Crónica: Creo que Patxi durmió en el sofá

Mientras Chelu devoraba las ensaimadas que tenía por desayuno…

Otros Karrikiris, intentábamos dilucidar cual de las equipaciones era la correcta para la ruta, y por más señas del señor Saso, respecto del traje y corbata, me decidí a ponerme de corto… hasta que salí de casa y añadí el cortavientos a mi vestimenta.

En el parque se dan cita (espero no olvidar a nadie):

Guillermo, Diego, Patxi, Ines, Javier, Ezequiel, Samuel, Roberto, Jose, Feliciano, Bauti, Saso, Unai, Fernando Martiartu y yo (Iñaki).

Con tan nutrido pelotón, no sabemos a donde tirar, hasta que Patxi, nos dice que conoce una senda y tal…

Vamos, que poco hizo falta para dar por buena la ruta.

Bajamos hacia San Gregorio y de allí, como en las primeras ediciones de la Night & Bike Murchante, nos desviamos hacia el estrecho para coronar los royales.

Pasamos los toboganes del camino que conduce al cruce con la carretera  «Cascante-Fitero» y continuamos siguiendo el recorrido de la primera edición de nuestra nocturna, hacia Monte Alto.

Patxi, me alecciona con los nombres de varios corrales de ovejas, valles y cabezos, pero por más que intento acordarme en este instante… no hay forma.

Ascendemos hasta el repetidor, donde las rampas se complican y tenemos un mano a mano entre Diego, Bauti, Unai y un servidor, que finalmente se lleva por la mano, Diego.

Una vez en el repetidor, «el serpa», nos indica que hay que proseguir recto, por el camino principal hasta que unos kilómetros más adelante, junto al amplio camino de bajada que lleva a Tarazona, nos señala lo que según dice, es un sendero.

A decir verdad, yo solo veo un montón de barro, aliñado con miles de pisadas de un animal que alguno llama: «El Javalí ovejuno».

No es por contradecir a nuestro Casi «Feliz Rodriguez del Cantaro Partío», pero me da a mi que no se va a ganar la vida reconociendo huellas de animales…

Mientras pensamos en semejantes engendros, el terreno se complica y por mucho que nuestro enfermero Afgano-Nepalí, nos diga eso de:

-«Sí, sí, seguid, que es por ahí…. mas o menos hacia arribaaaaa!!»

No veo la ruta por ningún lado.

En un momento determinado, miro y veo a los cuatro que vamos por delante, en medio de una escarpada ladera, en medio de matojos…

ladera

Patxi, 300 metros más atrás, grita:

-«Para arribaaaaa»

-«Siiiiiiiii, máaaaaaaas o menos por ahíiiiiii…»

Gracias al cielo, Inés, su abnegada y hoy más que nunca, sufridora esposa, nos acompaña, lo que implica que si sigue eligiendo la ruta de esas formas… el culpable, no quedará sin penitencia!!!

Ya en la cima, y mientras me pongo de nuevo el cortavientos, Feliciano se echa unas carcajadas viendo al resto del grupo trepar como Íbices por la ladera, bici al hombro o simplemente arrastrándola.

-«Arreaaaaaa, venga que eso no es nadaaaaaa!!»

Patxi, cual pionero del Oeste norteamericano (o cual niño antes de Navidad, con el «me lo pido») se va a apropiando tanto de  terreno como de  fauna:

-«Si veis dos corzos son míos. No lo saben, pero lo son.»

-«Esta ladera es mía, y aquella también!!»

Y mientras registra la propiedad, descendemos, por un sendero pedregoso, hacia lo que en tiempos fue una cabaña.

Allí, Guillermo, emocionado, aguarda la legada de Patxi para que le explique la historia del lugar:

Patxi: -«Esto en tiempos, era un sitio de….»

Guillermo:-«Esto para mi… es una gravera!!»

Y mientras disertan sobre la naturaleza de las cosas, unos se adentran en un profundo boquete, excavado en la tierra y que descendería varios metros.

Otros descubrimos un antiguo Trillo, con una elaboración diferente a todas las que había visto y aun montamos una procesión a lo «Asterix», con un «algo» de madera que encontramos
tirado por allí mismo.

Montamos de nuevo en las bicis y al poco encontramos un camino, por el que nos lanzamos cuesta abajo.

Como si se tratase de aves en bandada, descendemos calcando los movimientos del que nos precede y así en un resalte, Samuel salta, le sigo yo y tras de mi Roberto, vuela, para aterrizar y seguir derrapando cuando…

-«Altooooo»

-«Quietos»

-«Paraaaadddddd!!!»

Como dijo después, nuestro «vidente» Samuel, tuvo un presentimiento o algo similar y noté que aminoró un poco la marcha, antes de una curva en el camino (no, no es lo normal) y eso propició que pudiéramos frenar sin tantos apuros, al ver la avalancha de piedras, que había producido el desprendimiento, bloqueando el camino (si no frena tenemos que pedir subvención para costear el dentista, uno por uno…).

Pasado el momento de peligro, volvemos a lanzarnos a toda mecha, cuesta abajo, hasta que, en un cruce tenemos que detenernos y esperar al guía.

Un camino va cuesta abajo, el otro se ve ascender….

Patxi:-«Por ese!!»

Samuel:-«Ya sabía yo que iba a ser por el que sube, hombre, no podía ser por el otro, no?»

Con Roberto haciendo de punta de lanza en uno de sus «arranques Guepardinos», el pelotón llega al embalse de Santa Ana, donde Roberto, nos explica algunas de las peculiaridades de las cañas que utilizan varios pescadores. Nuevos sistemas que no todos conocemos.

Tras una breve parada, decidimos continuar hacia Torrellas, para llegar a Los Fayos y de allí subir a SantaCruz de Moncayo.

La subida es continua y ascendemos a ritmo alegre pero sin agobios.

Ya en Santa Cruz esperamos a reunir al grupo y continuamos.

Feliciano, hombre de buenas costumbres entabla conversaciones con los hombres de la taberna local

Feliciano:-«YeeeeeeeeeeeeaaaaaAaAAAAAAAAA!!»

Hombre:-«IIIIIIIiiiiiiiiiiiiieeeeeeEEEEEEEEE»

Feliciano:-«Has visto… ya sabía yo que me iba a contestar ya…, este lenguaje es universal!!»

Con los ojos vidriosos y mi cerebro en estado catatónico, no logro comprender como esa retaila de sonidos esconde: «buenosdías, quetalestamos, yobienytucomoandaspuesbientambien…alamajoyanosveremos…»

Pero la verdad, que el dialecto Moncayil funciona, y soy testigo de ello (tanto de que funciona, como de que Feli lo habla fluido y con buen acento de la zona!!).

Salimos de Santa Cruz por la carreterilla que va a Grisel, si bien a cosa de un kilómetro giramos a la izquierda para internarnos por un camino que mas adelante sería sendero.

Roberto se pone delante, seguido por Feli y un servidor que va tragándose todo el barro donde Feli tiene a bien meter su rueda.

Pasamos el sendero como alma que lleva el diablo, disfrutando de la velocidad e intentando ver algo entre las rendijas que el barro deja en las gafas.

Una vez acabado se reúne el grupo y tranquilamente bajamos a Tarazona.

Entramos en el Tarazonica, donde coincidimos con Cesar, que ha salido solo, entrenando para los 10.000 del Soplao y viene de Moncayo.

Bajamos tranquilos, y cuando alguien se desmadra, desde atrás lo ponen firme….

Hasta que salta Bauti.

Arrancamos todos, así… como decirlo….a ver…. me viene una imagen a la cabeza…

braveheart

Bueno, ya me entendeis…

Y se van sucediendo los relevos mientras la velocidad va aumentando.

Casi al llegar a Murchante saliendo desde atrás del grupo, casi tenemos un susto cuando estoy adelantando para ponerme en cabeza, no veo a un peatón (o persona, no se bien lo que era), que viene de frente mientras mi manillar choca con el de Cesar…

Se que el mozo (runner) no ha dormido bien… ya lo siento majo, yo también me asusté!!

En la estación reunimos grupo y nos despedimos, mientas unos van hacia Tudela y otros nos desviamos a la capital.

Una ruta de unos 74 kilómetros, que a buen seguro que repetimos.

Crónica del domingo: Del Val a la Nava

Salimos de Tudela hacia el parque: Bauti, Diego, Cesar y Yo (Patxi) para encontrarnos con Fermin, Guillermo, Dani, Saso, Chelu y Roberto. Un buen número teniendo en cuenta que ayer también hubo salida.

Hoy el plan es fácil: Seguir a «Diego Bolsón» atravesando la tierra oscura del pantano del Val para arrojar al «enanillo» en la estación abandonada de la Nava (se puede tirar a cualquiera, pero creo que Chelú se lo olió a tiempo). Nos enfilamos por camino a Tarazona, alguno gruñe un poquito porque le aburre la pista, pero a mi personalmente, evitar el Tarazonica me alegra siempre (es tan práctico como aburrido). En cabeza de pelotón Bauti, Cesar, Diego y Roberto (según pulsaciones), los demás seguimos con distinta fortuna según los grados de inclinación del terreno. Eso si: también llevamos alguno con la cabeza como un pelotón (compensado el grupo).

Llegamos a Torrellas y tomamos una pista que nos situara sobre el pantano del Val, lo seguiremos entre pinares y desniveles constantes que acompañan el perfil del embalse.

Echamos alguna foto pero la parada es breve para cumplir con el horario de vuelta a casa.

Nos dirigimos a Soria, “camino de rosas, camino de flores, camino me engañas, camino me jodes”, nos va sacando el Machado que llevamos dentro, pero vaya… más que recitando versos algunos vamos resoplando como burros, cuesta parriba, cuesta pa´bajo, y otra, y otra…eso si algunos como Bauti no dejan de hablar, el resto contestamos con monosílabos. “ssi”, “nooo” “arf”, “burfff”, “arghhhhh”.

Daniel, Saso y Chelu se vuelven para llegar a tiempo a Murchante porque la hora de regreso comienza a ser algo incierta (aunque finalmente llegaremos según la hora programada por Diego).

Los kilómetros hacia la estación abandonada de la Nava se hacen duros por el desnivel acumulado y el aire en contra no facilita la tarea. En uno de esos momentos Fermín saca unos Kit Kat sobre la marcha que me saben a gloria, luego se amorra a la botella de coca-cola y llueven las sugerencias sobre posibles mezclas más apetecibles aunque salga un poco diluida la mezcla. Y finalmente para postre, reparte galletas príncipe que compartimos gustosamente como buenos compañeros para quitarle peso. (Aún así no disminuye el volumen de la mochila verde: ¿pero que demonios llevara dentro?).

Recorremos Monte Alto con viento en contra y pendiente constante, hasta el corral de Bolchaca. Es el cruce de caminos donde solemos parar habitualmente, por donde desciende la nocturna o continuamos hasta la antena camino de Valverde.

Hasta aquí parece que todo ha sido cuesta arriba desde que dejamos Murchante, ahora…¡¡¡¡a disfrutar!!!, nos lanzamos cogiendo velocidad y sentimos que por fin descansan algo las piernas, aunque en algún momento el aire nos daba bandazos muy fuertes o incluso obligaba a darle a los pedales. Cesar va delante (algún día no muy lejano te ganaré), le sigue Roberto, y en un intento juguetón, intento pasarle, pero al ponerme junto a él empieza a darle ritmo y parece que su método de entrenamiento da resultado porque me deja atrás. (lo tenía que haber dejado en el fondo del Val, que ahí si que no le iban a subir las pulsaciones)

Llegamos finalmente a Murchante, con sensación de cansancio (al menos yo) pero habiendo terminado un recorrido de 70 kms novedoso y bien trabajado. Ahora que cada cual descanse como pueda o le dejen, yo con mi siesta de manta de cuadros, y algún otro con los críos de peña en peña. Siempre ha habido clases.

31 de Agosto… casi Septiembre…

Ciclisticamente hablando, han sido unas vacaciones de órdago (pero a la grande, a la chica y a pares…).

Desde la salida que hicimos en Junio, con nuestros amigos de Buñuel, no había tocado la bici (ni con el dedo) y eso tiene su repercusión… a todos los niveles (el nivel de úrico, el de colesterol y vete a saber que otros…).

El domingo quedamos a las 8:30 en el parque: Guillermo, Chelu, Marta, Jarauta, Roberto, Aitor, Cesar Aguado y yo (Iñaki)

Se me olvidaba: Gerardo CASI vino (pero solo casi).

Tenía preparada una satén para darle en la cabeza al primero que dijera una ruta inapropiada pero al parecer, la gente estaba por la labor de empezar la temporada tranquilamente.

Decidimos, a propuesta de Cesar, ir hasta los Fayos por la ruta de los toboganes y encaramos las ruedas hacia el cementerio.

Salimos por el camino que discurre junto al camposanto, hacia Cascante y tras pasar las granjas de vacas, llegamos a la carretera de la balsa, en su tramo más próximo a la población.

Por una ruta, ya conocida por todos los Karrikiris, atravesamos una serie de senderos y cuestillas, que nos llevan hasta el camino del cementerio de Cascante (esto hoy, va de lápidas por lo que se ve…).

dejando el pueblo atrás y ascendiendo en dirección contraria al recorrido de la Night & Bike de este año.

Atravesamos la carretera Cascante-Fitero (la de los toboganes) y proseguimos ascendiendo hasta llegar a la balsa que abastece de agua a los pueblos de la redonda, cerca de monte alto.

Un poco más adelante, subimos la cuesta de los sifones y llegamos al asfalto. Toca bajar!!

Nos acercamos a Tarazona mientras conversamos animadamente, los unos con los otros, y poco a poco volvemos a ganar altura, dejando el cementerio de Tarazona a la izquierda y encarando nuestra ruta

hacia el embalse de Santa Ana.

De allí, una carreterilla, nos conduce hasta Torrellas, no sin pasar antes por la nacional y pagar el peaje (llamemosle así a «la cuestica» de entrada al pueblo con pendientes del tropecientos por ciento. Menos mal que es corta).

Mientras Cesar, nos cuenta detalles de los 10.000 del Soplao, salimos del pueblo y dejamos la carretera para tomar pista en dirección a las choperas sitas entre Torrelas y Los Fayos, donde la bajada nos saca la sonrisa a todos.

Poco después estamos en los Fayos, para que los cansos de Chelu y Marta pudieran montar en los columpios (que mañanica con los de «yo quiero montar», «yo quiero columpios»!!!!).

Cuando los chiquillos se han desfogado (y alguno ha dejado el asiento del columpio abombao incluso con el hierro que llevaba debajo de refuerzoooo…)  volvemos a la chopera pero esta vez para no pasar por Torrellas, sino que iremos a subir.

¿A donde?  pues está claro: al cementerio de Tarazona  (que no quede ni uno sin visitar, solo faltaba…)

Tras comprobar que los ganado de peso este verano, no ha sido en musculatura, termina la cuesta y estamos arriba, donde uno me dice , por lo bajini:

-«Llevanos de vuelta, hacia tal sitio para darles sorpresa y tal…»

Sonrío y aunque la secre pone cara rara cuando me desvío a la izquierda nada más bajar del cementerio, la gente sigue y poco a poco vamos encarando al personal hacia «el bulto».

Bajamos por pistas conocidas y dejamos a un lado Monteagudo para llegar a Cascante, donde volvemos a tomar desvío, pasando por el termolúdico y rodear el cabezo del romero, por una carreterilla.

A pocos cientos de metros tras abandonar el pueblo, aparece, imponente «el bulto». Unos lo afrontan con decisión, otros, oyen rechinar los dientes propios a medio ascenso y otros echan el ancla al ver la bajada…jijiji

Yo con el hombro aun en proceso de recuperación total… disfruto de la sorpresa y las caras, mientras la secre que es más perra que un caniche, me sigue oliendose el percal…

Llegamos a Murchante tras aproximadamente 60 Kilómetros de ruta, divertida que seguro que nos  ha venido genial para empezar a ponernos en forma (y lo que queda…).

P.D: Anselmo, no me corrijas que estoy muy desentrenado a todos los niveles!!!

La ruta de Diego y el Conce Dracúla (acento bien colocado).

El sábado, la familia dejó solo en casa a Diego y éste no tuvo otra ocurrencia que pillar el programa del GPS y empezar a crear una ruta…

A las 8:30 quedábamos en el parque un montón de gente (tanta que se me olvidará alguno así que por una vez no los voy a nombrar uno a uno (total, ellos ya saben que estaban allí…).

La cosa es que podía ser la primavera (que la sangre altera), o la fase lunar… la cosa es que… parecía que habíamos anuciado almuerzo (a ver si no me enteré de esa parte…).

Abandonamos Murchante por el cementerio y pasamos cerca de Cascante por una de nuestras más transitadas rutas.

Yo estoy cansado y no he dormido bien, me noto flojo. Menos mal que con la cháchara la gente no aprieta.

Pasamos Tarazona, por encima, llegando al Embalse de Santa Ana y recorriendo la carreterilla que serpenteando nos lleva a Torrellas.

Nos detenemos a comer algo. Pronto viene la parte dura de la jornada y es mejor que nos pille avituallados.

Guillermo, cual pastor, obliga a «la ovejica» a meterse por el camino hacia Los Fayos mientras ella decía:

-«Yo por carretera, yo por carreteraaaa»

(al camino derecha…)

Pasamos la chopera, el pueblo y dejamos la presa a nuestra derecha para continuar junto al río Queiles por el valle que tantas veces hemos recorrido en dirección a Vozmediano, hasta que un par de kilómetros

más adelante, el Sherpa, nos indica una pista a la derecha que sube hasta la misma cresta del monte.

Son u par de kilómetros de cuesta, llevadera, pero cuando uno no tiene su día…

Arriba esperamos hasta reunir al grupo. La ruta discurre por la mencionada cresta, empalmando caminos hasta Vozmediano. La parte buena es que el mayor desnivel ya lo hemos ascendido…. de golpe.

En Vozmediano, nueva parada a reponer algo.

Continuamos por carretera en dirección a Agramonte, para girar a la izquierda donde el maestro DiegoSam, guru del GPS, nos dice.

Comenzamos una bajada por pista, con alguna pequeña grieta y piedra suelta. Feliciano va a mi lado a velocidad terminal, hasta que encontramos un cruce. Hay que parar porque nuestro guía es más… civilizado, bajando.

Mientras freno, miro atrás y veo a Jarauta (jodo, como baja tu bici eh…. y lo preocupado que estabas el día que la estrenaste porque había que «hacerse» a ella).

Justo detrás, entre los matorrales aparece el conde Dracúla. Inmediatamente recuerdo las películas en blanco y negro y miro el cuello de Marta. No, no se ven indicios de mordisco.

Sin embargo el conde Orta (digo Dracúla), con la boca ensangrentada y con hilos de sangre cayendo hacia el cuello, está acechando y por fín veo que Feliciano está con la mano en el cuello…

Tras desenganchar al «Vampiro de la retro» y limpiarle, le explicamos que no tiene que morder todas las ramas del camino, ni poner los morros cuando una se cruce en su trayectoria.

Con la lección bien aprendida proseguimos, si bien compruebo, como el grupo mira de reojo al «Nosferatu Moncaino» y cada cual, protege el cuello con la braga e incluso con calzoncillo de cuello alto… por si las moscas.

La ruta marcada es una sucesión interminable de sube y baja, hasta que atravesamos la carretera que desciende desde Agramonte a SantaCruz, para continuar, una vez atravesada ésta, por el otro lado de la ladera.

Es aquí donde me emociono, al ver el formidable grupo que formamos…

No es que seamos buenos ciclistas… es que hay más arte que en el Circo del Sol!!!!

Llega una bajada, con piedras hermosas, redondas, gorrrrdas y bien repartidas y «el  trapecista» nos muestra como se hace un looping…

Frena con el de adeltante y voala!!!!  ahí tienen al hombre ariete!!!  jijiji

(Por suerte no se hizo daño… o eso decía, vamos…)

Continuamos bajando y llegamos a la carretera que va de Vera a SantaCruz. Esta vez tomamos el asfalto y comenzamos el descenso a Tarazona.

Vamos tranquilos, hasta pasar la rotonda donde está el cruce para descender al pantano del Val.

Nosotros continuamos a Tarazona pero un bólido musculado pasa a toda velocidad…

Es un meteorito? un avión? superman??  NO. Es Feliciano, dando pedales que parece que se le va a salir la cadera!!!

Salto y voy con él. Detrás se nos unen unos cuantos más…

Vamos dando relevos o demarrajes… no lo tengo claro, pero si que al pasar de 67 km/h) me cuesta aumentar velocidad, porque no me dan las piernas…

Llegamos a Tarazona y…. nos detenemos.

Dani? donde está Dani…?

Ha desaparecido.

Telefono en mano, veo cabecear a Feli, hablando con el desaparecido…

Cuelga.

Vale, que nos vamos… que él ha parado y bla bla bla… y que dice que bla bla bla…

Seguro??? que si que si… que dice que …. bla bla bla…..

Ah vale….

Por la vía verde del Tarazonica, vamos a ritmo alegre pero sin forzar, que mal día llevo y encima acojonado… toda la vía verde con el vampiro a mi «lao» mirándome la yugular…

Por fin llegamos a Murchante y me siento a salvo. Ahora voy a por una ristra de ajos para frotármela por el pescuezo, que tras la ducha… me volveré a encontrar con «éste» y solo falta que tenga hambre….

Crónica: Visitamos Ágreda

Habrá a quien parezca que la Javierada está lejos pero, si nos descuidamos un poco, nos veremos en Carcastillo con el almuerzo en la mano.

Es por ello que hace ya alguna semana, que viendo que los habituales están en forma, hemos ideo proponiendo rutas acordes y atractivas. A ver si el resto del grupo se anima (si hace falta empezamos de cero, claro que sí, pero necesitamos saber que queréis salir…).

Este fin de semana estábamos decididos a realizar ruta nueva.

Salimos de Murchante: Guillermo, Bauti, Diego, Patxi, Jarauta (con flamante  y preciosa bici), Sierra y yo (Iñaki).

Como tenemos que estar en Tarazona a cierta hora, subimos por el vial del Tarazonica y encaramos «el puerto de Tarazona» hasta el cementerio.

Durante la subida Diego arrea, mientras Bauti y un servidor apretamos dientes para no perder rueda…arrrg. Arriba, llegamos con las pulsaciones a tope… menudo arreón!!!

Allí se encuentra Marta que trae a probar a Goin.

Bajamos hacia la chopera sita bajo Torrellas y que nos deja en Los Fayos.

Puedes pasar durante todo el año y esos dos kilómetros de chopos, siempre sorprenden con colores nuevos. Es una zona preciosa en la que me sorprendió no ver a nadie paseando como es habitual.

En Los Fayos, ascendemos a la presa y de allí bordeando el pantano, plantarnos en su cola.

Nos dirigimos hacia la catarata del pozo de las truchas, ruta que en el último año hemos realizado varias veces pero que no aburre dado su precioso paisaje.

Continuamos mientras el camino se torna en sendero y finalmente, tras atravesar el río, varias veces, por las pasarelas, llegamos a las cataratas.

Nos detenemos a comer algo, mientras algunos que aun no habían tenido oportunidad pululan de un lado a otro disfrutando de la magnificencia de este paraje.

Continuamos con la bici a cuestas, por unas escaleras, que pese a no ser muy largas, se hacen eternas dado el alto de cada escalón.

Al llegar arriba, comprobamos que el suelo (la tierra) está congelada y a nuestro paso cruje como si de hielo se tratase.

Bajamos y volvemos a subir, para bajar nuevamente y encontrarnos  con el río al que el sendero bordea.

Disfruto como un enano mientras detrás Bauti, que viene por aquí por primera vez, va gritando algo así como:

«Que pasadaaaa, esto es acojonante.. que chulo oye…»

Toca segundo tramos de escaleras y volvemos a ascenderlas.

Arriba, un estrecho sendero balizado nos lleva en unos kilómetros a una subida ya en camino de terreno roto.

Ascendemos la cuesta y esperamos para reunir al grupo mientras aviso que allí se acaban mis conocimientos de la ruta y dependemos del GPS de Bauti. Por suerte (no es que desconfíe…o si…) Diego nos explica que un día estuvo y sabe como se llega a Ágreda (según el solo dos kilómetros en llano…). Bauti dice que el track también va por donde Diego indica así que perfecto.

Empieza «el llano» y curiosamente pregunto a Diego si soy yo o a él también le suben las pulsaciones.

Sobre el termino «llano»:

-«Hasta que porcentaje de inclinación manejas ese vocablo,Diego?»

Kilómetro y algo más adelante por fin el llano se hace presente y esperamos al grupo mientras el tudelano confiesa que él lo hizo en sentido contrario…

Parece que hemos llegado. A pocos metros de nosotros se ven las primeras casas de Ágreda. se ven un poco por encima nuestro pero vamos, nada insuperable.

Nos acercamos y de repente una cuesta abajo, nos deja ver como las casas ascienden a nuestros ojos.

Una cuesta tras otra nos deja en la zona más alta de Ágreda, y si bien no era necesario llegar hasta allí, el GPS indicaba eso así que… arreando que es gerundio.

Patxi pregunta a una mujercica como se llamaba la monja de poderes místicos (bilocación) y a la que, el rey visitaba.

La buena mujer le responde  algo así como…:

LaSatisimaMadreMariaJesusDeAgreda« (sin pausa alguna).

Una vez ilustrados sobre las personalidades del renacimiento «Agredano», llegamos al «parque de la dehesa» (si hombre, donde está esa famosa fuente de la que mana agua con olor a huevo podrido…).

Comemos algo rápidamente para que no se nos haga tarde y vemos que tal va la gente.

En manos del «hombre de los Jonderes», salimos de Ágreda, pasando bajo un puente de la autovía que nos lleva a una pista.

Al poco de rodar por ella, Diego se da cuenta. Estamos en lo que era la antigua vía del tren, ahora camino en muy buen estado y que nos lleva cuesta abajo (salvo dos pequeñas rampas ascendentes) a un pueblico, del que ninguno habíamos oído hablar: Valverde de Agreda.

Continuamos adelante y varios kilómetros más adelante, entramos en la carreterilla que anuncia la «Estación de la Nava», aunque al poco nos desviamos por un camino en dirección a «Monte Alto».

Continuamos estando a casi 900 metros de desnivel sobre el mar, lo que dice que vamos manteniendo la altura.

Goin va sufriendo pero no cede y como buen campeón continua sin quejarse.

Sierra y Jarauta miran el reloj y piensan que no sabemos donde estamos (¿nos dará la noche aquí me medio de ninguna parte?).

Aunque el GPs es cosa de Bauti, creo conocer el camino y comento a Marta y Guillermo que CREO que bajaremos por una pista por la que ya bajamos una vez y que nos dejará en Tarazona.

Nada más empezar el descenso, les digo si reconocen la cuesta a lo que ambos me miran como un gato al que preguntas la tabla del tres.

Ya casi en Tarazona, Guillermo cae en la cuenta de una ruta que hicimos hace varios años y que discurría por allí (con Fernando Campo y mi padre).

La verdad es que Bauti, ha diseñado una ruta de vuelta evitando subidas (por más que alguno «grandote» me dijera que no hacíamos más que subir también de vuelta…jijiji) y muy bonita.

Nos detenemos junto a la fábrica de caramelos de Tarazona, donde Marta y Goin, se despiden y vuelven al coche, mientras nosotros callejeamos hacia la parte baja de la cuidad.

Al pasar por la plaza del Ayuntamiento, el olor a carne asada impregna el ambiente y nosotros con hambre cabeceamos de lado a lado para ver de donde sale semejante aroma.

Finalmente terminamos de bajar y encaramos al Tarazonica, donde bajamos a paso tranquilo.

Nos despedimos de los tudelanos en la antigua estación de tren de Murchante, tras 90 kilómetros de ruta preciosa y que a buen seguro repetiremos.

Desde aquí, los Karrikiris os deseamos lo mejor para el 2014.

Crónica: Vozmediano & Agramonte. A la ladera del Moncayo

La previsión indicaba que era un dia perfecto en cuanto a viento (inexistente) y eso en la ribera… es algo para celebrar (Vade retro Cierzo!!).

Al salir de casa se nota un frío intenso, señal de que estamos a bajo cero (pero sin viento!!!!).

Guillermo y yo (Iñaki) somos los primeros en llegar al parque pero pronto aparecen Bauti, Diego, Cesar y su cuñado que se ha animado a acompañarnos.

Aparecen también Jarauta y Carlos (Sierra) y al poco lo hacen Marta y Roberto.

Son las 9:05 y sabemos que no merece la pena esperar más… no va a venir nadie más, así que salimos por el cementerio hacia Cascante y antes de llegar, nos desviamos para ir haciendo un tramo de la Night & Bike, pero en sentido inverso.

Rodamos por los caminos hablando entre nosotros. Cuando estamos a poco más de cinco kilómetros de Cascante, se nos cruzan tres corzos de buen tamaño y tras atravesar el camino, siguen a trote por un yeco… que chulo es verlos en estado salvaje.

Continuamos nuestro recorrido pasando por el embalse de la mancomunidad de aguas (donde se llenan los depósitos de agua de algunas poblaciones riberas. Entre ellas, Murchante) y seguidamente subimos la cuesta de los sifones.

Continuamos hacia Tarazona con la mente puesta en el embalse de Santa Ana, que dejamos a nuestra derecha y continuamos por una carreterilla hacia Torrellas.

Al salir, nos metemos en el camino que atraviesa la chopera, que por cierto, está precioso (en cualquier estación del año, todo sea dicho) para llegar a Los Fayos, donde nos detenemos a comer algo.

Con las energías repuestas, volvemos a nuestros cómodos sillones «bicicletiles» y proseguimos junto al río Queiles a Vozmediano.

La ascensión  es poco menos que una carrera/cronoescalada y los diez kilómetros que separan ambas poblaciones se pasan en un santiamén. Entre hielo, escarcha y paisaje invernal  avanzamos con la temperatura sin subir un ápice (probablemente lo haga pero como vamos ascendiendo… no lo notamos.

En Vozmediano, esperamos y reunimos al grupo para continuar a continuación por asfalto hacia Agramonte.

La carretera, en las zonas de sombra está helada y las ruedas hacen crujir el delgado manto blanco (cronkch, cronch…).

Llegamos arriba y nueva parada para reunir al grupo. Por fín se han terminado las cuestas arriba y empezamos a descender.

En Santa Cruz, nos desviamos para bajar por un sendero a Tarazona, donde disfrutamos como enanos  pero… no dura mucho y pronto estamos en al antigua Turiaso, desde donde bajamos por el Tarazonica y disfrutar de la merecida comida.

Han sido unos 85 Kilómetros de fría pero agradable ruta. ¿Se puede pedir más?

Los Karrikiris vuelven a rodar

No es que haya sido un verano sin tocar la bicicleta, pero… ha sido una época de menor actividad en la que vacaciones, pereza y altas temperaturas han provocado el descanso de monturas y bikers.

A la espera de confeccionar nuestro calendario para los próximos meses, no teníamos una ruta predefinida, hasta que unos amigos, nos piden que les llevemos a las cataratas del pozo de las truchas.

Cumpliendo con la petición, quedamos a las 8:30 en el parque: Guillermo, Marta, Diego, Feliciano, Cesar Aguado, José (malacate), Cope, los invitados Fermín Casajús,  Jesus Mari Jarauta y también estaba un servidor (Iñaki).

Subimos a Tarazona por la vía verde, porque había que ir recogiendo a más gente por el camino.

Nacho se nos junta en Malón y tras algo de incertidumbre, encontramos a Gerardo Lamana en el cementerio de Tarazona (fuera del mismo… conste que no le hicimos nada).

A la entrada de Tarazona, se retiró uno de los integrantes del pelotón. Aun no sabemos si por pinchazos en la pierna o en la cabeza (originados por los cubatas de la noche anterior?…).

Queríamos seguir por la chopera que une Torrellas con Los Fayos, pero unos simpáticos cazadores, plantan su señal de batida (o lo que es lo mismo: «si pasas y te cae un balazo, no fué culpa mía…»).

A todo esto, Jarauta pincha y espero un rato, mientras unos y otros no consiguen inflar la ruda (solución: botella de CO2 y rodando en un minuto…). La cara del averiado es la misma que puse yo la primera vez que vi la maravilla de las botellas… (me da que, el lunes comprará un par de estas…).

Con la nula confianza que tenemos sobre el gremio pistolero, decidimos rodar algo más de un kilómetro por carretera para entrar por Torrellas a salvo de «imitadores de John Wein» (a ver si tanto meterme con ellos…)

Salimos de Torrellas para entrar a los Fayos por la carreterilla que los une.

Encima del pueblo, la presa; a la que ascendemos, por la carretera habilitada al efecto.

Una vez reunido el grupo, en la cabecera de la presa, re emprendemos la marcha por el camino, hasta el fondo del embalse.

Buscando un ritmo en el que todo el mundo se sintiese cómodo,  llegamos al final del pantano, donde cambia la vegetación de forma radical.

De pinares pasamos a rodar entre pequeñas praderas y choperas. Flanqueados por el río Val y siempre bajo las paredes y lomas que forman el cañon.

La verdad es que es un camino digno de ver y que no conoce mucha gente, a pesar de que está «al lado de casa».

Tras cruzar el río (algun@ le faltó poco para hacerlo a nado), seguimos y el camino se va estrechando hasta convertirse en sendero.

Al poco, llegamos a nuestro destino del día, las cataratas del pozo de las truchas, donde hacemos algunas fotos y comemos algo.

Para amenizar la mañana, realizo una demostración de como se da una vuelta de campana montado en bici (era una exhibición de artes circenses aunque Marta siga sin creerme) y tras levantarme y mostrar que mis dientes seguían en su sitio, continuamos…

Llevamos 200 metros rodados cuando paramos. Jarauta pincha de nuevo y cambia otra cámara…

Al llegar al río, encontramos a Chevi, que se ha acercado con el coche hasta el pantano, y desde allí está haciendo la ruta en solitario para encontrar las cataratas.

Llegados a Los Fayos, nos desviamos por una suave subida que lleva a Santa Cruz, en la que unos y otros vamos pro grupos y terminamos perdiéndonos durante un rato (aunque en diez minutos volvemos a juntarnos).

La ruta inicial pasaba por salir de Santa Cruz, mediante un camino que termina a la entrada de Tarazona, si bien uno «duro de oido» no percibió los gritos/alaridos (euuuuuu, paraaaaaaa, que no es por ahiiiii….) y decidimos ir todos por carretera, tras él, hasta Tarazona.

Bajamos de nuevo por la vía verde y terminamos una bonita mañana, en la que solo un poco de cierzo al final, quería estropear el día (sin llegar a conseguirlo).

Al final unos 80 kilómetros de ruta, que sin ser dura, seguro que nos ayuda a ir haciendo pierna tras un verano de demasiado apoltronamiento.

Crónica 3 de Febrero (casi Vozmediano)

El sábado hizo un día de perros…

Ya lo decían en las noticias, viento, lluvia, nieve… Lo dicho, para quedarse en casa.

La cosa es que el domingo, sin que las previsiones fuesen las mejores, daba un tiempo decente, con lo que salir… había que salir.

La ruta del calendario llevaba hacia Sancho Abarca, lo cual implicaba Bardena y por tanto… barro pegajoso durante más de 100 kilómetros. No, no era el día apropiado y por ello decidimos cambiar de ruta.

Buscando un recorrido a salvo del viento y con el menor barro (o barro de mejor calidad…), pensamos en subir a Vozmediano desde Los Fallos, ya que el valle por el que discurre la ruta, es muy recogido.

En el parque y a la hora habitual, aparecía casi la totalidad de la sección tudelana (faltaba Javi) compuesta por Bauti, Cesar Aguado y Diego que unidos a Marta y a mi (Iñaki) completábamos el grupo del día.

Desde el Whattsapp se «oía» a Guillermo, lejos de allí y con ganas de salir, pero no podía ser.

Salimos hacia el cementario y continuamos hacia Cascante. Llegando a la carretera que va de la Balsa de Pulguer a Cascante, pasan por delante nuestro los chicos del C.C. Murchante (los del club de carretera, vamos) y aunque les hacemos gestos, no nos ven.

Cruzamos la carretera y continuamos por un camino donde empezamos a «disfrutar» del barro por unos breves metros de labrao…

Ya en el camino que nos llevaría en dirección a Tarazona, las cosas parecen estar en mejor estado y avanzamos sin mayores problemas. Parece que hoy las sensaciones son buenas y las cuestas pesan menos que otros días, lo cual anima.

Pasamos una zona de toboganes y dejamos atrás el embalse de agua desde el que se nutren los depósitos municipales de los pueblos de la redonda, para encarar la última rampa (la cuesta de los sifones), antes de llegar a una zona más llana.

Unos kilómetros después pasamos por encima de Tarazona, por una carreterílla o camino asfaltado que pasa junto al embalse de Santa Ana, y tras dejarlo a nuestra derecha nos llevará hasta Torrellas.

Al pasar por el pueblo y casi por tradición pensamos en parar a tomar un café, pero finalmente decidimos proseguir y tomarlo en Vozmediano.

Pasamos Los Fallos y la presa para meternos por el camino que acompaña el curso del río.

No llevamos cuatro kilómetros avanzados cuando de repente, tengo la sensación de empequeñecer.

La «tija pija» se ha fastidiado y el sillón ha bajado unos 15 centímetros, lo cual hace que parezca un chaval de esos que van por las ciudades con el sillín abajo del todo y pinta de raperos…

Tengo que darme la vuelta, así no se puede pedalear…

Marta decide volverse conmigo, mientras que los tudelanos, que no se han percatado de que he parado se alejan hacia arriba sin darse cuenta de nada.

Bajamos y tengo dos opciones, o ir de pié todo el camino pedaleando y haciendo cuádriceps o sentarme… allá abajo y forzar las rodillas…

Entre una cosa y otra vamos bajando hasta que los chicos se dan cuenta de nuestra ausencia y nos llaman.

Tras explicarles el tema, nos dicen que han llegado algo más adelante pero que también bajan y tomamos un café en Tarazona.

La vuelta por el Tarazonica, es llevadera gracias a que Bauti y Cesar se ponen casi todo el tiempo a tirar, llevándonos a remolque, lo cual es de agradecer ya que los kilómetros en las posturas que me tocan no son de lo mas placentero.

Finalmente hicimos una ruta, que era lo importante y poco a poco vamos haciendo forma que tampoco es baladí.

Diciembre se estrena con Moncayo nevado

Ya empieza a ser habitual que, por compromisos de unos y otros, las rutas de los fines de semana se producen tanto sábado como domingo (unos salimos un día, otros el otro y alguno…ambos), y es que diciembre tiene «muchos tajos» porque si no es una cena de empresa, es el evento de no se donde… y es dificil coincidir todos en un mismo día.

En cualquier caso, ayer sábado quedábamos en el parque: Marta, Guillermo, Roberto, Samuel, Eduardo, Toñin (manolete) y yo (Iñaki).

Como había llovido, horas antes, se presentaba el dilema de a donde ir: A la Bardena no, porque sería un barrizal. Hacia el Buste, tres cuartos de lo mismo…

Nos quedaban dos posibles direcciones: O hacia los montes de la zona de Cintruénigo, o hacia Moncayo.

Ambas zonas cuentan con caminos de bastante piedra y por tanto menos barro (eso…en teoría al menos).

La decisión final se toma, viendo lo blanco de un Moncayo ya blanco y por tanto nos decidimos a subir.

Salimos por el cementerio, hacia Cascante y antes de llegar a la granja sita en la carretera de la balsa (a la salida de Cascante), ya encontramos «chocolate» del rico… Vamos, un barrizal de los que hacen sufrir a las lavadoras, con solo verlo.

Con la ropa ya adornada y asumiendo que vamos a terminar rebozados, continuamos cruzando algún campo hasta llegar al camino que buscamos.

En este punto es donde Marta «discute» con un ladrillo, si el camino es de uno o de ella porque alparecer, ese camino era muy pequeño para ambos… (sonido de Western con duelo al sol…).

Cruzamos la vía romana (la que va de Cascante a Fitero) y continuamos en falso llano, por un camino que nos dejará a los piés del embalse de donde se nutren los depósitos de agua de los pueblos circundantes (entre ellos Murchante).

De allí cotinuamos, ya por caminos menos embarrados, hacia la siguiente población.

El día va a mejor, en cuento a climatología pero tengo los piés hechos un témpano de hielo. Menos mal que queda poco para detenernos…

Cruzamos Tarazona por encima, tomando una carreterilla que lleva al embalse de Santa Ana y desde dicho punto bajamos hasta la carretera que cruzamos y nos permite entrar en Torrellas.

Es curioso, que hay cuestas que siempre te marcan de un modo u otro, y la de la entrada de Torrellas, pese a ser muy corta y asfaltada, es de esas que siempre requieren de un esfuerzo mental para encararlas (y eso que una vez puesto, en un minuto estás arriba…pero que pereza da subirla).

Ya empieza a ser una tradición, que cuando hacemos esta ruta, paramos en el Bar de Samuel y la Lupe, buenos amigos, donde nos detenemos y comemos algo (y no voy a describir el menú…jejeje).

Con fuerzas renovadas, nos volvemos a montar en nuestras embarradas bicis y nos acercamos a los Fayos.

Cruzamos el pueblillo hasta el cruce que da acceso a la presa, aunque continuaremos recto, siguiendo el curso del río Queiles.

Es una zona con un paisaje digno de mención y conforme asciendes los 10 kilómetros que tiene el camino, se aprecian choperas junto al río, que discurre a nuestra izquierda, pinares en la ladera derecha y una falta de arbolado en la ladera superior izquierda en la que solamente se aprecian arbustos…

La subida, sin ser exigente, es sostenida y va desgastando, pero el día acompaña y aunque los piés indican que la temperatura es cada vez más baja, no se puede pedir más a un día de Diciembre.

En la entrada a Vozmediano, donde confluyen a carretera que viene de Ágreda y «nuestro» camino, paramos y esperamos unos instantes para reagruparnos.

Desde este punto, seguiremos ascendiendo por carretera hasta Agramonte, donde por fín daremos la parte de subida, por finalizada.

Aun estábamos barajando si ascender a los molinos de Grisel, pero la hora que marcaban los relojes, nos indica que teníamos que descender definitivamente.

El descenso trancurre de forma relajada y nos dejamos caer hasta Tarazona donde nos incorporamos a la vía verde.

En el Tarazonica (nombre común de la vía verde), empezamos bajando a 27 km/h, de forma relajada, pero poco a poco, vamos aumentando el ritmo, para terminar a relevos y apretando los dientes a ritmos bastante superiores…(hay que terminar de quemar…lo que hemos recargado en Torrellas…)

Hoy domingo, salían de nuevo, pero…id a saber a donde les habrán llevado las pedaladas esta vez… 🙂

 

Por la vera del Queiles

Habíamos quedado Marta, Guillermo y yo para dar cuenta de la salida semanal. Aesto se suma Raul con el que no disfrutaba de una vuelta en bici desde hace varios años.

Por unas cosas u otras Marta no podía, por lo que finalmente nos juntamos en la estación de tren de Murchante (la del Tarazonica, hombre…).

Entre presentaciones y saludos vamos pedaleando hacia Cascante con la idea de hacer «la ruta del Queiles» (me acabo de inventar el nombre así que no la busques en Google, porque te puede salir cualquier otra cosa).

Una vez en Cascante, nos desviamos para salir del pueblo por la carretera de Corella.

A la altura de la granja de vacas tomamos pista para ir subiendo hacia Tarazona.

Cruzando la vía romana y por una pista» que ya nos debe de conocer», vamos rodando. Es aquí donde se aprecia el silencio, señal de que la pista pica para arriba y el ritmo, sin ser alto, no nos permite chanzas…

Toboganes y cruces varios nos dejan en una carreterílla (no se su denominación) que transcurre por encima de Tarazona y que pasa por una laguna cercana a Torrellas. A la cuesta asfaltada para entrar en el pueblo parece que solo le falta el cartel de: «Aqui no queremos ciclistas», porque pese a ser corta nos hace levantarnos del sillín.

Hoy vamos relajados y no tenemos prisa, por lo que paramos «en el bar de Samuel y la Lupe», para almorzar, pero por causas familiares (de aumento de familia, concretamente) no están ninguno de los integrantes del matrimonio. No pasa nada, porque nos atiende de maravilla la hermana de «la dueña».

Los bocadillos? pues del tamaño de un lanzagranadas (tanto es así que dejamos parte en el plato…QUE SI, creedmeee…).

Una vez repuestos de los primeros 30 kilómetros, continuamos hacia Los Fallos, pueblo que tambien dejamos atrás para llegar al cruce que sube a la presa. Tomamos recto la pista asfaltada por la vera del río, para volverse de tierra unos cientos de metros despues.

La pista es una maravilla de piso y sin tener rampas excesivamente exigentes, los proximadamente 10 kilómetros son de contínua subida por lo que empezamo a sudar, mientras disfrutamos del paisaje.

Raul, que no conocía la zona , parece que le está gustando y en varias ocasiones nos dice lo que está disfrutando.

Llegamos al final del camino, donde hacemos una breve parada donde se cruza con la carretera que viene de Agreda.

Paran unas despistadas en coche.

-«Estamos buscando Vozmediano, nos podeis indicar por donde…?»

– «Por ahí pero vamos, que como metas tercera te pasas el pueblo»

(cara de poker. esta tía no me ha entendido…)

-«Que nada que ahí mismo a menos de un kilómetro lo teneis»

-«Ahhh….gracias»

Continuamos la ruta por la carretera. Aun nos faltan unos kilómetros de subida, no muy exigente pero contínua hasta Agramonte, por lo que vamos subiendo mientras disfrutamos de la ruta y de un día que en esa zona está perfecto tanto de temperatura como de viento…

Ya llevamos 49 kilómetros de subida y por fin llega la recompensa (NO, no volvemos a almorzar…:-) TOCA BAJADA…y como a algunos no nos gusta ni nada…

La bajada, por la carreteranos depara una sorpresa de infarto.

Un chico (inteligente, majo…) con un itroen ZX (aunque él pensaba que llevaba un Ferrari), por poco se nos come haciendo el «gamba, animal,bobo» en una curva, pero una vez salvado al chimpance (digo al conductor) del bolido…sin problema.

Para finalizar el día Raul protegonizo una caida tonta, casi en parado originada por el pinchazo en una rueda (y que no tuvo consecuencias).

Una buena mañana en buena compañía.