a las 8:30 me presento en el parque puntual.

Acto seguido aparecen, Carlos Saso, Diego desde Tudela, Fermín, la mochila de Fermín, Marta, Feliciano, Unai y un mozo que pregunta:

-«¿Alguno de vosotros sois Iñaki?»

Tras responderle, le presento al resto de la comitiva y partimos por el Tarazonica (dos fines de semana seguidos….que penitencia!!!!) hacia Tarazona, para evitar que la ruta se alargase en demasía.

En Tarazona, Marta, repasa el santoral (Santa Rita que no suban, Santo Tomás que no vayan por la cuesta, San Atilano….)   pero de nada le sirvió…

Como es tradición, nos metemos por las calles del casco antíguo y ascendemos hasta el camposanto, para proseguir hacia la chopera de Torrellas.

En pocos minutos estamos escalando por la carreterilla que asciende al pantano del Val, sobre el pueblo Los Fayos, y tras una breve conversación, creo sofocar un conato de retirada.

Infeliz de mi, mientras disfruto por los toboganes que hace el camino, «la de rosa» se queda atrás, hasta decir un escueto:

-«Me doy la vuelta!! Adios!!»

Nuestro Tudelano, Diego, que pese a ir dopado, no está del todo bien, decide volver con ella, mientras el resto continuamos la aventura.

Dejamos atrás el pantano, y el paisaje cambia por completo.

Si unos kilómetros atrás eran pinares ahora, la frondosidad se constituye mediante chopos, juncos, cardos y algún que otro arbusto  de espinas afiladas, que a Feliciano

le traen malos recuerdos de Artajona.

No tardamos en llegar al río y por suerte hay un tronco con algunas ramas adicionales por las que hacemos equilibrios para pasar, mientras la bici va por el agua.

En un momento de despiste, meto el pié hasta el tobillo en el agua helada, pero por suerte, el GoreTex de las botas de invierno parece funcionar y saco el pié totalmente seco.

-«Madre, madre, si llego a vestir otro calzado…»

Continuamos un kilómetro y tenemos que volver a detenernos.

El camino está totalmente inundado. El río se ha desbordado en esa zona.

Como he venido varias veces, sé que habitualmente son unos doscientos metros, tras la curva (que nos impide ver el final de la inundación) el terreno que suele estar encharcado.

A nuestra derecha un talud de unos 4 o cinco metros «escalable»…. y para cuando alguno piensa en qué hacer, Feliciano y yo estmaos subiéndolo con las bicis al hombro y agarrados a las raices, para no caer. El resto, se apresura a hacer lo propio y acabamos por el monte, haciendo el corzo…

Como era de sospechar, más adelante, el camino está en perfectas condiciones, y volvemos a montar para seguir pedaleando.

Pese a ser una ruta, que repito varias veces cada año, no me canso de disfrutar del paisaje.

Unai, está pletórico y con una sonrisa que no se le va de la cara, mira de lado a lado, mientras al antes camino se torna en sendero sinuoso.

-«Que chulo, es de los sitios más bonitos en los que he montado en bici!!»

Llegamos a la catarata del pozo de las truchas y como hay algunos que no han estado, descabalgamos para hacer algunas fotos y que puedan ver el sitio tan bonito, porque… aquí, además, se complicará el camino.

Toca subir escaleras, y.. QUE ESCALERAS (alguna tendrá casi 35- 40 centímetros de alto). Mientras el amigo Unai olvida lo bonito del lugar y empieza a maldecir las largas escaleras, vamos cual penitentes paso a paso, hasta llegar arriba.

Seguidamente hay una pendiente pronunciada y tenemos que avanzar caminando unos metros para poder montar en bici.

Voy el primero, monto, avanzo unos 20 metros y oigo un chirrido metálico.

Miro detrás. Unai está mirando la bici, y el resto se detiene a ver el problema.

Por alguna razón, ha perdido un tornillo que aguantaba el plato grande y éste se ha doblado (y eso que era nuevo).

Por suerte, llevamos la mochila de Fermín y tras descartar, el uso de varios utensilio que seguro que llevaba (una bombona de oxígeno y otra de acetileno, una barra de uña, un elevador de coches tipo taller…) optamos por unos alicates que por supuesto, también lleva.

Feliciano, desdobla en la medida de lo posible, el plato poer ha quedado inservible. Con unas bridas (si, de la mochila…) se hace un apaño y se hace un conjuro para que Unai vaya en plato pequeño todo el resto de la ruta.

Continuamos subiendo y bajando por el sendero, hasta que encontramos el segundo grupo de escaleras, mientras el pobre Unai (que no tiene su día) asciende negando con la cabeza…

La ruta continúa por un sendero aéreo, asegurado por una soga dispuesta entre postes a nuestra derecha.

No tardamos en volver a transitar por camino en continua subida (cosa que taladra a un mocico que yo me sé…).

-«¿Otra subida?  ¿Pero otra más?!!?!?!?!»

No mucho después, estamos en Ágreda.

Y como es una ruta, cuesta arriba, subimos hasta lo más alto del pueblo para descender después al parque, donde nos detenemos un instante.

Nuestro catering, Fermín, (de verdad que la mochila es mejor que el bolsillo de Doraemon) saca un paquete de galletas Chiquilín, otro paquete de galletas de chocolate….y porque le paramos antes de sacar el ternasco con patatas.

Tanta abundancia nos hace acabar comiendo todos galletas.

La ruta de ida estaba clara en mi cabeza, pero hace ya bastantes kilómetros que llevo pensando en un cruce que no recuerdo bien a la hora de volver.

Salimos de Ágreda por un camino bajo la autovía que va a dar a la antigua vía del tren, hoy vía verde.

Rodamos agusto, hasta que llegados al dichoso cruce, y sin recordar, me decido.

-«Creo que es para arriba»

Unai:-«Claro, vaya hombre, iba a ser hacia abajo…. imposible…. si es que…..jejeje»

Cien metros más adelante el camino termina y hay que volver.

Por suerte, el cruce del que tenía dudas se resuelve solo y descendemos por un camino en buen estado, hasta llegar a una cuesta arriba, que yo recordaba mucho más larga.

PAsamos por un pueblico, y al salir tengo otra duda, aunque creo dar con la salida correcta.

Justo al tomar el camino le comento esto  Feli.

-«Mira, un cartelico donde pone: Valdepalomas. Ya tienes para acordarte en futuras ocasiones».

Y la verdad es que se me quedó grabado (llamemos «Waypoint»…jejeje).

No avanzamos mucho y han estado haciendo movimientos de tierra, reorganizando caminos y esto rompe los esquemas.

¿Como voy a acordarme si me mueven los caminos de sitio?

Damos unas vueltas y por suerte, nos orientamos.

Iñaki-«La carretera debería de estar ahí cerca y…»

Diego:-«Sí, allí está!!»

La cosa está clara. Hay que bajar del monte en el que nos encontramos…

Y dicho y hecho. Campo a través, nos lanzamos hacia abajo, con una sonrisilla en la cara, hasta que cinco minutos después estamos rodando por la carretera, escasos doscientos metros hasta el cruce.

Estamos en la carreterilla de la subestación de la Nava, y Unai empieza a…. ¿Bailar?¿botar?…

Pinchazo toca cambiar cámara y nos detenemos el tiempo necesario para hacerlo.

Acto seguido nos desviamos por una pista, ascendente (pero suave) hacia Monte Alto.

Desde allí, y por una preciosa bajada descendemos, no sin algún susto (cosas de zanjas, en medio del camino…. que había que saltar a toda velocidad).

Llegamos a Monteagudo, y de allí a Cascante, donde nos cruzamos con Marta Garriz, su prole and company, para terminar nuestra divertida ruta en Murchante con algo más de 90 kilómetros a la espalda y mucho divertimento.

 

La ruta de Diego y el Conce Dracúla (acento bien colocado).

El sábado, la familia dejó solo en casa a Diego y éste no tuvo otra ocurrencia que pillar el programa del GPS y empezar a crear una ruta…

A las 8:30 quedábamos en el parque un montón de gente (tanta que se me olvidará alguno así que por una vez no los voy a nombrar uno a uno (total, ellos ya saben que estaban allí…).

La cosa es que podía ser la primavera (que la sangre altera), o la fase lunar… la cosa es que… parecía que habíamos anuciado almuerzo (a ver si no me enteré de esa parte…).

Abandonamos Murchante por el cementerio y pasamos cerca de Cascante por una de nuestras más transitadas rutas.

Yo estoy cansado y no he dormido bien, me noto flojo. Menos mal que con la cháchara la gente no aprieta.

Pasamos Tarazona, por encima, llegando al Embalse de Santa Ana y recorriendo la carreterilla que serpenteando nos lleva a Torrellas.

Nos detenemos a comer algo. Pronto viene la parte dura de la jornada y es mejor que nos pille avituallados.

Guillermo, cual pastor, obliga a «la ovejica» a meterse por el camino hacia Los Fayos mientras ella decía:

-«Yo por carretera, yo por carreteraaaa»

(al camino derecha…)

Pasamos la chopera, el pueblo y dejamos la presa a nuestra derecha para continuar junto al río Queiles por el valle que tantas veces hemos recorrido en dirección a Vozmediano, hasta que un par de kilómetros

más adelante, el Sherpa, nos indica una pista a la derecha que sube hasta la misma cresta del monte.

Son u par de kilómetros de cuesta, llevadera, pero cuando uno no tiene su día…

Arriba esperamos hasta reunir al grupo. La ruta discurre por la mencionada cresta, empalmando caminos hasta Vozmediano. La parte buena es que el mayor desnivel ya lo hemos ascendido…. de golpe.

En Vozmediano, nueva parada a reponer algo.

Continuamos por carretera en dirección a Agramonte, para girar a la izquierda donde el maestro DiegoSam, guru del GPS, nos dice.

Comenzamos una bajada por pista, con alguna pequeña grieta y piedra suelta. Feliciano va a mi lado a velocidad terminal, hasta que encontramos un cruce. Hay que parar porque nuestro guía es más… civilizado, bajando.

Mientras freno, miro atrás y veo a Jarauta (jodo, como baja tu bici eh…. y lo preocupado que estabas el día que la estrenaste porque había que «hacerse» a ella).

Justo detrás, entre los matorrales aparece el conde Dracúla. Inmediatamente recuerdo las películas en blanco y negro y miro el cuello de Marta. No, no se ven indicios de mordisco.

Sin embargo el conde Orta (digo Dracúla), con la boca ensangrentada y con hilos de sangre cayendo hacia el cuello, está acechando y por fín veo que Feliciano está con la mano en el cuello…

Tras desenganchar al «Vampiro de la retro» y limpiarle, le explicamos que no tiene que morder todas las ramas del camino, ni poner los morros cuando una se cruce en su trayectoria.

Con la lección bien aprendida proseguimos, si bien compruebo, como el grupo mira de reojo al «Nosferatu Moncaino» y cada cual, protege el cuello con la braga e incluso con calzoncillo de cuello alto… por si las moscas.

La ruta marcada es una sucesión interminable de sube y baja, hasta que atravesamos la carretera que desciende desde Agramonte a SantaCruz, para continuar, una vez atravesada ésta, por el otro lado de la ladera.

Es aquí donde me emociono, al ver el formidable grupo que formamos…

No es que seamos buenos ciclistas… es que hay más arte que en el Circo del Sol!!!!

Llega una bajada, con piedras hermosas, redondas, gorrrrdas y bien repartidas y «el  trapecista» nos muestra como se hace un looping…

Frena con el de adeltante y voala!!!!  ahí tienen al hombre ariete!!!  jijiji

(Por suerte no se hizo daño… o eso decía, vamos…)

Continuamos bajando y llegamos a la carretera que va de Vera a SantaCruz. Esta vez tomamos el asfalto y comenzamos el descenso a Tarazona.

Vamos tranquilos, hasta pasar la rotonda donde está el cruce para descender al pantano del Val.

Nosotros continuamos a Tarazona pero un bólido musculado pasa a toda velocidad…

Es un meteorito? un avión? superman??  NO. Es Feliciano, dando pedales que parece que se le va a salir la cadera!!!

Salto y voy con él. Detrás se nos unen unos cuantos más…

Vamos dando relevos o demarrajes… no lo tengo claro, pero si que al pasar de 67 km/h) me cuesta aumentar velocidad, porque no me dan las piernas…

Llegamos a Tarazona y…. nos detenemos.

Dani? donde está Dani…?

Ha desaparecido.

Telefono en mano, veo cabecear a Feli, hablando con el desaparecido…

Cuelga.

Vale, que nos vamos… que él ha parado y bla bla bla… y que dice que bla bla bla…

Seguro??? que si que si… que dice que …. bla bla bla…..

Ah vale….

Por la vía verde del Tarazonica, vamos a ritmo alegre pero sin forzar, que mal día llevo y encima acojonado… toda la vía verde con el vampiro a mi «lao» mirándome la yugular…

Por fin llegamos a Murchante y me siento a salvo. Ahora voy a por una ristra de ajos para frotármela por el pescuezo, que tras la ducha… me volveré a encontrar con «éste» y solo falta que tenga hambre….

A Valverde que somos cuatro

Muchante, 8:30 de la mañana salen del parque cuatro monturas con sus jinetes, Amis (Jarauta), Pontos (Guillermo), Dogos (Sierra) y D’Artacán (yo que soy el más guapo).
Nos encaminamos a Montealto con destino final por determinar según tiempo y fuerzas. La previsión anuncia aire, mucho aire, que nos respeta un poquito hasta comenzar la aproximación  a los Royales en que nos muestra su verdadera cara, feo él. Llevamos por ahora parte del recorrido de la Night y Guillermo nos va explicando la variación que ha tenido durante estos años; se siguen recordando con mezcla de humor y terror aquel barro pringoso y asqueroso del 2013 que hizo las delicias de mecánicos de bicis y vendedores de detergentes de lavadora.
Cruzamos la carretera Cascante-Fitero y ascendemos lentamente a Montealto; quizás sea este el tramo más pesado, son solo 5 kms pero el viento en contra molesta y el desnivel que vemos aproximarse obliga a reservar fuerzas.

“Hoyas de Najera” se llama el barranco que asciende Montealto y que nos da un respiro; aunque el desnivel es mayor, la pista está protegida del aire y las conversaciones comienzan a ser más animadas y las respiraciones menos ruidosas. La subida llega a ser divertida y llegamos hasta la antena de Montealto donde se bifurca el camino que desciende a Valverde. O al menos descendía la penúltima vez que lo hicimos, porque en ésta hay que darle a los pedales incluso cuesta abajo. Lo siento Jarauta, es lo que tiene la gravedad y los caprichos de sus leyes: los kilos cuesta arriba molestan al ciclista, pero los flacos cuesta abajo os quedáis donde os corresponde ¿estás conmingo no Sierra?.

Tomamos el merecido café en “El montero” y emprendemos el regreso dirección a Fitero por el valle de Añamaza. Se agradece dejar las pistas en mal estado habiendo tenido el aire en contra y ahora avanzamos a buen ritmo. Atravesamos un valle con historia de renombre, conocido por muy poca gente y por el cual hemos paseado nuestras bicicletas al menos un par de veces. A nuestra derecha dejamos los restos de “la Botica de los moros” o antiguo Castillo de Añamaza, de gran importancia en su tiempo de esplendor. Y aquí de nuevo hace su aparición el espíritu práctico de la tresena que me acompaña. Mientras yo cuento historias de moros y cristianos peleandose en la cima del monte, estos tres mosqueteros capitaneados por Dartacanllermo ven montones de piedras mal aprovechadas que  estarían mejor en el volquete de un camión dirección a una gravera que luego encontraríamos en nuestro camino. (Previo reciclado de ventanas, marcos y puertas si los hubiera.)

Pasamos por la parte trasera de las Roscas, a ninguno de los cuatro se nos ocurre la idea de subir la rampa que vemos y aún recordamos de una excursión no muy lejana, en la que Chelu nos obligo a subir bicicleta en mano hasta la cima de las dichosas rocas. Bueno, no sé si fue así o algo parecido, pero Chelu si que estaba y dijo algo así como “yo hago el camino” o “me cago en el camino”.

Rodamos desde Fitero a Cintruenigo (Os recuerdo que por aquí un tal Becquer, romántico él, vió una bella mora en una cueva que debía estar apetecible, porque un caballero cristiano perdió la cabeza por ella y en vez de hacer la guerra dejo la espada y se dedicó a otros menesteres menos sangrientos) . Desde Cintruenigo Guillermo nos enseña una variación que yo desconocía. En vez de ir hacía el Boquerón tomamos otro camino que empalmará con parte de la Night. Es algo más largo pero más novedoso y juguetón, menos rectilíneo y con desniveles más irregulares, pero se hace con gusto porque vamos bien de fuerzas.

Finalmente, llegamos a Murchante donde se celebra con una cerveza fresquita una jornada creo yo que divertida y hecha a un ritmo muy digno. Bueno, a lo mejor la cerveza sin jornada también hubiera estado muy digna, pero es lo que tienen los clubs de ciclismo, que hay que pillar la bici de vez en cuando.

Yerga…again

Abro un ojo… me duele todo!!!

Mis riñones parecen recién pasados por una picadora de carne…

Hoy vamos a Yerga (esto empieza a parecerse a la película del día de la marmota aquella…). La verdad es que la ruta es chula pero en un invierno subir cuatro veces… (cuatro? sí, creo que sí…).

Pero esto es así, y como solamente andan andanadas de viento tipo Katrina… disfrutemos de la mañana…

En el parque esperábamos multitudes (miles y miles de bikers) esperando acompañarnos, pero vino Chelu, después Guillermo y Dani con Iñigo (hoy nos acompaña por primera vez)… un grupete de tudelanos (Bauti, Diego y Patxi) y finalmente Samuel que casi se queda a ver a Alonso. Ah, es verdad… un dolorido Iñaki, estaba por allí, aun preguntándose porqué tenía que haberse levantado a esas horas para seguir auto-flagelándose los riñones…

Como dijo una vez Confucio (o fué Samuel…):

-«Un Karrikiri no se rinde nunca. Si hace falta, pedalea con las manos!!!»

Y repitiéndome la frasecita una y otra vez, bajamos la cuesta para pasar junto al almacén de Jisman…

Con un viento de esos que nunca quieres para andar en bici, pasamos por el estrecho y el boquerón. Poco más tarde estamos en Cintruénigo.

Salimos del planeta Cirbón, por carretera, hacia Fitero, pero poco dura nuestro rodar por asfalto, ya que en el cruce con desvío a Corella, nos metemos por un camino (y que camino…) ya enfilando hacia Yerga.

A decir verdad, el camino, cuando es en sentido descendente es una gozada. Saltos, pedrusqueros, grietas (para saltarlas…) y un sin fin de «particularidades» que lo hacen… «diferente».

Ahora, a la hora de subirlo, es otra cosa.

Cuando no se le mete una mata voladora a uno en el cambio, saltaba una piedra disparada por la rueda de otro o alguien metía la rueda en algún socavón y tenía que poner pie a tierra. Pero… esto es mountain bike…

Doler, duele, pero como si del rosario se tratase, voy recitando la frase/mantra de Samuel a ver si con eso me olvido de los riñones.

Pasamos la carretera de Alfaro-Grávalos, mientras Guillermo nos señala la localización aproximada del Hotel Palafox, por si alguno quiere ir a almorzar…otro día…

Un kilómetro y pico después de cruzar la carretera, estamos disfrutando de una barrita. ahora empieza lo bueno.

Arrancamos de nuevo, y encaramos el trozo más duro de la mañana. Son unos tres kilómetros de rampas más duras que las del propio monte Yerga. Las piernas me responden así que voy dándole, pero a cada pedalada
ni mantra ni tontadas!! Se me parte la espalda!!

Aguanto la parte dura, pero tengo que bajar el ritmo y ya…

Bauti, Diego e Iñigo se van y bajo el ritmo agachando el torso para estirar los musculos… «Cagüen tooo»

Subo tranquilo. Quedan casi 10 kilómetros de subida así que ya me pillarán y subo con el resto…

No vienen… Y me como todo el viento…

«Un Karrikiri no se rinde…. »  si pillo aquí a Samuel… le arreo con un canto rodao…

Finalmente, solo me como todo el viento y subo hasta arriba.

Yo: -«Llevais mucho rato?»

Diego: -«Hombre llevamos ya unos minutos… hemos subido a saco…»

Yo: -«Pues algo ha pasado por detrás porque me tenían que haber pillado. Vamos a ir bajando…»

Descendemos desde el repetidor a la pista y al poco nos encontramos con el resto que suben.

Unos han ido a su ritmo y otros han tenido mal día subiendo… pues si que estamos bien..

Pido algo para el dolor y el boticario, Chelu, me da un ibuprofeno (creo porque me lo tomé sin mirar mucho…). Samuel que anda con dolor de cabeza también tira de botica.

(pensando ahora, seguro que le dolía por las maldiciones que le echaba yo subiendo acordándome de la frasecica… a ver si voy a ser como los santeros del Budú…)

Samuel quiere estar en casa a la una. Quedan 40 kilómetros, con una bajada muy muy mala, un camino divertido pero complicado…. y son las 11:45.

Diego:-«Imposible Samuel..»

Empezamos a bajar y pese a que Diego advierte que es mejor por la otra bajada, yo me empeño en descender por donde hemos subido. En mucho peor estado y más revirada en pos de un menor kilometraje
para llegar antes… al poco estoy convencido… Diego tenía razón… pero ya no hay vuelta atrás.

A media bajada parece que la pastilla me empieza a hacer efecto y se me empieza a pasar el dolor… que biennnnnn.

Para cuando llegamos abajo, estoy como un chavalín… solo una leve molestia…. BIENNNNN!!!!!

Ahora tengo ganas de dar pedales y divertirme, que ya era hora.

Bajando, viento a favor, ganas de pedalear y un camino… divertido …. jujuju

Miro de reojo y tras de mi, Samuel, pedalea como loco para no perder coba… el marcador señala casi 60 Km/h.

Saltico, derrape, otro saltico… eeeeuhhhhhh la curva uffff…..

Y llegamos a la carretera de Alfaro. Ya hemos calentado…

Nos metemos de nuevo en el camino que lleva a Cintruénigo, y este tiene más tela…

De fondo se oye:

-«Suaveeeeeeeee, suaveeeeeeee….»

Y de rato en rato bajamos ritmo…  pero nos hierve la sangre bajando… que ganas de darle fuerte…

En Cintruénigo, queda patente que hemos calculado muy justa el agua y la mitad de nosotros NO llevamos ya nada en la mochila…

Gracias a Dani que nos deja dar un trago, reanudamos hasta casa, porque en ese pueblo, tienen cerradas todas las fuentes… (debe ser la crisis…).

Bajando por el boquerón, hay ganas de darle pero hay alguno con un bajoncillo y vamos regulando…

Por fin, llegamos a Murchante.

Qué horas es Sam:

-«La una en punto.»

🙂

¡¡QUE VIVA EL IBUPROFENO!!!!

Crónica: Javierada 2014

El viernes estábamos en la cochera de Jarauta, preparando las cosas, cuando apareció el «KarrikiriMovil» vestido de gala para la ocasión.

No es que este club tenga muchos lujos, pero en cuanto a apoyo e ilusión del «ChiriChofer», no hay igual.

La verdad es que en las fotos, luce, pero en directo, con el ronco sonido de su motor, el rotativo encendido y los focos marcando el camino… parecía salido del Dakar.

(y ya no digo nada de las gavillas de sarmientos que le aportaban un caracter rural donde los haya… vamos… un lujo de aparato, al servicio de los Karrikiris).

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A las  6:30, quedábamos en la plaza y entre unas cosas y otras serían casi las 7 cuando salíamos, aun a oscuras, pero con el cielo manchado de tonos anaranjados.

Empezábamos despacio… pero despacio despacio…Atravesamos Tudela y su puente , con un Ebro rebosante de agua, para girar inmediatamente después, a la izquierda, para continuar por los sotos del río en dirección a la recta de Arguedas.

Llegados a la carretera, circulábamos un par de kilómetros por el arcén, hasta encontrar la pista adecuada.

Para recortar tiempo, habíamos decidido ir a parar a la «carretera de los militares» para llegar después a Castildetierra.

Bajo el monumento  natural, se encuentran nuestros fieles Alberto y Jose Luís («Chirico» y «Arias», que hay que decirlo todo!!!) con la mesa preparada, el café dispuesto y las pastas como si recién salidas del horno fueran.

Aun cuando nos acercábamos, escrutaba yo la mirada, en busca de la Mery, por si se había escapado y viajaba entre las gavillas de sarmientos… pero no…

Salimos por la perimetral del polígono y el desayuno parece haber hecho efecto.

Vamos con un cuarto de hora de retraso sobre el horario del año pasado pero poco a poco, vamos tirando del grupo que responde y aumenta ritmo. Esto marcha!!

Aunque amaneció hace ya una hora, la temperatura no ha subido mucho, pero la simple presencia del sol sobre un cielo límpio de nubes, nos indica que el día será perfecto.

Pâsamos junto al monumento del pastor, y poco después a la carretera de Sádaba, por la que nos acercaremos a Carcastillo.

Callejeamos hasta encontrar la campa donde el Karrikirimovil nos espera.

Doscientos metros antes de verlo, sabemos que está ahí (que olorcico desprende la fogata, la panceta, chistorra y demás cosicas que nos han preparado los chefs).

Mientras almorzamos, pasan varias cuadrillas de ciclistas, y todos sin excepción se quedan mirando y lanzan algún

-«JOOEEEEEEEEEEEE…»

Con el estómago lleno (tal vez, demasiado lleno), continuamos junto al río Aragón que nos hace ver, de dónde sacaba, tanta agua el Ebro a su paso por Tudela.

Poco después comienzan los toboganes y algunos disfrutamos bajando de salto en salto por las grandes losas hasta que finalmente llegamos al puente de Cáseda.

Allí nos espera nuestro equipo de soporte.

Algunos comen algo, bebemos y continuamos, ahora cuesta arriba hasta llegar a la carreterica del canal.

Cuando falta cosa de un kilómetro para Gabarderal, reunimos el grupo para llegar juntos al punto donde, los «de a pié» de Murchante suelen comer.

Allí están el, siempre dispuesto, personal de apoyo, preparándoles unas sartenadas de comida (que no quisieron compartir…). Así que nos vamos babeando como el perro de Paulov.

Nos dicen que no hace 10 minutos que han pasado algunos del club de carretera… entonces, no vamos tan mal de tiempo…

Ya en «Yamaguchi», nos detenemos a rellenar botellines y decidir por donde iremos (carretera, el camino del río o el de los toboganes). Algunos queremos ir por el río pero como nadie se acuerda
donde se tomaba el desvío… acabamos yendo por el de los toboganes, todos juntos.

El camino acaba a escasos veinte metros del punto más alto de la carretera, por lo que llegados allí, nos dejamos caer hasta el castillo.

Es la una en punto y los Karrikiris estamos bajo las almenas de Javier.

Foto de rigor, y vuelta a montar en la bici. comemos en Yesa y aun queda la última cuestica del día.

Minutos después  aparecemos por el albergue esperando que llegue el KarrikiriMovil para dejar las bicis, ducharnos y acudir al restaurante a dar cuenta de una merecida comida.

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P.D: Al igual que no he querido contar ciertos detalles de la ruta, tampoco diré nada de la meriendica que prepararon algunos en la terraza del restaurante. No os preocupéis, mi boca está sellada 🙂

Crónica: Javierada 2013

Hora de salida 6:30 a.m.

Para ser principios de Marzo, la temperatura es más que aceptable y los 10 º que marcan los termómetros en la Plaza de los fueros de Murchante, son bastante más llevaderos que en otras ocasiones.

Da la hora y faltan dos de los catorce que partiremos hasta el Castillo de Javier.

Aparece Juan Carlos y dice que su bici pierde aire.

Tras intentar meter aire a la rueda, se rompe la válvula y hay que meter cámara… mientras Toñín, a 5 metros, mira la escena y reza por lo bajo en unidioma ininteligible (debe ser que lo de la Javierada lo lleva interiorizado como buen cristiano y va recitando el rosario… que devoción tiene el chico, oye!!!).

A todo esto llega Samuel con evidentes signos de llevar menos de 3 minutos despierto…jijiji.

Casi son las 7 cuando nos ponemos en marcha y a causa de las lluvias de días previos, evitamos las zonas mas embarradas. Llegamos a Tudela y avanzamos por carretera hasta la recta de Arguedas, donde tomamos pista para posteriormente enlazar con la carretera de los aguilares.

Volvemos a meternos en camino con Castildetierra al fondo, donde Mery y Alberto nos esperan con el desayuno preparado.

Solo llevamos 30 kilómetros pero un café y una pasta entran de maravilla.

En diez minutos estamos rodando de nuevo por la perimetral del polígono hasta desviarnos por la pista que lleva al monumento del pastor.

Allí Chelu, en silencio, revive su personal lucha con la pirámide (que nunca aparece al fondo). Avanzamos a buen ritmo, sin formzar pero sin pausa y nuestro equipo de soporte nos adelanta, para llegar y preparar el almuerzo bastantes kilómetros más adelante.

El terreno está con barro pero tampoco es exagerado… a no ser que hagas como yo, te despiestes y acabes tras Juan Carlos.

El hombre ha incorporado guardabarros a la bici y la verdad es que se nota que va más limpio que los demás pero… el que va detrás es salpicado por una lluvia de «terrones» barro y elementos varios a la altura de la mejor máquina de gotelé.

Pasamos junto al monumento del pastor, señal de que la bardena termina para nosotros y recorremos los kilómetros restantes hasta la carretera.

Una vez sobre asfalto, se desata el hambre, sabedores de que a poco más de 6 kilómetros «alguien» está asando panceta y chistorra para nosotros.

Callejeamos por Carcastillo hasta las afueras de la población. Al fondo, Mery está mirando a ver si nos ve llegar.

Alberto está parrilla en mano, panceta recién hecha sobre la mesa, y más haciéndose sobre el fuego. Cebollas tiernas de las que Toñin y Feliciano dan buena cuenta… y alguna que otra botellica de buen vino que, no solo Cope, disfrutó (estaba rico a decir verdad).

Mientras almorzamos, nos salida Cristian a lomos de su caballo.

Al poco de pasar reemprendemos nuestro periplo, conocedores de que ahora si… el color de bicicleta y bikers pasará a ser marrón uniforme…

Efectivamente, es llegar junto al río y entrar en zona embarrada.

Un pedal tras otro, avanzamos, dejando atrás esa zona para entrar en otra de toboanes, en mejor estado, aunque pedregosa y menos embarrada que nos llevará hasta el puente de piedra de Galipienzo (bajo el antiguo pueblo sito encima del escarpado monte frente a nosotros).

Allí, una pareja de policías Forales, nos hacen la foto de rigor, en la que se suman un trío del»Gamen Team» que llevan toda la mañana encontrándose y desidiéndose de nosotros (a destacar los cubrebotas de Cobeta, nuevos para temporada 2013-2014 en primicia).

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En Galipienzo, nos espera nuestro equipo de apoyo que se ha molestado en buscar un lugar donde limpieasen el carro de las capas varias de barro que lo cubrían.

Nos detenemos un instante y continuamos cuesta arriba abandonando el pueblo por su parte más alta.

Tras unas cuantas rampas aparecemos en un cruce donde una carreterilla asfaltada y paralela al canal, nos conducirá a Gabarderal.

Hacemos otra breve parada para saludar al perosnal de apoyo de la gente que va a pié y continuamos.

Los últimos kilómetros hasta Javier, son cuesta arriba y nos los tomamos con calma… hasta que llega la última bajada donde nos dejamos caer.

Foto en Javier y rodamos los últimos kilómetros hasta Yesa, donde nos duchamos y comemos junto a nuestros amigos del C.C. Murchante.

Al final día completo que a algunos les amodorra durante el viaje de vuelta (y eso… que el trayecto en el autobus, estuvo amenizado…).IMG-20130309-WA0007
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Aunque siempre hay algún… elemento que se ocupa de que los sueños se combiertan en pesadillas…

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