Javierada Karrikiri 2016

La previsión meteorológica nos tenía en vilo…

Pero la verdad es que al final, desde radio, televisión e Internet, nos confirman que en lo climatológico, esta Javierada iba a ser desastrosa.

Claro, decididos como estábamos a peregrinar, no queda otra que intentar minimizar el tema y después de esperar a la última previsión, indicaba que en Carcastillo llovería sobre las 11 de la mañana, en Cáseda y Javier, empezaría sobre las 12:00 suave y a partir de la una, fiesta de maillots mojados…

Por otro lado, gente nueva se sumaba este año a la peregrinación Karrikiri y al no saber como ni cuanto andaban en bici queríamos asegurar al máximo la jornada…

Visto lo visto, decidimos madrugar más y salir pronto… tan pronto como las 6 de la mañana de Murchante, a fin de llegar a Javier pronto y evitar la lluvia al máximo.

El viernes, quedamos en el hangar del «KarrikiriKarro» para montar maletas en el «KarrikiriMovil» capitaneado por el Sheriff Chirico y la inestimable ayuda de Marta que este año va de apoyo.

Allí hablamos del tema, mientras cae una fina lluvia que hace prever lo peor.

La expedición por parte de miembros del club la componen:

Chelu, Carlos, Jarauta, Fermín, Unai, Patxi, Ines, Samuel, Feliciano y yo (Iñaki)

A los que se suman:

Victor, Miguel y Alfredo por parte de «los trotamúsicos» y un último fichaje «Tomás» que se incorporó a filas como uno más.

Tras las fotos de rigor, salíamos de madrugada desde la plaza de los fueros, camino a Tudela.

Con frío, pero menos del que se pensaba, bajamos hasta el puente del Ebro y poco después alcanzamos la recta de Arguedas.

Con la oscuridad e inmersos en conversaciones y cháchara, nos confundimos de camino (tres veces…), pero por suerte, no recorremos mas de 5 metros en cada ocasión, sabedores de que no era así el que buscábamos.

Finalmente, encaramos hacia los Aguilares y minutos después, estamos dando pedales con Castildetierra al fondo.

Ya huele a desayuno!!

Realizamos una parada en condiciones y sin prisa, pues parece que vamos sobrados de tiempo.

Caen pastas… muchas pastas de chocolate, que junto al cafecico que preparó horas antes Chelu, nos calienta y reconforta ante la fría mañana.

Tocan fotos y al poco, estamos otra vez sobre el sillín, por «la perimetral».

Se suponía que iba a soplar bastante viento. unos 30Km/h con rachas de hasta 55km/h pero… A Dios gracias, lo que allí soplaba era más que soportable (cómodo, me atrevería a decir).

Aunque el terreno es eminentemente llano, vamos tranquilos y sin prisas, cuidando de que el rebaño vaya, mas o menos junto, y evitar desfondamientos, calambres y problemas varios…

La parte hasta el monumento del pastor la paso vigilado de cerca por Alfredo que me quiere atrás del grupo y si acaso… a su lado (peor nunca delante…jejeje).

Comentan que si alguno va un poco más flojillo y preguntamos a ver si come, bebe y se cuida como debiera. Por suerte, una vez metemos combustible, da visos de recuperarse lo suficiente como para llegar a Carcastillo.

En este pueblo, Alberto (Chirico) y Marta nos esperan parrilla en mano, llena de Panceta , chistorra, vino y demás viandas típicas de todo buen avituallamiento pro-tour.

Vamos adelantados sobre el horario que nos habíamos marcado y almorzamos tranquilos… muy tranquilos… y tanto es así que se nos va más de una hora en ello. que nos quiten lo «bailao».

Emprendemos la marcha adelantando a muchos caminantes, adentrándonos por las primeras zonas de barro y charcos. La cosa es que como esperábamos peor tiempo, más barro y agua.. todo nos parece poco y si no es por las salpicaduras de barro, casi ni nos damos cuenta.

Llegamos a un punto, donde los peregrinos de a pie toman un camino hacia Montepeña y nosotros continuamos junto al río.

Es zona de toboganes y algunos disfrutamos las bajadas como chiquillos.

El ritmo ayuda, porque al ir relajados, podemos apretar los dientes unos segundos y relajar de nuevo hasta volver a reunirse todo el pelotón.

Llegando al puente de Cáseda, hay quien, con menos kilómetros en el zurrón, va justico, pero tirando de coraje y mandíbula, continua sobre la bici.

Ya en el pueblo, nos esperan, como es tradición, la pareja de apoyo. Unos comen, otras evacuan y todos paramos, antes de continuar.

Comento con un integrante del pelotón, que salga ya y que el acompaño para que, en las cuestas que se avecinan no tenga que ir con el gancho, «haciendo la goma» y vamos ascendiendo a ritmo muy suave.

Parece que va suficientemente bien y para cuando nos alcanza el grupo, ya llevamos la mitad de la subida hecha.

Como mi compañero va arropado por el grupo, y los lobos saltan, decido dar un pequeño arreón y gozar un poco subiendo.

Veo allí delante a Feliciano que ha saltado comandando la tropa y me lanzo a por él.

Lo alcanzo y me voy a un lado del camino, en lo más empinado de la cuesta, para adelantarlo.

Es cuando, «el mercancías», me mira de reojo, saca hombro y «vira el timón», inclinando la bici hacia mi (esa técnica la he bautizado como «la melé del ciclista», puesto que solo un jugador de rugby venido a ciclista, puede ejecutarla, haciéndote sentir que se te echa encima un transatlantico).

-«Ande vas, animaaalllll»

Y allí me veo por el «labrao», fuera del camino… mientras «el hombre de hierro», a carcajada limpia, solo atina a decir:

-«Perdonaaa, que creía que eras Unai!!!»

Entre risas y cabeceos, aun no se como, consigo volver al camino, sin echar pie a tierra y coronar.

Arriba, nos reímos, mientras esperamos a reunir al personal.

Alguno echa pie a tierra en los últimos metros, pero ya se aprecia que tiene la convicción de terminar sin montar en el coche.

Esa es la actitud!!

Avanzamos ahora, junto al canal y adelantamos a gente que desciende de MontePeña.

Vamos tranquilos, pues hay amigos que van castigados, aunque Patxi y Unai, salen por delante enzarzados en un pequeño pique disfrutón.

No tardamos mucho y estamos descendiendo para acercarnos a Yamaguchi.

Allí, junto al restaurante, detenemos la comitiva de nuevo, para rellenar botellines y esas cosas.

Por delante, ya solo queda una cuesta, un poco larga, pero que a buen seguro, nadie va a rendirse tan cerca de la meta.

Es en este tramo, donde decidimos ir algo más a nuestro ritmo, pues, en general llevamos toda la mañana, sin desfogarnos.

Chelu, Unai, Patxi y yo, ascendemos a buen ritmo pero sin forzar y llegamos arriba mejor que nunca. Parece que el trabajo diario funciona incluso mejor de lo esperado.

Esperamos entre chistes (malos) y tonterías, al grupo y una vez reunidos, descendemos hacia Javier para retratar el momento.

Con las fotos realizadas, atacamos el último tramo del día, que nos lleva a Yesa.

Vamos tranquilos, y relajando pierna, mientras charlamos.

Cae una fina lluvia y comentamos:

-«Justo a tiempo!!!»

Aunque la verdad es que poco duraría y no se dio mas agua en la jornada (madrugar para nada, pero vaya…).

Buena ducha, mejor comida y regreso a casa tras pasar un día genial junto a gente del club y amigos que esperamos, se unan a más rutas en futuras ocasiones.

 

Crónica: Javierada 2014

El viernes estábamos en la cochera de Jarauta, preparando las cosas, cuando apareció el «KarrikiriMovil» vestido de gala para la ocasión.

No es que este club tenga muchos lujos, pero en cuanto a apoyo e ilusión del «ChiriChofer», no hay igual.

La verdad es que en las fotos, luce, pero en directo, con el ronco sonido de su motor, el rotativo encendido y los focos marcando el camino… parecía salido del Dakar.

(y ya no digo nada de las gavillas de sarmientos que le aportaban un caracter rural donde los haya… vamos… un lujo de aparato, al servicio de los Karrikiris).

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A las  6:30, quedábamos en la plaza y entre unas cosas y otras serían casi las 7 cuando salíamos, aun a oscuras, pero con el cielo manchado de tonos anaranjados.

Empezábamos despacio… pero despacio despacio…Atravesamos Tudela y su puente , con un Ebro rebosante de agua, para girar inmediatamente después, a la izquierda, para continuar por los sotos del río en dirección a la recta de Arguedas.

Llegados a la carretera, circulábamos un par de kilómetros por el arcén, hasta encontrar la pista adecuada.

Para recortar tiempo, habíamos decidido ir a parar a la «carretera de los militares» para llegar después a Castildetierra.

Bajo el monumento  natural, se encuentran nuestros fieles Alberto y Jose Luís («Chirico» y «Arias», que hay que decirlo todo!!!) con la mesa preparada, el café dispuesto y las pastas como si recién salidas del horno fueran.

Aun cuando nos acercábamos, escrutaba yo la mirada, en busca de la Mery, por si se había escapado y viajaba entre las gavillas de sarmientos… pero no…

Salimos por la perimetral del polígono y el desayuno parece haber hecho efecto.

Vamos con un cuarto de hora de retraso sobre el horario del año pasado pero poco a poco, vamos tirando del grupo que responde y aumenta ritmo. Esto marcha!!

Aunque amaneció hace ya una hora, la temperatura no ha subido mucho, pero la simple presencia del sol sobre un cielo límpio de nubes, nos indica que el día será perfecto.

Pâsamos junto al monumento del pastor, y poco después a la carretera de Sádaba, por la que nos acercaremos a Carcastillo.

Callejeamos hasta encontrar la campa donde el Karrikirimovil nos espera.

Doscientos metros antes de verlo, sabemos que está ahí (que olorcico desprende la fogata, la panceta, chistorra y demás cosicas que nos han preparado los chefs).

Mientras almorzamos, pasan varias cuadrillas de ciclistas, y todos sin excepción se quedan mirando y lanzan algún

-«JOOEEEEEEEEEEEE…»

Con el estómago lleno (tal vez, demasiado lleno), continuamos junto al río Aragón que nos hace ver, de dónde sacaba, tanta agua el Ebro a su paso por Tudela.

Poco después comienzan los toboganes y algunos disfrutamos bajando de salto en salto por las grandes losas hasta que finalmente llegamos al puente de Cáseda.

Allí nos espera nuestro equipo de soporte.

Algunos comen algo, bebemos y continuamos, ahora cuesta arriba hasta llegar a la carreterica del canal.

Cuando falta cosa de un kilómetro para Gabarderal, reunimos el grupo para llegar juntos al punto donde, los «de a pié» de Murchante suelen comer.

Allí están el, siempre dispuesto, personal de apoyo, preparándoles unas sartenadas de comida (que no quisieron compartir…). Así que nos vamos babeando como el perro de Paulov.

Nos dicen que no hace 10 minutos que han pasado algunos del club de carretera… entonces, no vamos tan mal de tiempo…

Ya en «Yamaguchi», nos detenemos a rellenar botellines y decidir por donde iremos (carretera, el camino del río o el de los toboganes). Algunos queremos ir por el río pero como nadie se acuerda
donde se tomaba el desvío… acabamos yendo por el de los toboganes, todos juntos.

El camino acaba a escasos veinte metros del punto más alto de la carretera, por lo que llegados allí, nos dejamos caer hasta el castillo.

Es la una en punto y los Karrikiris estamos bajo las almenas de Javier.

Foto de rigor, y vuelta a montar en la bici. comemos en Yesa y aun queda la última cuestica del día.

Minutos después  aparecemos por el albergue esperando que llegue el KarrikiriMovil para dejar las bicis, ducharnos y acudir al restaurante a dar cuenta de una merecida comida.

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P.D: Al igual que no he querido contar ciertos detalles de la ruta, tampoco diré nada de la meriendica que prepararon algunos en la terraza del restaurante. No os preocupéis, mi boca está sellada 🙂

Crónica: Javierada 2012

Viernes a media tarde y yo preparando la mochila.

Toalla, mudas, el gel de ducha, la ropa para después de…

Hemos quedado a las 8 en casa de Oscar para montar las mochilas en el camión.

Ah, sí, que no se me olvide la manta para proteger la bici en el camión, durante el trayecto de vuelta.

Creo que lo llevo todo.

Cargado con mochila y manta, me acerco hasta casa de Oscar, donde ya se han congregado unos cuantos de mis compañeros.

El camión, aun no ha llegado, pero tiene que estar al caer, así que charlamos sobre los detalles de la ruta (por donde irá el equipo de apoyo en los coches, puntos de encuentro exactos…).

No han pasado 5 minutos, cuando aparece el camión, pero no de cualquier forma, no… sino que nuestro chófer ha realizado unos letreros de generoso tamaño y que el vehículo incorpora «C.C. KarrikiriBTT Murchante» junto a nuestro logotipo.

No queda la cosa, ahí, sino que a esto, una compañera agrega dos pedazo carteles con el cartel de nuestra cicloturista nocturna «Night & Bike Murchante«. Ahora ya parecemos hasta buenos…jejeje

Trás montar todo, nos despedimos, no sin antes recordar a todo el personal la necesidad de ser puntuales.

-«A las 6:30 en la plaza!!! Sed puntuales, o empezaré a comerme el almuerzo del que llegue tarde…».

5:45 a.m., el infernal sonido de mi despertador me indica que se terminó el descanso. En ese momento pienso que los diseñadores de despertadores no pueden ser buenas personas, porque para que se te ocurra ponerles semejante «graznido» hay que tener mala idea… QUE SUEÑO!!!

Ufff, las 6:15 hay que salir de casa que solo falta que al final sea yo quien llegue tarde…

Conforme salgo de casa y doy las dos primeras pedaladas, escucho el sonido de un motor, tras de mí.

Giro la cabeza y veo el KarrikiriMovil, tripulado por el capitán Chirico y la tripulante Rita que me saluda desde la cabina, aun con los ojos a medio abrir pero con una amplia sonrisa. Que ilusión se respira incluso en esos detalles…

Llego a la plaza tras el camión, donde ya esperan un par de amigos, pero no tenemos que esperar ni cinco minutos, para que el grupo esté casi al completo aparezcan el resto de integrantes así como  Mery y Arantxa en el vehículo de apoyo número dos (el Merymovil), también con carteles a tutiplen.

Hacemos un par de fotos y salimos de la plaza, mientras el megáfono amplía la voz de Rita (¿pero esta mueta no estaba medio dormida que ahora nos aporrea los tímpanos?? jejeje).

Levanto la vista y veo delante de mi algo así como un ovni y pese al sueño que tengo, me niego a pensar que estoy soñando, por lo que tiene que tener una explicación racional.

Es Fermín Suescun, que equipado con dos linternas a ambos lados del casco y otras dos, de mayor potencia, en el manillar, parece un 747 en pleno aterrizaje. Vamos que por luz no será.

Al salir del pueblo, se nos une la última pieza del equipo de apoyo y que además será la que nos cuide de cerca, porque compartirá la ruta al completo. Femín Lorente con su moto nos acompañará y ofrecerña su ayuda ante cualquier problema, aunque hay que decir que su misión por suerte se torna en fotógrafo de campo en detrimento de la de soporte de accidentados y similares.

El camino que lleva a Tudela se recorre en la oscuridad de la noche, aunque con las linternas, frontales y demás dispositivos lumínicos vamos la mar de bien.

Cruzamos Tudela por nuestra ruta habitual del casco viejo y llegamos al puente del Ebro, donde nos espera Cesar que se une a la comitiva.

Junto al Ebro coincidimos con varios miembros del Gamen Team, con los que recorreremos los siguientes kilómetros.

Al atravesar la recta de Arguedas, aparece el sol tras las formaciones Bardeneras. La noche nos deja y parece que va a quedar un día precioso. Con un poco de bruma, el cielo está bastante descargado de nubes, y las que hay son estratiformes, con lo que seguramente tengamos ese punto de sol y nubes que nos permitan tener una temperatura agradable sin excesivo sol.

Rodamos a una media de 20 km/h de forma constante. Así no forzamos a nadie pero es un ritmo que permitirá mantener el horario que nos hemos fijado.

Samuel está costipado y no está al 100%, pero pese a su estado rueda como un campeón. Tiene mérito hacer tantos kilómetros en su estado.

Cualquier otro se hubiera quedado en casa y los menos hubieran rodado cabizbajos, pero «el muete´la scott» ha traído una bocina capaz de derrumbar las pirámides de Egipto si suena cerca de éstas y cuando menos lo esperamos, soplido que le mete al dispositivo, con el consiguiente susto del personal…

Llegamos a la carretera del cuartel militar, ya se divisa Castill de tierra al fondo, con lo que el grupo se anima pensando en el cafecillo que nos espera.

Alguno no las tiene todas consigo, porque el día anterior han explicado a Alberto (chofer) como llegar pero puede que el camión, no esté donde debiera.

Cuando falta casi un kilómetro ya se ve una mancha azul al fondo, así que parece que han encontrado el camino correcto. BIEN!!!

Nos acercamos un poco más y… ¿que es eso? ¿Llevan algo?

Con la vista fija en nuestro equipo de apoyo, nos vamos acercando para comprobar que se han ataviado con todo detalle para la ocasión.

Delantales a juego de nuestra equipación, un cartelico cada un@, que reza «Apoyo a KarrikiriBTT» y tan perfectamente formados delante del camión, que parecían el servicio de una mansión inglesa (que pofesional!!!).

La mesa está dispuesta y nos lanzamos a ella, para disfrutar del cafecico, mientras unos cineastas situados a escasos 15 metros de nosotros nos miran de reojo, como si estuvieran inmersos en una película de Pajares y Esteso (estos Navarros están locos…).

Proseguimos nuestro camino circundando la perimetral del polígono de tiro, mientras nuestro equipo de apoyo casi al completo se queda recogiendo el campamento. Solamente Fermín con su moto, se dispone tras del grupo por lo que pudiera suceder.

Con la vista puesta en el Rayón y el sol poco más levantado que su cima, rodamos, cuando aparece, a trote lechonero y rabo en alto, un pedazo de javalí que pasa 100 metros por delante de nosotros. Pedazo de bicho!!!

Tomamos el desvío para continuar por la cañada y proseguimos hacia el monumento al pastor.

Es en este tramo donde el «Bardenas Express» (Juan Carlos), toma la cabecera y acelera el ritmo, flanqueado por Cesar y un servidor que (pese a lo que piensa el resto), le vamos diciendo como a las mulas:

-«Soooooooooooooooooooooo»

Pero es que el chico tiene mucho ímpetu y no puede evitar acelerarse.

Ya en el monumento del pastor, el «tío Chelu», nos saca tarjeta amarilla…jejeje

Tras un receso de 5 minutos, continuamos con la sensación de que, a escasos 7 kilómetros de Carcastillo, ya se huele el almuerzo.

El grupo alcanza la carretera (de Sádaba a Carcastillo) y debía ser el hambre que se produce una pequeña estampida, haciendo ese tramo mas que corto.

Cuando llegamos al punto donde íbamos a almorzar, todo está preparado, dispuesto y ordenado para que no tengamos que preocuparnos de nada.

Un bocata de Jamón con tomate, aderezado con algún bizcocho, cerveza… y las fuerzas están de nuevo al ciento por ciento.

Abandonamos Carcastillo y avanzamos junto al río.

Los kilómetros pasan y nosotros «pasamos» a otros grupos de ciclistas.

El ritmo se mantiene dentro de lo recomendable y llegamos al puente de piedra, donde decidimos, no atravesarlo y ascender la rampa que conduce al otro camino.

Es en este punto, donde algunos empiezan a notar flaquear las fuerzas. Llevamos unos 80 kilómetros y la distancia es considerable.

Reunimos al grupo y tras dejar unos minutos de recuperación continuamos, ya cuesta abajo.

En Cáseda, junto al puente del río,nos espera el camón azul, con todo el equipo de apoyo, dispuesto a atendernos.

Nos detenemos unos minutos para rellenar mochilas de água, comer alguna fruta y dejar que los más perjudicados, recuperen las fuerzas.

Volvemos hacia Cáseda y empezamos a ascender por el camino que lleva a la carretera del canal.

Tiene alguna rampa fuerte y  a estas alturas, el flato de alguno ya está tocandole mucho las narices, pero como siempre se dice (y es bien cierto), puede más el que quiere…

Los kilómetros junto al canal, son suaves y sin grandes desniveles que salvar, por lo que el grupo avanza compacto hacia Gabarderal.

En este tramo, coincidimos con los primeros Murchantinos «de a pié»  a los que saludamos profusamente (e incluso a bocinazos).

En Gabarderal, están preparandoles el rancho (eso creo que cocinaban), y mientras Ignacio saludaba con su vara, la Aroa saludaba brazos en alto mientras Cope la instaba desde la carretera:

-«Aroa!!!!! hazte un monologooooooo!!!!!»

Poco después llegamos a Yamaguchi, donde decidimos terminar por camino.

Salimos, descendiendo una cuesta y es abajo donde Oscar (el guía en este tramo), se da cuenta de que no es por ahí.

Damos la vuelta a las bicis y empezamos a ascender la cuesta. Pero los cambios que ya le iban avisando a MariCruz, le juegan una mala pasada donde más necesario era que funcionasen y da con sus huesos en el suelo.

Menos mal que no se ha hecho nada, así que todo queda en una anécdota.

Por fin damos con el camino correcto y tras unos kilómetros por un camino estrecho, muy bonito, llegamos a Javier… por la parte de abajo (que se le va a hacer…).

Ascendemos la cuesta hasta llegar al Castillo donde nos hacemos la pertinente foto y volvemos a montar para ir a Yesa, donde comemos junto a nuestros amigos del Club ciclista Murchante (los de carretera).

De lo bien que nos sentó la ducha, la excelente comida posterior, el buen ambiente  en el restaurante y el viaje de vuelta nos os contaremos nada, porque mejor que leerlo es vivirlo, y por tanto te animamos a que e año que viene participes de la aventura.

P.D: Estoy esperando a que los fotógrafos, de ruta, me manden sus creaciones, así que en cuanto las tenga, os las pongo en la sección de fotos, ok?