No llegamos al circulo polar ártico… pero lo parecía

Varios compañeros salieron ayer, sábado, puesto que las previsiones para este domingo eran algo así como un mensaje oculto diluido entre las palabras de los meteorólogos:

-«No se alarmen… pero… si tienen un arca, metan a su familia y  animales dentro y esperen a que pase lo que se les viene encima…»

Pero claro, como decía Confucio (o… era Samuel), un Karrikiri nunca se rinde… si es preciso pedalea con las manos…

Hicimos honor al proverbio y del parque «manaban Karrikiris».

A ver si no me olvido de nadie:

Chelu, German, Jarauta, Samuel, Roberto, Jose, Saso, Patxi, Cesar, Fernando, Ines R, Vicente, Javi (Aouita), el cuñado del anterior, Unai, el híbrido y yo (Iñaki).

Ya cuando salí de casa, creía que me iba a quedar congelado antes de montar en la bici, pero cunado salimos hacia el cementerio, se confirmó: si sales con esa temperatura, no estás bien de la azotea… o eres un Karrikiri, claro está…

Pasan unos kilómetros y el terreno empieza a inclinarse, mientras charlamos animosamente lo que provoca que, sin querer aumentemos el ritmo y el pelotón se estire.

Pronto un compañero se empieza a descolgar, y reducimos la marcha.

Continúa la ruta y vamos ganando altura. De forma suave, sin grandes cuestas, pero hacia arriba en definitiva, con lo que vamos echando un ojo atrás, previendo, la mañanica que uno que se ve al fondo, va a pasar…

Poco antes de comenzar, la  verdadera subida, veo que Javi, lleva un solo plato.

Y un solo piñón.

Y horquilla rígida de carbono.

(están locos estos romanos)

La primera rampa es muy corta pero supera el 20 % de desnivel positivo, y ahí está «el peludo» en cabeza!!

Continuamos ganando altura, por una pista, rodeados de árboles. Cada vez se hace más estrecha, lo que le da un ambiente singular. Todo un placer rodar por ahí.

La pendiente se endurece y aparecen más piedras. Toca apretar los dientes y darlo todo… venga venga!!!!!

Y estamos «arriba». Un «arriba»  con boca pequeña, porque aun no hemos coronado, pero nos hemos quitado un buen tramo de subida.

Nos detenemos a reunir al grupo que, al ser numeroso, llega disperso.

Una vez juntos, todos, continuamos por un pequeño llano, durante unos 300 metros, para volver a subir, por pista, y pendiente moderadamente fuerte. Menos mal que no llega a un kilómetro!!

La gravilla hace que tengamos que ir sentados, para no provocar el derrape de la rueda de detrás, así que Roberto y yo, nos lo tomamos con calma, mientras vemos a «ThepostMan» (al servicio de su majestad) ascender en solitario, con su único piñón, mientras nos grita:

-«ánimo!! venga chicos!!…»

Alguno cabecea, negativamente, con una sonrisa, mientras aprieta los dientes y pregunta a modo de confirmación:

-«¿De verdad que solo lleva un piñón?»

Por fin estamos todos arriba. Reunimos al grupo y dejamos que descanse el personal, mientras notamos como se nos va congelando el alma.Estar parados hoy, aqui arriba es, poco menos que una temeridad.

Empezamos una breve zona de toboganes que anuncia la inminente bajada y los «zumbaos» del descenso salimos en tropel.

Pasada una pronunciada curva, y ya seguros de que todos los compañeros han fijado el rumbo correcto, comenzamos a descender.

Voy delante, y justo detrás escucho jadear a Samuel. Sin verlo, si quiera, sé que a continuación estará Roberto.

Alcanzamos el siguiente desvío y decidimos detenernos. Al no ser el camino mas obvio,  es mejor volver a reunir al personal.

Continuamos por una serpenteante… pista/sendero? gritando de forma continua:

Piedra!! otra! cuidado!

Y volvemos a subir… «un pelín».

No son mas de 300 metros en línea recta, hasta llegar al siguiente cruce, donde, volvemos a tomar posiciones y «Yahooo!!»

Nos lanzamos a todo lo que dan las bicis.

Llevo a Samuel justo delante y no se lo que marca el odómetro, pero le grito:

-«No frenes ehh!!!»

Me va saltando una lluvia de gravilla a la cara, fruto de su rueda trasera y bajo dando alaridos, mientras Roberto, situado detrás de mi
se da cuenta de que mi rueda es mucho más educada.

Abajo, nos detenemos y nos miramos con una sonrisa absurda

-«juajajuaujauj   jiji jjajaja jojo»

-«Que pasada eh…»

-«Si si si…. jijiji»

Esperamos a que la gente civilizada descienda para volver a retomar la marcha.

Toca rodar por buena pista, moderadamente descendente para seguidamente volver a subir en un tobogán, y otro…. y otro más… hasta cruzar la carretera.

Tras dejarla atrás, continuamos descendiendo, para volver a subir en otro tobogán… y bajar…. y volver a subir… y detenernos para reunir al grupo.

Creo que hace más frío que al punto de la mañana, y así lo confirman algunos de mis compañeros. Uffff, estas paradas te dejan frío, frío!!

Todos juntos de nuevo, volvemos a bajar. Encontramos varios charcos que intentamos sortear para volver a subir la última cuesta del día. Corta y de suave pendiente
pero cuestica al fin y al cabo.

Pasamos junto a una granja y giramos a la derecha.

El grupo va estirado, y los de delante, no nos damos cuenta (fallo nuestro), de que las cosas se vana a complicar detrás, a partir de este punto.

Continuamos, con una cosa en mente: La trialera de bajada que alcanzaremos un par de kilómetros más adelante.

Llegados a dicho punto, nos tiramos. Samuel nos coge la posición y Roberto y yo luchamos por coger la trazada buena, sin conseguirlo ninguno.

Resultado: Bajamos ambos en paralelo, pillando todos los saltos, piedras y dificultades habidas y por haber…a muuuucha velocidad…. jijiji

Al llegar abajo, todo son risas, mientras nos miramos…. ¡¡¡que brutos!!!

Nos detenemos, puesto que puede haber dificultades en ese punto y es mejor reunir al rebaño.

Van llegando… casi todos.

Faltan Javi y su cuñado.

Suponemos que Javi se ha quedado a esperar al sufrido cuñado, y esperamos… casi un cuarto de hora.

Al final optamos por ir deshaciendo el camino, hasta que, al fondo vemos el maillot amarillo del cuñado (¡¡que alivio!!).

Pero viene solo y dice que siguiendo el GPS que nos muestra!!!! Toma moreno!! Ahora se nos ha perdido el peludo!!

Le llamo a su  «LondonPhone».

Tras varios tonos, un tipo empieza a decirme:

-«Plus… four… four…»

¡Vaya!, salta el contestador…

Suena mi teléfono.

Yo: -«Donde andas..»?

Javi:-«Me he quedado a esperar a este y al final ni lo he visto pasar y ahora he subido a unos molinos y estoy aquí ….blablabla»

Ufffffffff

Le indico como llegar a nuestra posición.

El resto del grupo se ha quedado congelado y optan por continuar. El frío es cada vez más intenso.

Viene Samuel, hasta mi posición. Cinco minutos después vuelvo a llamar a Javi.

-«Que tal vas, ¿Te orientas?»

Al final llegamos a la conclusión de que está al otro lado de los molinos y que con su GPS, tirará una línea hacia el pueblo.

Mientras hablamos, empieza a nevar. Madre como se está liando esto… hay que salir «por llantas».

Sam y yo, emprendemos trote, y rodamos a todo meter.

Pasan los minutos y no vemos a nuestros compañeros, pero continuamos rodando como si detrás nuestra viniese una manada de hienas hambrientas.

Al fin, el ritmo da su fruto y vemos allí delante el pelotón y conseguimos alcanzarlo.

Llegamos al pueblo y algunos vamos a tomar algo (casi caliente).

Yo continúo con el tema en la cabeza y llamo a Javi, para ver donde anda, pero conforme descuelgo, lo veo por la ventana.

Ha llegado sano y salvo.

Terminamos una ruta preciosa, divertida y con muchas anécdotas que sino en Murchante, bien podría haberse desarrollado en Siberia (a tenor del frío, claro está).